Sunday, May 31, 2009
Pronto los policías rusos abrirán paso a los gays
Si uno se topa con él en la calle, jamás pensaría que este joven de traje y corbata con cara de niño bueno es el mismo que saca de sus casillas a las autoridades moscovitas y les lleva a movilizar a miles de policías en su empeño por impedir la marcha de gays que él anuncia cada año, desde 2006.
Nikolái Alexéyev, 31 años, líder de la defensa de los derechos de las minorías sexuales, me cita en el jardín Novopúshkinski, en el centro de Moscú, frente a la estatua del gran poeta Alexandr Pushkin, zona que hace unos días estuvo bloqueada por las fuerzas policiales de élite con el fin de no permitir, por cuarto año consecutivo, el desfile del orgullo gay. En esta ocasión, además, coincidiendo con el magnetismo de Eurovisión. Aquí se encuentra Fidelio, con una entrada muy humilde tras la cual se esconde, en el sótano, un buen restaurante italiano.
Música suave de fondo, mullidos divanes. Alexéyev comparte su optimismo sobre el futuro de su lucha mientras recomienda algunos platos que ya ha probado. "Los policías en esta ocasión gritaban a través de un megáfono: 'Circulen, señores, circulen, no habrá ninguna marcha gay', pero estoy seguro de que dentro de 10 años esos mismos policías dirán: 'Háganse a un lado señores, por favor, abran paso al desfile gay".
Para Alexéyev la evolución positiva es evidente en Rusia. "Si en 2006 decían que los gays no tienen derecho a nada, que hay que encarcelarlos, colgarlos y matarlos, hoy el discurso es otro: 'Que hagan su vida de siempre, en casa, en sus clubes y discotecas, pero que no organicen marchas".
También la actividad homófoba de los ortodoxos ha decaído; si el primer año salieron unos mil extremistas a la calle para enfrentarse a los homosexuales que participaban en la manifestación, esta vez fueron menos de cien, dice mientras trata de atacar su Rucola e parmigiano. Paradójicamente, le parece un avance que, esta vez, la policía cargara contra los extremistas ortodoxos que les fustigan tan duramente como contra los gays. "Detuvieron con violencia a esos ultras, que creían tener carta blanca para atacarnos; fue una sorpresa y un duro golpe para ellos".
Mientras esperamos el filetto balsamico, confiesa su amor por España. En Barcelona pasó unos días con su pareja, un suizo. "Soy el único personaje público que vive oficialmente en matrimonio con una pareja del mismo sexo", dice con orgullo. Se casaron en septiembre en Ginebra.
La organización Gay Russia (www.gayrussia.ru), que dirige, está abocada a una campaña para lograr el derecho al matrimonio gay. En el marco de esta campaña, una pareja de lesbianas trató de casarse en Moscú, pero su solicitud fue rechazada. Han recurrido a los tribunales y cuenta que, además, la pareja en cuestión formalizará su matrimonio este verano en Canadá para luego tratar de legalizarlo en Moscú.
Alexéyev rechaza postre y café y, mientras termina su cerveza staropramen, reconoce que hay bastantes gays en Rusia que prefieren no luchar. Él no está de acuerdo: "Tienes que ser valiente y salir a la calle a luchar por tus derechos". Como lo demuestra la práctica extranjera, ésa es la única manera de que las cosas cambien.
Fuente: El País
Si uno se topa con él en la calle, jamás pensaría que este joven de traje y corbata con cara de niño bueno es el mismo que saca de sus casillas a las autoridades moscovitas y les lleva a movilizar a miles de policías en su empeño por impedir la marcha de gays que él anuncia cada año, desde 2006.
Nikolái Alexéyev, 31 años, líder de la defensa de los derechos de las minorías sexuales, me cita en el jardín Novopúshkinski, en el centro de Moscú, frente a la estatua del gran poeta Alexandr Pushkin, zona que hace unos días estuvo bloqueada por las fuerzas policiales de élite con el fin de no permitir, por cuarto año consecutivo, el desfile del orgullo gay. En esta ocasión, además, coincidiendo con el magnetismo de Eurovisión. Aquí se encuentra Fidelio, con una entrada muy humilde tras la cual se esconde, en el sótano, un buen restaurante italiano.
Música suave de fondo, mullidos divanes. Alexéyev comparte su optimismo sobre el futuro de su lucha mientras recomienda algunos platos que ya ha probado. "Los policías en esta ocasión gritaban a través de un megáfono: 'Circulen, señores, circulen, no habrá ninguna marcha gay', pero estoy seguro de que dentro de 10 años esos mismos policías dirán: 'Háganse a un lado señores, por favor, abran paso al desfile gay".
Para Alexéyev la evolución positiva es evidente en Rusia. "Si en 2006 decían que los gays no tienen derecho a nada, que hay que encarcelarlos, colgarlos y matarlos, hoy el discurso es otro: 'Que hagan su vida de siempre, en casa, en sus clubes y discotecas, pero que no organicen marchas".
También la actividad homófoba de los ortodoxos ha decaído; si el primer año salieron unos mil extremistas a la calle para enfrentarse a los homosexuales que participaban en la manifestación, esta vez fueron menos de cien, dice mientras trata de atacar su Rucola e parmigiano. Paradójicamente, le parece un avance que, esta vez, la policía cargara contra los extremistas ortodoxos que les fustigan tan duramente como contra los gays. "Detuvieron con violencia a esos ultras, que creían tener carta blanca para atacarnos; fue una sorpresa y un duro golpe para ellos".
Mientras esperamos el filetto balsamico, confiesa su amor por España. En Barcelona pasó unos días con su pareja, un suizo. "Soy el único personaje público que vive oficialmente en matrimonio con una pareja del mismo sexo", dice con orgullo. Se casaron en septiembre en Ginebra.
La organización Gay Russia (www.gayrussia.ru), que dirige, está abocada a una campaña para lograr el derecho al matrimonio gay. En el marco de esta campaña, una pareja de lesbianas trató de casarse en Moscú, pero su solicitud fue rechazada. Han recurrido a los tribunales y cuenta que, además, la pareja en cuestión formalizará su matrimonio este verano en Canadá para luego tratar de legalizarlo en Moscú.
Alexéyev rechaza postre y café y, mientras termina su cerveza staropramen, reconoce que hay bastantes gays en Rusia que prefieren no luchar. Él no está de acuerdo: "Tienes que ser valiente y salir a la calle a luchar por tus derechos". Como lo demuestra la práctica extranjera, ésa es la única manera de que las cosas cambien.
Fuente: El País