Sunday, January 31, 2010
Transexual, gay y padre
Es el tercer transexual (hombre nacido con genitales femeninos) que se queda embarazado, que se sepa (antes lo han estado el estadounidense Thomas Beatie, dos veces, y el español Rubén Noé Coronado ), pero el caso de Scott Moore supone una nueva vuelta de tuerca al concepto de familia. Porque Scott, de 30 años, está casado con otro hombre transexual, Thomas, de su misma edad. Es decir, es transexual, gay y padre.
No se sabe si la pareja, que vive en California, se enamoró antes o después de que ambos llevaran a cabo el proceso de reasignación de sexo. Pero son un claro ejemplo de que una cosa es la identidad sexual (ambos se sienten hombres, visten y se llaman como tales), y otra, la orientación (les gustan los hombres al menos tan masculinos como ellos).
Hábilmente, aprovecharon un vacío legal para casarse, según informa la web dosmanzanas.com. Lo hicieron aprovechando que, en algunos papeles, Scott, por mantener todavía los genitales femeninos, todavía era considerado mujer. Y luego, igual que Beatie y Coronado, éste se sometió a una inseminación con esperma de un amigo.
El hijo, que se llamará Miles, será el tercero de la pareja, a añadir a los dos, Gregg, de 12 años, y Logan, de 10, fruto de una relación anterior de Thomas.
Lógicamente, la pregunta que se les ha hecho es si no temen que su hijo sufra por nacer en una familia tan atípica. Y ellos han encontrado la respuesta en su misma casa. "Hemos pensado en ello. Mi hijo Logan ha sido objeto de críticas y bromas, pero ahora él se defiende diciendo: 'Tal vez ustedes tengan problemas con mis dos padres, pero yo no, así que no me importa lo que digan'. Queremos mostrar al mundo que las familias trans pueden ser sanas y cariñosas", ha dicho Thomas.
Fuente: El País
Es el tercer transexual (hombre nacido con genitales femeninos) que se queda embarazado, que se sepa (antes lo han estado el estadounidense Thomas Beatie, dos veces, y el español Rubén Noé Coronado ), pero el caso de Scott Moore supone una nueva vuelta de tuerca al concepto de familia. Porque Scott, de 30 años, está casado con otro hombre transexual, Thomas, de su misma edad. Es decir, es transexual, gay y padre.
No se sabe si la pareja, que vive en California, se enamoró antes o después de que ambos llevaran a cabo el proceso de reasignación de sexo. Pero son un claro ejemplo de que una cosa es la identidad sexual (ambos se sienten hombres, visten y se llaman como tales), y otra, la orientación (les gustan los hombres al menos tan masculinos como ellos).
Hábilmente, aprovecharon un vacío legal para casarse, según informa la web dosmanzanas.com. Lo hicieron aprovechando que, en algunos papeles, Scott, por mantener todavía los genitales femeninos, todavía era considerado mujer. Y luego, igual que Beatie y Coronado, éste se sometió a una inseminación con esperma de un amigo.
El hijo, que se llamará Miles, será el tercero de la pareja, a añadir a los dos, Gregg, de 12 años, y Logan, de 10, fruto de una relación anterior de Thomas.
Lógicamente, la pregunta que se les ha hecho es si no temen que su hijo sufra por nacer en una familia tan atípica. Y ellos han encontrado la respuesta en su misma casa. "Hemos pensado en ello. Mi hijo Logan ha sido objeto de críticas y bromas, pero ahora él se defiende diciendo: 'Tal vez ustedes tengan problemas con mis dos padres, pero yo no, así que no me importa lo que digan'. Queremos mostrar al mundo que las familias trans pueden ser sanas y cariñosas", ha dicho Thomas.
Fuente: El País
Saturday, January 30, 2010
Los hijos de familias gay no tienen desventajas
Varios estudios aseguran que la homosexualidad “no se pega” ni afecta la salud emocional de los chicos; los hijos de estas parejas confirman que están orgullosos de sus papás o mamás
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Edmar tiene 20 años, estudia ingeniería en sistemas computacionales y tiene claro que es heterosexual; Ana Grabriel, de 14, ha rechazado propuestas de noviazgo con compañeras de la secundaria porque le atraen los chicos; Gala, de cinco, desarrolla con plenitud sus capacidades cognoscitivas y Anxélica, de ocho, es una de las alumnas con mejores calificaciones en su escuela.
Todos son hijos de familias diversas de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros (LGBT), donde a decir de especialistas, antes que desarrollar trastornos de personalidad como pudiera pasar con cualquier otro niño inmerso en una familia con padres heterosexuales, han aprendido a relacionarse con base en el amor, el respeto, el derecho, la tolerancia y la diversidad.
“No sólo hay familias de papá, mamá, hijos, hay con dos mamás, con una sola y también con dos papás”, es la respuesta que Gala cuando tenía tres años y medio a una niña en el parque, cuando ésta le dijo que era imposible que tuviera dos mamás: Ema Villanueva y Janice Alva, una de las cuatro familias alternativas entrevistadas por KIOSCO que hoy, más allá de la legislación, son una realidad.
El cálculo no es exacto. Siempre que se pretende dar una aproximación del número de hijos de parejas homoparentales, se cita la investigación para el grado de Maestría en la UAM de Sara Espinosa, titulada “Familias de elección: hogares conformados por madres lesbianas del año 2005”, donde considera que no sería exagerado hablar de un millón de hijos de homosexuales.
El análisis refiere que unos 10 millones de mexicanos son gays, lesbianas o bisexuales y que de éstos, al menos 10%tienen hijos.
Los estudios científicos
El debate en torno a las implicaciones que los niños pudieran tener por ser criados por padres homosexuales se avivó luego de que la líder del PAN en el DF, Mariana Gómez del Campo, asegurara que con la reciente legislación aprobada, que permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por estas parejas, se expone a los menores a padecer trastornos de personalidad y discriminación.
Un meta-análisis científico publicado por la Asociación Psicológica Americana (APA) titulado “Lesbian and Gay Parenting”, en el que se analizan más de 100 artículos de investigación al respecto realizados en Europa y EU, muestra que tanto los hijos e hijas biológicas como adoptados por homosexuales, no tienen problemas psicológicos o sociales que puedan atribuirse a la orientación sexual de sus padres y madres.
“No hay diferencias significativas ni en la moral, ni en las costumbres con los hijos e hijas de padres heterosexuales. Se confirmó una vez más que la homosexualidad no se pega”, dice el sexólogo David Barrios, director de Caleidoscopía, quien cita parte de las conclusiones de la investigación de la APA:
“Ni un solo estudio ha encontrado que los hijos de hombres y mujeres homosexuales tengan alguna desventaja si se les compara con hijos de parejas heterosexuales. La evidencia indica que el ambiente proporcionado en los hogares homosexuales es igual de eficaz que el de parejas heterosexuales al apoyar y permitir el desarrollo psicosocial de los menores”.
En el ámbito científico también existen voces que aseguran que esos niños, al estar en una sociedad predominantemente heterosexual, podrían sufrir discriminación y una crisis de identidad.
La neuropsicóloga Guillermina González y el antropólogo José Eduardo Tappan coinciden en que para enfrentar esta realidad, los niños tendrán que estar acompañados por psicólogos.
Una vida normal
El día a día supera a los planteamientos conservadores. Edmar se anima a hablar sin recato de los valores y educación que ha recibido por parte de su madre, Imelda Camargo, quien hace seis meses se separó de su pareja, Hyssel, tras cinco años.
“Yo supe que mi mamá era lesbiana a mis 10 años, nunca he ido a terapias para atender la falta de una figura paterna. Sé de tolerancia y diversidad, estoy abierto a posibilidades. También siento que los hijos de homosexuales podemos definir con mayor libertad y claridad nuestras preferencias sexuales a comparación de los hetero, pues ya conocemos desde dentro esta elección”, dice Edmar.
Imelda es parte del movimiento LGBT y de esa generación de lesbianas que buscaron una relación heterosexual para embarazarse y tener familia. A sus 30 años, cuando se lo había propuesto, tuvo a Edmar, quien, dice, extraña a Hyssel.
A Gala ya le tocó nacer en una época donde la opción de ser madre por inseminación artificial era posible. Sus mamás Ema (por biología) y Janice (por convicción) investigaron lo que representaba educar a un bebe en este entorno. “Somos madres de tiempo completo, damos prioridad a nuestra hija y cuando se puede nos dedicamos al trabajo”, dice Ema.
“Los hijos en las parejas homosexuales son muy deseados, por lo que la relación con ellos se basa en el amor y no en una imposición social”, dice Janice.
Las mamás de Gala reconocen que tienen cierta preocupación por el entorno de discriminación en el ámbito escolar. Pronto tendrán que enfrentar este entorno como siempre lo hacen: sin esconder su situación. Ema y Janice, quienes fundaron el Círculo de Familias Diversas, aseguran que la niña está respaldada psicológicamente para enfrentar un mundo donde todavía su familia es minoría.
“Gala ha explicado varias veces a gente en la calle la diversidad de familias que hay. Es una niña sana, plena, segura. Nunca le ha faltado la figura masculina porque convive con sus tíos, primos y amigos. No le enseñamos la existencia de roles específicos para las mujeres y los hombres”, explica Ema.
En entorno trans
En tanto, Anxélica le ayuda a su padre que es travesti llamada Anxélica Risco, a elegir la ropa de mujer que usará.
“Papá te ves guapísimo”, ha llegado a expresar Anxélica a su progenitor cuando esta caracterizado de mujer. La niña entiende que a su papá le gusta vestirse de mujer y defiende sus gustos ante sus compañeras de escuela.
“Una vez mi papá fue a recogerme a la escuela y sólo llevaba las uñas pintadas de negro. Alguien me preguntó que por qué lo hacía y sólo le regresé una pregunta: ¿tiene algo de malo que haga eso?”.
Anxélica (padre), fundador de Inteligencia Transgenérica y del grupo de Rock Neurotika, forma con su pareja Shantall y sus hijos Anxélica y Jassón una familia trans, en la que intenta inculcar el valor de la libertad. Dice abiertamente delante de su hija: “Ellos decidirán su preferencia sexual, si deciden ser bisexuales se divertirán 50% más”.
Opiniones encontradas
Verónica Rodríguez Correa es madre lesbiana de Ana Gabriel y Germán. La niña respeta la decisión de su madre y dice que puede hacer de su vida lo que desee y reconoce que lo que más le gusta de ella es la libertad que le da de actuar.
Hace unos meses, su pareja Miriam, con quien vivía desde 2005, se fue de la casa. Ella tenía dos hijos, que junto con los de Verónica formaban una familia.
Ana Gabriel, al igual que su madre, duda que dos hombres homosexuales puedan educar de la misma forma que las madres lesbianas. “Puede haber casos hasta de pederastia”, dice Verónica.
“Las diferencias que pudieran existir entre las madres lesbianas o padres gays tienen que ver más con los roles genéricos que en nuestra cultura se consideran propios de la masculinidad”, dice.
“La existencia de figuras significativas de ambos géneros alrededor de estas familias brinda a los pequeños ejemplos prácticos de los modelajes sociales comunes en nuestra cultura. Ello refuta la falsa idea de que en la pareja homosexual no existe el referente de identificación acerca de los dos géneros que caracterizan a toda cultura”.
La homofobia
Mientras, la discriminación, que es la que causa el daño a los menores, avanza a la par de la lucha por derechos como el de la adopción. Hoy la comunidad LGBT identifica que la homofobia ha adoptado características modernas “simbólicas y sutiles”, no es agresiva, pero tiene un mismo fin.
“Se define como homofobia aversiva la que suaviza los signos de discriminación hacia homosexuales, tolera ciertos derechos sociales no reconocidos anteriormente, pero no acepta la igualdad y normalización de la vida de las personas LGTB. Señala que la mayoría de los heterosexuales apoyan la protección de los derechos de gays y lesbianas pero manifiestan mayor oposición a su capacidad como padres, aspecto que denominamos homoparentofobia”.
La homoparentofobia, definida por los especialistas de origen español María Dolores Frías Navarro, Juan Pascual Llobell y Héctor Monterde Bort, implica el miedo a que un niño sea educado por pareja del mismo sexo, al resaltar la aparición de problemas psicológicos, sociales y de género.
David Barrios asegura que la variable psicológica más importante en la crianza y vida familiar de hijos e hijas, no es la orientación sexual de quienes fungen como padres (biológicos o adoptivos), sino el amor, dedicación y responsabilidad con los que son atendidos y cuidados. “Hay personas heterosexuales que son pésimos padres o madres”, dice.
Para Paulina Millán, del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) y la socióloga Amparo Ruiz del Castillo, la solución no está en el impedimento de adoptar o tener hijos, sino en terminar con la discriminación. “Ya hay parejas de hombres y mujeres que crían niños, con la ley lo único que sucederá es regularizar este tipo de uniones y otorgar protección jurídica a esas familias”, dice.
El debate sigue y Gala no entiende por qué hay gente que se opone a que sea feliz con sus mamás. Ema cuenta que cuando la niña ve la bandera con los colores del arcoiris , dice: “Mira mami, ellos también están luchando”. Fuente: El Universal
Todos son hijos de familias diversas de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros (LGBT), donde a decir de especialistas, antes que desarrollar trastornos de personalidad como pudiera pasar con cualquier otro niño inmerso en una familia con padres heterosexuales, han aprendido a relacionarse con base en el amor, el respeto, el derecho, la tolerancia y la diversidad.
“No sólo hay familias de papá, mamá, hijos, hay con dos mamás, con una sola y también con dos papás”, es la respuesta que Gala cuando tenía tres años y medio a una niña en el parque, cuando ésta le dijo que era imposible que tuviera dos mamás: Ema Villanueva y Janice Alva, una de las cuatro familias alternativas entrevistadas por KIOSCO que hoy, más allá de la legislación, son una realidad.
El cálculo no es exacto. Siempre que se pretende dar una aproximación del número de hijos de parejas homoparentales, se cita la investigación para el grado de Maestría en la UAM de Sara Espinosa, titulada “Familias de elección: hogares conformados por madres lesbianas del año 2005”, donde considera que no sería exagerado hablar de un millón de hijos de homosexuales.
El análisis refiere que unos 10 millones de mexicanos son gays, lesbianas o bisexuales y que de éstos, al menos 10%tienen hijos.
Los estudios científicos
El debate en torno a las implicaciones que los niños pudieran tener por ser criados por padres homosexuales se avivó luego de que la líder del PAN en el DF, Mariana Gómez del Campo, asegurara que con la reciente legislación aprobada, que permitirá el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por estas parejas, se expone a los menores a padecer trastornos de personalidad y discriminación.
Un meta-análisis científico publicado por la Asociación Psicológica Americana (APA) titulado “Lesbian and Gay Parenting”, en el que se analizan más de 100 artículos de investigación al respecto realizados en Europa y EU, muestra que tanto los hijos e hijas biológicas como adoptados por homosexuales, no tienen problemas psicológicos o sociales que puedan atribuirse a la orientación sexual de sus padres y madres.
“No hay diferencias significativas ni en la moral, ni en las costumbres con los hijos e hijas de padres heterosexuales. Se confirmó una vez más que la homosexualidad no se pega”, dice el sexólogo David Barrios, director de Caleidoscopía, quien cita parte de las conclusiones de la investigación de la APA:
“Ni un solo estudio ha encontrado que los hijos de hombres y mujeres homosexuales tengan alguna desventaja si se les compara con hijos de parejas heterosexuales. La evidencia indica que el ambiente proporcionado en los hogares homosexuales es igual de eficaz que el de parejas heterosexuales al apoyar y permitir el desarrollo psicosocial de los menores”.
En el ámbito científico también existen voces que aseguran que esos niños, al estar en una sociedad predominantemente heterosexual, podrían sufrir discriminación y una crisis de identidad.
La neuropsicóloga Guillermina González y el antropólogo José Eduardo Tappan coinciden en que para enfrentar esta realidad, los niños tendrán que estar acompañados por psicólogos.
Una vida normal
El día a día supera a los planteamientos conservadores. Edmar se anima a hablar sin recato de los valores y educación que ha recibido por parte de su madre, Imelda Camargo, quien hace seis meses se separó de su pareja, Hyssel, tras cinco años.
“Yo supe que mi mamá era lesbiana a mis 10 años, nunca he ido a terapias para atender la falta de una figura paterna. Sé de tolerancia y diversidad, estoy abierto a posibilidades. También siento que los hijos de homosexuales podemos definir con mayor libertad y claridad nuestras preferencias sexuales a comparación de los hetero, pues ya conocemos desde dentro esta elección”, dice Edmar.
Imelda es parte del movimiento LGBT y de esa generación de lesbianas que buscaron una relación heterosexual para embarazarse y tener familia. A sus 30 años, cuando se lo había propuesto, tuvo a Edmar, quien, dice, extraña a Hyssel.
A Gala ya le tocó nacer en una época donde la opción de ser madre por inseminación artificial era posible. Sus mamás Ema (por biología) y Janice (por convicción) investigaron lo que representaba educar a un bebe en este entorno. “Somos madres de tiempo completo, damos prioridad a nuestra hija y cuando se puede nos dedicamos al trabajo”, dice Ema.
“Los hijos en las parejas homosexuales son muy deseados, por lo que la relación con ellos se basa en el amor y no en una imposición social”, dice Janice.
Las mamás de Gala reconocen que tienen cierta preocupación por el entorno de discriminación en el ámbito escolar. Pronto tendrán que enfrentar este entorno como siempre lo hacen: sin esconder su situación. Ema y Janice, quienes fundaron el Círculo de Familias Diversas, aseguran que la niña está respaldada psicológicamente para enfrentar un mundo donde todavía su familia es minoría.
“Gala ha explicado varias veces a gente en la calle la diversidad de familias que hay. Es una niña sana, plena, segura. Nunca le ha faltado la figura masculina porque convive con sus tíos, primos y amigos. No le enseñamos la existencia de roles específicos para las mujeres y los hombres”, explica Ema.
En entorno trans
En tanto, Anxélica le ayuda a su padre que es travesti llamada Anxélica Risco, a elegir la ropa de mujer que usará.
“Papá te ves guapísimo”, ha llegado a expresar Anxélica a su progenitor cuando esta caracterizado de mujer. La niña entiende que a su papá le gusta vestirse de mujer y defiende sus gustos ante sus compañeras de escuela.
“Una vez mi papá fue a recogerme a la escuela y sólo llevaba las uñas pintadas de negro. Alguien me preguntó que por qué lo hacía y sólo le regresé una pregunta: ¿tiene algo de malo que haga eso?”.
Anxélica (padre), fundador de Inteligencia Transgenérica y del grupo de Rock Neurotika, forma con su pareja Shantall y sus hijos Anxélica y Jassón una familia trans, en la que intenta inculcar el valor de la libertad. Dice abiertamente delante de su hija: “Ellos decidirán su preferencia sexual, si deciden ser bisexuales se divertirán 50% más”.
