Thursday, September 24, 2009
Roma: violencia homófoba y desinterés político
Hay algunos de distinto sexo que no se aman como a otros del mismo sexo", declara un niño de unos nueve años queriendo definir la homosexualidad. La frase llega desde el patio de un colegio de primaria italiano mientras otros escolares juegan, se persiguen, se gritan entre ellos para que se paren.
Testimonio de un país que se abre a la diversidad hablando de ella y, por lo tanto, ya aceptándola como meta. Se podría tener esperanza. Más simplemente, una recogida de testimonios y caras, bajo la forma de un documental. La enésima, para convencer al país de la bota de lo amplia que es la definición de lo ‘normal’, sobre todo en el amor. Es una pena que la voz del niño venga de una pantalla cinematográfica. Y que El amor es suficiente, no sea una declaración de renuncia de cualquier tipo de prejuicio sexual sino, banalmente, el título de un documental de Stefano Consiglio que se proyecta desde el 4 de septiembre de 2009 en las salas italianas.
Cartas bomba, agresiones y mirar para otro lado
Mientras, otros sonidos bastante más altos, los de las noticias, parten de la calle San Giovanni in Laterano, también conocida como la calle gay de Roma. En el barrio frecuentado por los homosexuales de la capital, poco distante del Coliseo, algunos han atacado la diversidad sexual a patadas, algunos a puñetazos, otros a insultos y algunos también con bombas. "¿Quién? Ojalá se supiera. Aquí son todos gayfriendly, si preguntas. Si te pegan, en absoluto lo hacen porque no soporten que estés acariciando, siendo un hombre, a otro hombre frente a sus ojos. Seguro que no. Te dan una paliza porque quizás has combinado mal el color de la camiseta con el de los pantalones. Esto es lo que sucede. En Italia", ironiza con estas palabras un transexual durante el encierro organizado tras el episodio de la explosión de cartas bomba en la calle San Giovanni en Roma poco antes de la medianoche del 1 de septiembre.
En realidad se burla imitando a Svastichella, el hombre que , en agosto, pegó a dos homosexuales (hiriendo gravemente a uno) al verlos besándose fuera del Gay Village (famoso espectáculo del barrio Testaccio, en Roma): "No porque fueran homosexuales sino porque me insultaron". En Italia, si se es homófobo, se es de manera accidental, por la imprudencia de quien se atrevió a salir de la reserva protegida, la política (en cambio) no tiene nada que ver. Nisiquiera la de ciertos partidos, movimientos, organizaciones. Nada.
Reivindicar derechos
"El de la homofobia es un fenómeno que ha evolucionado en los últimos años. Desde 2006 que hemos empezado a recoger datos, el número de denuncias por parte de gays que han sufrido ataques ha aumentado. Este es un dato positivo: significa que la comunidad empieza a tener valor y a denunciar pero, obviamente, negativo humanamente y socialmente hablando. Es grave esto que está ocurriendo en Roma y lo peor es que no es la única ciudad de Italia en la que ha habido una oleada de violencia contra nosotros", explica el presidente de Arcigay (Asociación italiana de lesbianas y gays) Aurelio Mancuso. "Es una reacción por habernos convertido en sujetos que plantean problemas públicos, que piden cosas. Si al menos hubiese una cobertura política, si solamente se nos concedieran algunos derechos, quizás, con el tiempo, nuestra diversidad sería culturalmente y socialmente mínima".
Desinterés político
Así, después de cada episodio de intolerancia, llegan declaraciones de condena del alcalde, del parlamentario, del secretario de partido, para a continuación volver a empezar. "Existe una parte política que incita a la homofobia. Y la Iglesia contribuye también con la opinión que tiene de los homosexuales. Nosotros pedimos al Gobierno y al Parlamento, lo antes posible, respuestas adecuadas, que afronten de una manera seria, y no ideológica, el tema de la defensa de nuestra seguridad, de la extensión de la ley Mancini para los delitos de odio hacia las personas homosexuales y transexuales, dando en primer lugar una señal útil para cambiar el clima social y cultural que se está afianzando en nuestro país, recuperando así la distancia con el resto de países europeos", concluye Mancuso.
En la calle San Giovanni dicen que se ven todavía cabezas algo demasiado rapadas al cruzar la calle, pararse, mirar mal, y también que llegan entre las octavillas de Arcigay otras que defienden "Madre más padre, una familia normal". "Nosotros no tenemos miedo, así estaba escrito en nuestro manifiesto de protesta del 2 de septiembre. Pero no es verdad. También nosotros tememos una diversidad, aquella de quien desearía eliminar las diferencias con palizas. ¿Sabe cuántas veces la han tomado conmigo a patadas? ¿Cuántas me han amenazado con cuchillo? Me da la risa cuando veo esas películas en las que parece que toda la hostilidad que un diferente -como decís vosotros- deba soportar es la del padre y la madre", cuenta Mónica, transexual, mientras bebe delante del bar Colisseum con una camiseta y una falda rosas, bien combinadas.
