Monday, September 25, 2006

 
Padres de familia
luchan contra
su homofobia


Tienen los ojos hinchados de llorar. ¿En qué fallaron? ¿En qué momento su hijo se convirtió en "monstruo"? Están en la sala de un departamento de la colonia Condesa. Son 60 padres de familia, todos con una característica: tienen hijos gays , lesbianas, bisexuales o transgénero.
Hablan y alivian su dolor escuchando a otros en la misma situación que ellos. Se informan con especialistas. Reciben con un abrazo a los nuevos, a los que dudaron en cruzar la puerta, porque al hacerlo aceptaban que tenían un hijo homosexual.
Por este departamento han pasado 500 familias. Su tarea ha sido hablar y hablar, al grado de darse cuenta que no son los únicos con hijos con otra orientación sexual, aunque esto les lleva meses o años. Cuando llegan a las reuniones de Madres y Padres por la Diversidad Sexual (Grupo Condesa), reconocen que su hijos "han salido del clóset", pero que ellos han tomado su lugar. Se sienten avergonzados.
En sueños ven a sus hijos acariciando hombres y se les esfuma la idea de ver a su hija casada de blanco. "Es un duelo y aquí lo compartimos, pronto los papás nos damos cuenta que quienes necesitamos ayuda somos nosotros y no nuestros hijos", dice Míriam Ángel, fundadora y presidenta del grupo.
Después de que se informan, se olvidan del electrochoque, la terapia de aversión, la hospitalización, lectura de la Biblia y de las clínicas que prometen convertirles a sus hijos en 100% heterosexuales.
Míriam Ángel es una mujer de 60 años. Su dolor al enterarse de que su hija era lesbiana la llevó a formar el grupo de padres. "Me sentía culpable, sufrí un doloroso camino acompañado de angustia y de ignorancia, conocí a tres madres más en la misma situación, decidí reunirme con ellas a llorar nuestra pena. Hasta que invitamos a especialistas a que nos hablaran del tema". Así se fueron formalizando las reuniones a las que cada vez llegaba más gente.
Desde esa primera reunión, Míriam llevó un pastel. "Ahora ya no hago uno, sino dos y cada vez más grandes, no es que haya más gente homosexual, sino más bien los papás buscan más información".
Al principio deseas tomarte lo que sea, dice. "En lo único que piensas cuando un hijo te encara y te presenta a su pareja es en ´curarlo´, como si la homosexualidad fuera una enfermedad".
Míriam Ángel ha evitado suicidios, unido familias, ha hecho que cientos jóvenes vuelvan abrir la puerta de su recámara. Ha sido testigo de la formación de nuevas familias. En su casa cuelga una fotografía de su familia muy particular, en ella aparecen los papás, una de sus dos hijas con su esposo, y la otra con su pareja mujer.
"Cada vez que contestó el teléfono y del otro lado hay un padre de familia sumido en una tragedia porque el hijo salió del clóset, pienso en ayudarlo y acompañarlo en un proceso con un final de fotografía", reconoce.
Míriam, recibe unas 10 llamadas diarias de papás que buscan ayuda. Que alguien les enseñe a amar a un hijo con preferencias sexuales distintas. "No todos vienen a las reuniones, algunos tardan hasta dos meses en convencerse, pero una vez que cruzan la puerta de este departamento, salen amando a un hijo y dejan atrás la idea del monstruo."

El lastre del sexismo

A los seis años, su única culpa era ser "afeminado". Lo tomaron de los brazos y piernas, y lo arrojaron a un bote de basura gigante que se encontraba en el patio trasero de una escuela de Nueva York. Ésta es una de las muchas historias a las que se enfrenta Nila Marrone, siquiatra y experta en acoso sexual por razones homofóbicas.
Ella dirige talleres en escuelas de Nueva York en contra de la homofobia. "No es posible que ahora no se tolere que en la escuela un niño blanco le llame a otro negro, pero sí se pueda insultar diciendo maricón", dice.
Su tarea es sensibilizar a maestros y alumnos respecto al trato que se le da a un niño con comportamiento de género variante. "El simple hecho de que su manera de ser no coincida con lo aceptado es una amenaza para cualquier niño, y los varones son los que más sufren el hostigamiento, pues la raíz de la homofobia es el sexismo: si presenta debilidad o delicadeza, que es parte de lo femenino, se le acusa. Y ellas no se libran, pues los niños no perdonan a las fuertes, aunque su personalidad les dé más posibilidades de defenderse".
La tarea de los padres será valorarlos como personas, como abogados, doctores, jóvenes, artistas y dejar a un lado la vida sexual de sus hijos, coinciden especialistas. Lea Más en El Universal

Imagen: Una familia - Botero
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Comments:
Al menos estos padres intentan llevar su homofobia de mejor manera, hay miles que nisiquiera se lo plantean, se sienten poseedores de la verdad y van hiriendo a quien no siente igual.
 
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