Saturday, June 28, 2008
Stonewall
Lo invisible del orgullo gay
Noche en el Stonewall Inn, decenas de policías entran armados en el local y obligan a salir a toda la clientela de uno de los locales de ambiente gay del Village neoyorquino. Era 28 de junio de 1969 y por primera vez un grupo de homosexuales cerró filas frente a la autoridad, escribiendo el primer capítulo de la historia del activismo gay, que conmemora la efeméride en el Día del Orgullo. Este año la gran cabalgata andaluza se celebra en Torremolinos y en Sevilla se han organizado conciertos y actividades varias.
Muchos de los participantes en los actos previstos para hoy han vivido su propia noche en el Stonewall durante años haciendo frente a inseguridades, incomprensión, intolerancia. Todo un infierno por ser diferente, por tener otros deseos. Para las mujeres, además, hay un tercer nivel de prejuicio. Casi medio siglo después de quel primer día, los actos giran en torno a la visibilidad lesbiana, pero a la hora de la verdad, las parejas de mujeres viven en el anonimato.
«Las chicas no suelen salir tanto por bares de ambiente en Cádiz, la ciudad es muy pequeña y al final todos nos conocemos», dice María Rubio, madrileña de 27 años que cambió la capital de España por la playa gaditana hace cuatro. María supo que le gustaban las mujeres a los 14, cuando se enamoró «como una tonta» de su profesora de inglés. Empezaron incluso una relación que, como suele ocurrir con la primeras experiencias, terminó en fracaso estrepitoso. Moraleja: además de aclarar su preferencia sexual, María aprendió que el amor duele en todas las modalidades.
Ahora acaba de salir de una relación de tres años con su última pareja con la que aún comparte casa, una situación que resume en «vivo un momento complicado». Pero disfruta de su trabajo y sale todo lo que puede, aunque coincidir con mujeres en las zonas de ambientes no siempre resulta fácil, reconoce. «Continúan aún muy tapadas y no lo entiendo, porque cada uno es como es y así hay que ir por la vida», añade. Según cuenta, muchas amigas suyas se han mudado a ciudades más grandes para vivir sus relaciones con mayor libertad. «La gente de Cádiz no tratar mal a los homosexuales, muchas veces son ellos los que se esconden».
La salida del armario fue tranquila, su hermano Paco ya le había allanado el terreno con sus padres cofensando años antes su homosexualidad, y cuando decidió dar el paso recibió como respuesta: «si es lo que te hace feliz, adelante cariño». Para María Soledad la cosa es diferente. Criada en una familia tradicional de fuertes convicciones religiosas, aún le sigue dando vueltas a la cabeza para ver cuál es la mejor manera de contarlo. Tiene 24 años y acaba de asumir su situación tras enamorarse de Lucía, diez mayor que ella. «Mi novia ha sido un gran apoyo, me ha enseñado a encarar la situación y a comprender que la gente no vive pendiente de si eres o no lesbiana». Soledad ha pasado por una situación de verdadera psicosis, le incomodaba cualquier broma o alusión al tema, aunque fuera por comentarios de personas ajenas a su grupo. Asume que la vida hay que tomarla con valentía, pero no se atreve a ponerle la cara en una imagen.
Para los hombres la situación está más normalizada, o al menos así lo ven Sergio y Pedro, que llevan casi cinco años de relación. Se conocieron en Sevilla en una «quedada gay» y lo suyo fue amor a primera vista. Amor y quedada, porque a las dos semanas empezaron a vivir juntos y lo que empezó como una prueba piloto terminó en el altar, en este caso del Ayuntamiento, donde se dieron el sí hace ocho meses. Para Sergio, es importante que lo vean como una pareja más. «Yo también tengo mi libro de familia como cualquier matrimonio», insiste y entre sus planes está adoptar un niño.
«Nunca hice un drama de lo mío», asegura Sergio, que optó por asumir su situación sin más. Pedro lo tuvo más complicado, «sabía lo que quería, pero no era capaz de reconocerlo», dice. Durante años vivió con una venda en los ojos hasta que decidió afrontarlo por la puerta grande, participando de forma activa con colectivos homosexuales, medida de choque.