Fuente:Cafebabel
Hay algunos de distinto sexo que no se aman como a otros del mismo sexo", declara un niño de unos nueve años queriendo definir la homosexualidad. La frase llega desde el patio de un colegio de primaria italiano mientras otros escolares juegan, se persiguen, se gritan entre ellos para que se paren.
Testimonio de un país que se abre a la diversidad hablando de ella y, por lo tanto, ya aceptándola como meta. Se podría tener esperanza. Más simplemente, una recogida de testimonios y caras, bajo la forma de un documental. La enésima, para convencer al país de la bota de lo amplia que es la definición de lo ‘normal’, sobre todo en el amor. Es una pena que la voz del niño venga de una pantalla cinematográfica. Y que El amor es suficiente, no sea una declaración de renuncia de cualquier tipo de prejuicio sexual sino, banalmente, el título de un documental de Stefano Consiglio que se proyecta desde el 4 de septiembre de 2009 en las salas italianas.
Cartas bomba, agresiones y mirar para otro lado
Mientras, otros sonidos bastante más altos, los de las noticias, parten de la calle San Giovanni in Laterano, también conocida como la calle gay de Roma. En el barrio frecuentado por los homosexuales de la capital, poco distante del Coliseo, algunos han atacado la diversidad sexual a patadas, algunos a puñetazos, otros a insultos y algunos también con bombas. "¿Quién? Ojalá se supiera. Aquí son todos gayfriendly, si preguntas. Si te pegan, en absoluto lo hacen porque no soporten que estés acariciando, siendo un hombre, a otro hombre frente a sus ojos. Seguro que no. Te dan una paliza porque quizás has combinado mal el color de la camiseta con el de los pantalones. Esto es lo que sucede. En Italia", ironiza con estas palabras un transexual durante el encierro organizado tras el episodio de la explosión de cartas bomba en la calle San Giovanni en Roma poco antes de la medianoche del 1 de septiembre.
En realidad se burla imitando a Svastichella, el hombre que , en agosto, pegó a dos homosexuales (hiriendo gravemente a uno) al verlos besándose fuera del Gay Village (famoso espectáculo del barrio Testaccio, en Roma): "No porque fueran homosexuales sino porque me insultaron". En Italia, si se es homófobo, se es de manera accidental, por la imprudencia de quien se atrevió a salir de la reserva protegida, la política (en cambio) no tiene nada que ver. Nisiquiera la de ciertos partidos, movimientos, organizaciones. Nada.
Reivindicar derechos
"El de la homofobia es un fenómeno que ha evolucionado en los últimos años. Desde 2006 que hemos empezado a recoger datos, el número de denuncias por parte de gays que han sufrido ataques ha aumentado. Este es un dato positivo: significa que la comunidad empieza a tener valor y a denunciar pero, obviamente, negativo humanamente y socialmente hablando. Es grave esto que está ocurriendo en Roma y lo peor es que no es la única ciudad de Italia en la que ha habido una oleada de violencia contra nosotros", explica el presidente de Arcigay (Asociación italiana de lesbianas y gays) Aurelio Mancuso. "Es una reacción por habernos convertido en sujetos que plantean problemas públicos, que piden cosas. Si al menos hubiese una cobertura política, si solamente se nos concedieran algunos derechos, quizás, con el tiempo, nuestra diversidad sería culturalmente y socialmente mínima".
Desinterés político
Así, después de cada episodio de intolerancia, llegan declaraciones de condena del alcalde, del parlamentario, del secretario de partido, para a continuación volver a empezar. "Existe una parte política que incita a la homofobia. Y la Iglesia contribuye también con la opinión que tiene de los homosexuales. Nosotros pedimos al Gobierno y al Parlamento, lo antes posible, respuestas adecuadas, que afronten de una manera seria, y no ideológica, el tema de la defensa de nuestra seguridad, de la extensión de la ley Mancini para los delitos de odio hacia las personas homosexuales y transexuales, dando en primer lugar una señal útil para cambiar el clima social y cultural que se está afianzando en nuestro país, recuperando así la distancia con el resto de países europeos", concluye Mancuso.
En la calle San Giovanni dicen que se ven todavía cabezas algo demasiado rapadas al cruzar la calle, pararse, mirar mal, y también que llegan entre las octavillas de Arcigay otras que defienden "Madre más padre, una familia normal". "Nosotros no tenemos miedo, así estaba escrito en nuestro manifiesto de protesta del 2 de septiembre. Pero no es verdad. También nosotros tememos una diversidad, aquella de quien desearía eliminar las diferencias con palizas. ¿Sabe cuántas veces la han tomado conmigo a patadas? ¿Cuántas me han amenazado con cuchillo? Me da la risa cuando veo esas películas en las que parece que toda la hostilidad que un diferente -como decís vosotros- deba soportar es la del padre y la madre", cuenta Mónica, transexual, mientras bebe delante del bar Colisseum con una camiseta y una falda rosas, bien combinadas.
Fuente:Cafebabel