Monday, August 07, 2006

 

El látigo y la pluma


"El sexo no estaba tan atado como pensaba Franco" Fernando Olmeda relata la represión ejercida contra los homosexuales en "El látigo y la pluma" Un nuevo libro que acaba de lanzarse en Málaga.


Uno de los gritos de protesta durante la Transición Española fue: ¿Que la Secreta no vigile tu bragueta! Y no era para menos. Durante la Administración de Gobierno Militar, Franco pretendió controlar los impulsos sexuales de los ciudadanos. El colectivo gay fue uno de los más castigados, primero en campos de concentración, después en cárceles con pabellones para invertidos y más tarde en centros especiales para desviados. La memoria de los que fueron presos por su orientación sexual ha sido rescatada por el periodista Fernando Olmeda, que publica El látigo y la pluma (Oberon).

- Recuerda en el libro una frase de Francisco Ors: «El delito exige una víctima, y si no hay víctima no hay delito». Durante la Administración de Gobierno Militar, los homosexuales eran delincuentes.
- Primero fueron pecadores, luego viciosos, luego enfermos y finalmente peligrosos para la sociedad. Se les detenía, juzgaba y encarcelaba sin haber cometido delito alguno. Y como no había delito, no tenían una pena: se establecían medidas de seguridad y estaban meses en prisión. Se enfrentaban a una Administración de Gobierno Militar que reprimió todo lo que no fueran los valores del nacional-catolicismo, de esa España de espada y sacristía.
-Cargaron las tintas con la virilidad. ¿Por qué?
-Exaltaban la virilidad frente al afeminamiento de los extranjeros y los republicanos. Quizás eso escondía un homoerotismo latente que Franco y sus gerifaltes querían ahuyentar. El sexo no estaba tan atado como pensaba Franco. En esa época parecía inconcebible que hubiera homosexuales, pero los hubo. Es lo más normal del mundo.
-Se sabía de la homosexualidad de muchos altos cargos.
-La doble moral fue característica de la Administración de Gobierno Militar. Perseguía a los débiles y justificaba o corría un tupido velo ante la misma situación protagonizada por el hijo de un preboste del régimen. Todo tenía arreglo en la España de Franco si eras de familia bien.
Urinarios, estaciones
- Pagaban los de siempre, vamos.
- Les trataban con brutalidad. El título del libro intenta transmitir la desproporción que existía entre esa brutalidad, el látigo, y algo tan leve y tan ligero como la pluma, la orientación sexual.
- ¿Qué pasaba con las mujeres?
- Estaban sometidas a una desigualdad social absoluta. Las que se sentían atraídas por otras mujeres, ni siquiera conocían la palabra lesbiana. Los hombres tenían espacios secretos a los que acudir -cines, urinarios, estaciones- y ellas, nada.
- La democracia tardó en llegar para ellos. ¿Cuándo cambian las leyes?
- La Ley de Peligrosidad se derogó en el 78, con la Constitución. Las asociaciones de gays y lesbianas no fueron legalizadas hasta 1982 y el Código Penal tipificaba el escándalo público hasta 1986. Una pareja homosexual podía ser detenida por besarse en público.
- ¿Cómo le recibieron las personas con las que contactó para escribir el libro?
- Fueron un centenar de hombres y mujeres, buena parte de ellos con nombres supuestos. Tienen pudor y miedo pero quieren contar su historia. Son conscientes de que hay que proteger la memoria histórica. Ellos son memoria viva y por eso se han confiado. La clave es saber escuchar, entonces abren sus corazones. Los homosexuales del franquismo merecen ser escuchados de una vez. Fuente: Gay Chile
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