Monday, October 09, 2006

 
Gays y lesbianas
Vida y cultura.
Editorial Nerea

Trece historiadores de nueve países diferentes, bajo la dirección de Robert Aldrich, han colaborado en esta obra que muestra una visión general de la historia de la que ha surgido la rica y variada cultura gay y lésbica actual.


En el verano de 1969 se formó en Nueva York una organización política llamada Gay Liberation Front (GLF, Frente de Liberación Gay) como resultado de un encuentro entre la vida gay y la cultura política radical de la Nueva Izquierda. A finales de junio del mismo año, una redada policial en Stonewall Inn, un bar de copas de Nueva York, había desatado una revuelta encabezada por travestidos que duró varios días, un hecho sin precedentes en la historia gay. Sin embargo, el incidente se inscribe dentro del contexto general de enfrentamientos entre la policía y los radicales emergentes, tales como los Black Panthers (Panteras Negras), las activistas feministas y los pacifistas, que aparecían con relativa frecuencia.
El Frente de Liberación Gay se había creado unas semanas después de los acontecimientos de Stonewall, y al estar influido por los principios y el discurso de otras formas de radicalismo, proporcionó un medio de expresión a una nueva generación que rechazaba la política y el orden social de la posguerra y que estaba dispuesta a echarse a la calle para manifestar su descontento (como había ocurrido un año antes en París y en muchas ciudades estadounidenses). Los movimientos juveniles buscaban la autenticidad, la sensualidad y la vida en común, y se rebelaban contra lo que consideraban marginación social producida por una sociedad burocrática y consumista. Estos hombres y mujeres jóvenes se negaron también a que la familia nuclear, con las funciones que acarreaba y la sumisión a la autoridad que encarnaba, los maniatara por la fuerza.
La experiencia compartida de varias sociedades occidentales con respecto a los importantes cambios culturales en curso y a la agitación política del momento explica en parte la rapidez con la que adoptaron el modelo que ofreció el Frente de Liberación Gay. En Gran Bretaña, unos jóvenes que habían formado parte del movimiento hippy americano, de los Panteras Negras y de la Gay Activist Alliance (Alianza de Activistas Gays) formaron en octubre de 1970 una asociación a la que pusieron el mismo nombre. En ese mismo año se estableció en París el Front Homosexuel d'Action Révolutionnaire (FHAR); en agosto de 1971 se creó el Homosexuelle Aktion Westberlin alemán, y unos meses más tarde apareció en Italia el Fronte Unitario Omosessuale Rivoluzionario Italiano (su acrónimo FUORI significa también fuera). Organizaciones similares fueron creadas en Canadá, Australia y otros países europeos.
Tema clave
La liberación se convirtió en un tema clave de estos movimientos, pues implicaba una determinada visión de la naturaleza, examinaba las causas de la homofobia, esgrimía los argumentos que había que utilizar en su contra y los medios por los que se podía combatir. Mientras que los homófilos eran partidarios de un enfoque integracionista, los frentes de liberación gay adoptaban una perspectiva política muy diferente, basada en el análisis integral de las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales, enormemente influida por el marxismo y la crítica marxista del psicoanálisis. Las causas de la homofobia eran inherentes a la clase media y a la ética capitalista: el racismo, el imperialismo y la represión sexual eran expresiones e instrumentos de explotación que se utilizaban contra un grupo social. Por consiguiente, para la lucha se consideraron esenciales las alianzas con otros grupos oprimidos (la clase trabajadora, la mujer y las minorías étnicas). Si el sistema completo (la clase dirigente) era la raíz de la opresión, los homosexuales no podían alcanzar la liberación reclamando su propio espacio; de hecho, las zonas de tolerancia creadas en algunas ciudades provocaron críticas, pues se consideraron guetos que debían abrirse y liberarse. En cambio, el objetivo de los liberacionistas gays fue el de transformar el conjunto de la sociedad.
Aunque había diferencias entre los movimientos que buscaban ante todo un tipo de transformación cultural (como sucedía en Estados Unidos) y aquellos para los que era más fuerte la tradición revolucionaria (como en Francia y Alemania), todos compartían un principio básico: "Es demasiado tarde para el liberalismo" -es decir, era demasiado tarde para esperar la inserción en la sociedad a través de peticiones educadas de reforma.
El orden liberal y de clase media se enfrentó, por tanto, al desafío de uno de sus preceptos más esenciales: la distinción entre lo público y lo privado. El eslogan "lo personal es político" expresaba confianza en la capacidad transformadora de manifestar en público el auténtico y privado ser de uno mismo; entre los homosexuales, esto significaba revelarse abiertamente, destaparse. Para las generaciones anteriores, la expresión había tenido el significado de darse a conocer a otros homosexuales dentro de una esfera pública alternativa, y, sin embargo, ahora condensaba la necesidad de afirmar la propia identidad en la esfera pública oficial, negando así una diferencia que existía entre los papeles público y privado. "La locura del armario debe terminar", escribió el activista Carl Wittman en su Gay Manifesto (1969): el armario era un emblema de opresión, una interiorización de la homofobia que sólo se podía derrumbar si uno se destapaba y declaraba su postura.Para los liberacionistas gays, el acto sexual en sí era revolucionario: según Guy Hokquenghem, filósofo francés y uno de los líderes del FHAR, el patriarcado se fundó en el contraste entre el poder público del falo y la privatización del ano. Por tanto, liberar el ano a través de la sexualidad masculina era socavar los fundamentos de las relaciones sociales patriarcales. Para el escritor y activista Mario Mieli, los gays desafiaban los mismos conceptos de heterosexualidad y masculinidad al travestirse y ser penetrados, y contribuían así a la liberación de la raza humana.
Para el científico político australiano Dennis Altman, la sexualidad gay masculina ofrecía la posibilidad de existencia de nuevas configuraciones de relaciones sociales. La ideología y el estilo de la liberación gay llegó a ser provocativo, efusivo y en ocasiones gracioso: "Ponerse maquillaje es un estilo de vida", gritaban los gazolines franceses, un grupo situacionista unido estrechamente al FHAR y a los herederos de los folles, estigmatizados diez años antes por Baudry y los homófilos franceses. Y añadían: "Montaremos las próximas barricadas vestidos de traje de noche"..... Lea el texto completo en El País
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