Monday, April 14, 2008
Evocar un mundo
En 1996, el pintor Julian Schnabel debutaba como realizador con Basquiat, el homenaje que dedicó al amigo y compañero de oficio Jean Michael Basquiat. Cuatro años después, en 2000, decidió ponerse de nuevo tras la cámara motivado por el deslumbramiento que le originó la figura y la obra de Reinaldo Arenas, escritor cubano muerto de sida en el exilio, en Nueva York: "Cuando Reinaldo apareció", explicó Schnabel, "tenía tanto que decir que me conmovió. No puedo dar una respuesta lógica sobre por qué era tan importante para mí contar esta historia. Sí puedo decir que su poema The parade ends habla de todas esas cosas que llegan con el teclear de su máquina de escribir: gente, lugares, una planta trepadora, un loro, un millón de loros, cualquier cosa que le viene a la mente. ¿Y qué es una película, al fin y al cabo? Es una forma de arte que puede servir para evocar un mundo".
Esa evocación del mundo personal de Reinaldo Arenas se titula Antes que anochezca, 125 minutos de un cine excelente, con un Javier Bardem extraordinario en su papel protagonista, que consiguió el premio del Jurado del Festival de Venecia 2000 y la Copa Volpi al mejor actor. Bardem obtuvo también, por primera vez en la historia del cine español, la candidatura al Oscar al mejor actor protagonista.
Antes que anochezca, título de la autobiografía de Arenas, narra la vida del escritor desde su infancia en la provincia de Oriente, en un ambiente de pobreza económica y en una naturaleza abundante y libre, hasta su exilio y muerte en Nueva York a la edad de 47 años. Un paseo por el amor y la muerte, como el filme de Huston, en el que el afán de libertad superó todas las barreras que le impuso la intolerancia y la represión del régimen castrista.
Reinaldo Arenas se apunta a la revolución desde la convicción de que la libertad es el mejor caldo de cultivo para la creación artística, de que su compromiso con la literatura no puede desligarse del que tiene con la vida y contra la injusticia. Poco después del triunfo castrista comprendería, como Cabrera Infante, Lydia Cabrera, Néstor Almendros, Calvert Casey, Severo Sarduy y tantos otros, que libertad y revolución son conceptos distintos y con frecuencia antagónicos. Sufrió persecuciones, censuras, cárcel y el desprecio de la nueva clase dirigente, instalada ya en la confortable burocracia.
Y de la exuberante naturaleza al asfalto. Arenas descubre en La Habana la fascinación de una ciudad que vive con intensidad momentos convulsos. Comienza su dedicación febril a la literatura, alentado por sus nuevos maestros y amigos Lezama Lima y Virgilio Piñera, dos de los grandes exiliados interiores de los nuevos tiempos. Celestino antes del alba, premiada en la isla, es el único libro publicado en Cuba. A finales de los años sesenta comienza la persecución del régimen a los homosexuales y artistas. La nomenklatura decide recrear los campos de concentración desde su homofobia. Su segunda novela, El mundo alucinante, se publica en Francia por la imposibilidad de hacerlo en su propio país. Arenas entra en la lista de los apestados: registros, confiscaciones, amenazas a sus amigos..., hasta ser encarcelado durante dos años en la cárcel de El Morro.
El año 1980 fue en el que la magnanimidad de Fidel Castro permitió que homosexuales, enfermos mentales y delincuentes salieran de Cuba a través del puerto de Mariel. Fueron los marielitos, 125.000 cubanos que optaron por abandonar el paraíso antillano. Uno de ellos fue Reinaldo Arenas. El sida acabó con su vida diez años después de su huida.
Javier Bardem explicó espléndidamente su trabajo en la película: "Como actor no puedes interpretar un papel como éste si no tiene nada que ver contigo, de lo contrario no respetarías a esa persona. Así que éste fue un gran regalo para mí. Si necesitas escribir, incluso si te cortaran las manos, escribirías con la boca. Y si te dicen que tienes que ser macho, un 'hombre de verdad', y te metieran en una jaula 10 años, cuando salieras, te acostarías con el primer muchacho que expresara interés. Está dentro de ti; es algo con lo que no puedes luchar, ni tienes por qué. Reinaldo tenía que escribir o hubiera muerto. Utilizó sus escritos, su humor, su dolor y su homosexualidad como armas contra el régimen". Fuente: El País
Antes que anochezca, título de la autobiografía de Arenas, narra la vida del escritor desde su infancia en la provincia de Oriente, en un ambiente de pobreza económica y en una naturaleza abundante y libre, hasta su exilio y muerte en Nueva York a la edad de 47 años. Un paseo por el amor y la muerte, como el filme de Huston, en el que el afán de libertad superó todas las barreras que le impuso la intolerancia y la represión del régimen castrista.
Reinaldo Arenas se apunta a la revolución desde la convicción de que la libertad es el mejor caldo de cultivo para la creación artística, de que su compromiso con la literatura no puede desligarse del que tiene con la vida y contra la injusticia. Poco después del triunfo castrista comprendería, como Cabrera Infante, Lydia Cabrera, Néstor Almendros, Calvert Casey, Severo Sarduy y tantos otros, que libertad y revolución son conceptos distintos y con frecuencia antagónicos. Sufrió persecuciones, censuras, cárcel y el desprecio de la nueva clase dirigente, instalada ya en la confortable burocracia.
Y de la exuberante naturaleza al asfalto. Arenas descubre en La Habana la fascinación de una ciudad que vive con intensidad momentos convulsos. Comienza su dedicación febril a la literatura, alentado por sus nuevos maestros y amigos Lezama Lima y Virgilio Piñera, dos de los grandes exiliados interiores de los nuevos tiempos. Celestino antes del alba, premiada en la isla, es el único libro publicado en Cuba. A finales de los años sesenta comienza la persecución del régimen a los homosexuales y artistas. La nomenklatura decide recrear los campos de concentración desde su homofobia. Su segunda novela, El mundo alucinante, se publica en Francia por la imposibilidad de hacerlo en su propio país. Arenas entra en la lista de los apestados: registros, confiscaciones, amenazas a sus amigos..., hasta ser encarcelado durante dos años en la cárcel de El Morro.
El año 1980 fue en el que la magnanimidad de Fidel Castro permitió que homosexuales, enfermos mentales y delincuentes salieran de Cuba a través del puerto de Mariel. Fueron los marielitos, 125.000 cubanos que optaron por abandonar el paraíso antillano. Uno de ellos fue Reinaldo Arenas. El sida acabó con su vida diez años después de su huida.
Javier Bardem explicó espléndidamente su trabajo en la película: "Como actor no puedes interpretar un papel como éste si no tiene nada que ver contigo, de lo contrario no respetarías a esa persona. Así que éste fue un gran regalo para mí. Si necesitas escribir, incluso si te cortaran las manos, escribirías con la boca. Y si te dicen que tienes que ser macho, un 'hombre de verdad', y te metieran en una jaula 10 años, cuando salieras, te acostarías con el primer muchacho que expresara interés. Está dentro de ti; es algo con lo que no puedes luchar, ni tienes por qué. Reinaldo tenía que escribir o hubiera muerto. Utilizó sus escritos, su humor, su dolor y su homosexualidad como armas contra el régimen". Fuente: El País
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