Wednesday, August 16, 2006
Jin Xing, de coronel del Ejército Rojo a bailarina y coreógrafa
Hace exactamente once años, Xing era bailarín y coreógrafo, y hace algunos más, fue coronel del Ejército Rojo. Así es la vida, o mejor dicho, las múltiples vidas de esta artista que, tras superar todas las presiones del mundo, se presenta entre nosotros sin avergonzarse de nada, asumiendo todos sus roles como fragmentos de una aventura, una vida a medio camino entre la imaginación de Stevenson y la de Almodóvar.
Cuando todavía era un chico, ganó con 18 años el premio al mejor bailarín chino, mientras se instruía en la escuela militar de baile. «El sistema en mi país fue adaptado de los rusos en los años 50, y muchos de los mejores artistas actuales han salido de las escuelas militares. Personalmente, obtuve un gran beneficio, porque la educación allí era de una calidad altísima, aunque, claro, siempre las representaciones estaban enfocadas hacia la propaganda». Sin embargo, las relaciones de Jin Xing con el Ejército son aún cordiales, porque «saben que fui coronel y, aunque ahora mi estilo no es el más adecuado para una formación militar, sé que aprecian mi trabajo. Afortunadamente, la actitud en China con respecto a estos temas se ha relajado mucho en los últimos años».
La lucha de una mujer por salir de su jaula masculina y las contradicciones que esto implica en una sociedad tan tradicional no han perturbado interiormente a Xing tanto como el hecho de exponerse a la opinión pública: «No me resultó difícil hacerlo, porque estaba preparada, y no me molesta que me pregunten por el tema, es parte de mí. ¿Cómo podría molestarme? No hay nadie más en el mundo que haya sido bailarín, hombre, mujer y coronel. Si me molestara hablar de ello, más me valdría desaparecer».
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Hace exactamente once años, Xing era bailarín y coreógrafo, y hace algunos más, fue coronel del Ejército Rojo. Así es la vida, o mejor dicho, las múltiples vidas de esta artista que, tras superar todas las presiones del mundo, se presenta entre nosotros sin avergonzarse de nada, asumiendo todos sus roles como fragmentos de una aventura, una vida a medio camino entre la imaginación de Stevenson y la de Almodóvar.
Cuando todavía era un chico, ganó con 18 años el premio al mejor bailarín chino, mientras se instruía en la escuela militar de baile. «El sistema en mi país fue adaptado de los rusos en los años 50, y muchos de los mejores artistas actuales han salido de las escuelas militares. Personalmente, obtuve un gran beneficio, porque la educación allí era de una calidad altísima, aunque, claro, siempre las representaciones estaban enfocadas hacia la propaganda». Sin embargo, las relaciones de Jin Xing con el Ejército son aún cordiales, porque «saben que fui coronel y, aunque ahora mi estilo no es el más adecuado para una formación militar, sé que aprecian mi trabajo. Afortunadamente, la actitud en China con respecto a estos temas se ha relajado mucho en los últimos años».
La lucha de una mujer por salir de su jaula masculina y las contradicciones que esto implica en una sociedad tan tradicional no han perturbado interiormente a Xing tanto como el hecho de exponerse a la opinión pública: «No me resultó difícil hacerlo, porque estaba preparada, y no me molesta que me pregunten por el tema, es parte de mí. ¿Cómo podría molestarme? No hay nadie más en el mundo que haya sido bailarín, hombre, mujer y coronel. Si me molestara hablar de ello, más me valdría desaparecer».
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