Monday, August 28, 2006

 
Aburrirse en la playa


He aquí una mujer china que fue un hombre chino. Ha podido cambiar de sexo, pero no de nacionalidad. En su autobiografía recuerda los días en los que era una "mujer prisionera en un cuerpo de hombre".

Estoy en la playa. Veo a una señora paseando por la orilla del mar. De repente salgo sin querer de mi cuerpo y caigo dentro del de ella. Ahora estoy paseando por la orilla, apresado en un cuerpo de mujer. Soy lesbiana, claro. Intento regresar a mi organismo, pero ha sido ocupado por el espíritu de la señora en cuyo organismo me he precipitado yo y no me deja entrar. Le pido mi periódico, mi toalla, la llave de mi coche, y me amenaza desde mi propio cuerpo con llamar a los guardias.
Me retiro a la toalla del cuerpo ocupado por mí. Sé cuál es porque se pone todos los días en el mismo sitio. He salido perdiendo con el cambio, no ya porque ahora soy un hombre apresado en un cuerpo de mujer, sino porque he de hacerme cargo de una acidez de estómago que en mi cuerpo no había. Por lo demás, tengo unos pechos pequeños, pero bien formados, y unas piernas muy largas, terminadas en un par de pies de colección. Voy en biquini. A mi lado hay una chica estupenda en top less. La observo disimuladamente y noto una excitación glandular completamente nueva para mí porque no estoy acostumbrado a estas glándulas. Me llevo disimuladamente la mano a los genitales y no hay pene, en efecto, ni testículos. Recojo mis cosas y huyo. Sé perfectamente dónde está el coche de la mujer en cuyo cuerpo me encuentro atrapado porque aparca siempre en el mismo lugar. También he salido perdiendo con el coche, aunque al menos es un coche masculino. Soy un hombre dentro de un cuerpo de mujer atrapado a su vez en un coche de hombre. Tres fronteras en tan poco espacio (cuatro si pensamos que soy un francés, o una francesa, atrapado en un cuerpo de un español, o una española). Lo de la nacionalidad no tiene cura. Peste de vida.
En esto, alguien estornuda a mi lado y me despierto. Continúo en la playa, dormitando sobre la toalla. Soy de nuevo un hombre atrapado en un cuerpo de hombre. He dicho "atrapado" porque aunque mi cuerpo coincida ahora con mi sexo no me encuentro a gusto en él. Preferiría no tener cuerpo como el poema preferiría no tener palabras. La mujer de cuyo organismo acabo de salir pasea por la playa, con sus pies de colección y su acidez de estómago. Se está recogiendo el pelo para darse un baño.
A mi lado aparece el periódico abierto por la sección en la que entrevistan a Jin Xing con una fantástica foto a tres columnas en el centro de la página. Todavía aturdido, imagino a Jin Xing buceando dentro de sí misma (o de sí mismo) en busca de la frontera que separa su sexo masculino de su sexo femenino. La veo en el instante de atravesar el límite que separaba al hombre (un coronel del Ejército Rojo Chino, por cierto) de la mujer (una coreógrafa y bailarina de reputación universal). De súbito, una iluminación interior me hace entender el misterio (y la aventura) de la transexualidad, de la transustanciación, del transiberiano. Al final de la entrevista, Jin Xing asegura que "la lucha por la libertad se da siempre en dos planos, en el corazón y en el sistema". Exacto. Y hay gente que se aburre en la playa.
JUAN JOSÉ MILLÁS en El País
Foto: Dirk Bleicker
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Comments:
Creo que de todas las tribus de variantes sexuales que habitamos el planeta los menos comprendidos y los más relegados son los transexuales...como si no bastase el vivir sempiternamente atrapados, se les relega siempre a un segundo plano; se les humilla no cambiándoles el sexo en su DNI una vez operados, son sujeto de crueles burlas...una pena. A ver cuando la vida empieza a enseñarnos a respetar las diferencias y a dejar ejercer el legítimo derecho de ser quienes deseamos y de la forma que a cada quien le parezca mejor.
 
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