Thursday, July 16, 2009
Cine para disfrutarlo fuera del armario: las mejores películas por y para homosexuales
Atacó a los estadounidenses en Borat y ahora lanza sus dardos contra el mundo de la moda. En Brüno, que llega a España este viernes, el cómico Sacha Baron Cohen encarna a un periodista, austriaco y homosexual. Brüno es frívolo, gritón y promiscuo. Estereotipos para ridiculizar la homofobia y, para algunos, también a los gays
Durante décadas, los tópicos han contaminado la imagen de la homosexualidad en el cine. Cuando no eran mostrados como enfermos o viciosos los homosexuales eran drogadictos o asesinos o, simplemente, seres inexistentes. Pero en los años cuarenta algunos cineastas empezaron a tratar el tema con valor y realismo.
Los pioneros
Quizá el más brillante fue Kenneth Anger. Cineasta y escritor (autor de Hollywood Babilonia), en cortos como Fireworks (1947) o Inauguration of the Pleasure Dome (1954) habló de la homosexualidad a través de una estética revolucionaria. Su ejemplo cuajó y, durante los años cincuenta y sesenta, el cine independiente fue el refugio de Jack Smith (Flaming Creatures, 1963), Warren Sombert (Amphetamine, 1966) y, como no, Andy Warhol y su ayudante Paul Morrisey. También en Europa fueron concebidas obras deslumbrantes como Un chant d'amour (1950) o Victim (1961).
Los disturbios de Stonewall, que en 1969 enfrentaron a la Policía neoyorquina con el colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans), popularizaron la causa. Cowboy de medianoche (1969), The Boys in the Band (1970) o A Very Natural Thing (1974) eran ya cine comercial.
Empezaron a proliferar los primeros festivales de cine gay y lésbico. John Waters escupía a la cara de los puritanos con Pink Flamingos (1972) o Female Trouble (1974), como hacían en Europa Pasolini, Fassbinder o cintas como la danesa Du er ikke alene (1978), la italiana Una jornada particular (1977) o la francesa La jaula de las locas (1979).
La normalización se detiene cuando el sida se convierte en epidemia. Antes de Philadelphia (1993), el cine reflejó la tragedia con películas sinceras, muchas de ellas dirigidas por víctimas de la enfermedad. Parting Glances (1986), de Bill Sherwood, o cualquier cinta de Derek Jarman son ejemplos. También Gus Van Sant, aunque sano, dejaba su testimonio con la celebrada Mala noche (1985).
Pero el cine homosexual no era sólo enfermedad y muerte, sino también buenas películas como Another Country (1984); Lianna y Media hora más contigo (ambas lésbicas, estrenadas en 1983 y 1985) o Coming Out (1989, rodada en la RDA antes de la caída del Muro).
Cineastas de prestigio como James Ivory (Maurice, 1987) o Stephen Frears (Mi hermosa lavandería, 1985) rodaban sobre el tema, y una estrella como William Hurt (El beso de la mujer araña, 1985) ganaba el Oscar en el papel de gay.
El New Queer Cinema
Empezaban a imponerse personajes cada vez más amables, queribles y, por eso mismo, simples y caricaturescos. Contra esa tendencia surge el New Queer Cinema, donde jóvenes rabiosos como Todd Haynes (Poison, 1991), Tom Kalin (Swoon, 1992), Christopher Munch (The Hours and Times, 1991) o Gregg Araki (Vivir hasta el fin, 1992) muestran amor, desesperación o dolor. Cine sobre homosexuales hecho por y para homosexuales. Adiós a explicaciones innecesarias y sentimentalismos benévolos.
En un ámbito más tradicional, el lesbianismo distinguía obras valiosas como All Over Me (1997) y Aimée & Jaguar (1999) o las de los después celebérrimos Peter Jackson (Criaturas celestiales, 1994) o hermanos Wachowski (Lazos ardientes, 1996).
And the Band Played On (1993) exploraba la reacción de la comunidad gay a la llegada del sida, y Beautiful Thing (1996) o Get Real (1998) se convertían en pequeños clásicos. La india Fire (1996), la cubana Fresa y chocolate (1994), la china El banquete de bodas (1993) o Happy Together (1997), de Hong Kong, abrían otras cinematografías a la cuestión homosexual.
Aunque la repercusión de Brokeback Mountain (2004) desmienta que la normalización se haya alcanzado, al menos sí existen un puñado de películas que aventuran buenos tiempos. Entre la cosecha más reciente, destacan Boy Culture (2006), C.R.A.Z.Y. (2005), Latter Days (2003), Shelter (2007) o la israelí Yossi & Jagger (2002). Personajes creíbles. Gente como cualquier otra. Buen cine.
Más allá del tópico
El cine de Almodóvar (La ley del deseo, Laberinto de pasiones o La mala educación) ha dejado imborrables homosexuales. Pero hay muchas más obras memorables en nuestra cinematografía: El diputado (1978), de Eloy de la Iglesia, mezclaba política y sexo prohibido en una obra que triunfó fuera de nuestras fronteras. La descarnada Tras el cristal, de Agustí Villaronga, o la juvenil Krámpack son otros dos buenos ejemplos de buen cine homosexual español.
