Sunday, November 11, 2007
Thabo Mbeki, el disidente del sida
El presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki sigue siendo un "disidente del sida", que reconoce que lamenta haber bajado la cabeza ante las presiones de su gabinete para que "retirara el debate" acerca de una enfermedad que está devastando el país.
Según una larga y esperada biografía escrita por Mark Gevisser, el presidente se siente apenado por no haber seguido insistiendo sobre la cuestión de las causas de la epidemia, ya que sus compañeros creían que la reputación del país se veía dañada por sus puntos de vista sobre el sida.
El libro 'Thabo Mebeki: The Dream Deferred' describe cómo el presidente contactó con el autor a principios de año para reiterar algunos de los aspectos que provocaron polémica entre la comunidad médica, antes de que Mbeki dejara de hablar públicamente sobre el sida hace varios años. El autor, Gevisser, también cuenta cómo las ideas de Mbeki sobre la enfermedad estaban influidas por una obsesión con la raza, el colonialismo y la "vergüenza sexual".
La biografía reforzará las posturas de los críticos de Mbeki, que argumentan que sus opiniones poco ortodoxas han costado cientos de miles de vidas humanas por el retraso en la distribución de las medicinas, una línea que sigue también la ministra de salud, Manto Tshabalala-Msimang.
Gevisser, un reconocido autor de Johanesburgo, explica cómo Mbeki le telefoneó una tarde de un sábado de junio para discutir sobre el sida. El presidente le preguntó si había visto un documento secreto de 100 páginas escrito por él y distribuido anónimamente entre los líderes del Congreso Nacional Africano (ACN) hace seis años. En él comparaba a los científicos que investigan sobre sida con los últimos médicos de los campos de concentración nazis y retrataba a los negros que aceptaban la ciencia ortodoxa del sida como "reprimidos" y víctimas de una mentalidad esclava.
Asimismo, señalaba que las tesis sobre el VIH/Sida están afianzadas en "creencias racistas de hace siglos y en concepciones sobre los africanos".
El autor de la biografía le dijo a Mbeki que tenía una copia del documento, pero al día siguiente un chófer del presidente llegó con una versión actualizada y ampliada. "No había duda sobre el mensaje que Mbeki quería hacerme llegar con esta copia: que él era ahora lo mismo que era en 1999, un disidente del sida", escribe.
Un engaño de las farmacéuticas
Mark Gevisser afirma que le preguntó al presidente por qué había permitido que el sida le ganara la partida, a lo que Mbeki replicó: "¡Eso es lo que han hecho ver! La presentación del problema, que es actualmente errónea, indica que el sida es la enfermedad que más muertes causa en el continente africano, lo que va a diezmar su población. ¡Resulta que la mayor amenaza no es el desempleo ni el racismo ni la globalización, sino que lo único que destruirá a Sudáfrica es el sida!".
En este punto, el libro recoge que las propias estadísticas del gobierno muestran que los efectos del sida en el país han sido "catastróficas", con más de dos millones de personas muertas y una de cada ocho en edad de trabajar, infectada por el VIH.
Thabo Mbeki bloqueó la distribución de los fármacos antirretrovirales en los hospitales públicos porque creía que las compañías farmacéuticas estaban exagerando la relación entre el VIH y el sida para vender más medicinas y subestimando los efectos secundarios de estos fármacos, sobre los cuales algunos disidentes piensan que causan más muertes que la propia enfermedad.
El presidente afirmó que estaba buscando un debate abierto sobre el tema, pero no tenía en cuenta a todos aquellos que opinaban distinto a él –incluyendo a Nelson Mandela y a algunos grupos de activistas- porque creía que estaban pagados por las farmacéuticas.
Pocas críticas entre sus ministros
El escritor sudafricano indica que aunque Mbeki nunca ha negado explícitamente la relación entre el VIH y el sida, sí es un "profundo escéptico". Su idea de plantear un debate fue tratado por el gabinete presidencial en 2002, después de que los consejeros políticos del presidente y algunos ministros se atrevieran a decirle que estaba yendo demasiado lejos con sus afirmaciones y estaba dañando la reputación del país, que había sido tan buena durante el liderazgo de Mandela.
"Lo que sucedió entonces no puede considerarse una rebelión", escribe Gevisser. "Solo uno de los representantes del Congreso Nacional Africano, Pregs Govender, criticó públicamente a Mbeki. Incluso de puertas para adentro, tan sólo una o dos personas tienen el coraje de decirle al presidente que se está equivocando".
Sin embargo, a pesar de las pocas críticas, consiguieron persuadir a Mbeki para que dejara tranquilo el debate sobre la procedencia del sida, algo que Gevisser describe como "una de las decisiones más difíciles de su larga carrera política".
Después de esta reunión con sus hombres de confianza, el gobierno accedió a distribuir los antirretrovirales en los hospitales públicos y adoptó una estrategia de lucha contra el sida que recibió la aprobación mayoritaria de aquellos que habían criticado antes al presidente.
"Pero esto no significó nada para él porque de ninguna manera cambió su mentalidad", escribe Gevisser. "Cuando le pregunté en 2007 sobre cómo se sentía tras haber retirado el debate sobre la procedencia del sida me reconoció que se sentía muy desafortunado por no haber podido llevar a cabo su iniciativa".