Fuente: La Voz Digital
Lo invisible del orgullo gay
Noche en el Stonewall Inn, decenas de policías entran armados en el local y obligan a salir a toda la clientela de uno de los locales de ambiente gay del Village neoyorquino. Era 28 de junio de 1969 y por primera vez un grupo de homosexuales cerró filas frente a la autoridad, escribiendo el primer capítulo de la historia del activismo gay, que conmemora la efeméride en el Día del Orgullo. Este año la gran cabalgata andaluza se celebra en Torremolinos y en Sevilla se han organizado conciertos y actividades varias.
Muchos de los participantes en los actos previstos para hoy han vivido su propia noche en el Stonewall durante años haciendo frente a inseguridades, incomprensión, intolerancia. Todo un infierno por ser diferente, por tener otros deseos. Para las mujeres, además, hay un tercer nivel de prejuicio. Casi medio siglo después de quel primer día, los actos giran en torno a la visibilidad lesbiana, pero a la hora de la verdad, las parejas de mujeres viven en el anonimato.
«Las chicas no suelen salir tanto por bares de ambiente en Cádiz, la ciudad es muy pequeña y al final todos nos conocemos», dice María Rubio, madrileña de 27 años que cambió la capital de España por la playa gaditana hace cuatro. María supo que le gustaban las mujeres a los 14, cuando se enamoró «como una tonta» de su profesora de inglés. Empezaron incluso una relación que, como suele ocurrir con la primeras experiencias, terminó en fracaso estrepitoso. Moraleja: además de aclarar su preferencia sexual, María aprendió que el amor duele en todas las modalidades.
Ahora acaba de salir de una relación de tres años con su última pareja con la que aún comparte casa, una situación que resume en «vivo un momento complicado». Pero disfruta de su trabajo y sale todo lo que puede, aunque coincidir con mujeres en las zonas de ambientes no siempre resulta fácil, reconoce. «Continúan aún muy tapadas y no lo entiendo, porque cada uno es como es y así hay que ir por la vida», añade. Según cuenta, muchas amigas suyas se han mudado a ciudades más grandes para vivir sus relaciones con mayor libertad. «La gente de Cádiz no tratar mal a los homosexuales, muchas veces son ellos los que se esconden».
La salida del armario fue tranquila, su hermano Paco ya le había allanado el terreno con sus padres cofensando años antes su homosexualidad, y cuando decidió dar el paso recibió como respuesta: «si es lo que te hace feliz, adelante cariño». Para María Soledad la cosa es diferente. Criada en una familia tradicional de fuertes convicciones religiosas, aún le sigue dando vueltas a la cabeza para ver cuál es la mejor manera de contarlo. Tiene 24 años y acaba de asumir su situación tras enamorarse de Lucía, diez mayor que ella. «Mi novia ha sido un gran apoyo, me ha enseñado a encarar la situación y a comprender que la gente no vive pendiente de si eres o no lesbiana». Soledad ha pasado por una situación de verdadera psicosis, le incomodaba cualquier broma o alusión al tema, aunque fuera por comentarios de personas ajenas a su grupo. Asume que la vida hay que tomarla con valentía, pero no se atreve a ponerle la cara en una imagen.
Para los hombres la situación está más normalizada, o al menos así lo ven Sergio y Pedro, que llevan casi cinco años de relación. Se conocieron en Sevilla en una «quedada gay» y lo suyo fue amor a primera vista. Amor y quedada, porque a las dos semanas empezaron a vivir juntos y lo que empezó como una prueba piloto terminó en el altar, en este caso del Ayuntamiento, donde se dieron el sí hace ocho meses. Para Sergio, es importante que lo vean como una pareja más. «Yo también tengo mi libro de familia como cualquier matrimonio», insiste y entre sus planes está adoptar un niño.
«Nunca hice un drama de lo mío», asegura Sergio, que optó por asumir su situación sin más. Pedro lo tuvo más complicado, «sabía lo que quería, pero no era capaz de reconocerlo», dice. Durante años vivió con una venda en los ojos hasta que decidió afrontarlo por la puerta grande, participando de forma activa con colectivos homosexuales, medida de choque.
Fuente: La Voz Digital