Opiniones encontradas
Verónica Rodríguez Correa es madre lesbiana de Ana Gabriel y Germán. La niña respeta la decisión de su madre y dice que puede hacer de su vida lo que desee y reconoce que lo que más le gusta de ella es la libertad que le da de actuar.
Hace unos meses, su pareja Miriam, con quien vivía desde 2005, se fue de la casa. Ella tenía dos hijos, que junto con los de Verónica formaban una familia.
Ana Gabriel, al igual que su madre, duda que dos hombres homosexuales puedan educar de la misma forma que las madres lesbianas. “Puede haber casos hasta de pederastia”, dice Verónica.
“Las diferencias que pudieran existir entre las madres lesbianas o padres gays tienen que ver más con los roles genéricos que en nuestra cultura se consideran propios de la masculinidad”, dice.
“La existencia de figuras significativas de ambos géneros alrededor de estas familias brinda a los pequeños ejemplos prácticos de los modelajes sociales comunes en nuestra cultura. Ello refuta la falsa idea de que en la pareja homosexual no existe el referente de identificación acerca de los dos géneros que caracterizan a toda cultura”.
La homofobia
Mientras, la discriminación, que es la que causa el daño a los menores, avanza a la par de la lucha por derechos como el de la adopción. Hoy la comunidad LGBT identifica que la homofobia ha adoptado características modernas “simbólicas y sutiles”, no es agresiva, pero tiene un mismo fin.
“Se define como homofobia aversiva la que suaviza los signos de discriminación hacia homosexuales, tolera ciertos derechos sociales no reconocidos anteriormente, pero no acepta la igualdad y normalización de la vida de las personas LGTB. Señala que la mayoría de los heterosexuales apoyan la protección de los derechos de gays y lesbianas pero manifiestan mayor oposición a su capacidad como padres, aspecto que denominamos homoparentofobia”.
La homoparentofobia, definida por los especialistas de origen español María Dolores Frías Navarro, Juan Pascual Llobell y Héctor Monterde Bort, implica el miedo a que un niño sea educado por pareja del mismo sexo, al resaltar la aparición de problemas psicológicos, sociales y de género.
David Barrios asegura que la variable psicológica más importante en la crianza y vida familiar de hijos e hijas, no es la orientación sexual de quienes fungen como padres (biológicos o adoptivos), sino el amor, dedicación y responsabilidad con los que son atendidos y cuidados. “Hay personas heterosexuales que son pésimos padres o madres”, dice.
Para Paulina Millán, del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) y la socióloga Amparo Ruiz del Castillo, la solución no está en el impedimento de adoptar o tener hijos, sino en terminar con la discriminación. “Ya hay parejas de hombres y mujeres que crían niños, con la ley lo único que sucederá es regularizar este tipo de uniones y otorgar protección jurídica a esas familias”, dice.
El debate sigue y Gala no entiende por qué hay gente que se opone a que sea feliz con sus mamás. Ema cuenta que cuando la niña ve la bandera con los colores del arcoiris , dice: “Mira mami, ellos también están luchando”. Fuente: El Universal
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Friday, January 29, 2010
Primer beso 'gay' en una película de Bollywood
a industria cinematográfica más prolífica del mundo, Bollywood, va a abordar en una de sus próximas películas, uno de sus tabúes en la gran pantalla: un beso gay. Si difícil es ver en una película hecha en esta factoría un beso entre un hombre y una mujer, lo que viene será un hito más social que cinematográfico.
Meses antes de que 'Dunno Y... Na Jaane Kyun' llegue a los cines, ya es conocida como "la respuesta de India a 'Brokeback Mountain'". La película, que promete romper ciertos esquemas y que contará la historia de una "seria" y sexualmente explícita, relación entre dos hombres, llega meses después de que la Alta Corte de Delhi retirara la ley que proscribía la homosexualidad, según publica 'The Times'.
Uno de los protagonistas es Kapil Sharma, un actor que, en su debú cinematográfico, hace de un aspirante a modelo homosexual que se ve forzado a comprometer su moral para llegar más lejos en su carrera. El director de la película, Anil Sharma, es uno de los más conocidos en Bollywood, cuya última oferta, 'Veer', fue un éxito de acción y aventura.
Poco más detalles se conocen del proyecto, cuya premier tiene que ser en mayo, pero los carteles promocionales muestran a dos jóvenes medio desnudos en un apasionado abrazo que ya ha avivado la polémica.
Activistas del movimiento gay dicen que están preparados para la reacción de los sectores más conservadores y religiosos, mucho de los cuales se oponen a la revocación del apartado 377 del Código Penal Indio, donde se unía la homosexualidad a la pedofilia o crímenes contra natura, punibles con más de 10 años de prisión.
Feliz con el papel
Sharma ha insistido en que su papel es un retrato realístico y que la cinematografía india ha madurado lo suficiente como para tratar con este tipo de argumentos, que van más allá de los típicos romances de Bollywood.
"Lo único en lo que yo tenía especial interés era en que el personaje no tenía que ser trasmitido como una caricatura o como un burla y sinceramente estoy realmente feliz con lo que se ha hecho".
Mientras tanto, los activistas de los derechos de los homosexuales insisten en que hay que esperar a ver la película antes de juzgarla. "Sólo por tener a dos gays en pantalla no quiere decir que vaya a representar una relación homosexual". "Sería decepcionante descubrir que el héroe compromete su moral por tener una relación con un hombre", explica Gautam Bhan, uno de los activistas, quienes confían en que Bollywood pueda jugar un papel importante en el cambio social de actitudes.
Fuente: El Mundo
a industria cinematográfica más prolífica del mundo, Bollywood, va a abordar en una de sus próximas películas, uno de sus tabúes en la gran pantalla: un beso gay. Si difícil es ver en una película hecha en esta factoría un beso entre un hombre y una mujer, lo que viene será un hito más social que cinematográfico.
Meses antes de que 'Dunno Y... Na Jaane Kyun' llegue a los cines, ya es conocida como "la respuesta de India a 'Brokeback Mountain'". La película, que promete romper ciertos esquemas y que contará la historia de una "seria" y sexualmente explícita, relación entre dos hombres, llega meses después de que la Alta Corte de Delhi retirara la ley que proscribía la homosexualidad, según publica 'The Times'.
Uno de los protagonistas es Kapil Sharma, un actor que, en su debú cinematográfico, hace de un aspirante a modelo homosexual que se ve forzado a comprometer su moral para llegar más lejos en su carrera. El director de la película, Anil Sharma, es uno de los más conocidos en Bollywood, cuya última oferta, 'Veer', fue un éxito de acción y aventura.
Poco más detalles se conocen del proyecto, cuya premier tiene que ser en mayo, pero los carteles promocionales muestran a dos jóvenes medio desnudos en un apasionado abrazo que ya ha avivado la polémica.
Activistas del movimiento gay dicen que están preparados para la reacción de los sectores más conservadores y religiosos, mucho de los cuales se oponen a la revocación del apartado 377 del Código Penal Indio, donde se unía la homosexualidad a la pedofilia o crímenes contra natura, punibles con más de 10 años de prisión.
Feliz con el papel
Sharma ha insistido en que su papel es un retrato realístico y que la cinematografía india ha madurado lo suficiente como para tratar con este tipo de argumentos, que van más allá de los típicos romances de Bollywood.
"Lo único en lo que yo tenía especial interés era en que el personaje no tenía que ser trasmitido como una caricatura o como un burla y sinceramente estoy realmente feliz con lo que se ha hecho".
Mientras tanto, los activistas de los derechos de los homosexuales insisten en que hay que esperar a ver la película antes de juzgarla. "Sólo por tener a dos gays en pantalla no quiere decir que vaya a representar una relación homosexual". "Sería decepcionante descubrir que el héroe compromete su moral por tener una relación con un hombre", explica Gautam Bhan, uno de los activistas, quienes confían en que Bollywood pueda jugar un papel importante en el cambio social de actitudes.
Fuente: El Mundo
Thursday, January 28, 2010
Las mentiras de la homofobia
POR CARLOS LORET DE MOLA
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1.- "Se aprobó una ley que permite a los homosexuales adoptar".
En realidad, la ley siempre lo ha permitido. Los diputados querían introducir una prohibición, pero al final la retiraron, por lo que las disposiciones sobre adopción quedaron tal como estaban: ser homosexual no es impedimento expreso para adoptar y nunca lo ha sido.
No se puede exigir tolerancia pretendiendo silenciar a alguien por emitir su opinión, por equivocada y desaforada que pueda parecer, particularmente en un tema que no logra consensos morales ciudadanos y cuando ni siquiera la ciencia médica ha podido descifrar qué genera que alguien sea gay. La Constitución protege la libertad de expresarse.
3.- "La libertad de expresión ampara cualquier opinión".
Todos tenemos derecho a decir que estamos a favor o en contra de la polémica ley. A lo que no tenemos derecho, especialmente los comunicadores, es a promover la discriminación contra cualquier grupo: el artículo noveno de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación prohíbe en su artículo 9 toda forma de discriminación, y en su inciso XV explica: "Ofender, ridiculizar o promover la violencia basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra". Es ley.
4.- "La Iglesia es perseguida por oponerse al matrimonio y adopción de homosexuales".
La jerarquía católica —y de cualquier otra religión— tiene derecho a disentir y ningún Gobierno o partido tiene facultades para exigir que se le censure. A lo que no tienen derecho los religiosos es a discriminar, ni a pretender imponer a todos los ciudadanos sus creencias, mucho menos inducir el voto con esa base, porque estarían violando las leyes electorales.
5.- "El matrimonio es una institución para procrear y formar una familia".
El matrimonio es un contrato civil entre dos personas y no tiene nada que ver con la procreación. Un matrimonio que decide no tener hijos no viola ninguna ley u ordenamiento y por supuesto no se convierte en nulo. El matrimonio religioso es otra historia que nada tiene que ver en estas iniciativas.
6.- "La opinión de la mayoría debe prevalecer a la hora de legislar".
Las leyes deben preservar los derechos de las minorías, y una idea no es correcta sólo por ser avalada por una mayoría, porque entonces no quedaría más que aplaudir el juicio contra Galileo por afirmar que la Tierra era redonda, cuando todos estaban seguros de que era plana.
En síntesis, una miradita a las leyes que nos rigen podría servir para atenuar un debate en un país que no requiere más polarización. Y si no nos gustan las leyes, pues a respetarlas en lo que se cambian. Fuente: El Informador
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Wednesday, January 27, 2010
Modernidad y matrimonios del mismo sexo
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Desde la Revolución francesa, el matrimonio dejó de ser concebido como un sacramento para transformarse en un contrato (o, si se quiere, en una institución) del derecho civil. Si, en el ámbito canónico, la diferencia de sexos es consubstancial a la unión pues el matrimonio conlleva la finalidad reproductiva, en el ámbito civil, en cambio, lo que resulta particularmente relevante es la voluntad de los contrayentes.
De ese modo, una vez producida la secularización de las nupcias, la consumación (como fusión de dos carnes) propia dell sacramento religioso es substituida por el consentimiento (como unión de dos voluntades) propio de la ley civil. Siendo el acuerdo de voluntades, y no la copula carnalis, lo que hace a la esencia del matrimonio, la conditio sine qua non de su existencia no puede continuar siendo la diferencia de sexos de los contrayentes. Recuérdese además que para la ley civil ni el proyecto reproductivo ni la fertilidad de los consortes constituye un requisito para contraer matrimonio. Los estériles, las mujeres menopáusicas o simplemente aquellos que no desean tener hijos nunca se vieron privados del derecho matrimonial.
Si la apertura del casamiento a las parejas del mismo sexo suscita todavía reacciones negativas, es porque al hablar de matrimonio muchos de los opositores hacen referencia no tanto a la dimensión civilista de dicho instituto sino a su pasado sacramental. De alguna manera vuelve a repetirse la querella entre Antiguos y Modernos y si los términos de la misma se renuevan en cuanto a la forma, las cuestiones de fondo persisten.
Es en ese sentido que propongo leer la actualidad jurídico-política del “matrimonio gay”. Vale decir como una profundización del derecho moderno fundado en la libre elección del estado civil (soltero o casado) y en la voluntad abstracta de los contrayentes. Esta profundización de la visión moderna de los lazos familiares se produce tanto a nivel de la vida de la pareja como de la filiación.
Desde la Revolución francesa, el matrimonio dejó de ser concebido como un sacramento para transformarse en un contrato (o, si se quiere, en una institución) del derecho civil. Si, en el ámbito canónico, la diferencia de sexos es consubstancial a la unión pues el matrimonio conlleva la finalidad reproductiva, en el ámbito civil, en cambio, lo que resulta particularmente relevante es la voluntad de los contrayentes.
De ese modo, una vez producida la secularización de las nupcias, la consumación (como fusión de dos carnes) propia dell sacramento religioso es substituida por el consentimiento (como unión de dos voluntades) propio de la ley civil. Siendo el acuerdo de voluntades, y no la copula carnalis, lo que hace a la esencia del matrimonio, la conditio sine qua non de su existencia no puede continuar siendo la diferencia de sexos de los contrayentes. Recuérdese además que para la ley civil ni el proyecto reproductivo ni la fertilidad de los consortes constituye un requisito para contraer matrimonio. Los estériles, las mujeres menopáusicas o simplemente aquellos que no desean tener hijos nunca se vieron privados del derecho matrimonial.
Si la apertura del casamiento a las parejas del mismo sexo suscita todavía reacciones negativas, es porque al hablar de matrimonio muchos de los opositores hacen referencia no tanto a la dimensión civilista de dicho instituto sino a su pasado sacramental. De alguna manera vuelve a repetirse la querella entre Antiguos y Modernos y si los términos de la misma se renuevan en cuanto a la forma, las cuestiones de fondo persisten.
Es en ese sentido que propongo leer la actualidad jurídico-política del “matrimonio gay”. Vale decir como una profundización del derecho moderno fundado en la libre elección del estado civil (soltero o casado) y en la voluntad abstracta de los contrayentes. Esta profundización de la visión moderna de los lazos familiares se produce tanto a nivel de la vida de la pareja como de la filiación.
Igualdad radical de los cónyuges
El matrimonio gay se inscribe en la historia del largo proceso de democratización del matrimonio occidental. Despojado de su naturaleza religiosa, el matrimonio laico basa su legitimidad en la voluntad recíproca de las partes. De acuerdo con la concepción civil, la alianza se funda exclusivamente en la libertad de los contrayentes. El derecho moderno pone fin de ese modo a la consumación e instaura el consentimiento como causa y legitimación de la unión.
La dimensión contractual es así valorizada. La elección individual es el elemento principal del contrato. El derecho sólo tiene que garantizar dicha libertad contractual. Aceptado esto, resulta evidente que las características del co-contratante, por ejemplo su aspecto físico, su renta anual, sus creencias religiosas, su sexo o su orientación sexual, si bien pueden ser esenciales en la elección particular resultan irrelevantes del punto de vista jurídico, siempre que el contrato no se encuentre viciado. Todo individuo debe tener derecho a escoger su estado civil, imponer la soltería a una parte de la sociedad es contrario a los valores del Estado de derecho.
Además, el matrimonio entre personas del mismo sexo termina con la visión del contrato implícito de género, afirmando así la igualdad radical de los cónyuges. En el matrimonio tradicional cada uno ocupaba un lugar en función de su sexo: al hombre el gobierno de la familia y a la mujer su administración doméstica. Si el movimiento feminista puso fin a dicho “contrato de género” denunciado como la perpetuación de la desigualdad social y política, el movimiento lésbico y gay radicaliza dicha evolución pues rompe con la base misma de la diferencia de sexos como constitutiva del contrato.
Por eso el nuevo código civil español no habla ya de “marido” y “mujer”, denominaciones de tipo residual que hacen referencia a la especificidad de las funciones masculinas y femeninas, sino de “cónyuges” o “consortes”, terminología más adecuada con la exigencia de igualdad entre las partes ya que los derechos y obligaciones no están determinados por el sexo de los contrayentes.
La dimensión contractual es así valorizada. La elección individual es el elemento principal del contrato. El derecho sólo tiene que garantizar dicha libertad contractual. Aceptado esto, resulta evidente que las características del co-contratante, por ejemplo su aspecto físico, su renta anual, sus creencias religiosas, su sexo o su orientación sexual, si bien pueden ser esenciales en la elección particular resultan irrelevantes del punto de vista jurídico, siempre que el contrato no se encuentre viciado. Todo individuo debe tener derecho a escoger su estado civil, imponer la soltería a una parte de la sociedad es contrario a los valores del Estado de derecho.
Además, el matrimonio entre personas del mismo sexo termina con la visión del contrato implícito de género, afirmando así la igualdad radical de los cónyuges. En el matrimonio tradicional cada uno ocupaba un lugar en función de su sexo: al hombre el gobierno de la familia y a la mujer su administración doméstica. Si el movimiento feminista puso fin a dicho “contrato de género” denunciado como la perpetuación de la desigualdad social y política, el movimiento lésbico y gay radicaliza dicha evolución pues rompe con la base misma de la diferencia de sexos como constitutiva del contrato.
Por eso el nuevo código civil español no habla ya de “marido” y “mujer”, denominaciones de tipo residual que hacen referencia a la especificidad de las funciones masculinas y femeninas, sino de “cónyuges” o “consortes”, terminología más adecuada con la exigencia de igualdad entre las partes ya que los derechos y obligaciones no están determinados por el sexo de los contrayentes.
Homoparentalidad y filiación
La apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo no sólo profundiza la modernidad de la alianza sino también la de la filiación. Que las parejas homosexuales puedan no sólo adoptar niños o acceder a la reproducción asistida, sino también gozar de la presunción de paternidad, significa asumir la diferencia capital entre reproducción y filiación. Es evidente que para que haya reproducción biológica es preciso el encuentro de un espermatozoide y un óvulo, pero para que exista filiación es necesaria otra cosa. Sucede a menudo que lo biológico y lo cultural coinciden pero muchas otras veces esto no es así, baste con recordar que la adopción es una forma plena y total de filiación que nada tiene que ver con realidad biológica alguna. Si, en oposición al derecho romano y durante toda la Edad Media, la Iglesia prohibió la adopción, fue precisamente porque para ella sólo la realidad biológica (naturalismo) podía fundar la filiación.
La homoparentalidad rompe también con el orden implícito de lo masculino relacionado con la producción y lo femenino con la reproducción. La paternidad y la maternidad no son más que funciones intercambiables ejercidas por individuos. Desde los años 1970 los principales códigos establecen los mismos derechos y obligaciones para los progenitores (biológicos o sociales).
Si el movimiento feminista permitió la disociación entre sexualidad y reproducción, el movimiento LGBT radicaliza la ruptura entre reproducción y filiación. Así, ya no es la capacidad reproductiva (biológico-glandular) lo que funda la filiación jurídica sino la voluntad individual y/o compartida en el marco de un proyecto parental. Esto resulta patente en la presunción de paternidad en el seno de parejas homosexuales. Ya no se puede fingir. Las uniones del mismo sexo nos obligan a asumir un sistema de filiación fundado exclusivamente en la voluntad.