Fuente: 20minutos.es
Atacó a los estadounidenses en Borat y ahora lanza sus dardos contra el mundo de la moda. En Brüno, que llega a España este viernes, el cómico Sacha Baron Cohen encarna a un periodista, austriaco y homosexual. Brüno es frívolo, gritón y promiscuo. Estereotipos para ridiculizar la homofobia y, para algunos, también a los gays
Durante décadas, los tópicos han contaminado la imagen de la homosexualidad en el cine. Cuando no eran mostrados como enfermos o viciosos los homosexuales eran drogadictos o asesinos o, simplemente, seres inexistentes. Pero en los años cuarenta algunos cineastas empezaron a tratar el tema con valor y realismo.
Los pioneros
Quizá el más brillante fue Kenneth Anger. Cineasta y escritor (autor de Hollywood Babilonia), en cortos como Fireworks (1947) o Inauguration of the Pleasure Dome (1954) habló de la homosexualidad a través de una estética revolucionaria. Su ejemplo cuajó y, durante los años cincuenta y sesenta, el cine independiente fue el refugio de Jack Smith (Flaming Creatures, 1963), Warren Sombert (Amphetamine, 1966) y, como no, Andy Warhol y su ayudante Paul Morrisey. También en Europa fueron concebidas obras deslumbrantes como Un chant d'amour (1950) o Victim (1961).
Los disturbios de Stonewall, que en 1969 enfrentaron a la Policía neoyorquina con el colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans), popularizaron la causa. Cowboy de medianoche (1969), The Boys in the Band (1970) o A Very Natural Thing (1974) eran ya cine comercial.
Empezaron a proliferar los primeros festivales de cine gay y lésbico. John Waters escupía a la cara de los puritanos con Pink Flamingos (1972) o Female Trouble (1974), como hacían en Europa Pasolini, Fassbinder o cintas como la danesa Du er ikke alene (1978), la italiana Una jornada particular (1977) o la francesa La jaula de las locas (1979).
La normalización se detiene cuando el sida se convierte en epidemia. Antes de Philadelphia (1993), el cine reflejó la tragedia con películas sinceras, muchas de ellas dirigidas por víctimas de la enfermedad. Parting Glances (1986), de Bill Sherwood, o cualquier cinta de Derek Jarman son ejemplos. También Gus Van Sant, aunque sano, dejaba su testimonio con la celebrada Mala noche (1985).
Pero el cine homosexual no era sólo enfermedad y muerte, sino también buenas películas como Another Country (1984); Lianna y Media hora más contigo (ambas lésbicas, estrenadas en 1983 y 1985) o Coming Out (1989, rodada en la RDA antes de la caída del Muro).
Cineastas de prestigio como James Ivory (Maurice, 1987) o Stephen Frears (Mi hermosa lavandería, 1985) rodaban sobre el tema, y una estrella como William Hurt (El beso de la mujer araña, 1985) ganaba el Oscar en el papel de gay.
El New Queer Cinema
Empezaban a imponerse personajes cada vez más amables, queribles y, por eso mismo, simples y caricaturescos. Contra esa tendencia surge el New Queer Cinema, donde jóvenes rabiosos como Todd Haynes (Poison, 1991), Tom Kalin (Swoon, 1992), Christopher Munch (The Hours and Times, 1991) o Gregg Araki (Vivir hasta el fin, 1992) muestran amor, desesperación o dolor. Cine sobre homosexuales hecho por y para homosexuales. Adiós a explicaciones innecesarias y sentimentalismos benévolos.
En un ámbito más tradicional, el lesbianismo distinguía obras valiosas como All Over Me (1997) y Aimée & Jaguar (1999) o las de los después celebérrimos Peter Jackson (Criaturas celestiales, 1994) o hermanos Wachowski (Lazos ardientes, 1996).
And the Band Played On (1993) exploraba la reacción de la comunidad gay a la llegada del sida, y Beautiful Thing (1996) o Get Real (1998) se convertían en pequeños clásicos. La india Fire (1996), la cubana Fresa y chocolate (1994), la china El banquete de bodas (1993) o Happy Together (1997), de Hong Kong, abrían otras cinematografías a la cuestión homosexual.
Aunque la repercusión de Brokeback Mountain (2004) desmienta que la normalización se haya alcanzado, al menos sí existen un puñado de películas que aventuran buenos tiempos. Entre la cosecha más reciente, destacan Boy Culture (2006), C.R.A.Z.Y. (2005), Latter Days (2003), Shelter (2007) o la israelí Yossi & Jagger (2002). Personajes creíbles. Gente como cualquier otra. Buen cine.
Más allá del tópico
El cine de Almodóvar (La ley del deseo, Laberinto de pasiones o La mala educación) ha dejado imborrables homosexuales. Pero hay muchas más obras memorables en nuestra cinematografía: El diputado (1978), de Eloy de la Iglesia, mezclaba política y sexo prohibido en una obra que triunfó fuera de nuestras fronteras. La descarnada Tras el cristal, de Agustí Villaronga, o la juvenil Krámpack son otros dos buenos ejemplos de buen cine homosexual español.
Fuente: 20minutos.es