Fuente: El Mundo
El presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki sigue siendo un "disidente del sida", que reconoce que lamenta haber bajado la cabeza ante las presiones de su gabinete para que "retirara el debate" acerca de una enfermedad que está devastando el país.
Según una larga y esperada biografía escrita por Mark Gevisser, el presidente se siente apenado por no haber seguido insistiendo sobre la cuestión de las causas de la epidemia, ya que sus compañeros creían que la reputación del país se veía dañada por sus puntos de vista sobre el sida.
El libro 'Thabo Mebeki: The Dream Deferred' describe cómo el presidente contactó con el autor a principios de año para reiterar algunos de los aspectos que provocaron polémica entre la comunidad médica, antes de que Mbeki dejara de hablar públicamente sobre el sida hace varios años. El autor, Gevisser, también cuenta cómo las ideas de Mbeki sobre la enfermedad estaban influidas por una obsesión con la raza, el colonialismo y la "vergüenza sexual".
La biografía reforzará las posturas de los críticos de Mbeki, que argumentan que sus opiniones poco ortodoxas han costado cientos de miles de vidas humanas por el retraso en la distribución de las medicinas, una línea que sigue también la ministra de salud, Manto Tshabalala-Msimang.
Gevisser, un reconocido autor de Johanesburgo, explica cómo Mbeki le telefoneó una tarde de un sábado de junio para discutir sobre el sida. El presidente le preguntó si había visto un documento secreto de 100 páginas escrito por él y distribuido anónimamente entre los líderes del Congreso Nacional Africano (ACN) hace seis años. En él comparaba a los científicos que investigan sobre sida con los últimos médicos de los campos de concentración nazis y retrataba a los negros que aceptaban la ciencia ortodoxa del sida como "reprimidos" y víctimas de una mentalidad esclava.
Asimismo, señalaba que las tesis sobre el VIH/Sida están afianzadas en "creencias racistas de hace siglos y en concepciones sobre los africanos".
El autor de la biografía le dijo a Mbeki que tenía una copia del documento, pero al día siguiente un chófer del presidente llegó con una versión actualizada y ampliada. "No había duda sobre el mensaje que Mbeki quería hacerme llegar con esta copia: que él era ahora lo mismo que era en 1999, un disidente del sida", escribe.
Un engaño de las farmacéuticas
Mark Gevisser afirma que le preguntó al presidente por qué había permitido que el sida le ganara la partida, a lo que Mbeki replicó: "¡Eso es lo que han hecho ver! La presentación del problema, que es actualmente errónea, indica que el sida es la enfermedad que más muertes causa en el continente africano, lo que va a diezmar su población. ¡Resulta que la mayor amenaza no es el desempleo ni el racismo ni la globalización, sino que lo único que destruirá a Sudáfrica es el sida!".
En este punto, el libro recoge que las propias estadísticas del gobierno muestran que los efectos del sida en el país han sido "catastróficas", con más de dos millones de personas muertas y una de cada ocho en edad de trabajar, infectada por el VIH.
Thabo Mbeki bloqueó la distribución de los fármacos antirretrovirales en los hospitales públicos porque creía que las compañías farmacéuticas estaban exagerando la relación entre el VIH y el sida para vender más medicinas y subestimando los efectos secundarios de estos fármacos, sobre los cuales algunos disidentes piensan que causan más muertes que la propia enfermedad.
El presidente afirmó que estaba buscando un debate abierto sobre el tema, pero no tenía en cuenta a todos aquellos que opinaban distinto a él –incluyendo a Nelson Mandela y a algunos grupos de activistas- porque creía que estaban pagados por las farmacéuticas.
Pocas críticas entre sus ministros
El escritor sudafricano indica que aunque Mbeki nunca ha negado explícitamente la relación entre el VIH y el sida, sí es un "profundo escéptico". Su idea de plantear un debate fue tratado por el gabinete presidencial en 2002, después de que los consejeros políticos del presidente y algunos ministros se atrevieran a decirle que estaba yendo demasiado lejos con sus afirmaciones y estaba dañando la reputación del país, que había sido tan buena durante el liderazgo de Mandela.
"Lo que sucedió entonces no puede considerarse una rebelión", escribe Gevisser. "Solo uno de los representantes del Congreso Nacional Africano, Pregs Govender, criticó públicamente a Mbeki. Incluso de puertas para adentro, tan sólo una o dos personas tienen el coraje de decirle al presidente que se está equivocando".
Sin embargo, a pesar de las pocas críticas, consiguieron persuadir a Mbeki para que dejara tranquilo el debate sobre la procedencia del sida, algo que Gevisser describe como "una de las decisiones más difíciles de su larga carrera política".
Después de esta reunión con sus hombres de confianza, el gobierno accedió a distribuir los antirretrovirales en los hospitales públicos y adoptó una estrategia de lucha contra el sida que recibió la aprobación mayoritaria de aquellos que habían criticado antes al presidente.
"Pero esto no significó nada para él porque de ninguna manera cambió su mentalidad", escribe Gevisser. "Cuando le pregunté en 2007 sobre cómo se sentía tras haber retirado el debate sobre la procedencia del sida me reconoció que se sentía muy desafortunado por no haber podido llevar a cabo su iniciativa".
Fuente: El Mundo