La homoparentalidad rompe también con el orden implícito de lo masculino relacionado con la producción y lo femenino con la reproducción. La paternidad y la maternidad no son más que funciones intercambiables ejercidas por individuos. Desde los años 1970 los principales códigos establecen los mismos derechos y obligaciones para los progenitores (biológicos o sociales).
Si el movimiento feminista permitió la disociación entre sexualidad y reproducción, el movimiento LGBT radicaliza la ruptura entre reproducción y filiación. Así, ya no es la capacidad reproductiva (biológico-glandular) lo que funda la filiación jurídica sino la voluntad individual y/o compartida en el marco de un proyecto parental. Esto resulta patente en la presunción de paternidad en el seno de parejas homosexuales. Ya no se puede fingir. Las uniones del mismo sexo nos obligan a asumir un sistema de filiación fundado exclusivamente en la voluntad.
Camino a la modernidad
El fin del monopolio sacramental, la afirmación de la unión civil de naturaleza laica, la igualdad de los cónyuges, la reglamentación del divorcio, la filiación adoptiva, la patria potestad compartida, la autorización de métodos contraceptivos en el seno de la unión matrimonial, son algunas de las otras características del matrimonio civil, evoluciones a las cuales se han sistemáticamente opuesto los defensores de la visión residual de tipo canónico-sacramental.
El nuevo matrimonio rinde homenaje a la modernidad también por la abolición de la jerarquías y de los privilegios de las sexualidades (heterosexual/homosexual) que el matrimonio heterosexual llevaba aparejado. La unión entre personas del mismo sexo radicaliza también la laicidad pues obliga al instituto civil del matrimonio a disociarse completamente del antiguo instituto canónico del sacramento.
La apertura del derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo nos obliga a asumir sin cortapisas los principios jurídicos de la modernidad en materia de derecho de la familia. De ahora en adelante no podemos seguir pretendiendo que las instituciones familiares están fundadas en un orden natural que trasciende la voluntad individual.
Los argumentos que se utilizan contra la igualdad para las parejas homosexuales no son novedosos, se han usado contra los matrimonios interraciales, contra la libre disposición del cuerpo por las mujeres, contra el sufragio universal, contra el Estado de bienestar... Todas estas evoluciones fueron también consideradas por los conservadores como situaciones apocalípticas. Pero solamente los conservadores tienen un miedo irracional de la modernidad.
Habermas define a la modernidad como un proyecto inacabado, una asignatura todavía pendiente, con un gran potencial utópico. Hoy día, la lucha del movimiento LGBT aporta una contribución capital a la realización de dicho proyecto. Daniel Borillo - Fuente: Letra S - La Jornada
El nuevo matrimonio rinde homenaje a la modernidad también por la abolición de la jerarquías y de los privilegios de las sexualidades (heterosexual/homosexual) que el matrimonio heterosexual llevaba aparejado. La unión entre personas del mismo sexo radicaliza también la laicidad pues obliga al instituto civil del matrimonio a disociarse completamente del antiguo instituto canónico del sacramento.
La apertura del derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo nos obliga a asumir sin cortapisas los principios jurídicos de la modernidad en materia de derecho de la familia. De ahora en adelante no podemos seguir pretendiendo que las instituciones familiares están fundadas en un orden natural que trasciende la voluntad individual.
Los argumentos que se utilizan contra la igualdad para las parejas homosexuales no son novedosos, se han usado contra los matrimonios interraciales, contra la libre disposición del cuerpo por las mujeres, contra el sufragio universal, contra el Estado de bienestar... Todas estas evoluciones fueron también consideradas por los conservadores como situaciones apocalípticas. Pero solamente los conservadores tienen un miedo irracional de la modernidad.
Habermas define a la modernidad como un proyecto inacabado, una asignatura todavía pendiente, con un gran potencial utópico. Hoy día, la lucha del movimiento LGBT aporta una contribución capital a la realización de dicho proyecto. Daniel Borillo - Fuente: Letra S - La Jornada
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Tuesday, January 26, 2010
Quiero mi sexo
"¿Se me nota el bultete?". Álex se está arreglando. Después de la sesión de maquillaje y planchado de melena vienen las piruetas para embutirse los leggins. Ni una arruga. Ni un gramo de grasa. Ni rastro de celulitis. Las cosas como son: con su metro ochenta, su tipazo y la insolencia de sus 20 años, Alexandra Rubio es un pibón. El bulto que le preocupa debe de estar a buen recaudo. Álex estudia en la Escuela de Arte y Diseño de Valencia. Su talento para el dibujo fue decisivo para que sus padres, una modista y un albañil de Hellín (Albacete), accedieran a costearle la carrera fuera de casa. Hoy se muda a esta corrala de Benimaclet. Está que se sale. Eufórica por la novedad y baldada por el traslado. Una montaña rusa emocional. Una balsa de aceite comparada con la travesía en la que se ha embarcado.
Alexandra es una mujer transexual. Tiene disforia de género, un síndrome identificado en el DSM IV y el ICD-10, los catálogos de enfermedades por los que se rigen los facultativos del mundo. Los investigadores aún no saben cómo ni por qué. Pero ocurre. Alexandra nació con pene, testículos -el bultete que camufla entre sus piernas- y el cromosoma masculino XY en su cariotipo. Todo un hombre, el mayor de tres hermanos. Pero su sexo biológico y psicológico no coinciden. En sus pensamientos y en sus sentimientos, siempre fue mujer. Ahora acaba de emprender el viaje sin retorno para, además, parecerlo. Su proceso de reasignación de sexo.
Álex se considera mujer desde que recuerda, pero ya era una adulta de 19 años cuando, después de un proceso de asimilación e investigación personal -"Internet fue mi guía: lo miré todo, lo leí todo, lo pregunté todo"-, se plantó en la consulta de Felipe Hurtado. Otras, y otros, no esperan tanto. Hurtado, psicólogo, es quien diagnostica a los pacientes de la Unidad de Atención a la Transexualidad en la sanidad pública valenciana. De las 120 personas que trata, 10 son menores. Chavales que acudieron a consulta y confesaron el mismo sinvivir. Un conflicto total entre mente y cuerpo. Chicos con genitales masculinos que se sienten mujeres. Chicas con mamas y vagina que se ven hombres hechos y derechos. Criaturas en pleno desarrollo que asisten con horror a la eclosión de sus caracteres sexuales. Unos atributos que no reconocen y llegan a aborrecer hasta el punto de ansiar librarse de ellos. Cueste lo que cueste. Duela lo que duela.
Son adolescentes y jóvenes transexuales. Sí, existen. La cátedra de Transexualidad de la Universidad Libre de Ámsterdam, santuario de los especialistas, habla de un diagnóstico cada 11.900 varones y uno cada 30.400 mujeres. Los nuevos transexuales no son ni más ni menos que antes, pero presentan diferencias respecto a las generaciones anteriores. Disponen de toda la información sobre su síndrome -la relevante, la accesoria y la basura- a un clic de ratón. Cuentan con un grado de apoyo familiar inaudito hace años. Y gozan de derechos adquiridos, posibilidades por las que los mayores pelearon y ellos dan por supuestas. La Ley de Identidad de Género de 2006 permite cambiar de nombre y sexo en el Registro sin tener que acreditar cirugía de reasignación sexual. Y el Catálogo 2006 de Sanidad acepta de hecho, al no excluirla, la atención a las personas transexuales en el Sistema Nacional de Salud.
Algunos de estos chavales no entran siquiera en ningún armario. En cuanto le ponen nombre a lo que les sucede, o antes, cuentan su malestar en casa y piden ayuda a los suyos. Y a quien haga falta. Una chica de 16 años de Barcelona, nacida varón, se sometió en diciembre a una operación para convertir en femeninos sus genitales viriles. Se trata del primer caso de cambio de sexo de un menor en España y uno de los pocos en el mundo. La muchacha puso una demanda judicial para no tener que esperar a la mayoría de edad, y el juez, tras oír a los médicos, dictó a su favor. La adolescente -llamémosla X- cuenta con el apoyo de sus padres. En muchos casos son los propios progenitores quienes llevan a sus hijos al médico al notar algo raro. Cada vez más, cada vez antes. Hace poco, el psicólogo Hurtado vio en consulta a una niña de cuatro años con sus papás alarmados por la querencia de la cría a adoptar roles y juegos masculinos y orinar de pie.
Alexandra ha invitado a desayunar a sus íntimos. Una panda en la que predominan las pintas oscuras, entre Crepúsculo y Tim Burton. Quizá por el talante liberal de su especialidad, Álex no ha sentido rechazo en su facultad. Ni en casa. Un día dio un paso más en la imagen andrógina que cultiva desde niña y fue a clase con falda. Esa noche se lo había contado a su madre por teléfono. "No fue una gran sorpresa para nadie. Me apoyan y me quieren. Era Álex y soy Álex. Han vivido mi cambio en directo". Sus amigos saben que las tres píldoras que toma con el café -un Androcur y dos Meriestra- son parte del peaje que tiene que pagar para parecer por fuera tan femenina como por dentro. Es el tratamiento hormonal cruzado. El Androcur bloquea su testosterona y el Meriestra le proporciona estrógenos para ir adaptando su cuerpo a su mente.
Álex está siguiendo paso a paso el protocolo de actuación establecido en 1979 por la Asociación Harry Benjamin de Disforia de Género, la biblia de los profesionales de la transexualidad. Hurtado la sometió a nueve meses de entrevistas y pruebas clínicas antes de diagnosticarla como idónea para el proceso de reasignación de sexo. Las pastillas -prescritas por el endocrinólogo de la unidad- son la primera etapa de esa carrera de fondo. Sólo tras dos años de terapia y de probar que va por la vida como mujer aunque tenga "paquetico" -el test de la vida real- podrá ponerse en manos de los cirujanos para terminar de feminizar el cuerpo masculino con el que nació. Pero eso ya se verá. "Es una operación complicada y no quiero arriesgarme a perder el placer sexual", dice la interesada, "por ahora estoy bien así".
Sólo lleva tres meses hormonándose y ya se encuentra "más hecha, más yo". "Las pastillas son la bomba", constata. Y enseña una sesión de desnudos que se hizo al iniciar el tratamiento "para ver el antes y el después". Es cierto. Se la ve más mujer. Se le está cayendo el poco vello que tenía. Las caderas se le redondean. Y confiesa sufrir gozosamente ciertos pinchazos en el pecho con resultados tangibles. "Me están saliendo teticas, mira", dice subiéndose la camiseta de "I love zombies" para mostrar los dos bultitos que le brotan en el torso. A este paso, pronto dejará de usar sostenes con relleno.
A Lucía, sin embargo, le comen las prisas. Hace unos meses que su madre le deja llevar sujetador con gel. "Una 80-85, discretitas, ¿a que parecen de verdad?", inquiere señalando la delantera que remata su andrógina silueta. Lucía no desea ser reconocida, pero cuenta su historia sentada con su madre en la trastienda del negocio familiar en Valencia. Una madre separada y su hija adolescente. Pura clase media. Una chica de barrio. Pelo larguísimo a base de extensiones. Espeso maquillaje para camuflar espinillas -y algún cañón de barba-, pestañas sepultadas de rímel, voz angelical plagada de tacos. Una chavala como tantas. Pero no tanto. En la Navidad de 2008, a los 14 años, Lucía escribió una carta a su madre. "Un folio por delante y por detrás" en el que le contaba todo y nada: "Ponía: 'Mamá, siempre hemos estado juntas', en femenino, en plan indirecta, 'y en esto también tenemos que estar unidas". Pero la receptora no captó el mensaje. La madre pensó que su hijo confesaba ser homosexual. Nada que no sospechara tras una infancia en la que "el nene", el pequeño de dos varones, insistiera en jugar a muñecas, llevar pelo largo, depilarse cara y cuerpo y hablar en femenino. Pero no, no era eso. No tan sencillo.
"Mamá, soy una chica. Una chica de verdad, aunque tenga eso colgando. Pero lo mío tiene arreglo. Ayúdame", le dijo entonces llorando Lucía a su madre. Y le pasó un tocho de información recopilada en horas de buceo en Internet. Allí estaba todo. Foros de todo pelaje, páginas científicas y sórdidas, y una dirección a quince minutos de casa. La Unidad de Atención a la Transexualidad, en el hospital Doctor Peset de Valencia. Allí la llevó su madre después de los "15 o 20 días" que le costó asimilar la "bomba" que le había estallado en casa. "Estoy en el mundo y sé qué es esto. Conozco a una chiquita transexual que venía por la tienda, pero nunca imaginé que lo tendría tan cerca. Estoy asustada", confiesa la madre. "Todos los días doy gracias por estar viva, porque le hago mucha falta. Ella necesita ayuda, y yo también. Ella llora mucho, y yo más, pero mi hija no ha matado a nadie. Ha nacido con esto y voy a ayudarla a subir esta montaña".
La misma cumbre que ha empezado a escalar Alejandra Cruz de la mano de su madre, Gloria García. Lucía y Alejandra no se conocen, pero tienen mucho en común. Ambas tienen 15 años. Ambas cursan tercero de la ESO. Y ambas son pacientes de Hurtado. Alejandra sí quiere salir en las fotos y no entiende por qué, al ser menor, se la retrata con el rostro velado. Ella no tiene nada que ocultar desde que, a los 12 años, les contó a sus padres su "angustia" en la mesa del comedor. "Soy una mujer, no me gusta mi cuerpo y quiero cambiarlo", les dijo. Para entonces, el niño, el varoncito de esta pareja de Cali (Colombia) emigrada a Utiel (Valencia) con otras dos niñas, ya sabía lo que le ocurría. "Desde los nueve años me sentía fatal. A mis amigas les salían los pechos, les venía la regla, y a mí no. Me gustaban los chicos, pero no soy gay; no me atraen como hombre, sino como mujer. Busqué en Internet y en cuanto me metí en foros transexuales, me dije: ?Ésta soy yo".
A Gloria y a su marido les costó más entenderlo. "Era más niña que su hermanas, pero pensábamos que el niño nos salió mariquita", confiesa la madre, una cocinera de 30 años a la que su marido ha sorprendido en este trance. "Él es un colombiano machista y temía su reacción. Pero lo ha aceptado mejor que yo". Ella ha precisado más tiempo. Después de dos años de tumbos por pediatras y psicólogos "que no tenían mucha idea de esto", Gloria y Alejandra acabaron en la consulta de Hurtado. Y empezaron a subir la montaña.
El protocolo de la Harry Benjamin tiene un apartado para niños y adolescentes. Con los pequeños, recomienda el seguimiento y apoyo psicológico del niño y sus padres en el proceso de crecimiento y socialización. Nada más. Se sugiere no reforzar ni reprimir al pequeño para que actúe en un sentido u otro, a la espera de que la pubertad asiente, o no, su inclinación. La asociación aconseja retrasar al máximo la adopción de medidas irreversibles. Según los centros de Ámsterdam y Vancouver, los más experimentados del mundo, sólo el 25% de pacientes de entre seis y 18 años evolucionaron a transexuales. Es preciso realizar un diagnóstico certero, descartando otras posibilidades como homosexualidad o errores de autopercepción.
Si el ansia de cambio persiste en la pubertad, los médicos pueden plantear la posibilidad de paralizar el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios (barba, mamas, regla) del menor. Darle una tregua a la espera de que su madurez mental permita acometer -o no- acciones radicales. Ése es el tratamiento que reciben Lucía y Alejandra. Inyecciones de análogos cada 21 días bloquean su testosterona desde la hipófisis. Lucía lleva tres pinchazos. Alejandra, dos. No notan gran cosa por fuera. Pero sí por dentro. "He empezado el camino, ya queda menos", dicen cada una por su lado.
La vigencia de los análogos no es eterna. "El cuerpo no puede estar indefinidamente sin hormonas, se descalcifica la masa ósea", apunta la endocrinóloga Isabel Esteva, de la Unidad de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) del hospital Carlos Haya de Málaga. Seis meses o un año es el límite. Según el protocolo Harry Benjamin, es en torno a los 16 cuando podría iniciarse la terapia hormonal. Estrógenos para feminizar a las chicas. O testosterona para masculinizar a los chicos. Un paso de difícil vuelta atrás. Los ovarios y los testículos se atrofian y quedan estériles. Una decisión dura que precisa del permiso de los padres, y que éstos deben tomar delante de un niño, su hijo, que sufre y quiere acabar ya. El paso final, la cirugía genital, no debe abordarse, según el protocolo Benjamin, hasta los 18.
Lucía y Alejandra son dos del centenar de menores en tratamiento en la sanidad pública. La UTIG de Málaga es el centro pionero. Acaba de cumplir una década. De sus 800 pacientes, 77 son menores, con 15 años de media. La Unidad de Identidad de Género del hospital Clínic de Barcelona ha atendido a 25 menores y tiene a cuatro niños en seguimiento psicológico. En ambos centros, como en Valencia, se sigue al dedillo la doctrina Benjamin. El endocrino Antonio Becerra, responsable de la UTIG de Madrid, con 500 pacientes en 15 años, no prescribe, sin embargo, terapia alguna antes de los 18, más allá de enviar al menor al psicólogo de la unidad. "Me despierta dudas intervenir antes. No hay certezas en este campo, y antes de actuar prefiero no dañar. En mi experiencia, ningún menor transexual ha necesitado con urgencia ningún tipo de tratamiento".
El caso de la chica de Barcelona, o el de la cantante alemana Kim Petras, que logró también autorización judicial para cambiar sus genitales de chico a chica a los 16 años y lo pregona en Internet, ha abierto un debate médico. Iván Mañero, cirujano plástico privado con más de 500 intervenciones de reasignación sexual, fue quien operó a la menor catalana cuando obtuvo permiso judicial. Mañero es desde hace un año quien interviene también a los pacientes de la UIG del Clínic. La unidad, pública, no acomete operaciones hasta los 18. Pero la chica X es su paciente particular, y como tal la operó en Barnaclínic, la zona privada del hospital, y le pasó la correspondiente minuta.
"Cada transexual es un mundo, pero éste es un caso clarísimo, bien diagnosticado y con la cabeza amueblada. Llevaba año y medio hormonándose, ya le había hecho las mamas y estaba lista para acabar el proceso", dice el cirujano, que añade: " Los protocolos Benjamin tienen 30 años. El mundo ha cambiado. En casos claros se podría intervenir antes, en terapia hormonal y en cirugía. Les evitaríamos sufrimiento y los resultados serían más satisfactorios. Es un debate abierto en todas las unidades. He pedido valentía médica a mi equipo. Vamos a asistir a un tsunami de menores: veremos si otros padres no se plantean por qué a esta chica sí y a sus hijos no". El resto de integrantes -psiquiatras, endocrinos y psicólogos- de la UIG del Clínic admiten el debate -"uno más de los muchos en transexualidad"-, pero estiman que "es razonable que las decisiones irreversibles se tomen alcanzada la madurez". Y ésta, opinan, no llega ni a los 16 ni a los 18, cada caso es distinto. Tanto el equipo del Clínic como el de la UTIG de Málaga no entienden "las prisas" en este terreno. "En algo tan delicado, tan irreversible, para toda la vida, no hay por qué ser pionero de nada. Son unos años difíciles, y es más importante apoyarles, enseñarles a vivir en el género que sienten, que correr para cambiarles los genitales", opina la endocrinóloga Esteva.
