Tuesday, June 30, 2009

 
La visibilidad de las lesbianas centra las reivindicaciones del Día del Orgullo Gay


Una bomba casera con metralla dejó al menos 21 heridos el pasado 14 de junio durante el desfile del Orgullo Gay, que congregó a tres millones de personas en São Paulo, la capital económica de Brasil. La misma noche, un joven de 17 años cayó en coma tras ser brutalmente agredido por un grupo de desconocidos. "Vivimos aquí porque aquí podemos ser nosotras mismas. En Brasil, no", explican Tatiana, de 28 años, y su pareja, Susi, de 32, aliviadas de no tener que esconder sus caricias de miradas ajenas. Están planeando casarse: "España es uno de los países donde la ley nos garantiza más derechos". Ambas participaron ayer en la manifestación del Día del Orgullo Gay celebrada en Bilbao. Cerca de un millar de personas desfilaron por la Gran Vía bajo el lema Ante todo orgullosas para exigir una mayor visibilidad lésbica en todos los ámbitos de la vida cotidiana, según explicó la Coordinadora 28-J.
"Animamos a las lesbianas a hacerse visibles. Hay muchas en puestos de relevancia que no lo hacen público", explicó a este diario la portavoz de la coordinadora, Inmaculada Mujika -no quiso dar ningún nombre, ni siquiera off the record: no se fía de los periodistas-. Los actos de este año celebran también el 40º aniversario de la rebelión en el bar Stonewall de Nueva York ante las redadas policiales contra el colectivo.
La manifestación adquirió un tono festivo ya desde el comienzo, en la Plaza Moyua. Doce percusionistas marcaron el ritmo con una contundente batucada. Para comprobar la diversidad del colectivo homosexual bastaba con sumarse unos minutos a la marcha. "Somos gays y cristianos", reclamaban con pancartas tres jóvenes, entre ellos Daniel Ramos. "Claro que ambas cosas son compatibles. En España tenemos una Iglesia homófoba. Hay muchísimas iglesias en el mundo en las que la homosexualidad no es pecado", recalcaba Ramos.
La Iglesia fue el blanco predilecto de una protesta alternativa organizada media hora antes por el colectivo Queer Ekintza en la plaza de Santiago. Básicamente clausuraron las puertas de la catedral con una pancarta de varios metros -"Cerrado por homofobia", rezaba-, mientras llenaban la fachada de mensajes provocadores del tipo "komo os jode la libertad". A unos metros, sentado en un banco con su esposa, un señor de unos 60 años, que tampoco se fía de los periodistas como para dar su nombre, opinaba: "Si quieren ser putas y maricones, bien por ellos. Cada uno puede ser lo que quiera ahora".
Las 50 personas que secundaron la protesta de Queer Ekintza apoyan un movimiento gay más reivindicativo. "Antimercantilista y antisistema", según Sergio Campo, uno de sus miembros. "Estamos en contra de la mercantilización de la causa, de los estereotipos en plan musculitos de gimnasio", explicó. Además, reconoce, es más divertido protestar que fotografiarse con las instituciones. "No queremos autobuses de dos plantas patrocinados por un bar el Día del Orgullo Gay. Éste es un día de reivindicación", añadió. No obstante, todos se sumaron a la manifestación central. "Queremos sumar, abrir debate, no restar", alegó.
"Es posible que hayamos sido absorbidos por el sistema a través del consumo", reconocía Koldo, de 48 años, en la protesta central. Unos metros más atrás caminaba Lezuri, 15 años y abiertamente lesbiana, acompañada por sus amigas de toda la vida. Minerva acudió con su hijo pequeño, Xabier, para acompañar a un amigo de su marido: "Esto hace años era impensable. Hace falta que sean más visibles. Así habrá menos frustrados que se queden sin salir del armario".

Fuente: El País
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