Thursday, September 20, 2007

 
"Manolo, me gustan las mujeres"

Muchas mujeres descubren su lesbianismo o bisexualidad mientras se encuentran manteniendo una relación con un hombre. La salida del closet puede, en estos casos, tornarse más complicada, pues el hecho de reconocer el “cambio de bando” no es sólo enfrentarse a sí misma, sino que además crear desazón en el ahora ex novio. Dos testimonios nos cuentan sus historias.

“No me siento segura con esto, lo siento. Te quiero, pero he sentido cosas por otra persona, hay alguien que me mueve el piso y te juro que no querría que fuera así”, le dijo Isabel a Jorge mientras almorzaban en Providencia para celebrar el cumpleaños 24 de Isabel.
Había pensado casi un mes en cómo decírselo a Jorge. Primero escribió una carta, pero la rompió antes de entregarla. Organizó una cena, pero evitó el tema, no le salieron las palabras. Pensó que jamás se atrevería a contarle a Jorge, su pololo de tres años, que se sentía atraída por alguien más.
“Jorge era todo para mí, pero ya no estaba tan fuerte esa parte sexual, lo sentía como mi mejor amigo. Lo que menos quieres en la vida es hacerle daño a tu mejor amigo, y yo sentía que era todo para él. Él me consentía mucho, me cuidaba y se proyectaba conmigo, siempre decía cosas como: "cuando seamos viejos deberíamos vivir lejos de Santiago", "si tenemos una niñita va a ser tan buena para hablar por teléfono como tú y nos van a salir las medias cuentas telefónicas’". Y a mí la idea de pasar mi vida con él no me parecía mal, no me emocionaba a muerte, pero me daba tranquilidad y seguridad”, recuerda ahora Fernanda.

- ¿Me has engañado? – le preguntó Jorge a Fernanda después de su confesión.

- No, nunca lo he hecho y nunca lo haría.

- ¿Te gusta mucho?

- No lo sé, pero me pasan cosas cuando está cerca. Y ahora último cuando está lejos.

- ¿Me vas a patear?

- No

- ¿Le gustas también?

- No creo

- ¿Es un tipo de la universidad?

- No. Es la polola de una amiga.

Ni siquiera cuando su mejor amiga del colegio le contó que era lesbiana, Isabel dudó de su heterosexualidad. No lo descartaba ni lo condenaba, pero se sentía enamorada de Jorge. Las dudas empezaron cuando conoció a Paula, la novia de su amiga.
“Primero tuvimos buena onda, muchas cosas en común, química, después me empezó a poner nerviosa, no sé, fue cuático porque nunca me había gustado una mujer. Fantaseaba con ella, quería darle un beso. Eso influyó en que me diera lata besar a mi pololo, acostarme con él, quería algo más, ya no me satisfacía. Quería mantenerlo en mi vida, seguir yendo al cine con él, tomando una chela, pero las cosas físicas me pasaban con Paula ”, cuenta.
Sorpresivamente, Jorge no se tomó la atracción de Isabel por una chica como una amenaza seria. Más bien, le confesó después que se sintió aliviado de que no se tratara de otro hombre.
“Se puso comprensivo, decía que seguramente esta niña me deslumbraba o me atraía mucho su personalidad, su forma de ser, pero que eso no significaba nada, que no me urgiera. Ahí me empecé a molestar, porque no me tomaba en serio, para él era una admiración de cabra chica, para mí era algo heavy”, recuerda.
Isabel decidió averiguar qué le pasaba y le contó a su amiga lesbiana que a veces se sentía atraída por las mujeres. Fueron juntas a una fiesta gay, pero se sintió incómoda. Continuó su relación con Jorge hasta que la curiosidad lo permitió. En el Chat se hizo amiga de “Blueeyes27”, una chica de Valparaíso.
“Empezamos a hablar todos los días, yo en las noches ni siquiera quería salir para quedarme conversando con ella. Me molestaba que Jorge estuviera ahí. Lo seguía queriendo mucho, pero me sentía ahogada sólo porque quería libertad para hablar con ella sin qué él empezara a reclamar porque pasaba mucho tiempo en el computador”.
Después de viajar a Valparaíso por el día, conocer a Blueeyes27, caminar por el puerto, tomarse una cerveza y comer empanadas de mariscos, Isabel regresó a Santiago decidida.
“Ya no puedo seguir contigo. No estoy enamorada de nadie más pero tengo una curiosidad enorme por saber qué es lo que me pasa con las mujeres. Me cuesta dejarte, pero más me cuesta también mentirte”, le dijo.
Jorge no quería perderla, propuso un trío. Pero Isabel más que sexo, tenía ganas de enamorarse de una mujer.
“Me buscó por como seis meses y yo siempre le decía que no. Fue terrible, súper difícil para mi por todo lo que sentía. Él se cuestionaba, qué hizo mal para que su polola se hiciera lesbiana. Lo más difícil era hacerlo entender que era algo mío, no de él. Ni siquiera sé si ahora lo entiende. Además lo extrañaba caleta, pero mi vida cambió en 180 grados. Me puse a pololear con Blueeyes27 y aunque duró poco, sabía que después de eso quería volver a estar con una mujer ”.

No hay vuelta atrás

“Nunca he odiado a alguien como te odio a ti”, le dijo Sebastián a Pamela (35) cuando ella lo dejó. Pamela dijo que lo sentía mucho, pero que no había vuelta atrás y se fue del bar sin acabarse su cerveza.
Dos cuadras más allá, en otro bar de Bellavista, la esperaba Carla. Se abrazaron y se tomaron de la mano mientras Pamela le contaba cómo había terminado con su pololeo de siete meses.
“Tranquila, ya pasó. No te sientas mal, porque hiciste lo que tenías que hacer”, le dijo Carla. Pamela respiró aliviada. Y también feliz.
A pesar de que las mujeres le gustaban desde los quince años, siempre había tenido relaciones con hombres. Le daba miedo enfrentar a su familia y a su entorno como lesbiana. Pero cuando Carla, su compañera del trabajo, la empezó a buscar y la besó en el baño de la oficina, Pamela decidió darse una oportunidad para vivir lo que deseaba.
Esa noche, después del bar, se fueron a bailar a una disco lésbica. A las cuatro de la mañana partieron a casa de Pamela.
“Así te quería pillar "maraca concha de tu madre", de mí no te vas a reír”, les dijo. Sebastián, borracho, quien las había seguido en su auto toda la noche.
“Fue horrible, estábamos aterradas. Sebastián era medio violento y esa noche estaba súper curado. Nos abrazamos porque pensamos que nos iba a pegar, no había nadie en la calle. Pero cuando se nos acercó, se puso a llorar como cabro chico. Nos miramos sorprendidas con la Carla, pero en vez de salir arrancando, nos quedamos con él”, cuenta.
Pamela le dio un abrazo a Sebastián y luego caminaron los tres hasta un servicentro cercano, donde tomaron café y conversaron hasta las seis de la mañana.
“Como no le di muchas explicaciones al momento de cortar con él, él pensó que me lo había cagado con otro tipo, y como Carla tenía el pelo bien corto y andaba con abrigo, él, siguiéndonos a lo lejos, creía eso. Pero nos dijo que cuando nos vio, le dimos mucha pena y nos confesó que él se había metido con un compañero de la universidad hace un par de años. Fue una buena conversación, muy humana, muy sincera. Han pasado cinco años desde esa conversación. Pamela y Carla siguen siendo novias. Sebastián sigue siendo su amigo.

Fuente: Rompiendo el silencio
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