Los chavales están al día. Conocen el caso de Petras. Y el de la chica X. Paula contesta antes de preguntarle. "Me muero si tengo que esperar a los 18 para operarme. Si no me dejan, iré al juez", declara, retadora, ante la mirada entre comprensiva y espantada de su madre. Lucía y Alejandra están en la edad del pavo. Un pavo salvaje, admiten. Lo quieren todo, y lo quieren ya. "Tengo 15 años, mamá", es la excusa de Lucía cuando suelta una palabrota o se pone a llorar por todo y nada. Si le preguntas qué quiere ser de mayor, dice: "No sé, estoy en mi mundo de pava tonta. Sólo sé que quiero operarme. Odio lo que tengo. No quiero mi vagina para follar, sino para ser yo misma. Ya sé que con eso no acaban mis problemas, pero podré afrontarlos con seguridad". Y vuelve a llorar.
Su coetánea Alejandra Cruz parece más modosa. Por la cuenta que le tiene. Acata los consejos de su madre: "No la dejo salir sola. Me da pánico que la hieran. Ahora que sabemos lo que es, hay que ir poco a poco". Así va. Negociando cada paso. Aún no le dejan ponerse sujetador. Pero hoy ha logrado estos botines de taconazo con los que se tambalea: "Aún no los domino, dame tiempo". Alejandra es una "chica nueva" desde que está en tratamiento. Antes, "la desesperación" la llevó a autohormonarse. A los 14 años. "Miré las dosis en Internet, compré estrógenos en la farmacia y los tomé a escondidas". La bronca -y la amenaza de parar su proceso- que le echó el médico cuando los análisis delataron la presencia de hormonas femeninas en su sangre fue mano de santo. Aun así, su cabeza no descansa. "Este año me pongo pechos en Colombia, que es barato. No puedo esperar a que me toque aquí gratis".
Si la cifra de menores transexuales es aproximada, la de mayores no lo es menos. Pero el efecto de la Ley de Identidad de Género es evidente. En 2004 se autorizaron dos cambios de sexo registral en España. En 2007 hubo 19. Y de enero a septiembre de 2009, últimos datos disponibles, fueron 39. Uno de los últimos fue Lucas Peralbo. Uno de los primeros de 2010 será David.
Lucas y David tampoco se conocen, pero también son almas gemelas. Ambos tienen 20 años. Ambos viven en Madrid. Ambos nacieron mujeres. Ambos se sienten hombres. Y ambos son pacientes de Becerra. Los dos cuentan historias tan similares que parece que se han puesto de acuerdo. Los dos se empeñaban en orinar de pie desde que recuerdan. Los dos detestaban faldas y muñecas. Los dos creían que eran chicos y jugaban y vivían como tales hasta que, "con 10 o 12 años", empezaron a brotarles los pechos y -la aborrecida prueba definitiva- les vino la menstruación. A ambos, admiten, se les cayó el mundo encima cuando -reglamentaria exploración en Internet mediante- atisbaron el vía crucis que les esperaba. Los dos, que nunca estuvieron en el armario porque jamás ocultaron "su naturaleza", cayeron "en el pozo". Y a los dos, admiten, les sacaron de él sus propias madres. "A hostias", precisa David, gráfico.
David y Lucas acudieron con ellas al hospital Ramón y Cajal, sede de la UTIG de Madrid, y tuvieron que esperar a los 18 años para iniciar la terapia hormonal. Parches o píldoras de testosterona que, en el caso de David, le han procurado un exuberante vello "a lo X-Men", y en el de Lucas, la fina perilla que perfila su mandíbula. David, cajero de supermercado e hijo de porteros, lleva 18 meses de terapia. Cuenta los días para poder operarse. El calendario impone. Una mastectomía para librarse de los senos. Una histerectomía para quitarse útero y ovarios y, el peldaño final y más difícil, una faloplastia -creación en su zona genital de un pene realizado con piel y músculo de su brazo- para poder orinar de pie y tener relaciones sexuales completas con ayuda de una prótesis.
Lucas, teleoperador hijo de una limpiadora y un empleado de aeropuerto, podría operarse ya. Lleva más de dos años de terapia hormonal y su cuerpo está preparado. Su mente, no tanto. Se quitó enseguida las mamas -"en un cirujano privado, por 4.500 euros, para dejar de estrujármelas bajo fajas de neopreno"-, pero "lo de abajo" es otra cosa. Le da pavor. Tiene tal asco a sus genitales femeninos que sólo la palabra citología le da arcadas. No quiere oír hablar de ellos. Muchísimo menos tocarlos. Lucas, nacido Laura, dice no haber tenido un orgasmo en su vida. "Nunca me he tocado, me repugna el hecho de pensar en esa parte, ni permito que mis parejas me toquen".
-¿Y qué sacas de tus relaciones sexuales?
-El placer de satisfacer plenamente a una mujer como el hombre que soy.
-¿Y tú?
-Yo a veces me aburro, para qué nos vamos a engañar. Pero no me quejo. Estoy en el camino. Todo llegará, supongo.
Suena duro. Durísimo. Seguro que lo es. Pero estos chicos no transmiten infelicidad. Al contrario. Rezuman una mezcla de euforia, realismo y esperanza. Ahí está Álex, la artista, y su éxito con los chicos, acreditado por sus amigos. "Cuando llega la hora de la verdad, digo lo mío, y hasta ahora no he sufrido rechazo, la gente es educada. Otra cosa es encontrar pareja". O Lucas y su narcisismo súbito: "No me canso de mirarme al espejo. Ahora me gusto, por fin me veo como me siento". O Alejandra y el descaro de sus 15 años: "Aún no lo he hecho del todo. Esperaré a tener mi vagina. Pero rollos, sí, claro. No hace falta decir nada. De noche todos los gatos son pardos", pontifica, precoz. Están en la edad. Tienen pavo doble, o triple. El cronológico, el que les proporciona el colocón de hormonas, y el subidón que les produce empezar a vivir como sienten.
Tampoco engañan a nadie. Todos llevan su cuota de sufrimiento encima. Casi todos -David, Lucía, Alejandra- prefieren "morir en el quirófano" a vivir en una cárcel, su propio cuerpo, "una vida que no es vida". Algunos, como Lucas, sienten lo suyo como "una putada de la naturaleza". Y eso que los chavales que aquí aparecen están hiperseleccionados. Se han reconocido como transexuales. Han pedido ayuda. Están en tratamiento. Tienen apoyo familiar. Y el suficiente coraje para contar su historia al mundo. Los problemas, que los tienen, y muchos, les hacen fuertes. Los informes médicos no valen en la calle ni en el patio del colegio. "Claro que me insultan", confiesa tierna y procaz Lucía. "Cuando empecé a ir de chica, como estoy buena, había alguna que me gritaba: ?¡Lucía tiene rabooo!?. Pero yo me volvía tranquila y contestaba: ?Cállate, hija de puta?. En esto, si te achantas, te hunden. Y a mí no me hunde nadie. Tengo ovarios, aunque no los tenga". Y ahí está David, que los tiene y los abomina, capaz de lucir "las barbas de Bin Laden" y una insignia con el nombre de Verónica cobrando a las señoras en el súper.
Tienen el futuro por delante. Se debaten entre la frustrante sensación de tener la "vida aparcada, esperando el cambio", como Lucas, y la euforia de querer comérselo "todo, todo y todo", como Álex. En cierto modo, son afortunados. Ésta puede ser la primera generación de transexuales que disfrute, y sufra, la vida lejos de la sordidez y la marginación a la que estuvieron condenados muchos de sus mayores. Cuando Manolita Chen, nacida Antonio Saborido, recorría España con su Teatro Chino, ellos no habían nacido. Ni cuando Bibiana Fernández -entonces Bibi- fascinaba a España con su misterio en los años ochenta. Pero sí han llegado a tiempo para beneficiarse de la lucha de activistas como Carla Antonelli. La actriz canaria, espléndida en la cincuentena, no disimula su orgullo cuando se le comunica que su página -carlaantonelli.com- es citada por casi todos estos chavales como el faro que les iluminó en la búsqueda de su identidad en Internet. Crecieron en el momento justo para ver en la tele a Amor, o Nicky, concursantes transexuales de Gran Hermano. Referentes polémicos, pero referentes. Espejos -aunque sean deformados- en los que mirarse. Es muy posible que Lucas, Álex, Alejandra, David y Lucía tengan problemas en el trabajo, en el amor, en la vida. Pero es probable que no estén condenados al ostracismo o la prostitución, que era el horizonte de muchos hombres y mujeres transexuales de no hace tanto. Consciente de su suerte histórica, Lucía expresa gráficamente su falta de vocación para el activismo: "Les estoy muy agradecida, pero no quiero ir a ninguna asociación ni nada de eso. Me deprime. Yo no soy un travelo. Soy una chica que va por la calle, como tú".
Sigue la cháchara en Benimaclet. En medio del guirigay suena el timbre. Es la anciana dueña de la casa, que viene a conocer a la inquilina. "Perdone el desorden", se disculpa Álex, y le entrega una fotocopia del DNI para el contrato. "Ay, xiqueta, qué gusto ver tanta juventud. Veinte años, quién los pillara, filla meua", repone la casera. Ni ha mirado el carné. Nadie diría que la o de Alejandro ha mutado en a. Para algo la titular es la reina del Photoshop. "En un año tendré mi carné con mi nombre y mi sexo real", dice Álex. "Hasta entonces, mejor una mentirijilla piadosa a que le dé un telele a la abuelica".
Fuente: El País
"¿Se me nota el bultete?". Álex se está arreglando. Después de la sesión de maquillaje y planchado de melena vienen las piruetas para embutirse los leggins. Ni una arruga. Ni un gramo de grasa. Ni rastro de celulitis. Las cosas como son: con su metro ochenta, su tipazo y la insolencia de sus 20 años, Alexandra Rubio es un pibón. El bulto que le preocupa debe de estar a buen recaudo. Álex estudia en la Escuela de Arte y Diseño de Valencia. Su talento para el dibujo fue decisivo para que sus padres, una modista y un albañil de Hellín (Albacete), accedieran a costearle la carrera fuera de casa. Hoy se muda a esta corrala de Benimaclet. Está que se sale. Eufórica por la novedad y baldada por el traslado. Una montaña rusa emocional. Una balsa de aceite comparada con la travesía en la que se ha embarcado.
Alexandra es una mujer transexual. Tiene disforia de género, un síndrome identificado en el DSM IV y el ICD-10, los catálogos de enfermedades por los que se rigen los facultativos del mundo. Los investigadores aún no saben cómo ni por qué. Pero ocurre. Alexandra nació con pene, testículos -el bultete que camufla entre sus piernas- y el cromosoma masculino XY en su cariotipo. Todo un hombre, el mayor de tres hermanos. Pero su sexo biológico y psicológico no coinciden. En sus pensamientos y en sus sentimientos, siempre fue mujer. Ahora acaba de emprender el viaje sin retorno para, además, parecerlo. Su proceso de reasignación de sexo.
Álex se considera mujer desde que recuerda, pero ya era una adulta de 19 años cuando, después de un proceso de asimilación e investigación personal -"Internet fue mi guía: lo miré todo, lo leí todo, lo pregunté todo"-, se plantó en la consulta de Felipe Hurtado. Otras, y otros, no esperan tanto. Hurtado, psicólogo, es quien diagnostica a los pacientes de la Unidad de Atención a la Transexualidad en la sanidad pública valenciana. De las 120 personas que trata, 10 son menores. Chavales que acudieron a consulta y confesaron el mismo sinvivir. Un conflicto total entre mente y cuerpo. Chicos con genitales masculinos que se sienten mujeres. Chicas con mamas y vagina que se ven hombres hechos y derechos. Criaturas en pleno desarrollo que asisten con horror a la eclosión de sus caracteres sexuales. Unos atributos que no reconocen y llegan a aborrecer hasta el punto de ansiar librarse de ellos. Cueste lo que cueste. Duela lo que duela.
Son adolescentes y jóvenes transexuales. Sí, existen. La cátedra de Transexualidad de la Universidad Libre de Ámsterdam, santuario de los especialistas, habla de un diagnóstico cada 11.900 varones y uno cada 30.400 mujeres. Los nuevos transexuales no son ni más ni menos que antes, pero presentan diferencias respecto a las generaciones anteriores. Disponen de toda la información sobre su síndrome -la relevante, la accesoria y la basura- a un clic de ratón. Cuentan con un grado de apoyo familiar inaudito hace años. Y gozan de derechos adquiridos, posibilidades por las que los mayores pelearon y ellos dan por supuestas. La Ley de Identidad de Género de 2006 permite cambiar de nombre y sexo en el Registro sin tener que acreditar cirugía de reasignación sexual. Y el Catálogo 2006 de Sanidad acepta de hecho, al no excluirla, la atención a las personas transexuales en el Sistema Nacional de Salud.
Algunos de estos chavales no entran siquiera en ningún armario. En cuanto le ponen nombre a lo que les sucede, o antes, cuentan su malestar en casa y piden ayuda a los suyos. Y a quien haga falta. Una chica de 16 años de Barcelona, nacida varón, se sometió en diciembre a una operación para convertir en femeninos sus genitales viriles. Se trata del primer caso de cambio de sexo de un menor en España y uno de los pocos en el mundo. La muchacha puso una demanda judicial para no tener que esperar a la mayoría de edad, y el juez, tras oír a los médicos, dictó a su favor. La adolescente -llamémosla X- cuenta con el apoyo de sus padres. En muchos casos son los propios progenitores quienes llevan a sus hijos al médico al notar algo raro. Cada vez más, cada vez antes. Hace poco, el psicólogo Hurtado vio en consulta a una niña de cuatro años con sus papás alarmados por la querencia de la cría a adoptar roles y juegos masculinos y orinar de pie.
Alexandra ha invitado a desayunar a sus íntimos. Una panda en la que predominan las pintas oscuras, entre Crepúsculo y Tim Burton. Quizá por el talante liberal de su especialidad, Álex no ha sentido rechazo en su facultad. Ni en casa. Un día dio un paso más en la imagen andrógina que cultiva desde niña y fue a clase con falda. Esa noche se lo había contado a su madre por teléfono. "No fue una gran sorpresa para nadie. Me apoyan y me quieren. Era Álex y soy Álex. Han vivido mi cambio en directo". Sus amigos saben que las tres píldoras que toma con el café -un Androcur y dos Meriestra- son parte del peaje que tiene que pagar para parecer por fuera tan femenina como por dentro. Es el tratamiento hormonal cruzado. El Androcur bloquea su testosterona y el Meriestra le proporciona estrógenos para ir adaptando su cuerpo a su mente.
Álex está siguiendo paso a paso el protocolo de actuación establecido en 1979 por la Asociación Harry Benjamin de Disforia de Género, la biblia de los profesionales de la transexualidad. Hurtado la sometió a nueve meses de entrevistas y pruebas clínicas antes de diagnosticarla como idónea para el proceso de reasignación de sexo. Las pastillas -prescritas por el endocrinólogo de la unidad- son la primera etapa de esa carrera de fondo. Sólo tras dos años de terapia y de probar que va por la vida como mujer aunque tenga "paquetico" -el test de la vida real- podrá ponerse en manos de los cirujanos para terminar de feminizar el cuerpo masculino con el que nació. Pero eso ya se verá. "Es una operación complicada y no quiero arriesgarme a perder el placer sexual", dice la interesada, "por ahora estoy bien así".
Sólo lleva tres meses hormonándose y ya se encuentra "más hecha, más yo". "Las pastillas son la bomba", constata. Y enseña una sesión de desnudos que se hizo al iniciar el tratamiento "para ver el antes y el después". Es cierto. Se la ve más mujer. Se le está cayendo el poco vello que tenía. Las caderas se le redondean. Y confiesa sufrir gozosamente ciertos pinchazos en el pecho con resultados tangibles. "Me están saliendo teticas, mira", dice subiéndose la camiseta de "I love zombies" para mostrar los dos bultitos que le brotan en el torso. A este paso, pronto dejará de usar sostenes con relleno.
A Lucía, sin embargo, le comen las prisas. Hace unos meses que su madre le deja llevar sujetador con gel. "Una 80-85, discretitas, ¿a que parecen de verdad?", inquiere señalando la delantera que remata su andrógina silueta. Lucía no desea ser reconocida, pero cuenta su historia sentada con su madre en la trastienda del negocio familiar en Valencia. Una madre separada y su hija adolescente. Pura clase media. Una chica de barrio. Pelo larguísimo a base de extensiones. Espeso maquillaje para camuflar espinillas -y algún cañón de barba-, pestañas sepultadas de rímel, voz angelical plagada de tacos. Una chavala como tantas. Pero no tanto. En la Navidad de 2008, a los 14 años, Lucía escribió una carta a su madre. "Un folio por delante y por detrás" en el que le contaba todo y nada: "Ponía: 'Mamá, siempre hemos estado juntas', en femenino, en plan indirecta, 'y en esto también tenemos que estar unidas". Pero la receptora no captó el mensaje. La madre pensó que su hijo confesaba ser homosexual. Nada que no sospechara tras una infancia en la que "el nene", el pequeño de dos varones, insistiera en jugar a muñecas, llevar pelo largo, depilarse cara y cuerpo y hablar en femenino. Pero no, no era eso. No tan sencillo.
"Mamá, soy una chica. Una chica de verdad, aunque tenga eso colgando. Pero lo mío tiene arreglo. Ayúdame", le dijo entonces llorando Lucía a su madre. Y le pasó un tocho de información recopilada en horas de buceo en Internet. Allí estaba todo. Foros de todo pelaje, páginas científicas y sórdidas, y una dirección a quince minutos de casa. La Unidad de Atención a la Transexualidad, en el hospital Doctor Peset de Valencia. Allí la llevó su madre después de los "15 o 20 días" que le costó asimilar la "bomba" que le había estallado en casa. "Estoy en el mundo y sé qué es esto. Conozco a una chiquita transexual que venía por la tienda, pero nunca imaginé que lo tendría tan cerca. Estoy asustada", confiesa la madre. "Todos los días doy gracias por estar viva, porque le hago mucha falta. Ella necesita ayuda, y yo también. Ella llora mucho, y yo más, pero mi hija no ha matado a nadie. Ha nacido con esto y voy a ayudarla a subir esta montaña".
