Monday, May 21, 2007

 
Barrios gays en San Francisco temen perder su identidad

Casi en cualquier otro lugar, el ver a un hombre y una mujer que empujan un carrito de bebé sería considerado una señal de estabilidad y seguridad. En el distrito de Castro, habitado predominantemente por gays en San Francisco, algunas personas ven la escena y no pueden sino pensar: "¡A dónde vamos a parar!"
Los líderes de la comunidad gay en Castro y en otros vecindarios predominantemente homosexuales del país consideran que sus enclaves están perdiendo la identidad que los distinguía.
Estas áreas son transformadas lentamente por la llegada de parejas heterosexuales, las fuerzas del aburguesamiento y la confianza creciente que sienten los homosexuales para vivir en donde les plazca, sin tener que buscar la seguridad de un "gueto gay".
"Lo que algunas personas me han dicho es: 'No necesitamos más el distrito de Castro porque esencialmente, todo San Francisco es nuestro Castro", afirmó Don Romesburg, presidente de la junta de GLBT Historical Society, un grupo que representa a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.
Durante décadas, la mayoría de las grandes ciudades ha tenido un distrito predominantemente gay --West Village y Chelsea en la ciudad de Nueva York, Dupont Circle en Washington o el extremo sur de Boston--. Los hombres y mujeres que mantenían oculta su orientación sexual se deleitaban ahí con la libertad de vivir abiertamente como gays.
Don Reuter, un escritor neoyorquino que escribe un libro sobre el ascenso y caída de los vecindarios gays en Estados Unidos, dijo que ha observado una tendencia en ciudades tan distintas y lejanas como Nueva Orleáns, Filadelfia y Seattle: Los barrios homosexuales se están volviendo lugares "a la Disney", con tiendas de cadenas y otros negocios que poco o nada tienen que ver con los gays.
"¿Qué hace que estos vecindarios sean gays? No mucho", concluyó.
Tras la mitigación de los temores sobre el sida, los vecindarios gays se han vuelto atractivos para los constructores e inversionistas en bienes raíces, quienes tratan de alentar a que las familias y las parejas con hijos casados vuelvan al centro de las ciudades, dijo Reuter.
Además de los carritos de bebé en Castro, otras señales del cambio incluyen las rejas de seguridad colocadas el año pasado en un hotel para desalentar el "ligue" entre parejas homosexuales, y la quiebra de una tienda que vendía prendas íntimas de cuero. Las cadenas nacionales de tiendas como Pottery Barn y Diesel ocupan ahora locales prominentes en Castro.
Asimismo, una tienda de juguetes eróticos, que mostraba carteles de películas pornográficas en las ventanas, y un establecimiento de antigüedades que había colocado la estatua de un hombre desnudo, recibieron el año pasado una petición de retirarlos. Lo hicieron a regañadientes.
Varias agencias sin fines de lucro que atendían a la comunidad gay en Castro se han ido del barrio por las alzas en el alquiler. En tanto, 500 apartamentos nuevos serían construidos en la zona, y la mitad de éstos sería vendida como "vivienda familiar".
"Puedo estar equivocado, pero ahora, cuando veo a una pareja con un bebé, veo a alguien que desplazó a una persona que tenía sida", dijo Brian Basinger, quien ha sido líder comunitario durante muchos años y preside el Club Democrático Harvey Milk de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales.
Todavía nadie puede afirmar que los heterosexuales son ahora mayoría en Castro.
El barrio tiene la segunda concentración más alta de parejas homosexuales, después del centro turístico de Cape Cod en Provincetown, Massachusetts, de acuerdo con un análisis de las cifras del censo del 2000. San Francisco es todavía la capital extraoficial de los gays estadounidenses. Los homosexuales en la ciudad representan el 15% de la población.
"Creo que la gente se está preocupando sin motivo", dijo Betty Sullivan, escritora y productora de espectáculos, quien reside en Castro. "Tomo como un cumplido el hecho de que algunas personas heterosexuales quieran vivir aquí".
Pero algunos activistas señalan que la historia podría ser distinta en distritos gays menos establecidos de otras ciudades.
El distrito de Kuhio, en Honolulu, está prácticamente vacío, tras el cierre de sus bares gays durante un proyecto que buscaba revitalizar la economía local a finales de la década de 1980. En el centro de Atlanta, los centros nocturnos para gays cedieron recientemente su espacio a edificios de apartamentos, reduciendo el atractivo del vecindario para los homosexuales.
Los activistas de la comunidad señalan que los vecindarios gays están perdiendo su relevancia, a medida que los homosexuales ganan derechos legales y aceptación social.
"Hace 30 años, si yo vivía en el centro del país y era gay, sólo habría pensado en irme a San Francisco o a Nueva York", dice Gary Gates, demógrafo del Williams Institute, un grupo investigador de la UCLA, especializado en derecho y orientaciones sexuales. "Ahora, una persona puede ir a Kansas City y encontrar a una comunidad gay bastante activa y abierta".
De hecho, entre el 2000 y el 2005, los 10 estados con los mayores incrementos en el porcentaje de parejas homosexuales estaban en el centro del país, señaló Gates.
Sandy Sachs, dueño de un club nocturno en el poniente de Hollywood, otra zona con mucha población de homosexuales, ha comenzado a organizar noches de baile para heterosexuales iraníes, israelíes y rusos, porque su clientela gay se ha reducido. Sachs señala que muchos homosexuales y lesbianas prefieren ahora conocer a prospectos de pareja en la internet.
Otro factor que contribuye a la declinación de los vecindarios gays es que muchos homosexuales jóvenes se sienten cómodos al convivir con gente de distintas orientaciones sexuales.
"No queremos marginarnos", dijo Matty Lamos, de 20 años, quien se mudó al distrito de Mission, un barrio diverso de San Francisco, hace tres años.
Los activistas coinciden en que es bueno que los gays no se sientan confinados a Castro, pero algunos temen que las nuevas generaciones olvidarán su historia.
"Tenemos el Barrio Chino, el Barrio Japonés y todo eso, así que resulta importante para las comunidades minoritarias en este país el tener un lugar donde sientan que son la mayoría", dijo Joe Curtin, un arquitecto que funge como presidente de la organización Castro Area Planning Action. "Pero si uno quita esos barrios, China y Japón seguirán existiendo. Si Castro desaparece como barrio gay, no hay nada más".

Fuente:La Voz
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