Tuesday, June 30, 2009
La visibilidad de las lesbianas centra las reivindicaciones del Día del Orgullo Gay
Una bomba casera con metralla dejó al menos 21 heridos el pasado 14 de junio durante el desfile del Orgullo Gay, que congregó a tres millones de personas en São Paulo, la capital económica de Brasil. La misma noche, un joven de 17 años cayó en coma tras ser brutalmente agredido por un grupo de desconocidos. "Vivimos aquí porque aquí podemos ser nosotras mismas. En Brasil, no", explican Tatiana, de 28 años, y su pareja, Susi, de 32, aliviadas de no tener que esconder sus caricias de miradas ajenas. Están planeando casarse: "España es uno de los países donde la ley nos garantiza más derechos". Ambas participaron ayer en la manifestación del Día del Orgullo Gay celebrada en Bilbao. Cerca de un millar de personas desfilaron por la Gran Vía bajo el lema Ante todo orgullosas para exigir una mayor visibilidad lésbica en todos los ámbitos de la vida cotidiana, según explicó la Coordinadora 28-J.
"Animamos a las lesbianas a hacerse visibles. Hay muchas en puestos de relevancia que no lo hacen público", explicó a este diario la portavoz de la coordinadora, Inmaculada Mujika -no quiso dar ningún nombre, ni siquiera off the record: no se fía de los periodistas-. Los actos de este año celebran también el 40º aniversario de la rebelión en el bar Stonewall de Nueva York ante las redadas policiales contra el colectivo.
La manifestación adquirió un tono festivo ya desde el comienzo, en la Plaza Moyua. Doce percusionistas marcaron el ritmo con una contundente batucada. Para comprobar la diversidad del colectivo homosexual bastaba con sumarse unos minutos a la marcha. "Somos gays y cristianos", reclamaban con pancartas tres jóvenes, entre ellos Daniel Ramos. "Claro que ambas cosas son compatibles. En España tenemos una Iglesia homófoba. Hay muchísimas iglesias en el mundo en las que la homosexualidad no es pecado", recalcaba Ramos.
La Iglesia fue el blanco predilecto de una protesta alternativa organizada media hora antes por el colectivo Queer Ekintza en la plaza de Santiago. Básicamente clausuraron las puertas de la catedral con una pancarta de varios metros -"Cerrado por homofobia", rezaba-, mientras llenaban la fachada de mensajes provocadores del tipo "komo os jode la libertad". A unos metros, sentado en un banco con su esposa, un señor de unos 60 años, que tampoco se fía de los periodistas como para dar su nombre, opinaba: "Si quieren ser putas y maricones, bien por ellos. Cada uno puede ser lo que quiera ahora".
Las 50 personas que secundaron la protesta de Queer Ekintza apoyan un movimiento gay más reivindicativo. "Antimercantilista y antisistema", según Sergio Campo, uno de sus miembros. "Estamos en contra de la mercantilización de la causa, de los estereotipos en plan musculitos de gimnasio", explicó. Además, reconoce, es más divertido protestar que fotografiarse con las instituciones. "No queremos autobuses de dos plantas patrocinados por un bar el Día del Orgullo Gay. Éste es un día de reivindicación", añadió. No obstante, todos se sumaron a la manifestación central. "Queremos sumar, abrir debate, no restar", alegó.
"Es posible que hayamos sido absorbidos por el sistema a través del consumo", reconocía Koldo, de 48 años, en la protesta central. Unos metros más atrás caminaba Lezuri, 15 años y abiertamente lesbiana, acompañada por sus amigas de toda la vida. Minerva acudió con su hijo pequeño, Xabier, para acompañar a un amigo de su marido: "Esto hace años era impensable. Hace falta que sean más visibles. Así habrá menos frustrados que se queden sin salir del armario".
Fuente: El País
Una bomba casera con metralla dejó al menos 21 heridos el pasado 14 de junio durante el desfile del Orgullo Gay, que congregó a tres millones de personas en São Paulo, la capital económica de Brasil. La misma noche, un joven de 17 años cayó en coma tras ser brutalmente agredido por un grupo de desconocidos. "Vivimos aquí porque aquí podemos ser nosotras mismas. En Brasil, no", explican Tatiana, de 28 años, y su pareja, Susi, de 32, aliviadas de no tener que esconder sus caricias de miradas ajenas. Están planeando casarse: "España es uno de los países donde la ley nos garantiza más derechos". Ambas participaron ayer en la manifestación del Día del Orgullo Gay celebrada en Bilbao. Cerca de un millar de personas desfilaron por la Gran Vía bajo el lema Ante todo orgullosas para exigir una mayor visibilidad lésbica en todos los ámbitos de la vida cotidiana, según explicó la Coordinadora 28-J.