La misma cumbre que ha empezado a escalar Alejandra Cruz de la mano de su madre, Gloria García. Lucía y Alejandra no se conocen, pero tienen mucho en común. Ambas tienen 15 años. Ambas cursan tercero de la ESO. Y ambas son pacientes de Hurtado. Alejandra sí quiere salir en las fotos y no entiende por qué, al ser menor, se la retrata con el rostro velado. Ella no tiene nada que ocultar desde que, a los 12 años, les contó a sus padres su "angustia" en la mesa del comedor. "Soy una mujer, no me gusta mi cuerpo y quiero cambiarlo", les dijo. Para entonces, el niño, el varoncito de esta pareja de Cali (Colombia) emigrada a Utiel (Valencia) con otras dos niñas, ya sabía lo que le ocurría. "Desde los nueve años me sentía fatal. A mis amigas les salían los pechos, les venía la regla, y a mí no. Me gustaban los chicos, pero no soy gay; no me atraen como hombre, sino como mujer. Busqué en Internet y en cuanto me metí en foros transexuales, me dije: ?Ésta soy yo".
A Gloria y a su marido les costó más entenderlo. "Era más niña que su hermanas, pero pensábamos que el niño nos salió mariquita", confiesa la madre, una cocinera de 30 años a la que su marido ha sorprendido en este trance. "Él es un colombiano machista y temía su reacción. Pero lo ha aceptado mejor que yo". Ella ha precisado más tiempo. Después de dos años de tumbos por pediatras y psicólogos "que no tenían mucha idea de esto", Gloria y Alejandra acabaron en la consulta de Hurtado. Y empezaron a subir la montaña.
El protocolo de la Harry Benjamin tiene un apartado para niños y adolescentes. Con los pequeños, recomienda el seguimiento y apoyo psicológico del niño y sus padres en el proceso de crecimiento y socialización. Nada más. Se sugiere no reforzar ni reprimir al pequeño para que actúe en un sentido u otro, a la espera de que la pubertad asiente, o no, su inclinación. La asociación aconseja retrasar al máximo la adopción de medidas irreversibles. Según los centros de Ámsterdam y Vancouver, los más experimentados del mundo, sólo el 25% de pacientes de entre seis y 18 años evolucionaron a transexuales. Es preciso realizar un diagnóstico certero, descartando otras posibilidades como homosexualidad o errores de autopercepción.
Si el ansia de cambio persiste en la pubertad, los médicos pueden plantear la posibilidad de paralizar el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios (barba, mamas, regla) del menor. Darle una tregua a la espera de que su madurez mental permita acometer -o no- acciones radicales. Ése es el tratamiento que reciben Lucía y Alejandra. Inyecciones de análogos cada 21 días bloquean su testosterona desde la hipófisis. Lucía lleva tres pinchazos. Alejandra, dos. No notan gran cosa por fuera. Pero sí por dentro. "He empezado el camino, ya queda menos", dicen cada una por su lado.
La vigencia de los análogos no es eterna. "El cuerpo no puede estar indefinidamente sin hormonas, se descalcifica la masa ósea", apunta la endocrinóloga Isabel Esteva, de la Unidad de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) del hospital Carlos Haya de Málaga. Seis meses o un año es el límite. Según el protocolo Harry Benjamin, es en torno a los 16 cuando podría iniciarse la terapia hormonal. Estrógenos para feminizar a las chicas. O testosterona para masculinizar a los chicos. Un paso de difícil vuelta atrás. Los ovarios y los testículos se atrofian y quedan estériles. Una decisión dura que precisa del permiso de los padres, y que éstos deben tomar delante de un niño, su hijo, que sufre y quiere acabar ya. El paso final, la cirugía genital, no debe abordarse, según el protocolo Benjamin, hasta los 18.
Lucía y Alejandra son dos del centenar de menores en tratamiento en la sanidad pública. La UTIG de Málaga es el centro pionero. Acaba de cumplir una década. De sus 800 pacientes, 77 son menores, con 15 años de media. La Unidad de Identidad de Género del hospital Clínic de Barcelona ha atendido a 25 menores y tiene a cuatro niños en seguimiento psicológico. En ambos centros, como en Valencia, se sigue al dedillo la doctrina Benjamin. El endocrino Antonio Becerra, responsable de la UTIG de Madrid, con 500 pacientes en 15 años, no prescribe, sin embargo, terapia alguna antes de los 18, más allá de enviar al menor al psicólogo de la unidad. "Me despierta dudas intervenir antes. No hay certezas en este campo, y antes de actuar prefiero no dañar. En mi experiencia, ningún menor transexual ha necesitado con urgencia ningún tipo de tratamiento".
El caso de la chica de Barcelona, o el de la cantante alemana Kim Petras, que logró también autorización judicial para cambiar sus genitales de chico a chica a los 16 años y lo pregona en Internet, ha abierto un debate médico. Iván Mañero, cirujano plástico privado con más de 500 intervenciones de reasignación sexual, fue quien operó a la menor catalana cuando obtuvo permiso judicial. Mañero es desde hace un año quien interviene también a los pacientes de la UIG del Clínic. La unidad, pública, no acomete operaciones hasta los 18. Pero la chica X es su paciente particular, y como tal la operó en Barnaclínic, la zona privada del hospital, y le pasó la correspondiente minuta.
"Cada transexual es un mundo, pero éste es un caso clarísimo, bien diagnosticado y con la cabeza amueblada. Llevaba año y medio hormonándose, ya le había hecho las mamas y estaba lista para acabar el proceso", dice el cirujano, que añade: " Los protocolos Benjamin tienen 30 años. El mundo ha cambiado. En casos claros se podría intervenir antes, en terapia hormonal y en cirugía. Les evitaríamos sufrimiento y los resultados serían más satisfactorios. Es un debate abierto en todas las unidades. He pedido valentía médica a mi equipo. Vamos a asistir a un tsunami de menores: veremos si otros padres no se plantean por qué a esta chica sí y a sus hijos no". El resto de integrantes -psiquiatras, endocrinos y psicólogos- de la UIG del Clínic admiten el debate -"uno más de los muchos en transexualidad"-, pero estiman que "es razonable que las decisiones irreversibles se tomen alcanzada la madurez". Y ésta, opinan, no llega ni a los 16 ni a los 18, cada caso es distinto. Tanto el equipo del Clínic como el de la UTIG de Málaga no entienden "las prisas" en este terreno. "En algo tan delicado, tan irreversible, para toda la vida, no hay por qué ser pionero de nada. Son unos años difíciles, y es más importante apoyarles, enseñarles a vivir en el género que sienten, que correr para cambiarles los genitales", opina la endocrinóloga Esteva.
Los chavales están al día. Conocen el caso de Petras. Y el de la chica X. Paula contesta antes de preguntarle. "Me muero si tengo que esperar a los 18 para operarme. Si no me dejan, iré al juez", declara, retadora, ante la mirada entre comprensiva y espantada de su madre. Lucía y Alejandra están en la edad del pavo. Un pavo salvaje, admiten. Lo quieren todo, y lo quieren ya. "Tengo 15 años, mamá", es la excusa de Lucía cuando suelta una palabrota o se pone a llorar por todo y nada. Si le preguntas qué quiere ser de mayor, dice: "No sé, estoy en mi mundo de pava tonta. Sólo sé que quiero operarme. Odio lo que tengo. No quiero mi vagina para follar, sino para ser yo misma. Ya sé que con eso no acaban mis problemas, pero podré afrontarlos con seguridad". Y vuelve a llorar.
Su coetánea Alejandra Cruz parece más modosa. Por la cuenta que le tiene. Acata los consejos de su madre: "No la dejo salir sola. Me da pánico que la hieran. Ahora que sabemos lo que es, hay que ir poco a poco". Así va. Negociando cada paso. Aún no le dejan ponerse sujetador. Pero hoy ha logrado estos botines de taconazo con los que se tambalea: "Aún no los domino, dame tiempo". Alejandra es una "chica nueva" desde que está en tratamiento. Antes, "la desesperación" la llevó a autohormonarse. A los 14 años. "Miré las dosis en Internet, compré estrógenos en la farmacia y los tomé a escondidas". La bronca -y la amenaza de parar su proceso- que le echó el médico cuando los análisis delataron la presencia de hormonas femeninas en su sangre fue mano de santo. Aun así, su cabeza no descansa. "Este año me pongo pechos en Colombia, que es barato. No puedo esperar a que me toque aquí gratis".
Si la cifra de menores transexuales es aproximada, la de mayores no lo es menos. Pero el efecto de la Ley de Identidad de Género es evidente. En 2004 se autorizaron dos cambios de sexo registral en España. En 2007 hubo 19. Y de enero a septiembre de 2009, últimos datos disponibles, fueron 39. Uno de los últimos fue Lucas Peralbo. Uno de los primeros de 2010 será David.
Lucas y David tampoco se conocen, pero también son almas gemelas. Ambos tienen 20 años. Ambos viven en Madrid. Ambos nacieron mujeres. Ambos se sienten hombres. Y ambos son pacientes de Becerra. Los dos cuentan historias tan similares que parece que se han puesto de acuerdo. Los dos se empeñaban en orinar de pie desde que recuerdan. Los dos detestaban faldas y muñecas. Los dos creían que eran chicos y jugaban y vivían como tales hasta que, "con 10 o 12 años", empezaron a brotarles los pechos y -la aborrecida prueba definitiva- les vino la menstruación. A ambos, admiten, se les cayó el mundo encima cuando -reglamentaria exploración en Internet mediante- atisbaron el vía crucis que les esperaba. Los dos, que nunca estuvieron en el armario porque jamás ocultaron "su naturaleza", cayeron "en el pozo". Y a los dos, admiten, les sacaron de él sus propias madres. "A hostias", precisa David, gráfico.
David y Lucas acudieron con ellas al hospital Ramón y Cajal, sede de la UTIG de Madrid, y tuvieron que esperar a los 18 años para iniciar la terapia hormonal. Parches o píldoras de testosterona que, en el caso de David, le han procurado un exuberante vello "a lo X-Men", y en el de Lucas, la fina perilla que perfila su mandíbula. David, cajero de supermercado e hijo de porteros, lleva 18 meses de terapia. Cuenta los días para poder operarse. El calendario impone. Una mastectomía para librarse de los senos. Una histerectomía para quitarse útero y ovarios y, el peldaño final y más difícil, una faloplastia -creación en su zona genital de un pene realizado con piel y músculo de su brazo- para poder orinar de pie y tener relaciones sexuales completas con ayuda de una prótesis.
Lucas, teleoperador hijo de una limpiadora y un empleado de aeropuerto, podría operarse ya. Lleva más de dos años de terapia hormonal y su cuerpo está preparado. Su mente, no tanto. Se quitó enseguida las mamas -"en un cirujano privado, por 4.500 euros, para dejar de estrujármelas bajo fajas de neopreno"-, pero "lo de abajo" es otra cosa. Le da pavor. Tiene tal asco a sus genitales femeninos que sólo la palabra citología le da arcadas. No quiere oír hablar de ellos. Muchísimo menos tocarlos. Lucas, nacido Laura, dice no haber tenido un orgasmo en su vida. "Nunca me he tocado, me repugna el hecho de pensar en esa parte, ni permito que mis parejas me toquen".
-¿Y qué sacas de tus relaciones sexuales?
-El placer de satisfacer plenamente a una mujer como el hombre que soy.
-¿Y tú?
-Yo a veces me aburro, para qué nos vamos a engañar. Pero no me quejo. Estoy en el camino. Todo llegará, supongo.
Suena duro. Durísimo. Seguro que lo es. Pero estos chicos no transmiten infelicidad. Al contrario. Rezuman una mezcla de euforia, realismo y esperanza. Ahí está Álex, la artista, y su éxito con los chicos, acreditado por sus amigos. "Cuando llega la hora de la verdad, digo lo mío, y hasta ahora no he sufrido rechazo, la gente es educada. Otra cosa es encontrar pareja". O Lucas y su narcisismo súbito: "No me canso de mirarme al espejo. Ahora me gusto, por fin me veo como me siento". O Alejandra y el descaro de sus 15 años: "Aún no lo he hecho del todo. Esperaré a tener mi vagina. Pero rollos, sí, claro. No hace falta decir nada. De noche todos los gatos son pardos", pontifica, precoz. Están en la edad. Tienen pavo doble, o triple. El cronológico, el que les proporciona el colocón de hormonas, y el subidón que les produce empezar a vivir como sienten.
Tampoco engañan a nadie. Todos llevan su cuota de sufrimiento encima. Casi todos -David, Lucía, Alejandra- prefieren "morir en el quirófano" a vivir en una cárcel, su propio cuerpo, "una vida que no es vida". Algunos, como Lucas, sienten lo suyo como "una putada de la naturaleza". Y eso que los chavales que aquí aparecen están hiperseleccionados. Se han reconocido como transexuales. Han pedido ayuda. Están en tratamiento. Tienen apoyo familiar. Y el suficiente coraje para contar su historia al mundo. Los problemas, que los tienen, y muchos, les hacen fuertes. Los informes médicos no valen en la calle ni en el patio del colegio. "Claro que me insultan", confiesa tierna y procaz Lucía. "Cuando empecé a ir de chica, como estoy buena, había alguna que me gritaba: ?¡Lucía tiene rabooo!?. Pero yo me volvía tranquila y contestaba: ?Cállate, hija de puta?. En esto, si te achantas, te hunden. Y a mí no me hunde nadie. Tengo ovarios, aunque no los tenga". Y ahí está David, que los tiene y los abomina, capaz de lucir "las barbas de Bin Laden" y una insignia con el nombre de Verónica cobrando a las señoras en el súper.
Tienen el futuro por delante. Se debaten entre la frustrante sensación de tener la "vida aparcada, esperando el cambio", como Lucas, y la euforia de querer comérselo "todo, todo y todo", como Álex. En cierto modo, son afortunados. Ésta puede ser la primera generación de transexuales que disfrute, y sufra, la vida lejos de la sordidez y la marginación a la que estuvieron condenados muchos de sus mayores. Cuando Manolita Chen, nacida Antonio Saborido, recorría España con su Teatro Chino, ellos no habían nacido. Ni cuando Bibiana Fernández -entonces Bibi- fascinaba a España con su misterio en los años ochenta. Pero sí han llegado a tiempo para beneficiarse de la lucha de activistas como Carla Antonelli. La actriz canaria, espléndida en la cincuentena, no disimula su orgullo cuando se le comunica que su página -carlaantonelli.com- es citada por casi todos estos chavales como el faro que les iluminó en la búsqueda de su identidad en Internet. Crecieron en el momento justo para ver en la tele a Amor, o Nicky, concursantes transexuales de Gran Hermano. Referentes polémicos, pero referentes. Espejos -aunque sean deformados- en los que mirarse. Es muy posible que Lucas, Álex, Alejandra, David y Lucía tengan problemas en el trabajo, en el amor, en la vida. Pero es probable que no estén condenados al ostracismo o la prostitución, que era el horizonte de muchos hombres y mujeres transexuales de no hace tanto. Consciente de su suerte histórica, Lucía expresa gráficamente su falta de vocación para el activismo: "Les estoy muy agradecida, pero no quiero ir a ninguna asociación ni nada de eso. Me deprime. Yo no soy un travelo. Soy una chica que va por la calle, como tú".
Sigue la cháchara en Benimaclet. En medio del guirigay suena el timbre. Es la anciana dueña de la casa, que viene a conocer a la inquilina. "Perdone el desorden", se disculpa Álex, y le entrega una fotocopia del DNI para el contrato. "Ay, xiqueta, qué gusto ver tanta juventud. Veinte años, quién los pillara, filla meua", repone la casera. Ni ha mirado el carné. Nadie diría que la o de Alejandro ha mutado en a. Para algo la titular es la reina del Photoshop. "En un año tendré mi carné con mi nombre y mi sexo real", dice Álex. "Hasta entonces, mejor una mentirijilla piadosa a que le dé un telele a la abuelica".
Fuente: El País
Monday, January 25, 2010
“Dominen sus pasiones”, demanda la Iglesia a gays
La homosexualidad es una desviación y falta moral, dice la CEM
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La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) llamó a quienes tienen preferencia por las personas de su mismo sexo o por los dos “a dominar sus instintos y pasiones” y señaló que el “ejercicio de la homosexualidad es una desviación y objetivamente hablando es una falta moral”, pero hizo hincapié en que “no sataniza” a los homosexuales.
Esto lo señalaron en nombre de este organismo los arzobispos Alberto Suárez Inda, de Morelia, y Guadalupe Martín Rábago, de León. Este último aclaró que los homosexuales “son personas y tienen los derechos de toda persona humana”. Agregó que “no están excluidos de la Iglesia ni excomulgados” y aprovechó también para precisar que los señalamientos hechos por la jerarquía católica sobre las bodas entre personas del mismo sexo no están fundados en la homofobia.
En la misma conferencia de prensa, Carlos Aguiar Retes, presidente de la CEM, subrayó que la Iglesia con sus críticas a las uniones gays no busca establecer un Estado confesional, pero tampoco está de acuerdo con que haya uno “antirreligioso”.
Abundó: “La Iglesia quiere un Estado laico que garantice las condiciones de libertad para todos, independientemente de las condiciones que cada uno tenga. No se trata de que el Estado laico se contraponga a las condiciones religiosas e iglesias, sino al revés, el verdadero Estado laico es aquel que favorece la relación de todos los sectores, aun los constituidos por motivos de una fe”.
Aguiar Retes consideró que la percepción de algunos sectores respecto de que la Iglesia católica transgrede el Estado laico es un “prejuicio”, porque “no lo está pretendiendo violar, lo hemos dicho, es la posición de la Iglesia en todos los países. El Concilio Vaticano II dijo que no estaba más por los estados confesionales, sino por los democráticos que tengan solidez y laicidad positiva”.
Suárez Inda, quien a fines de diciembre pasado comentó que “los perros no hacen el sexo entre dos del mismo sexo”, aseguró en que la Iglesia católica “respeta la autonomía de las realidades terrenas” y que lo que busca es que “todas las personas vivan con dignidad, tanto quienes la tengan o no”.
Luego de comentar que algunos incluso se confiesan bisexuales, el prelado dijo que “lo importante es que el hombre tenga una capacidad de dominio sobre sus propias pasiones, sobre sus instintos y sepa comportarse a la altura de lo que es una persona que se precia de ser respetuoso de los demás, que sepa valorar su cuerpo y entienda el verdadero sentido del amor, que implica donación y fidelidad”. Insistió en que la Iglesia respeta a todas las personas, pero hizo hincapié en que hay que “vivir con dignidad y merecer el respeto de todos”.
La tarde del pasado lunes, el Consejo Permanente del Episcopado se reunió con los senadores del PRD Carlos Navarrete y Silvano Aureoles, así como con el diputado Guadalupe Acosta Naranjo, cita que fue calificada por los jerarcas de “agradable y positiva”, en la que aseguraron: “No tocamos asuntos concretos, como los matrimonios homosexuales”.
