Saturday, January 17, 2009
Con playas y boliches, crece el turismo gay en Florianópolis
Juan, digámosle Juan, dice que todavía no salió del todo del closet. Que es docente, que se asumió hace un tiempo, pero que si su mamá se entera, le da un síncope. Que la sunga blanca que en Córdoba lo pondría en evidencia acá, al lado de la única playa nudista gay de Florianópolis, lo deja demasiado vestido. Dice que hace puchero porque ayer se fue él, que se siente una Penélope, aunque sabe que los amores de verano no suelen volver. Lo conoció ahí, en el Bar do Deca, el parador de un viejito de 70 años que es el punto de encuentro gay diurno de la isla. En Florianópolis, crece el turismo gay al ritmo que lo hace la movida: hay boites exclusivas, playas nudistas, hoteles "gay friendly" y un parador vale todo como el de Deca, que se define para "GLBTS": gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y simpatizantes.
En Praia Mole está el Bar do Deca. Abrió hace 27 años como cualquier otro pero, casualidad o no, justo al lado de La Galheta, una playa encerrada entre piedras donde las parejas homosexuales buscaban un reparo de las miradas inquisidoras. Cuenta el encargado que en el bar el Carnaval dura diez días y que si valía liberarse, ahí ni te cuento: llegan disfrazados de Top Gun, bailando Madonna, bañados en purpurina, hasta que suman 4 o 5 mil personas.
José, ingeniero cordobés, de 31, para en la Pousada La Galheta. "Uno puede pedir habitación con cama matrimonial y no sentirse observado --afirma--. Lo bueno es que acá soy yo". Por la zona de Praia Mole, el hotel Eco Vila también es gay friendly y hasta los más exclusivos --como el Majestic Palace, en pleno centro-- también están empezando a bajar las barreras.
Una pareja de misioneros cuenta que vienen desde hace cuatro años porque "hay una liberación mental que nos permite vivir nuestra elección sexual sin censura". Uno de ellos dice: "En Posadas me siento intimidado, observado, acá... mirame". La mirada va inevitablemente para abajo: se compró una sunga roja. Cuentan que allá hay represiones porque todavía les falta "salir del closet" (declarar su homosexualidad) en sus trabajos, y que en Florianópolis sienten que pueden llevar una vida de pareja normal. Eso, nada más que eso.
En Campeche, el parador Riozinho también es "gay friendly" y, aunque no se promociona como tal, en el centro el boliche Concorde, tácitamente, es un boliche gay. Ellos recomiendan otras dos citas nocturnas: la disco Dr. Zhivago y el Mix Café Club.
egún las revistas especializadas, Florianópolis es el tercer mejor destino de Brasil para el turismo gay. Allá, acostados sobre una lona en la arena, un brasilero y un sueco se besan con la actitud de una pareja que lleva... 48 horas de pareja. Más acá, el italiano Joe (45) mirá detrás de sus lentes Luis Vuitton. Es la sexta vez que viene con Franco (38), su pareja desde hace 16 años. "Florianópolis tiene magia. Todos somos lo que somos". "Y todos buscan lo mismo", agrega, con la mirada canchera de quien sabe por qué lo dice, el encargado del bar: "Vienen para namorar".
Juan, digámosle Juan, dice que todavía no salió del todo del closet. Que es docente, que se asumió hace un tiempo, pero que si su mamá se entera, le da un síncope. Que la sunga blanca que en Córdoba lo pondría en evidencia acá, al lado de la única playa nudista gay de Florianópolis, lo deja demasiado vestido. Dice que hace puchero porque ayer se fue él, que se siente una Penélope, aunque sabe que los amores de verano no suelen volver. Lo conoció ahí, en el Bar do Deca, el parador de un viejito de 70 años que es el punto de encuentro gay diurno de la isla. En Florianópolis, crece el turismo gay al ritmo que lo hace la movida: hay boites exclusivas, playas nudistas, hoteles "gay friendly" y un parador vale todo como el de Deca, que se define para "GLBTS": gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y simpatizantes.
En Praia Mole está el Bar do Deca. Abrió hace 27 años como cualquier otro pero, casualidad o no, justo al lado de La Galheta, una playa encerrada entre piedras donde las parejas homosexuales buscaban un reparo de las miradas inquisidoras. Cuenta el encargado que en el bar el Carnaval dura diez días y que si valía liberarse, ahí ni te cuento: llegan disfrazados de Top Gun, bailando Madonna, bañados en purpurina, hasta que suman 4 o 5 mil personas.
José, ingeniero cordobés, de 31, para en la Pousada La Galheta. "Uno puede pedir habitación con cama matrimonial y no sentirse observado --afirma--. Lo bueno es que acá soy yo". Por la zona de Praia Mole, el hotel Eco Vila también es gay friendly y hasta los más exclusivos --como el Majestic Palace, en pleno centro-- también están empezando a bajar las barreras.
Una pareja de misioneros cuenta que vienen desde hace cuatro años porque "hay una liberación mental que nos permite vivir nuestra elección sexual sin censura". Uno de ellos dice: "En Posadas me siento intimidado, observado, acá... mirame". La mirada va inevitablemente para abajo: se compró una sunga roja. Cuentan que allá hay represiones porque todavía les falta "salir del closet" (declarar su homosexualidad) en sus trabajos, y que en Florianópolis sienten que pueden llevar una vida de pareja normal. Eso, nada más que eso.
En Campeche, el parador Riozinho también es "gay friendly" y, aunque no se promociona como tal, en el centro el boliche Concorde, tácitamente, es un boliche gay. Ellos recomiendan otras dos citas nocturnas: la disco Dr. Zhivago y el Mix Café Club.
egún las revistas especializadas, Florianópolis es el tercer mejor destino de Brasil para el turismo gay. Allá, acostados sobre una lona en la arena, un brasilero y un sueco se besan con la actitud de una pareja que lleva... 48 horas de pareja. Más acá, el italiano Joe (45) mirá detrás de sus lentes Luis Vuitton. Es la sexta vez que viene con Franco (38), su pareja desde hace 16 años. "Florianópolis tiene magia. Todos somos lo que somos". "Y todos buscan lo mismo", agrega, con la mirada canchera de quien sabe por qué lo dice, el encargado del bar: "Vienen para namorar".