Friday, July 07, 2006
Transexual y casada, a pesar del Gobierno austriaco
"Ya a los cinco años tenía yo la sensación de que mi cuerpo no iba con mi persona. A los 14 casi estaba convencido. Hasta que conocí a Bettina a los 19 años. Entonces creí que sí sería capaz de vivir como hombre". Así comienza a narrar Sandra Hofmann a EL PAÍS su enredada historia, que trae de cabeza a los legisladores austriacos. El Ejecutivo (una coalición en la que conviven grupos conservadores con democristianos) tiene que decidir qué va a hacer con su matrimonio con Bettina Hofmann, el primero entre personas del mismo sexo que se ha dado en el país.
Con la ley austriaca en la mano, Sandra y Bettina nunca se hubieran podido casar. Pero el matrimonio no empezó así. Hasta hace cuatro años Sandra era Adolf, un padre de familia experto en desarrollo de programas informáticos.Según la ley que regula la situación de los transexuales en Austria, Sandra, que ahora tiene 41 años, debía haber estado soltera para realizar el cambio de sexo. Pero no lo cumplió. Después de ello, Sandra y Bettina se siguen queriendo, y mantienen contra viento y marea su relación.
Tras una larga lucha judicial, el Tribunal Constitucional, que en 2002 reconoció la auténtica identidad sexual de Sandra, ha anulado el decreto que exigía el divorcio de transexuales casados antes de permitirles registrarse con su nuevo nombre y sexo. La vida conyugal de la pareja tuvo un inicio convencional. Se casaron por la iglesia, y son padres de dos hijos, que hoy tienen 10 y 12 años. "Fue a partir de los embarazos que algo estalló en mí. Sentí unos celos excesivos, me hubiera gustado ser yo quien hubiera parido a mis niños", ha dicho Sandra. Ella cuenta que, incluso cuando era Adolf, fue siempre el carácter femenino y su esposa el carácter masculino de la familia. "Yo era quien protegía a los niños, ella imponía las reglas". Bettina siempre sintió que su cónyuge era mujer. Tanto los hijos como los amigos y compañeros de trabajo fueron asumiendo la nueva situación con naturalidad.
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"Ya a los cinco años tenía yo la sensación de que mi cuerpo no iba con mi persona. A los 14 casi estaba convencido. Hasta que conocí a Bettina a los 19 años. Entonces creí que sí sería capaz de vivir como hombre". Así comienza a narrar Sandra Hofmann a EL PAÍS su enredada historia, que trae de cabeza a los legisladores austriacos. El Ejecutivo (una coalición en la que conviven grupos conservadores con democristianos) tiene que decidir qué va a hacer con su matrimonio con Bettina Hofmann, el primero entre personas del mismo sexo que se ha dado en el país.
Con la ley austriaca en la mano, Sandra y Bettina nunca se hubieran podido casar. Pero el matrimonio no empezó así. Hasta hace cuatro años Sandra era Adolf, un padre de familia experto en desarrollo de programas informáticos.Según la ley que regula la situación de los transexuales en Austria, Sandra, que ahora tiene 41 años, debía haber estado soltera para realizar el cambio de sexo. Pero no lo cumplió. Después de ello, Sandra y Bettina se siguen queriendo, y mantienen contra viento y marea su relación.
Tras una larga lucha judicial, el Tribunal Constitucional, que en 2002 reconoció la auténtica identidad sexual de Sandra, ha anulado el decreto que exigía el divorcio de transexuales casados antes de permitirles registrarse con su nuevo nombre y sexo. La vida conyugal de la pareja tuvo un inicio convencional. Se casaron por la iglesia, y son padres de dos hijos, que hoy tienen 10 y 12 años. "Fue a partir de los embarazos que algo estalló en mí. Sentí unos celos excesivos, me hubiera gustado ser yo quien hubiera parido a mis niños", ha dicho Sandra. Ella cuenta que, incluso cuando era Adolf, fue siempre el carácter femenino y su esposa el carácter masculino de la familia. "Yo era quien protegía a los niños, ella imponía las reglas". Bettina siempre sintió que su cónyuge era mujer. Tanto los hijos como los amigos y compañeros de trabajo fueron asumiendo la nueva situación con naturalidad.
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