Tuesday, August 29, 2006
Una versión del Quijote lésbica podría ser perfectamente verdad
Ramón Fontserè ha interpretado a Jordi Pujol, a Dalí, a Josep Plá, a Franco y ahora, en 'En un lugar de Manhattan', al mismísimo Quijote, que intentará conquistar Gijón entre el viernes y el sábado que viene a las 20.30 horas, en el Teatro Jovellanos. Y ha realizado un solo 'cásting' en su vida. El que le introdujo en 'Teledeum', la primera obra que interpretó en Els Joglars. No está mal para un aprendiz de piloto de helicóptero frustrado y que «pasaba de todo, era muy mal estudiante y tras salir de la mili no tenía oficio ni beneficio. No sabía si apuntarme a la Legión o hacerme hippy o punky». Al final se apuntó a un taller de teatro para matar el tiempo. Así empezó, «contra la opinión de todo el mundo. Pero dentro de ese caos no sé que pasó que hubo una buena armonía. Por suerte encontré gente de mi catadura, es decir, desastres totales». Ya son 23 años en la brecha.
-¿Son los últimos juglares de la transgresión?
-Más que juglares, unas personas que hacen un determinado tipo de teatro que intenta provocar unas emociones en el público. En este espectáculo crítico nos sentimos muy solos. El arte general debe transgredir para que la sociedad se dé cuenta de sus males.
-Han levantado muchas ampollas en su larga trayectoria...
-Pues sí, en los que se aprovechan de la religión para enriquecerse, como en 'Teledeum'; luego también los nacionalismos en 'Operació Ubú'; el arte subvencionado, como es el nacional, y la cocina moderna, en el 'Retablo de las maravillas'... Inventos de humo sólo para sacar pasta. Y no estuve cuando 'La Torna', que hubo consejo de guerra y todo.
-¿A quién le va a molestar esta obra?
-Creo que a nadie. No tiene ninguna trascendencia, sino una defensa del arte de Cervantes. La única crítica es que una versión del Quijote como la que pretende esta directora, posmoderna y vanguardista, en la que Quijote y Sancho son dos lesbianas, podría ser perfectamente verdad.
-¿No da mucho 'yuyu' meterse a revisar el Quijote?
-Nosotros no hacemos sátira del Quijote, sino una reivindicación del clásico. Es un personaje literario y nos da pánico caer en el típico tópico del Quijote con voz grave y el Sancho tópico. Actualmente es muy difícil encontrar los valores del Quijote, gente que su palabra sea su verdad, que defienda el amor platónico, el honor, la dignidad. Reivindicamos la visión de Cervantes del caballero.
-¿Cómo?
-Presentamos a una directora argentina que quiere hacer un Quijote moderno en el siglo XXI que se llama 'En un lugar de Manhattan. No se lee el libro clásico para no contaminarse. Y en la sala donde están ensayando hay una gotera y no para y llegan dos locos escapados de un frenopático, en régimen abierto, nada peligrosos, que son los fontaneros que vienen a repararla. Esos son el Sancho y el Quijote auténticos. Nuestro Quijote odia el PVC, el Leroy Merlín, la silicona y los tubos de plomo.
-¿De dónde salió la idea?
-Nos dimos cuenta de que en el cuarto centenario del libro se hicieron multitud de quijotes, a cual más moderno y novedoso, había uno samurái y todo, como una serie de gansadas surrealistas que duran lo que tardan en justificar lo que se han gastado.
-Usted encarna al Quijote...¿Qué problemas le ha planteado?
-Es el papel más difícil, un ser colosal. Y eso que he hecho personajes de una cierta altura. Tiene tantos matices y estados de ánimo... Es valiente, es cobarde, es tierno, es patético, orgulloso, gruñón, insoportable, un trozo de pan.
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Ramón Fontserè ha interpretado a Jordi Pujol, a Dalí, a Josep Plá, a Franco y ahora, en 'En un lugar de Manhattan', al mismísimo Quijote, que intentará conquistar Gijón entre el viernes y el sábado que viene a las 20.30 horas, en el Teatro Jovellanos. Y ha realizado un solo 'cásting' en su vida. El que le introdujo en 'Teledeum', la primera obra que interpretó en Els Joglars. No está mal para un aprendiz de piloto de helicóptero frustrado y que «pasaba de todo, era muy mal estudiante y tras salir de la mili no tenía oficio ni beneficio. No sabía si apuntarme a la Legión o hacerme hippy o punky». Al final se apuntó a un taller de teatro para matar el tiempo. Así empezó, «contra la opinión de todo el mundo. Pero dentro de ese caos no sé que pasó que hubo una buena armonía. Por suerte encontré gente de mi catadura, es decir, desastres totales». Ya son 23 años en la brecha.
-¿Son los últimos juglares de la transgresión?
-Más que juglares, unas personas que hacen un determinado tipo de teatro que intenta provocar unas emociones en el público. En este espectáculo crítico nos sentimos muy solos. El arte general debe transgredir para que la sociedad se dé cuenta de sus males.
-Han levantado muchas ampollas en su larga trayectoria...
-Pues sí, en los que se aprovechan de la religión para enriquecerse, como en 'Teledeum'; luego también los nacionalismos en 'Operació Ubú'; el arte subvencionado, como es el nacional, y la cocina moderna, en el 'Retablo de las maravillas'... Inventos de humo sólo para sacar pasta. Y no estuve cuando 'La Torna', que hubo consejo de guerra y todo.
-¿A quién le va a molestar esta obra?
-Creo que a nadie. No tiene ninguna trascendencia, sino una defensa del arte de Cervantes. La única crítica es que una versión del Quijote como la que pretende esta directora, posmoderna y vanguardista, en la que Quijote y Sancho son dos lesbianas, podría ser perfectamente verdad.
-¿No da mucho 'yuyu' meterse a revisar el Quijote?
-Nosotros no hacemos sátira del Quijote, sino una reivindicación del clásico. Es un personaje literario y nos da pánico caer en el típico tópico del Quijote con voz grave y el Sancho tópico. Actualmente es muy difícil encontrar los valores del Quijote, gente que su palabra sea su verdad, que defienda el amor platónico, el honor, la dignidad. Reivindicamos la visión de Cervantes del caballero.
-¿Cómo?
-Presentamos a una directora argentina que quiere hacer un Quijote moderno en el siglo XXI que se llama 'En un lugar de Manhattan. No se lee el libro clásico para no contaminarse. Y en la sala donde están ensayando hay una gotera y no para y llegan dos locos escapados de un frenopático, en régimen abierto, nada peligrosos, que son los fontaneros que vienen a repararla. Esos son el Sancho y el Quijote auténticos. Nuestro Quijote odia el PVC, el Leroy Merlín, la silicona y los tubos de plomo.
-¿De dónde salió la idea?
-Nos dimos cuenta de que en el cuarto centenario del libro se hicieron multitud de quijotes, a cual más moderno y novedoso, había uno samurái y todo, como una serie de gansadas surrealistas que duran lo que tardan en justificar lo que se han gastado.
-Usted encarna al Quijote...¿Qué problemas le ha planteado?
-Es el papel más difícil, un ser colosal. Y eso que he hecho personajes de una cierta altura. Tiene tantos matices y estados de ánimo... Es valiente, es cobarde, es tierno, es patético, orgulloso, gruñón, insoportable, un trozo de pan.
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