"Animamos a las lesbianas a hacerse visibles. Hay muchas en puestos de relevancia que no lo hacen público", explicó a este diario la portavoz de la coordinadora, Inmaculada Mujika -no quiso dar ningún nombre, ni siquiera off the record: no se fía de los periodistas-. Los actos de este año celebran también el 40º aniversario de la rebelión en el bar Stonewall de Nueva York ante las redadas policiales contra el colectivo.
La manifestación adquirió un tono festivo ya desde el comienzo, en la Plaza Moyua. Doce percusionistas marcaron el ritmo con una contundente batucada. Para comprobar la diversidad del colectivo homosexual bastaba con sumarse unos minutos a la marcha. "Somos gays y cristianos", reclamaban con pancartas tres jóvenes, entre ellos Daniel Ramos. "Claro que ambas cosas son compatibles. En España tenemos una Iglesia homófoba. Hay muchísimas iglesias en el mundo en las que la homosexualidad no es pecado", recalcaba Ramos.
La Iglesia fue el blanco predilecto de una protesta alternativa organizada media hora antes por el colectivo Queer Ekintza en la plaza de Santiago. Básicamente clausuraron las puertas de la catedral con una pancarta de varios metros -"Cerrado por homofobia", rezaba-, mientras llenaban la fachada de mensajes provocadores del tipo "komo os jode la libertad". A unos metros, sentado en un banco con su esposa, un señor de unos 60 años, que tampoco se fía de los periodistas como para dar su nombre, opinaba: "Si quieren ser putas y maricones, bien por ellos. Cada uno puede ser lo que quiera ahora".
Las 50 personas que secundaron la protesta de Queer Ekintza apoyan un movimiento gay más reivindicativo. "Antimercantilista y antisistema", según Sergio Campo, uno de sus miembros. "Estamos en contra de la mercantilización de la causa, de los estereotipos en plan musculitos de gimnasio", explicó. Además, reconoce, es más divertido protestar que fotografiarse con las instituciones. "No queremos autobuses de dos plantas patrocinados por un bar el Día del Orgullo Gay. Éste es un día de reivindicación", añadió. No obstante, todos se sumaron a la manifestación central. "Queremos sumar, abrir debate, no restar", alegó.
"Es posible que hayamos sido absorbidos por el sistema a través del consumo", reconocía Koldo, de 48 años, en la protesta central. Unos metros más atrás caminaba Lezuri, 15 años y abiertamente lesbiana, acompañada por sus amigas de toda la vida. Minerva acudió con su hijo pequeño, Xabier, para acompañar a un amigo de su marido: "Esto hace años era impensable. Hace falta que sean más visibles. Así habrá menos frustrados que se queden sin salir del armario".
Fuente: El País
Monday, June 29, 2009
40 años de Orgullo gay
Tree habrá contado su historia cientos, si no miles de veces. El altísimo septuagenario atiende la barra del famoso Stonewall Inn de Nueva York, el bar de Greenwich Village donde hace 40 años, la noche al 28 de junio de 1969, se produjeron los disturbios que marcaron el comienzo del movimiento del orgullo gay.
"Acabo de cumplir los 70", confiesa Tree. "Tenía justo 30 cuando comenzó la rebelión". El hecho de que esa noche se encontrara en el Stonewall no fue casualidad. El bar, entonces oculto tras ventanales pintados de negro y en el que hacía falta una contraseña para entrar, era el único lugar de Nueva York donde dos hombres podían bailar juntos.
"Naturalmente estaba prohibido", explica Tree. Motivo suficiente para que al menos una docena de sus noches en el Stonewall acabaran entre rejas.
Las redadas policiales formaban parte del día a día en los 60. No se orientaban tanto contra gays, lesbianas y travestis como contra los propietarios del Inn, entonces en manos de la mafia. Los policías del Distrito Seis cobraban los correspondientes sobornos para hacer la vista gorda durante unos días. Hasta que la cadena se rompió.