Esto lo señalaron en nombre de este organismo los arzobispos Alberto Suárez Inda, de Morelia, y Guadalupe Martín Rábago, de León. Este último aclaró que los homosexuales “son personas y tienen los derechos de toda persona humana”. Agregó que “no están excluidos de la Iglesia ni excomulgados” y aprovechó también para precisar que los señalamientos hechos por la jerarquía católica sobre las bodas entre personas del mismo sexo no están fundados en la homofobia.
En la misma conferencia de prensa, Carlos Aguiar Retes, presidente de la CEM, subrayó que la Iglesia con sus críticas a las uniones gays no busca establecer un Estado confesional, pero tampoco está de acuerdo con que haya uno “antirreligioso”.
Abundó: “La Iglesia quiere un Estado laico que garantice las condiciones de libertad para todos, independientemente de las condiciones que cada uno tenga. No se trata de que el Estado laico se contraponga a las condiciones religiosas e iglesias, sino al revés, el verdadero Estado laico es aquel que favorece la relación de todos los sectores, aun los constituidos por motivos de una fe”.
Aguiar Retes consideró que la percepción de algunos sectores respecto de que la Iglesia católica transgrede el Estado laico es un “prejuicio”, porque “no lo está pretendiendo violar, lo hemos dicho, es la posición de la Iglesia en todos los países. El Concilio Vaticano II dijo que no estaba más por los estados confesionales, sino por los democráticos que tengan solidez y laicidad positiva”.
Suárez Inda, quien a fines de diciembre pasado comentó que “los perros no hacen el sexo entre dos del mismo sexo”, aseguró en que la Iglesia católica “respeta la autonomía de las realidades terrenas” y que lo que busca es que “todas las personas vivan con dignidad, tanto quienes la tengan o no”.
Luego de comentar que algunos incluso se confiesan bisexuales, el prelado dijo que “lo importante es que el hombre tenga una capacidad de dominio sobre sus propias pasiones, sobre sus instintos y sepa comportarse a la altura de lo que es una persona que se precia de ser respetuoso de los demás, que sepa valorar su cuerpo y entienda el verdadero sentido del amor, que implica donación y fidelidad”. Insistió en que la Iglesia respeta a todas las personas, pero hizo hincapié en que hay que “vivir con dignidad y merecer el respeto de todos”.
La tarde del pasado lunes, el Consejo Permanente del Episcopado se reunió con los senadores del PRD Carlos Navarrete y Silvano Aureoles, así como con el diputado Guadalupe Acosta Naranjo, cita que fue calificada por los jerarcas de “agradable y positiva”, en la que aseguraron: “No tocamos asuntos concretos, como los matrimonios homosexuales”.
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Sunday, January 24, 2010
Homofobia, "un mal aprendido socialmente": Luis Perelman
En una de cada cinco familias hay un integrante que no es heterosexual, señaló Luis Perelman Javnozon, presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (Femess), quien lamentó que en México la homofobia continúe siendo "un mal aprendido socialmente", situación a la que abonan circunstancias como el rechazo expresado por diversos credos y sectores conservadores a las bodas gays.
En entrevista Perelman indicó que los desplantes de las iglesias, encabezadas por la católica, sólo son un reflejo de lo que aún está presente en la población, de la cual todavía una importante proporción considera erróneamente que la orientación sexual "se elige, se aprende e incluso se induce".
Esa percepción explica en parte la negativa hacia la posibilidad de que parejas del mismo sexo adopten menores, pues los opositores advierten que los infantes experimentarán confusión respecto a su sexualidad y subrayó que lo que verdaderamente está atrás del rechazo y la idea de que la homosexualidad se "contagia" es la homofobia y no la defensa de los derechos de los menores.
Precisó que las iglesias "sólo repiten" lo que está presente en la sociedad en la cual abundan las expresiones despectivas hacia la comunidad homosexual, desde "denominaciones negativas hasta chistes, mentiras, demonizaciones y mitos que abonan al asco social" hacia este sector de la población.
"Uno de los mayores desprestigios para un hombre o una mujer es que los saquen del clóset, esto aún se considera una vergüenza para las familias y todavía muchos padres consideran que prefieren a un hijo muerto que homosexual", señaló Perelman tras hacer hincapié en que la homofobia está presente también en algunos niveles de gobierno, pues desde hace varios años la propuesta para declarar oficialmente el 17 de mayo como Día contra la Homofobia está atrapada en la burocracia gubernamental.
Fuente: La Jornada
En una de cada cinco familias hay un integrante que no es heterosexual, señaló Luis Perelman Javnozon, presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (Femess), quien lamentó que en México la homofobia continúe siendo "un mal aprendido socialmente", situación a la que abonan circunstancias como el rechazo expresado por diversos credos y sectores conservadores a las bodas gays.
En entrevista Perelman indicó que los desplantes de las iglesias, encabezadas por la católica, sólo son un reflejo de lo que aún está presente en la población, de la cual todavía una importante proporción considera erróneamente que la orientación sexual "se elige, se aprende e incluso se induce".
Esa percepción explica en parte la negativa hacia la posibilidad de que parejas del mismo sexo adopten menores, pues los opositores advierten que los infantes experimentarán confusión respecto a su sexualidad y subrayó que lo que verdaderamente está atrás del rechazo y la idea de que la homosexualidad se "contagia" es la homofobia y no la defensa de los derechos de los menores.
Precisó que las iglesias "sólo repiten" lo que está presente en la sociedad en la cual abundan las expresiones despectivas hacia la comunidad homosexual, desde "denominaciones negativas hasta chistes, mentiras, demonizaciones y mitos que abonan al asco social" hacia este sector de la población.
"Uno de los mayores desprestigios para un hombre o una mujer es que los saquen del clóset, esto aún se considera una vergüenza para las familias y todavía muchos padres consideran que prefieren a un hijo muerto que homosexual", señaló Perelman tras hacer hincapié en que la homofobia está presente también en algunos niveles de gobierno, pues desde hace varios años la propuesta para declarar oficialmente el 17 de mayo como Día contra la Homofobia está atrapada en la burocracia gubernamental.
Fuente: La Jornada
Saturday, January 23, 2010
Por qué tanto miedo?
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Muchos temores y aprehensiones rodean la cuestión de la crianza infantil a cargo de lesbianas y gays. Parte sustantiva del rechazo a que personas homosexuales adopten criaturas responde a una ignorancia generalizada sobre los efectos de la orientación sexual de los adultos sobre los niños. Desde un discurso fundamentado en la biología reproductiva, los conservadores aducen que, puesto que dos hombres o dos mujeres no pueden producir hijos entre ellos, no deberían tener derecho a criarlos. Si la “naturaleza” no les permite procrear juntos, ¿por qué aceptar socialmente que adopten? Lo tramposo del recurso retórico sobre “la naturaleza” es que sólo se utiliza para poner objeciones a nuevos arreglos sociales y no para otro tipo de avances humanos. Un caso: si la “naturaleza” no nos dio alas, ¿por qué entonces volar en aviones? Hay mil ejemplos más que muestran cómo los seres humanos rebasamos las limitaciones que “la naturaleza” nos impone y creamos socialmente nuevas condiciones de vida.
Una de las preocupaciones más reiteradas en relación con la adopción por gays es la duda sobre el eventual daño psicológico que las criaturas podrían sufrir si se crían en hogares homoparentales. “Nadie es producto de dos hombres o de dos mujeres. Si se permite la adopción por parejas homosexuales, esas criaturas tendrán dos padres o dos madres”.
Está más que probado que no provoca daños crecer entre mujeres (madre, abuela, tías) o entre hombres, lo que es menos frecuente. ¿Por qué en este caso sí lo haría? ¿Por el “mal ejemplo” de la homosexualidad? Creer que la orientación sexual de quienes crían niños es un requisito básico para la salud mental de éstos es eludir, muy convenientemente, el hecho innegable de que son justamente familias heterosexuales las que han estado produciendo psicóticos y personas con todo tipo de conductas delincuenciales. Además está comprobado que la proclividad a la homosexualidad se da en familias de padres y madres heterosexuales, lo cual tira al suelo el argumento de que la combinación de los sexos de los progenitores determina el desarrollo afectivo de sus hijos. Y según el psicoanálisis, ni el sexo ni la orientación sexual de los padres garantizan una réplica en las elecciones erótico-amorosas de los hijos.
Terapeutas que tienen una práctica clínica con familias homoparentales aseguran que no se requiere la presencia de los dos sexos en el hogar para que la infancia crezca bien. Lo imprescindible es proteger a los niños de la violencia, el maltrato psicológico y el descuido parentales, conductas que no dependen de la orientación sexual de los padres/madres.
Por eso, más que intentar preservar el modelo de familia tradicional como paradigma del bienestar infantil, habría que entender qué requieren las criaturas para desarrollarse adecuadamente. La oposición a que los gays adopten sugiere, de manera errónea, que la orientación sexual es una característica decisiva del ejercicio parental. Sin embargo es mucho más importante tener una madre tranquila que una angustiada, un padre cariñoso que uno violento, independientemente de sus prácticas sexuales.
Las familias homoparentales existen hace tiempo y ya han sido estudiadas con el objetivo de ver si las lesbianas y gays que crían infantes los exponen a peligros y daños mayores que los que podrían enfrentar si fueran criados por heterosexuales. Las investigaciones sobre homoparentalidad hablan de ambientes familiares menos violentos y con una división más igualitaria del trabajo doméstico y la crianza. Claro que estos resultados alentadores son discutidos por investigadores anti-gay, que afirman tener pruebas contrarias. Al revisar dichos estudios, aparecen problemas y conflictos debidos a la estigmatización de la homosexualidad. O sea, los “daños” no se derivan de la orientación sexual de los padres/madres, sino de la homofobia social y de las dificultades que produce. Es necesario contar con investigaciones no ideologizadas para conocer más certeramente qué ocurre con el cuidado infantil dentro de las familias, y no sólo en las homoparentales, sino también en las tradicionales.
Gran parte de las madres lesbianas y los padres gays han procreado en matrimonios “tradicionales”, tratando de evitar así las consecuencias sociales de la homofobia. Pero como la homosexualidad empieza a tener más aceptación social, cada vez menos personas homosexuales se casan con heterosexuales para cubrir las apariencias. Por eso también es que surge la demanda de la adopción.
Antes de obstaculizar esta medida antidiscriminatoria, sería provechoso abrir un debate público sobre las condiciones necesarias para realizar una buena adopción. El primer punto podría consistir en ver cómo se garantiza que todos los niños adoptados estén realmente protegidos de la violencia y el maltrato emocional, de los prejuicios y la ignorancia, independientemente de si viven en familias heteroparentales u homoparentales. Eso sí, algo indispensable para poder debatir con una cierta racionalidad en el contexto homofóbico en México sería escuchar a quienes tienen conocimientos sobre el desarrollo infantil y el psiquismo humano. Tal vez así se podrán desmontar algunos prejuicios. Por Marta Lamas en America Latina en Movimiento
Una de las preocupaciones más reiteradas en relación con la adopción por gays es la duda sobre el eventual daño psicológico que las criaturas podrían sufrir si se crían en hogares homoparentales. “Nadie es producto de dos hombres o de dos mujeres. Si se permite la adopción por parejas homosexuales, esas criaturas tendrán dos padres o dos madres”.
Está más que probado que no provoca daños crecer entre mujeres (madre, abuela, tías) o entre hombres, lo que es menos frecuente. ¿Por qué en este caso sí lo haría? ¿Por el “mal ejemplo” de la homosexualidad? Creer que la orientación sexual de quienes crían niños es un requisito básico para la salud mental de éstos es eludir, muy convenientemente, el hecho innegable de que son justamente familias heterosexuales las que han estado produciendo psicóticos y personas con todo tipo de conductas delincuenciales. Además está comprobado que la proclividad a la homosexualidad se da en familias de padres y madres heterosexuales, lo cual tira al suelo el argumento de que la combinación de los sexos de los progenitores determina el desarrollo afectivo de sus hijos. Y según el psicoanálisis, ni el sexo ni la orientación sexual de los padres garantizan una réplica en las elecciones erótico-amorosas de los hijos.
Terapeutas que tienen una práctica clínica con familias homoparentales aseguran que no se requiere la presencia de los dos sexos en el hogar para que la infancia crezca bien. Lo imprescindible es proteger a los niños de la violencia, el maltrato psicológico y el descuido parentales, conductas que no dependen de la orientación sexual de los padres/madres.
Por eso, más que intentar preservar el modelo de familia tradicional como paradigma del bienestar infantil, habría que entender qué requieren las criaturas para desarrollarse adecuadamente. La oposición a que los gays adopten sugiere, de manera errónea, que la orientación sexual es una característica decisiva del ejercicio parental. Sin embargo es mucho más importante tener una madre tranquila que una angustiada, un padre cariñoso que uno violento, independientemente de sus prácticas sexuales.
Las familias homoparentales existen hace tiempo y ya han sido estudiadas con el objetivo de ver si las lesbianas y gays que crían infantes los exponen a peligros y daños mayores que los que podrían enfrentar si fueran criados por heterosexuales. Las investigaciones sobre homoparentalidad hablan de ambientes familiares menos violentos y con una división más igualitaria del trabajo doméstico y la crianza. Claro que estos resultados alentadores son discutidos por investigadores anti-gay, que afirman tener pruebas contrarias. Al revisar dichos estudios, aparecen problemas y conflictos debidos a la estigmatización de la homosexualidad. O sea, los “daños” no se derivan de la orientación sexual de los padres/madres, sino de la homofobia social y de las dificultades que produce. Es necesario contar con investigaciones no ideologizadas para conocer más certeramente qué ocurre con el cuidado infantil dentro de las familias, y no sólo en las homoparentales, sino también en las tradicionales.
Gran parte de las madres lesbianas y los padres gays han procreado en matrimonios “tradicionales”, tratando de evitar así las consecuencias sociales de la homofobia. Pero como la homosexualidad empieza a tener más aceptación social, cada vez menos personas homosexuales se casan con heterosexuales para cubrir las apariencias. Por eso también es que surge la demanda de la adopción.
Antes de obstaculizar esta medida antidiscriminatoria, sería provechoso abrir un debate público sobre las condiciones necesarias para realizar una buena adopción. El primer punto podría consistir en ver cómo se garantiza que todos los niños adoptados estén realmente protegidos de la violencia y el maltrato emocional, de los prejuicios y la ignorancia, independientemente de si viven en familias heteroparentales u homoparentales. Eso sí, algo indispensable para poder debatir con una cierta racionalidad en el contexto homofóbico en México sería escuchar a quienes tienen conocimientos sobre el desarrollo infantil y el psiquismo humano. Tal vez así se podrán desmontar algunos prejuicios. Por Marta Lamas en America Latina en Movimiento
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Friday, January 22, 2010
Rebelión gay en la casa de los McCain
Mientras que el senador republicado de Estados Unidos, John McCain se mantiene en contra de legalizar las uniones matrimoniales en ese país, su esposa Cindy y su hija Meghan hacen todo lo contrario y publicitan su postura liberal al prestar sus imágenes para la campaña NOH8, que promueve las bodas gays.
Así lo publicaron los diarios británicos “The Guardian” y “Telegraph” en un hecho que ya ha levantado polémica entre los medios impresos estadunidenses.
En los posters aparece la esposa de McCain, Cindy, con una cinta de aislar cubriéndole la boca y el nombre de la campaña NOH8 impreso en su mejilla.
Fuente:El Comercio Digital
Mientras que el senador republicado de Estados Unidos, John McCain se mantiene en contra de legalizar las uniones matrimoniales en ese país, su esposa Cindy y su hija Meghan hacen todo lo contrario y publicitan su postura liberal al prestar sus imágenes para la campaña NOH8, que promueve las bodas gays.
Así lo publicaron los diarios británicos “The Guardian” y “Telegraph” en un hecho que ya ha levantado polémica entre los medios impresos estadunidenses.
En los posters aparece la esposa de McCain, Cindy, con una cinta de aislar cubriéndole la boca y el nombre de la campaña NOH8 impreso en su mejilla.
Fuente:El Comercio Digital
Thursday, January 21, 2010
Escribió en Facebook contra los gays, reivindicó a Hitler y puede tener una causa penal
"A todos los gays habría que ahorcarlos... sin asco". Con esas palabras, el vicepresidente de la Comisión Asesora de Informática del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de esta provincia, Hugo Federico Ebeling, se rifirió a la comunidad de homosexuales en su cuenta de Facebook.Todo comenzó el 26 de noviembre pasado cuando un usuario de la red social Facebook, Pablo Montiel, invitó al resto de los cibernautas a que se unieran para evitar que la Justicia iraní condenara al ahorcamiento al joven gay Nemat Safavi por mantener relaciones sexuales con otro hombre, aunque el Tribunal Superior de ese país debe ratificar la sentencia. Como es habitual en este tipo de sitios, el foro se abrió a los usuarios para que expresaran sus comentarios. "A todos los gays habría que ahorcarlos... sin asco", escribió Ebeling como primer usuario en opinar. A esa respuesta le sobrevinieron una lluvia de comentarios sobre lo expresado por el también contador de 64 años, quien dice que es egresado de la Universidad Católica, vecino de barrio Ayacuho, casado con una psicopedagoga, padre de dos hijos, y amante de la "caza mayor, el tiro deportivo, la informática y el automovilismo". A la usuaria Liliana Cutini, Ebeling le respondió literalmente: "Dios creó al hombre y a la mujer solamente. Lo otro es degeneración...y por eso está así el mundo, lleno de degeneraciones sexuales... no acepto otra clase de gente...me gustaría saber si tienes un hijo gay que harías?". Para reafirmar su postura, el hombre -que tiene como ídolo al "Fuhrer", en referencia al genocida alemán Adolf Hitler, según manifestó presuntamente en la red social Dorbit.net- agregó: "Habría que resucitarlo a Hitler y que haga una limpieza mayor limpieza ...con mayúscula". "Hay que purificar...no putrificar", deslizó además de proferir insultos irreproducibles a otros usuarios –incluso mujeres- que no comparten sus opiniones. De esta forma, Ebeling no sólo manifestó que habría que eliminar a los homosexuales, sino que reivindicó al dictador nazi que ordenó el exterminio de 12 millones de personas. Frente a esto, la titular del Inadi local, Adriana Domínguez, y la abogada de la entidad Liliana Splenger, explicaron a LAVOZ.com.ar que le enviaron una carta documento a Ebeling intimándolo a que se presentara el 30 de diciembre en la oficina de la dependencia. El funcionario se excusó ya que debía tomarse sus vacaciones, tras lo cual el 4 de enero Domínguez le manifestó que debía retractarse o bien reafirmar sus "dichos discriminatorios", por lo cual Ebeling concurrió al Inadi y se disculpó. El Inadi indicó que Ebeling adujo semejante reacción en Facebook a "un brote insulínico porque él es insulinodependiente porque es diabético". Sin embargo, lo llamativo es que los comentarios fueron escritos en distintos días y horas en el sitio y no durante una hora y día específico. "Las disculpas son irrisorias al lado de lo que escribió", expresó Domínguez. A su vez, el hombre –hijo de un alemán, como indica en Dorbit.net- subió las disculpas a Facebook. "Actué sin meditar lo que decía y estoy totalmente arrepentido de haberlo hecho", dijo y no volvió a escribir. Además, el Inadi envió copias de los dichos a una fiscalía de turno de la Justicia provincial y al consejo, donde trabaja Ebeling, a quien este medio no pudo contactar. Consultado, el gerente general del Consejo, Mario Casolla, dijo a LAVOZ.com.ar que escuchó "algunos comentarios" del hecho de Ebelig, pero señaló que no recibieron "ninguna copia". Casolla aclaró que Ebelig no pertenece a la planta permanente del consejo, sino que trabaja ad honorem y que "necesariamente el Consejo no coincide con los dichos" de sus miembros. De esta forma Domínguez confirmó hoy que el caso fue derivado al fiscal federal del Juzgado Nº 1, Enrique Senestrari, ante quien presentarán, según anunció, la denuncia formal los primeros días de febrero cuando finalice la Feria Judicial. Así, el caso podría derivar en una causa penal. En 2005, en la web Dorbit.net, Ebeling se había descripto a sí mismo como "heterosexual" y "tez blanca". "Mis amigos dicen que soy muy estricto. Mi lema es: ‘Mas conozco a la gente, mas quiero a mi perro’", dijo entonces. Fuente: La Voz
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Wednesday, January 20, 2010
Iglesia de Brasil rechaza aborto y unión gay
El Episcopado de Brasil rechazó la despenalización del aborto, la unión civil de homosexuales y el derecho de adoptar de este gremio, tres de las principales propuestas contenidas en el plan de derechos humanos aprobado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La Confederación Nacional de los Obispos (CNBB, en portugués) también criticó otra propuesta de este plan, la retirada de los símbolos religiosos de los locales públicos, una medida que tachó de "intolerante" y aseguró que "pretende ignorar las raíces históricas" de Brasil, en un comunicado difundido hoy.
