Sunday, October 01, 2006

 
“Los gays serán los más hombres de todos”

Está casada gracias a la ley que propició. En esta entrevista, analiza la situación de los homosexuales en España y América Latina. Y denuncia la invisibilidad de las mujeres lesbianas.

Beatriz Gimeno perdió un amigo. Todavía le duele esa pelea que se extendió por un tiempo haciendo languidecer la larga amistad que los había unido. Fue una noche, cuando su íntimo, su queridísimo, tuvo un lapsus en una conversación animada y mundana, en la Madrid avanzada de los derechos civiles y la diversidad. “¡Qué lindo un mundo sin mujeres!”, se le filtró con tan mala pata al varón homosexual en su propia sala. El, un sociólogo, un académico, un intelectual, confesaba así su misoginia para horror de Beatriz y sus amigas. No fue cualquier living el escenario del furcio. Era la casa de la presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (Felgtb). Gimeno estuvo en Buenos Aires y en Rosario, donde pudo ver ese poético beso masivo de mujeres con mujeres. Ideóloga del proceso que culminó con la sanción de la ley de matrimonio una tarde de viernes denuncia la invisibilidad de las lesbianas, critica la hegemonía gay masculina y propone que cualquier mujer puede ser homosexual. “Los gays serán en el futuro los más hombres de todos: no tienen que negociar con las mujeres, no las necesitan, no les gustan. Ya lo dijo mi ex amigo.”
Las locas del mercado
Beatriz es la hija de una familia de izquierdas –como se dice en España–, de padres intelectuales, separados y vueltos a casar, con hijos –o hermanos– de varios matrimonios. Beatriz se casó joven con el novio de la universidad, un sociólogo que, como ella, tampoco se dio cuenta, dice, cómo su horizonte cotidiano se fue volviendo gris, estático, conservador.
Lo cierto es que la autora de Historia y Análisis Político del Lesbianismo –editado por Gedisa, y con una venta auspiciosa– cuenta la escena en que durante una reunión profesional de su marido ella ocupó un sitio junto a “las mujeres de” en la que ellas debían colgarse un cartel con el apellido de casadas del cuello. Ese, dice, fue uno de los detonadores de un cambio que luego también se vio en su escritura. Como narradora y ensayista critica las modas literarias en la que ella misma resulta una especie de rehén exitosa de la mercantilización de la diversidad.
–Antes los gays eran perseguidos políticos del franquismo y hoy son las vedettes del consumo.
–Yo creo que el mercado se apropia de todo en cuanto hay un resquicio de compradores potenciales. En el caso de los gays, viene avalado por una mitología que hace de ellos compradores de alto nivel, con dinero y determinados gustos. En un primer momento, el mercado ha sido un aliado. Ante el ostracismo social, el mercado te ilumina.
Las lesbianas invisibles
La gira política la tiene maltrecha. Cansada, dice. Beatriz soporta el peso de la notoriedad pública que le da su cargo en la Federación con cierto hastío. Una entrevista un viernes por la tarde en una Buenos Aires estupenda para el paseo parece poco alentador para su hartazgo. Lo confiesa. Se larga de lleno a conjurar esa pesadumbre que lleva como un estandarte: está decepcionada, dice. Desilusionada, dice. Frustrada, remata. Se refiere a la fuerte crítica y autocrítica que viven los colectivos de minorías en su país tras los máximos logros a los que llegaron con Zapatero.
El día de la nota, dos militares se besaban para el mundo en un regio casamiento gay, posible tras la ley que ella mismo ideó junto a su amigo Pedro Zerolo, supuesto candidato a alcalde de Madrid. (Lo de Zerolo ya servirá como ejemplo del desplazamiento que viven las mujeres lésbicas en la escena española.) Al hacer un arqueo sobre diez años de activismo, Gimeno dice: “Fundamentalmente se me cayó la ilusión. Me siento un poco frustrada por la situación en que están las lesbianas con respecto a los gays masculinos. En España curiosamente todo el peso del activismo lo han llevado las mujeres. Yo soy la presidenta de la Federación, las asociaciones más importantes como las de Madrid, Valencia, el País Vasco, son presididas por mujeres. Sin embargo, su peso mediático, social, político, no existe”.
Que no se piense que Gimeno es una pesimista empedernida. Su análisis de la ley de matrimonio no puede ser más auspicioso. Ya no lo ve como el compromiso que reproduce la sociedad burguesa de la que participaba sino como un acto “de ruptura y revolucionario”. El casamiento entre personas del mismo sexo visibiliza que nada tiene que ver este contrato con la religión. Y que no es necesario cometerlo con la intención de reproducir. Sólo pensar en el beso de los militares gays y Beatriz imagina que a muchos uniformados “se les abrirán las carnes”.
Casada ahora con Boti Rodrigo, la mujer con quien vive hace más de diez años, comparten la crianza de su hijo de 18, que espera con cara de pocos amigos en una silla distante. El muchacho tenía nueve años cuando su madre le dijo que ella no lo obligaría a contar que era lesbiana y amaba a una mujer. “Le dejé claro que no era necesario, que él gestionaría la información. Pero al día siguiente ha venido a decirme: `ya se lo he dicho a todo el mundo’. En un día prefirió decírselo a todos los suyos.”
La dictadura gay
El diagnóstico sobre la periferia lésbica de Gimeno se puede ver en los antros y las calles de Chueca, el barrio gay de Madrid. La presencia de lo gay masculino domina. Las mujeres suelen ser visitantes y no ocupantes del barrio: la “amiga” del gay. Hace algunos años en Barcelona era conocida la anécdota de que los heterosexuales se infiltraban en las discos gays para conseguir chicas hasta que en las puertas comenzaron a rechazarlos, filtrándolos. Lo cierto y claro es que las lesbianas no parecen estar a la vista. “Los sueldos de las mujeres son un tercio menores que los de los hombres. El desempleo de las mujeres es el doble que el de ellos. En las mujeres hay un volcarse más hacia adentro, típico de la cultura femenina en toda la historia. Nos quedamos con amigas en casa. El gran peso del negocio está en el sexo. Los lugares de sauna, los cuartos oscuros no son para las mujeres.”
–¿Qué es lo que no le cree al discurso gay?
–Bueno, es que los gays finalmente son hombres. Creo que el discurso de la homosexualidad masculina es de que los gays sean en el futuro los más hombres de todos. No tiene que negociar con las mujeres. Todavía los heterosexuales tienen una permanente necesidad de negociar con nosotras. Sí tratan con ellas y además ¡les gustan las mujeres! El problema de los gays es que en un momento, cuando la represión es fuerte, todos nos unimos, pero cuando la represión desaparece, como en el caso de España, el peligro es que los gays no necesitan a las mujeres, no las quieren, no les gustan, no negocian con ellas, no tratan con ellas. Realmente el futuro de los gays pasa por ahí, las mujeres, las lesbianas tampoco necesitan a nadie. Pero a las mujeres no las educan para odiar a los hombres y a los hombres sí los educan para odiar a las mujeres. Todo hombre es educado para temer, odiar, o sacrificar a las mujeres. Luego algunos terminan superando eso, otros no. Pero claro, los gays, ¿para qué van a superarlo? Vale la pena leer el texto completo de la entrevista en Página 12

Imagen: The invisible elephant - Nguyen Dinh Dang
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Comments:
Nos temen por eso hacen como que no existimos, es cuestión de analizar los logros conseguidos en todos los ámbitos tras el ingreso de la mujer a la universidad, el acceso a voto...en poco tiempo avanzamos a pasos agigantados...hay que dejarlos...ya vendrá nuestro tiempo.
 
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