En aquella noche de junio, que terminó con ventanas rotas, contenedores en llamas, sirenas, porras, un ejército de detenidos y las calles llenas de simpatizantes y curiosos, el cuartel general de la policía neoyorquina decidió actuar contra la mafia del Stonewall. "Por el lavado de dinero, los desaparecidos, muertos y heridos", explica Tree, para el cual, sin embargo, sigue siendo un misterio qué terminó por precipitar la confrontación.
"Hacía calor", recuerda, "y nos sentíamos frustrados". Como de costumbre, en horas avanzadas el bar había comenzado a diluir la cerveza con agua. "Los camareros no podían despachar buen alcohol porque los dueños estaban ahí".
De modo que Tree se cambió de sitió al 'Mama's Chicks y Ribs', en la misma calle, junto con sus amigos Charlie, Frankie, Bubbles y Trenchie. Entonces les llegó la noticia. "Volvemos de inmediato", dijo Tree. El grupo logró abrir una puerta trasera del Stonewall y con ella un camino de salida para los amigos que habían quedado encerrados en el local.
Sin embargo, "ésos no eran los policías de siempre. Nos golpearon y aporrearon, de modo que al final nos defendimos". La mecha estaba encendida. Según fuentes no oficiales, unos 400 policías actuaron esa madrugada contra los gays, frente a unos 2.000 testigos en las calles.
Los disturbios continuaron varias noches más. Al final, el entonces jefe de gobierno de la ciudad, John Lindsay, pidió a la policía que se retirara del barrio.
Para Tree, sin embargo, el mayor triunfo del movimiento fue que Lindsay aboliera los llamados señuelos. El método permitía que un policía de civil se colara en el Stonewall, "le pusiera la mano en el muslo a un cliente" y, después de unas copas, le ofreciera salir para concertar una cita. Una vez afuera, el señuelo esposaba entonces a su víctima.
Un año después de esa histórica noche, la victoria ya se celebró con un desfile en la Christopher Street. Tree, que desde su barra narra los orígenes del movimiento de liberación homosexual a periodistas y turistas de todo el mundo, sólo se perdió dos de los desfiles del orgullo gay en Greenwich en cuatro décadas.
Este año liderará los desfiles de San Petersburg (Florida) y Colorado, y será miembro del jurado en los de la Christopher Street. "Todo cambió por completo", dice ahora este gigante bonachón, que desde hace 12 años está detrás de la barra del Stonewall. "Los jóvenes no entienden que acabamos en la cárcel por defender nuestra libertad (sexual)", continúa. "Creen que desde siempre hubo luces de neón y música disco para los homosexuales". Fuente: El Mundo
Sunday, June 28, 2009
Del armario al escaparate
Hace cuarenta años, los clientes del Stonewall Inn decidieron que no más, que estaban hartos de las frecuentes redadas policiales contra su club, punto de reunión de los homosexuales neoyorquinos, y se enfrentaron a los agentes que pretendían arrestarlos. La revuelta de aquel 8 de junio en la calle Christopher constituyó un punto y aparte en la lucha del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales)
a favor de sus derechos y dio lugar al Día Internacional del Orgullo, una cita lúdica y reivindicativa para este colectivo. Su visibilidad ha ido en aumento a lo largo de los últimos tiempos y, a ese respecto, España está considerado uno de los países privilegiados por la consecución de derechos y la correspondiente manifestación madrileña supone todo un hito por su capacidad de convocatoria.
Esa mayor presencia pública y cultural de la minoría gay, lesbiana o transexual, también ha llegado a los escaparates de las librerías. No solamente porque en nuestro país abundan los títulos que abordan esta temática, sino porque, como ha ocurrido en otros ámbitos culturales, caso del medio audiovisual, incluso han surgido editoriales especializadas que, con periodicidad, alimentan el mercado. Es el caso de Egales, creada hace dieciséis años, o de Odisea Editorial, responsables de la publicación de numerosos títulos de narrativa, ensayo y cómic.
Curiosamente, la realidad contrasta con cierto debate ontológico. ¿Existe la literatura homosexual o es un reduccionismo que simplifica o puede condicionar la real aportación de una obra y el relieve de un autor? ¿Hablamos de la narrativa escrita por gays o el término, simplemente, engloba toda creación que aborde esta cuestión? A juicio del escritor Lawrence Schimel, «lo más importante es, quizás, matizar entre cuestiones editoriales y cuestiones de texto, los dos tienen un impacto sobre lo que se considera o no literatura gay», y proporcionan razones para que una obra o autor adquiera esa condición.