La cúpula de la Iglesia Católica calificó estas propuestas como "elementos de disenso" y aseguró que se requiere tiempo y diálogo para discutirlas y construir así la democracia participativa.
Todos estos temas fueron incluidos en un plan marco del Gobierno, aprobado el mes pasado, que trazó recomendaciones al Legislativo para la futura elaboración de leyes orientadas a regular estos derechos sociales.
En el texto, se recomienda la aprobación de una legislación que "reconozca" la unión civil entre personas del mismo sexo y que se garantice el derecho de adopción de estas parejas.
Además, se pide a la cúpula del poder Judicial que realice campañas para sensibilizar a los jueces para evitar "prejuicios" en los procesos de adopción por parejas homosexuales.
Sobre el aborto, se insta a considerar esta práctica como una cuestión "de salud pública" y se recomienda aprobar una ley que lo despenalice "considerando la autonomía de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos" .
El plan de derechos humanos también levantó críticas entre los militares, por el proyecto de crear una comisión que investigue los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1964-1985) .
Después de una reunión esta semana con el ministro de Defensa, Nelson Jobim, Lula accedió a no ceñirse exclusivamente a los asesinatos y torturas cometidos por los militares y extender las investigaciones a "todas las violaciones de los derechos humanos" cometidas en la época dictatorial.
Fuente: El Universal
El Episcopado de Brasil rechazó la despenalización del aborto, la unión civil de homosexuales y el derecho de adoptar de este gremio, tres de las principales propuestas contenidas en el plan de derechos humanos aprobado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La Confederación Nacional de los Obispos (CNBB, en portugués) también criticó otra propuesta de este plan, la retirada de los símbolos religiosos de los locales públicos, una medida que tachó de "intolerante" y aseguró que "pretende ignorar las raíces históricas" de Brasil, en un comunicado difundido hoy.
La cúpula de la Iglesia Católica calificó estas propuestas como "elementos de disenso" y aseguró que se requiere tiempo y diálogo para discutirlas y construir así la democracia participativa.
Todos estos temas fueron incluidos en un plan marco del Gobierno, aprobado el mes pasado, que trazó recomendaciones al Legislativo para la futura elaboración de leyes orientadas a regular estos derechos sociales.
En el texto, se recomienda la aprobación de una legislación que "reconozca" la unión civil entre personas del mismo sexo y que se garantice el derecho de adopción de estas parejas.
Además, se pide a la cúpula del poder Judicial que realice campañas para sensibilizar a los jueces para evitar "prejuicios" en los procesos de adopción por parejas homosexuales.
Sobre el aborto, se insta a considerar esta práctica como una cuestión "de salud pública" y se recomienda aprobar una ley que lo despenalice "considerando la autonomía de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos" .
El plan de derechos humanos también levantó críticas entre los militares, por el proyecto de crear una comisión que investigue los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1964-1985) .
Después de una reunión esta semana con el ministro de Defensa, Nelson Jobim, Lula accedió a no ceñirse exclusivamente a los asesinatos y torturas cometidos por los militares y extender las investigaciones a "todas las violaciones de los derechos humanos" cometidas en la época dictatorial.
Fuente: El Universal
Tuesday, January 19, 2010
El otro lado del armario
Cuando su hijo salió del armario, Adela entró en él. Se encerró en casa para que los vecinos no le preguntaran por la homosexualidad de su vástago adolescente. Cayó en una profunda depresión y se negó incluso a mantener relaciones sexuales con su marido. Todos los prejuicios del mundo gay la hundieron en un mar de angustias: ¿lo discriminarán en clase?, ¿encontrará trabajo?, ¿se aprovecharán de él?, ¿acabará solo?, ¿será promiscuo?, ¿cogerá el sida?, ¿qué dirá la gente? Adela es un nombre inventado, pero su caso es tristemente real.
En la avanzada generación del orgullo gay, las bodas homosexuales y las adopciones permitidas a familias homoparentales, muchas Adelas han llamado casi desesperadas a las puertas de la Asociación de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales menores de edad en Valencia (Ampgyl). «Que tu hijo sea gay todavía es una mala noticia», afirma muy a su pesar María José Vivo, la portavoz del colectivo. «No hay que negarlo: aunque se ha avanzado mucho, nuestra cultura aún es homófoba y tenemos miedo al condicionamiento social. Y al principio —agrega— los padres pasan grandes miedos».
Aunque están desapareciendo a marchas forzadas, todavía hay casos de padres que rechazan tajantemente la homosexualidad de su hijo. «Mientras seas maricón no eres mi hijo», le dijeron en casa a un joven que recurrió a Ampgyl. Hay pocos casos extremos de este tipo, pero un 47% de los adolescentes y jóvenes no heterosexuales considera negativa la actitud de su familia con respecto a su condición sexual. La otra mitad de padres lo comprende y quiere ayudar a sus hijos en ese proceso difícil marcado por la soledad. Pero para poder prestarles su apoyo, muchos progenitores han de superar antes sus propios problemas. En la asociación Ampgyl es donde pueden encontrar el empujón necesario.
El primer paso es aceptarlo. A María Antonia Marco, su hijo se lo confesó a los 17 años. «Aunque mi marido y yo teníamos intelectualmente asumido el tema de la homosexualidad, nos quedamos chafados, porque todo lo que no sea normal te complica la vida. Sin embargo, empezamos a asumirlo al contactar con la asociación y compartir la cuestión con otras personas en la misma situación. Eso da mucha fuerza», asegura.
Después llega otra fase: derrocar tabúes. «La homosexualidad no es pecado, ni delito, ni vicio ni enfermedad. Y eso hay que explicarlo a los familiares, especialmente a las madres, que llegan a nosotros con muchísimo miedo por lo que pueda pasarle a su hijo», remarca María José Vivo. En realidad, es una tarea muy simple y fácil de resumir. El camino de la promiscuidad es una decisión suya, como la puede escoger cualquier heterosexual. Ante el sida también tienen los mismos peligros: existen prácticas de riesgo, pero no grupos de riesgo. Y en España ya pueden formar un matrimonio y tener hijos. Los prejuicios, uno tras otro, van cayendo.
Hay una tercera prueba de fuego muy delicada para los padres: salir del armario, esta vez de forma doblemente figurada, y hablar en público de la homosexualidad de su hijo. Resulta especialmente difícil a los padres varones. Salvador Cervera lo tuvo que hacer. «La auténtica inquietud para el padre de un chico gay es cómo se desarrollará tu hijo en la sociedad y los problemas que podrá tener», pero también pesa «el qué dirán de ti», cuenta Salvador. Por eso, añade, «respiras cuando das el paso y sales del armario como padre». En su caso, a partir de ese momento, el entorno de amistades y compañeros en el que se movía «dejó de tratar temas homófobos y de hacer chistes de maricones», revela. «En general, la gente es respetuosa», cuenta Salvador. Pero en los pueblos cuesta más que los padres hablen con franqueza de la condición homosexual de su hijo. «Allí condiciona mucho el qué dirán y los sambenitos que te puedan colgar», aseguran desde la asociación.
Altos índices de suicidio
¿Por qué es tan importante que los padres de gays y lesbianas adolescentes estén preparados para ese cambio de chip? Sólo hay que ver los ojos de María José Vivo y escuchar su letanía para responderse a la pregunta. «Estos chicos están estigmatizados sin haber hecho nada. Viven en una soledad terrible. Sufren acoso escolar, pasan verdaderos tormentos en los gimnasios o en las duchas comunes, y caen en depresiones. Además, es un sector de adolescentes con altos índices de suicidio [diez veces más que los heterosexuales en Estados Unidos]. Y la familia es clave para darles autoestima y seguridad», afirma María José Vivo.
A pesar de las apariencias (especialmente las reflejadas en televisión), los padres consultados aseguran que vivir y convivir con la homosexualidad es una lucha difícil. «Algunos —asegura la portavoz de Ampgyl— piensan que no podemos pelearnos contra un mundo donde la homofobia está presente. Que esto es una utopía de cuatro padres que luchan como quijotes. Pero son nuestros hijos; es lo que más queremos». Por ello pretenden ayudar a otros padres. Para que acepten a sus hijos, se despojen de temores irracionales y, de ese modo, puedan ayudar a unos jóvenes que consumen la adolescencia sin haberla vivido. El objetivo final es que no quede nadie en el ignominioso armario de la homosexualidad. Ni padres ni hijos.
Fuente: Levante
Cuando su hijo salió del armario, Adela entró en él. Se encerró en casa para que los vecinos no le preguntaran por la homosexualidad de su vástago adolescente. Cayó en una profunda depresión y se negó incluso a mantener relaciones sexuales con su marido. Todos los prejuicios del mundo gay la hundieron en un mar de angustias: ¿lo discriminarán en clase?, ¿encontrará trabajo?, ¿se aprovecharán de él?, ¿acabará solo?, ¿será promiscuo?, ¿cogerá el sida?, ¿qué dirá la gente? Adela es un nombre inventado, pero su caso es tristemente real.
En la avanzada generación del orgullo gay, las bodas homosexuales y las adopciones permitidas a familias homoparentales, muchas Adelas han llamado casi desesperadas a las puertas de la Asociación de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales menores de edad en Valencia (Ampgyl). «Que tu hijo sea gay todavía es una mala noticia», afirma muy a su pesar María José Vivo, la portavoz del colectivo. «No hay que negarlo: aunque se ha avanzado mucho, nuestra cultura aún es homófoba y tenemos miedo al condicionamiento social. Y al principio —agrega— los padres pasan grandes miedos».
Aunque están desapareciendo a marchas forzadas, todavía hay casos de padres que rechazan tajantemente la homosexualidad de su hijo. «Mientras seas maricón no eres mi hijo», le dijeron en casa a un joven que recurrió a Ampgyl. Hay pocos casos extremos de este tipo, pero un 47% de los adolescentes y jóvenes no heterosexuales considera negativa la actitud de su familia con respecto a su condición sexual. La otra mitad de padres lo comprende y quiere ayudar a sus hijos en ese proceso difícil marcado por la soledad. Pero para poder prestarles su apoyo, muchos progenitores han de superar antes sus propios problemas. En la asociación Ampgyl es donde pueden encontrar el empujón necesario.
El primer paso es aceptarlo. A María Antonia Marco, su hijo se lo confesó a los 17 años. «Aunque mi marido y yo teníamos intelectualmente asumido el tema de la homosexualidad, nos quedamos chafados, porque todo lo que no sea normal te complica la vida. Sin embargo, empezamos a asumirlo al contactar con la asociación y compartir la cuestión con otras personas en la misma situación. Eso da mucha fuerza», asegura.
Después llega otra fase: derrocar tabúes. «La homosexualidad no es pecado, ni delito, ni vicio ni enfermedad. Y eso hay que explicarlo a los familiares, especialmente a las madres, que llegan a nosotros con muchísimo miedo por lo que pueda pasarle a su hijo», remarca María José Vivo. En realidad, es una tarea muy simple y fácil de resumir. El camino de la promiscuidad es una decisión suya, como la puede escoger cualquier heterosexual. Ante el sida también tienen los mismos peligros: existen prácticas de riesgo, pero no grupos de riesgo. Y en España ya pueden formar un matrimonio y tener hijos. Los prejuicios, uno tras otro, van cayendo.
Hay una tercera prueba de fuego muy delicada para los padres: salir del armario, esta vez de forma doblemente figurada, y hablar en público de la homosexualidad de su hijo. Resulta especialmente difícil a los padres varones. Salvador Cervera lo tuvo que hacer. «La auténtica inquietud para el padre de un chico gay es cómo se desarrollará tu hijo en la sociedad y los problemas que podrá tener», pero también pesa «el qué dirán de ti», cuenta Salvador. Por eso, añade, «respiras cuando das el paso y sales del armario como padre». En su caso, a partir de ese momento, el entorno de amistades y compañeros en el que se movía «dejó de tratar temas homófobos y de hacer chistes de maricones», revela. «En general, la gente es respetuosa», cuenta Salvador. Pero en los pueblos cuesta más que los padres hablen con franqueza de la condición homosexual de su hijo. «Allí condiciona mucho el qué dirán y los sambenitos que te puedan colgar», aseguran desde la asociación.
Altos índices de suicidio
¿Por qué es tan importante que los padres de gays y lesbianas adolescentes estén preparados para ese cambio de chip? Sólo hay que ver los ojos de María José Vivo y escuchar su letanía para responderse a la pregunta. «Estos chicos están estigmatizados sin haber hecho nada. Viven en una soledad terrible. Sufren acoso escolar, pasan verdaderos tormentos en los gimnasios o en las duchas comunes, y caen en depresiones. Además, es un sector de adolescentes con altos índices de suicidio [diez veces más que los heterosexuales en Estados Unidos]. Y la familia es clave para darles autoestima y seguridad», afirma María José Vivo.
A pesar de las apariencias (especialmente las reflejadas en televisión), los padres consultados aseguran que vivir y convivir con la homosexualidad es una lucha difícil. «Algunos —asegura la portavoz de Ampgyl— piensan que no podemos pelearnos contra un mundo donde la homofobia está presente. Que esto es una utopía de cuatro padres que luchan como quijotes. Pero son nuestros hijos; es lo que más queremos». Por ello pretenden ayudar a otros padres. Para que acepten a sus hijos, se despojen de temores irracionales y, de ese modo, puedan ayudar a unos jóvenes que consumen la adolescencia sin haberla vivido. El objetivo final es que no quede nadie en el ignominioso armario de la homosexualidad. Ni padres ni hijos.
Fuente: Levante
Monday, January 18, 2010
'Will & Grace' o el azote gay de Schwarzenegger
A veces, uno no se da cuenta de la verdadera repercusión que puede llegar a tener una serie de televisión en la sociedad hasta que pasan unos cuantos años.
Algo así ha ocurrido con Will and Grace, serie innovadora de finales de los 90 por tratar abiertamente la temática homosexual y, que doce años después de su estreno, está sirviendo como gran ejemplo para los abogados que defienden la aprobación de los matrimonios gay en California después de que la polémica Proposición nº8 los prohibiera en noviembre de 2008.
“El éxito en televisión de series como Will and Grace o la película Brokeback Mountain subrayan el cambio positivo que se ha producido en la sociedad hacia los gays y las lesbianas en las últimas décadas”, declara David Thompson, un abogado americano que defiende a dos parejas de gays que ha denunciado al estado de California por prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Este juicio, el primero federal sobre la citada prohibición, se ha convertido durante las últimas semanas en tema de debate en EEUU y sin importar su resultado final, es probable que haya una apelación ante la Corte Suprema federal, donde el caso podría convertirse en un hito legal que decida si los homosexuales tienen derecho a casarse con personas de su mismo sexo.
Una comedia de culto
Will and Grace (Voluntad y gracia en español) se colaba en los hogares americanos en el año 98 y, tras ocho años en antena y la aclamación tanto del público como de la crítica, emitió su último episodio en 2006 ante 18 millones de espectadores.
La ficción estuvo nominada entre otros premios a 83 premios Emmy o 27 Globos de Oro, superando durante varios años a todas las comedias del momento y convirtiéndose para muchos en una serie de culto que sigue de máxima actualidad en nuestros días.
Pero sin duda alguna el éxito de la serie no ha radicado sólo en los premios o en la crítica. La ficción ha conseguido convertirse con el tiempo en todo un referente en la televisión americana por reflejar en clave de comedia la homosexualidad de manera natural y en un fiel reflejo de los avances del movimiento gay.
"No creo que una travesti pueda hablar de normalidad", le decía el personaje de Jack a la cantante Cher durante un cameo en la serie.
De esta manera Will and Grace abría la veda para que otras ficciones decidieran tratar el tema gay abiertamente o hacer bromas sobre la homosexualidad sin miedo a las críticas, y desde entonces resulta fácil encontrar algún personaje homosexual en las ficciones americanas.
Fuente:El Confidencial
A veces, uno no se da cuenta de la verdadera repercusión que puede llegar a tener una serie de televisión en la sociedad hasta que pasan unos cuantos años.
Algo así ha ocurrido con Will and Grace, serie innovadora de finales de los 90 por tratar abiertamente la temática homosexual y, que doce años después de su estreno, está sirviendo como gran ejemplo para los abogados que defienden la aprobación de los matrimonios gay en California después de que la polémica Proposición nº8 los prohibiera en noviembre de 2008.
“El éxito en televisión de series como Will and Grace o la película Brokeback Mountain subrayan el cambio positivo que se ha producido en la sociedad hacia los gays y las lesbianas en las últimas décadas”, declara David Thompson, un abogado americano que defiende a dos parejas de gays que ha denunciado al estado de California por prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Este juicio, el primero federal sobre la citada prohibición, se ha convertido durante las últimas semanas en tema de debate en EEUU y sin importar su resultado final, es probable que haya una apelación ante la Corte Suprema federal, donde el caso podría convertirse en un hito legal que decida si los homosexuales tienen derecho a casarse con personas de su mismo sexo.
