Saturday, April 01, 2006
Gianni Vattimo nació en Turín en 1936, poco antes del inicio de la guerra. Tal vez marcada por esa experiencia infantil, su propuesta tiene como motivo principal escapar de la violencia. Habla, en este sentido, a nombre de variadas causas: es comunista, católico, posmodernista; también abiertamente homosexual.
¿Qué cree sobre homosexualidad y matrimonio homosexual?
Siempre me pregunto por qué la problemática de la legislación sobre las parejas homosexuales es tan delicada y suscita tanto interés. ¿Por qué se discute tanto y por qué la Iglesia es tan obstinada? El Papa, como se dice en Italia, les ha pedido disculpas a todos en la historia –Galileo, Lutero, los judíos, por ejemplo–, solamente no a los gays; los últimos enemigos absolutos de la Iglesia son los homosexuales. ¿Por qué? Hay razones contingentes; la Iglesia tiende a complacer las ideas más o menos tradicionales de la mayoría de la sociedad. Sin embargo, no creo que la homofobia sea simplemente una falta de la Iglesia.
Se ha estigmatizado la homosexualidad por el hecho de que la sexualidad en algunas civilizaciones se necesita para la reproducción. Pero no es nuestro problema, porque no tenemos problemas de limitación de nacimientos; las instituciones tendrían que favorecer la homosexualidad, promoverla.
Creo que la gran atención que tiene la opinión a la problemática del matrimonio homosexual depende del hecho de que esta problemática va a tocar botones muy profundos en nuestra tradición. No es solamente un problema de reconocer una minoría sino de poner en discusión muchísimas cosas, por ejemplo, la estructura de la familia. Siempre dice la Iglesia: "la familia es la célula de la sociedad". Yo digo siempre: de esta sociedad. Creo que la Iglesia la defiende mucho porque tiene miedo de una sociedad diferente, del socialismo, por ejemplo.
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¿Y la homosexualidad en su filosofía?
No sé si mi filosofía es una filosofía de los homosexuales; de los marginales, sí. Nunca logré comprender qué había de específicamente homosexual en mi filosofía, a no ser que es muy importante la negación de la naturaleza. "Donde encontré virtud encontré contranaturaleza", decía Baudelaire y Baudelaire no era homosexual. En este sentido, me siento muy deudor de mi vocación homosexual, porque, más o menos, he devenido heideggeriano e izquierdista, reconociendo que todo lo que es humano es cultural, es histórico, es voluntario, es libre, en contra de la simple aceptación de lo que es la naturaleza. Estudia la naturaleza y haz lo que la naturaleza te impone: todo eso es locura total, pero siempre ha sido más o menos así. ‘Sé un hombre’; no digo un macho, pero ‘sé un hombre’, se me dice cuando se quiere enviarme a la guerra. ¿Por qué tengo que ser un hombre? Esta reflexión fue importante para mí; cuando todavía era un buen católico, tenía un director de espíritu y no tenía el coraje de decirle mis inclinaciones básicas. Todo esto me parece demasiado sencillo y demasiado autoritario: ‘tú eres lo que eres y tienes que permanecer en eso’. Lea más en Rebelion