El autor norteamericano radicado en Madrid también cree que hay que desmitificar lo que, a su juicio, se podría llamar la literatura heterosexual «que por defecto para mucha gente es equivalente a la Literatura con mayúscula, cuando una obra no está necesariamente mejor o peor escrita simplemente porque tenga personajes o temáticas de la corriente erótica dominante».
Tras estas puntualizaciones, confiesa asumir plenamente la definición. «Creo que sí existe una literatura gay y, además, creo que es importante que exista», defiende. «Los homosexuales tenemos todo el derecho a ver nuestras vidas y asuntos reflejados en la cultura y sin pasar por el filtro del ojo heterosexual, que es lo que ocurre muchas veces con libros con personajes homosexuales que están publicados en editoriales grandes». A su juicio, quienes deciden la edición son contables, «para quienes una obra literaria como las novelas de Jean Genet o una novela rosa gay es lo mismo: libros para maricas».
Schimel se define como escritor gay, entre otras muchas etiquetas que también asume, y arguye que desde esta concreción llega a un público más amplio. «Yo creo que en vez de intentar hacerlo potable para todos los públicos, siendo fiel al público gay, escribiendo desde mi punto de vista de tío gay hablando entre nosotros con y para otros gays, porque lo hace más universal », defiende y también sugiere los nombres del norteamericano Paul Russell y el australiano Neal Drinnan como dos colegas que, en su opinión, reflejan muy bien ciertos modos de vida de esta comunidad.
El intento de proporcionar una panorámica completa del fenómeno creativo resulta un intento vano, y sobre todo injusto, si pretende ser exhaustivo, aunque sí cabe mencionar varias obras que establecen precisas coordenadas sobre sus características y recopilan numerosos nombres y títulos de interés. ‘El amor de los muchachos’ del sociólogo Adrián Melo se remonta a la Antigüedad, parte de la oposición religiosa y política contra el denominado ‘pecado contra natura’ y desemboca en la etapa contemporánea. Dentro del ámbito del ensayo resulta un clásico imprescindible ‘Cristianismo. Tolerancia sexual y homosexualidad’ de John Boswell, un análisis de la evolución del pensamiento de la Iglesia al respecto.
En el campo de la narrativa contemporánea, ‘Historia de la literatura gay’ de Gregory Woods constituye una valiosa aproximación, aunque su punto de vista privilegie la aportación anglosajona. También hay que reconocer que la narrativa en lengua inglesa consolida un discurso paralelo a la evolución social de la homosexualidad y un puñado de títulos puede jalonar los cambios experimentados a lo largo del último siglo.
La creación y, sobre todo, la torturada vida de Oscar Wilde suponen un punto de inflexión porque ejemplifican con crudeza la persecución y la ruina social como consecuencias habituales del descubrimiento de una vida ajena a la corriente mayoritaria en los tiempos victorianos. E.M. Forster. en ‘Maurice’, ya toda una manida referencia, establece los términos reales de la situación a principios del siglo XX, cuando la coherencia personal se enfrentaba a la represión del sistema, pero también a la censura moral y las diferencias clasistas.
La novela está basada en un hecho real, la relación entre el escritor Edward Carpenter y George Merrill, un obrero con el que convivió en una época en la que tamaña osadía generaba hostilidad y rechazo. Esta obra y la colección de cuentos ‘La vida futura’ se publicaron tras la muerte de Forster, amigo de otros autores gays como W. H. Auden o Christopher Isherwood, en el fecundo período de Entreguerras. Este último describió la escena nocturna de la capital alemana previa a la ascensión del nazismo, divertida, licenciosa y abierta a la diferencia sexual, en ‘Adiós a Berlín’ y que llegaría a la gran pantalla convertido en ‘Cabaret’.
La Segunda Guerra Mundial acabó con muchos espacios de libertad, pero también sirvió para ambientar relatos de amor entre soldados, como ‘El auriga’, deMary Renault, una escritora más conocida por sus recreaciones de la corte de AlejandroMagno. En los años cincuenta, en el París existencialista de Jean Paul Sartre y Boris Vian se sitúa la acción de ‘La habitación de Giovanni’, del norteamericano James Baldwin, activista de los derechos humanos tanto a favor de la minoría negra en su país como del colectivo homosexual. La historia relata la progresiva asunción de la condición sexual por un joven y es ya todo un pequeño clásico del género.
La aportación francesa también es memorable, con obras que desvelan diversas facetas de un fenómeno a menudo trivializado o excesivamente simplificado. André Gide, amigo de Oscar Wilde, publicó ‘Corydon’ en 1910. Se trata de una colección de ensayos a favor de una visión normalizada de la homosexualidad que suscitó la polémica en su tiempo.
