Saturday, April 21, 2007

 
Unas gotitas de Cabochard


La Casa das Artes de Vigo huele a Tamara de Lempicka. Un frasquito de Cabochard, que normalmente custodia el Museo del Perfume de Barcelona, evoca el aroma que durante toda su vida acompañó a esta mujer diletante cuyo espíritu liberado «se corresponde más a este tiempo», según observó ayer Emmanuel Bréon, uno de los comisarios de la exposición y gran conocedor de la obra de esta mujer fatal, pionera en la utilización de su propia imagen como elemento promocional. Junto al frasquito de Cabochard, un vestido estampado de los que diseñó para ella Henry Leal, modisto de origen venezolano que interpretó la extravagancia de Lempicka y su particular vinculación con el glamur: «Yo no sigo la moda, yo la creo», solía proclamar la artista, cuya pulsión creativa explotó en París, entre los años 1921 y 1932, mientras empañaba sus noches de cocaína y sexo fou en turbios garitos a orillas del Sena. Aquella década alumbró a la Tamara de Lempicka relevante; a la artista que pergeñó esos llamativos retratos -el de la duquesa de La Salle, con botas y pantalón de montar, siempre colgado en la cabecera de la cama de la pintora; el de la cabaretera Suzy Solidor, lesbiana y amante de Tamara; el de Marjorie Ferrie, una odalisca moderna- en el que las mujeres aparecen como «conquistadoras» y los hombres como seres acongojados «que parecen soportar todo el peso del mundo sobre sus hombros», como ayer observó el comisario Bréon.Además de en los cuadros, el espíritu Lempicka reside en la nutrida selección de fotografías tomadas a Tamara por algunos de los mejores retratistas de su tiempo -incluida la visionaria Elsa Schiaparelli- y en la reproducción del estudio de la calle Méchain, en París, que diseñó para ella el arquitecto racionalista Rob Mallet-Stevens. Fuente: La Voz de Galicia
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