Una comedia de culto
Will and Grace (Voluntad y gracia en español) se colaba en los hogares americanos en el año 98 y, tras ocho años en antena y la aclamación tanto del público como de la crítica, emitió su último episodio en 2006 ante 18 millones de espectadores.
La ficción estuvo nominada entre otros premios a 83 premios Emmy o 27 Globos de Oro, superando durante varios años a todas las comedias del momento y convirtiéndose para muchos en una serie de culto que sigue de máxima actualidad en nuestros días.
Pero sin duda alguna el éxito de la serie no ha radicado sólo en los premios o en la crítica. La ficción ha conseguido convertirse con el tiempo en todo un referente en la televisión americana por reflejar en clave de comedia la homosexualidad de manera natural y en un fiel reflejo de los avances del movimiento gay.
"No creo que una travesti pueda hablar de normalidad", le decía el personaje de Jack a la cantante Cher durante un cameo en la serie.
De esta manera Will and Grace abría la veda para que otras ficciones decidieran tratar el tema gay abiertamente o hacer bromas sobre la homosexualidad sin miedo a las críticas, y desde entonces resulta fácil encontrar algún personaje homosexual en las ficciones americanas.
Fuente:El Confidencial
Sunday, January 17, 2010
Los besos de Barbie
El padre y yo, cuando volvemos de algún viaje, le traemos de regalo una Barbie. Tratamos de que sean diferentes, pero a veces nos repetimos. Compramos la muñeca más barata de la serie que ofrecen en el free shop. El padre y yo estamos separados desde que ella es bebé. Solemos repetirnos y traer aquellas Barbies onda playera, bikini y con los anteojos de sol sobre la frente. Intentamos variar, comprar las que tienen el cabello o la piel de otro color. La Barbie Teresa que es latina, la Barbie Nikki que es negra. Mi hija suele re-bautizarlas según del lugar de donde las traemos. Por ejemplo, Erica Chaco, porque la compré en el Chaco o Arielle Rioja. Una vez, dos o tres años atrás, le conseguí un Ken con pelo natural. Como los fines de semana, las Barbies van y vienen en una bolsa a la casa de su padre, el Ken perdió la cabeza ahí. Nunca más volvimos a encontrar su cabeza.
Por ese tiempo, ella me preguntó: ¿qué voy a hacer con las Barbies?; ¿se pondrán de novias entre ellas? Para colmo de males, Ken estaba faltante en existencia en las jugueterías: Mattel no estaba exportando Kens a la Argentina. Pensamos en comprar un Ben 10 o algún otro machote que pudiera hacer de novio. Eran demasiado caros; no pudimos.
Un día, ella me preguntó qué era ser gay. Le dije lo que me vino a la mente y que me pareció más honesto: son hombres que se enamoran de hombres y mujeres que se enamoran de mujeres. Me miró sonriente: el problema de las Barbies estaba arreglado. Al día siguiente, Erica Chaco y Verónica Montserrat (la compramos por el barrio) se estaban besando. “¿Qué hacés?”, le pregunté. “¿Vos no me dijiste que hay personas gay?” En el curso de esa semana, conseguimos un Ken, con el pelo pintado y tabla de surf. Era un Ken de verdad bonito, delicado. Mi hija casó al Ken con una muñeca articulada marca Lucy, embarazada y a quien gracias a un mecanismo del vientre puede quitársele y ponérsele el bebé. A la boda de Lucy con Ken asistieron todas las otras y tuvimos la fiesta en paz. Pero dos días después Sabrina Córdoba se besó con Analía Rosario. Miré a mi hija; ella dijo admonitoria:
—Vos me dijiste que había personas gay.
Asentí.
Hay muñecas gay también.
Por lo menos, mi hija las tiene.
Fuente:Página/12
El padre y yo, cuando volvemos de algún viaje, le traemos de regalo una Barbie. Tratamos de que sean diferentes, pero a veces nos repetimos. Compramos la muñeca más barata de la serie que ofrecen en el free shop. El padre y yo estamos separados desde que ella es bebé. Solemos repetirnos y traer aquellas Barbies onda playera, bikini y con los anteojos de sol sobre la frente. Intentamos variar, comprar las que tienen el cabello o la piel de otro color. La Barbie Teresa que es latina, la Barbie Nikki que es negra. Mi hija suele re-bautizarlas según del lugar de donde las traemos. Por ejemplo, Erica Chaco, porque la compré en el Chaco o Arielle Rioja. Una vez, dos o tres años atrás, le conseguí un Ken con pelo natural. Como los fines de semana, las Barbies van y vienen en una bolsa a la casa de su padre, el Ken perdió la cabeza ahí. Nunca más volvimos a encontrar su cabeza.
Por ese tiempo, ella me preguntó: ¿qué voy a hacer con las Barbies?; ¿se pondrán de novias entre ellas? Para colmo de males, Ken estaba faltante en existencia en las jugueterías: Mattel no estaba exportando Kens a la Argentina. Pensamos en comprar un Ben 10 o algún otro machote que pudiera hacer de novio. Eran demasiado caros; no pudimos.
Un día, ella me preguntó qué era ser gay. Le dije lo que me vino a la mente y que me pareció más honesto: son hombres que se enamoran de hombres y mujeres que se enamoran de mujeres. Me miró sonriente: el problema de las Barbies estaba arreglado. Al día siguiente, Erica Chaco y Verónica Montserrat (la compramos por el barrio) se estaban besando. “¿Qué hacés?”, le pregunté. “¿Vos no me dijiste que hay personas gay?” En el curso de esa semana, conseguimos un Ken, con el pelo pintado y tabla de surf. Era un Ken de verdad bonito, delicado. Mi hija casó al Ken con una muñeca articulada marca Lucy, embarazada y a quien gracias a un mecanismo del vientre puede quitársele y ponérsele el bebé. A la boda de Lucy con Ken asistieron todas las otras y tuvimos la fiesta en paz. Pero dos días después Sabrina Córdoba se besó con Analía Rosario. Miré a mi hija; ella dijo admonitoria:
—Vos me dijiste que había personas gay.
Asentí.
Hay muñecas gay también.
Por lo menos, mi hija las tiene.
Fuente:Página/12
Saturday, January 16, 2010
Cuando no conviene ser gay en el trabajo
Gina Lollobrigida tenía una prueba infalible para detectar homosexuales: «Supe que Rock Hudson era gay cuando no se enamoró perdidamente de mí». Tenía una prueba pero no tenía abuela. Eran tiempos de fingimiento para no dañar la taquilla. Louis B. Mayer consiguió, llamándola a su blanco e intimidante despacho, que la mujer de Keenan Wynn, un secundario, se divorciara de éste para casarse con Van Johnson. Si la Metro casó a Johnson, la Universal casó a Hudson. ¿Tiempos pasados? No del todo. Parece que seguimos igual, al menos a tenor de las declaraciones en Madrid de Rupert Everett, que está convencido de que no hay más actores homosexuales reconocidos en Hollywood porque es malo para el negocio. Dice que se puede ser ejecutivo de estudio gay o incluso un actor mayor gay, como Ian McKellen (cuando ya no se es una amenaza como animal sexual). Pero no se puede ser un actor joven gay.
Quizá la excepción más notoria hoy esté en Neil Patrick Harris, que triunfa con su papel de Barney Stinson en «Cómo conocí a vuestra madre». Abiertamente gay, Neil Patrick Harris interpreta a un mujeriego en la serie. A un mujeriego compulsivo. Pero como se trata de una comedia, y de una comedia que gusta a hombres y mujeres (también jóvenes), no hay problema. E incluso lo llaman para presentar los Emmy.
Otro joven podría ser T.R. Knight, el George O'Malley de «Anatomía de Grey», aunque éste no sea una amenaza como persona, cosa o animal sexual. A Rupert Everett no lo han llamado para hacer de tiarrón en el cine quizá porque los que tenían que contratarlo pensaban que sería poco creíble (¿y por qué va a ser más creíble que un actor sea un asesino en serie o un poeta existencial que un heterosexual o un homosexual?). Sin olvidar su careto de los últimos años. Pero para poca credibilidad, la de George O'Malley acostándose con todas las buenorras de la serie hospitalaria (Meredith, Izzie y Callie). Pero no porque sea homosexual, claro, sino por la pinta de poca cosa que tiene (o que tenía). Además de ser un tío pesado.
Pero es verdad que no hay bradpits o yorsclunis que sean homosexuales de puertas abiertas, lo cual no deja de ser un sinsentido. Incluso considerados como símbolos sexuales, ¿qué más da si a los guapérrimos les gustan los hombres, las mujeres o los osos pandas? ¿Me va a gustar menos Cary Grant porque fuera más que amigo de Randolph Scott? Cuando la mayoría de la gente se muere por los huesos de una estrella y fantasea con él, qué más da que tenga la etiqueta de homosexual si en la cabeza de cada uno puede ser lo que quiera. En mi cabeza puedo poner a George Clooney a servirme el café. Lo pongo a hacer cualquier cosa. La mayoría de la gente sólo va a ver a sus ídolos en el cine, las revistas y sus pensamientos. Calenturientos o no.
¿Y qué pasa con las lesbianas? La ventaja es que a los hombres les encanta que las mujeres se manifiesten, al menos, bisexuales. Y a las mujeres les da igual. Ahí están los casos de las muy deseadas Angelina Jolie y la doña Nadie Megan Fox. A nadie le importa si a la vejez Meredith Baxter se confiesa lesbiana o si Jane Lynch, la actual diosa de la tele por su papel de Sue Sylvester en «Glee», es del mismo Lesbi. Además, siempre va en chándal. En cuanto a la carrera de Jodie Foster, anti chica boom, no parece que se haya resentido. Y Ellen DeGeneres nunca ha sido más popular (y Portia de Rossi es tan mona...). Pero me gusta más una reflexión que leí en «The New York Times» sobre la mayor tolerancia a la homosexualidad femenina: cuando se piensa en hombres se piensa en sexo anal y cuando se piensa en Ellen y Portia no se sabe qué hacen. Pero tiene razón Everett (y Charles Pierce). Es mejor ser negro que gay porque cuando uno es negro no hace falta confesárselo a tu madre. Y en la pantalla se ve.
Fuente:ABC
Gina Lollobrigida tenía una prueba infalible para detectar homosexuales: «Supe que Rock Hudson era gay cuando no se enamoró perdidamente de mí». Tenía una prueba pero no tenía abuela. Eran tiempos de fingimiento para no dañar la taquilla. Louis B. Mayer consiguió, llamándola a su blanco e intimidante despacho, que la mujer de Keenan Wynn, un secundario, se divorciara de éste para casarse con Van Johnson. Si la Metro casó a Johnson, la Universal casó a Hudson. ¿Tiempos pasados? No del todo. Parece que seguimos igual, al menos a tenor de las declaraciones en Madrid de Rupert Everett, que está convencido de que no hay más actores homosexuales reconocidos en Hollywood porque es malo para el negocio. Dice que se puede ser ejecutivo de estudio gay o incluso un actor mayor gay, como Ian McKellen (cuando ya no se es una amenaza como animal sexual). Pero no se puede ser un actor joven gay.
Quizá la excepción más notoria hoy esté en Neil Patrick Harris, que triunfa con su papel de Barney Stinson en «Cómo conocí a vuestra madre». Abiertamente gay, Neil Patrick Harris interpreta a un mujeriego en la serie. A un mujeriego compulsivo. Pero como se trata de una comedia, y de una comedia que gusta a hombres y mujeres (también jóvenes), no hay problema. E incluso lo llaman para presentar los Emmy.
Otro joven podría ser T.R. Knight, el George O'Malley de «Anatomía de Grey», aunque éste no sea una amenaza como persona, cosa o animal sexual. A Rupert Everett no lo han llamado para hacer de tiarrón en el cine quizá porque los que tenían que contratarlo pensaban que sería poco creíble (¿y por qué va a ser más creíble que un actor sea un asesino en serie o un poeta existencial que un heterosexual o un homosexual?). Sin olvidar su careto de los últimos años. Pero para poca credibilidad, la de George O'Malley acostándose con todas las buenorras de la serie hospitalaria (Meredith, Izzie y Callie). Pero no porque sea homosexual, claro, sino por la pinta de poca cosa que tiene (o que tenía). Además de ser un tío pesado.
Pero es verdad que no hay bradpits o yorsclunis que sean homosexuales de puertas abiertas, lo cual no deja de ser un sinsentido. Incluso considerados como símbolos sexuales, ¿qué más da si a los guapérrimos les gustan los hombres, las mujeres o los osos pandas? ¿Me va a gustar menos Cary Grant porque fuera más que amigo de Randolph Scott? Cuando la mayoría de la gente se muere por los huesos de una estrella y fantasea con él, qué más da que tenga la etiqueta de homosexual si en la cabeza de cada uno puede ser lo que quiera. En mi cabeza puedo poner a George Clooney a servirme el café. Lo pongo a hacer cualquier cosa. La mayoría de la gente sólo va a ver a sus ídolos en el cine, las revistas y sus pensamientos. Calenturientos o no.
¿Y qué pasa con las lesbianas? La ventaja es que a los hombres les encanta que las mujeres se manifiesten, al menos, bisexuales. Y a las mujeres les da igual. Ahí están los casos de las muy deseadas Angelina Jolie y la doña Nadie Megan Fox. A nadie le importa si a la vejez Meredith Baxter se confiesa lesbiana o si Jane Lynch, la actual diosa de la tele por su papel de Sue Sylvester en «Glee», es del mismo Lesbi. Además, siempre va en chándal. En cuanto a la carrera de Jodie Foster, anti chica boom, no parece que se haya resentido. Y Ellen DeGeneres nunca ha sido más popular (y Portia de Rossi es tan mona...). Pero me gusta más una reflexión que leí en «The New York Times» sobre la mayor tolerancia a la homosexualidad femenina: cuando se piensa en hombres se piensa en sexo anal y cuando se piensa en Ellen y Portia no se sabe qué hacen. Pero tiene razón Everett (y Charles Pierce). Es mejor ser negro que gay porque cuando uno es negro no hace falta confesárselo a tu madre. Y en la pantalla se ve.
Fuente:ABC
Friday, January 15, 2010
Hija de Raúl Castro espera que Cuba apruebe unión homosexual
La sexóloga Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro, felicitó a México por convertirse en el primer país de América Latina cuya capital permitió el matrimonio homosexual y dijo esperar que esas uniones sean aprobadas este año en Cuba.
"Felicidades a México que por lo menos en el DF ya lo logró (...) matrimonio y adopción, lograron las dos cosas en que más resistencia hay", dijo Mariela Castro, al referirse a la aprobación en diciembre por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México de la ley que permite casarse a parejas homosexuales y adoptar niños.
Mariela destacó que "México tiene excelentes profesionales e instituciones académicas y científicas en el campo de la sexología y la educación sexual", que colaboran desde hace años con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que dirige.
No obstante, subrayó que "es una lástima" que esas instituciones mexicanas "no tengan todo el apoyo político que se merecen, porque pondría a México en punta en muchas cosas en estas temáticas".
Mariela Castro se dijo "optimista" sobre la posibilidad de autorizar en la isla a los homosexuales las uniones legales y la adopción, como parte de modificaciones en el Código de Familia que examina el Parlamento a instancias del CENESEX.
"Voy a seguir siendo optimista y decir que este año tal vez lo podamos lograr. Seguimos tocando puertas, a ver si este 2010 podemos celebrarlo de otra manera, con eso que consideramos una victoria de las personas LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transexuales) en Cuba", manifestó.
La sexóloga, de 47 años, destacó que el Centro cuenta con el respaldo del Gobierno, aunque "dentro" de ese "apoyo político" haya "resistencia" y "contradicciones al tomar decisiones".
Mariela Castro informó que del 18 al 22 de enero se realizará el V Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, con la participación de 300 especialistas, incluidos 50 de 10 países, entre ellos México, Argentina, Venezuela, Brasil y España.
La hija de Raúl Castro destacó que la adopción de niños por parejas homosexuales "es el tema que más resistencia" motiva en la isla. "Hay tanto prejuicio" que "le cuesta trabajo a la gente asimilar" que "el ser buena madre y buen padre no es patrimonio de las parejas heterosexuales", comentó.
Mariela lleva a cabo una cruzada en Cuba contra la homofobia, con el apoyo de su padre y del gobernante Partido Comunista. Debido a su gestión, el Gobierno aprobó en 2008 las cirugías de cambio de sexo, dos décadas después de ser suspendidas tras una primera y única que generó polémica.
Fuente:Univision
La sexóloga Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro, felicitó a México por convertirse en el primer país de América Latina cuya capital permitió el matrimonio homosexual y dijo esperar que esas uniones sean aprobadas este año en Cuba.
"Felicidades a México que por lo menos en el DF ya lo logró (...) matrimonio y adopción, lograron las dos cosas en que más resistencia hay", dijo Mariela Castro, al referirse a la aprobación en diciembre por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México de la ley que permite casarse a parejas homosexuales y adoptar niños.
Mariela destacó que "México tiene excelentes profesionales e instituciones académicas y científicas en el campo de la sexología y la educación sexual", que colaboran desde hace años con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que dirige.
No obstante, subrayó que "es una lástima" que esas instituciones mexicanas "no tengan todo el apoyo político que se merecen, porque pondría a México en punta en muchas cosas en estas temáticas".
Mariela Castro se dijo "optimista" sobre la posibilidad de autorizar en la isla a los homosexuales las uniones legales y la adopción, como parte de modificaciones en el Código de Familia que examina el Parlamento a instancias del CENESEX.
"Voy a seguir siendo optimista y decir que este año tal vez lo podamos lograr. Seguimos tocando puertas, a ver si este 2010 podemos celebrarlo de otra manera, con eso que consideramos una victoria de las personas LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transexuales) en Cuba", manifestó.
La sexóloga, de 47 años, destacó que el Centro cuenta con el respaldo del Gobierno, aunque "dentro" de ese "apoyo político" haya "resistencia" y "contradicciones al tomar decisiones".
Mariela Castro informó que del 18 al 22 de enero se realizará el V Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, con la participación de 300 especialistas, incluidos 50 de 10 países, entre ellos México, Argentina, Venezuela, Brasil y España.
La hija de Raúl Castro destacó que la adopción de niños por parejas homosexuales "es el tema que más resistencia" motiva en la isla. "Hay tanto prejuicio" que "le cuesta trabajo a la gente asimilar" que "el ser buena madre y buen padre no es patrimonio de las parejas heterosexuales", comentó.
Mariela lleva a cabo una cruzada en Cuba contra la homofobia, con el apoyo de su padre y del gobernante Partido Comunista. Debido a su gestión, el Gobierno aprobó en 2008 las cirugías de cambio de sexo, dos décadas después de ser suspendidas tras una primera y única que generó polémica.
Fuente:Univision