Nada comparable a la repercusión del trabajo y la peculiar manera de entender el sexo de Roger Peyrefitte porque el autor de ‘Las amistades particulares’, la historia de amor de dos adolescentes en un internado, siempre manifestó un encendido elogio de la pederastia. Su relación con un menor inspiró dos libros, ‘Nuestro amor’ y ‘El niño de corazón’, pero fue, sin duda, ‘Las llaves de San Pedro’ el texto que generó mayor controversia ya que, al parecer, exponía las costumbres privadas del papa Pio XII gracias a su relación con miembros de la Curia.
Sin embargo, la exhibición de la marginación y la concepción más rigurosa de la literatura se conjugan en una figura clave de la narrativa gala. Inspirado en su propia vida, ligada al hampa y la prostitución y fuera de toda convención social, Jean Genet elabora una obra donde la redención siempre resulta un camino difícil y el amor ha de esquivar la sordidez o surge de su propio interior. Historias como ‘Santa María de las flores’, ‘Diario de un ladrón’ o ‘Querelle de Brest’ constituyen una suerte de autobiografía novelada o una ficción que hunde a menudo sus raíces en la peripecia personal.
Frente a esta concepción trágica de la vida, hallamos la visión hedonista de ‘La biblioteca de la piscina’ de Allan Hollinghurst, un sofisticado autor y reputado crítico literario que se integra generacionalmente en la narrativa británica de los años ochenta. El concepto lúdico del sexo y la búsqueda del placer como ‘leit motiv’ en el seno de la alta burguesía pivotan una obra que marca un nuevo periodo de libertad y realización personal.
La incidencia del sida
Pero la fiesta quedó empañada con la aparición del sida, convertida en un nuevo azote para los gays cuando las ancestrales barreras coercitivas comenzaban a desplomarse. La pandemia ha constituido un fértil territorio para la creación, pero quizás cabe destacar la aportación dramática de Hervé Guibert, relator de su propio dolor y del padecido por su amante, el filósofo Michael Foucault. A ese respecto, ‘Al amigo que no me salvó la vida’ es una memoria estremecedora de sus últimos días.
La enfermedad, pero también el amor y sus quebrantos desde la perspectiva cotidiana, el paso del tiempo, o la ambición maltrecha son algunos de los asuntos habituales en la producción de David Leavitt y Edmund White, dos autores estadounidenses reputados. Cuando resulta ya difícil hallar elementos para el escándalo, más allá de las ridículas alegaciones discriminatorias de grupos ultraconservadores, la provocación puede nacer en las propias filas. ‘Contacto’, ‘Cacheo’ y otras novelas de Dennis Cooper acuden a los ambientes underground’ y el sexo más radical para describir el otro lado de un supuesto paraíso de promiscuidad y placer fácil.
En la tierra de Truman Capote, Gore Vidal o TennesseeWilliams, dramaturgo responsable de ‘La gata sobre el tejado de zinc caliente’ o ‘De repente, el último verano’, manifestaciones de una homosexualidad ahogada, hallamos un inabarcable panorama de talentos que han abordado la diferencia erótica. El aliento lírico de Tom Spanbauer en ‘El hombre que se enamoró de la luna’ o ‘La ciudad de los cazadores tímidos’ aporta un sutil atractivo que suple la falta de un cuestionamiento más explícito.
Pero, quizás, ‘Confesiones de una máscara’, la obra capital de Yukio Mishima, recientemente reeditada, se constituye en el epítome perfecto de una corriente que define a buena parte de la comunidad actual. Aunque ambientada en la posguerra japonesa,la fascinación del protagonista por el concepto de hipermasculinidad, la belleza arrogante y agresiva que subyace en este modelo, anticipa un arquetipo de notoria presencia en el escenario gay contemporáneo. La represión ha dado paso a la autoafirmación sin ambages y la literatura está ahí para dar testimonio de los nuevos tiempos.
El verso diferente
«La mayoría de la poesía gay publicada hasta el momento en España ha sido más bien ambigua si no directamente oculta o en clave», lamenta Lawrence Schimel. «O eso o hay una especie de efebofilia y unas alabanzas de lo sublime que personalmente me aburre mucho».
El escritor ha publicado hace unos meses el poemario ‘Desayuno en la cama’, una reflexión en torno a la experiencia amorosa en todas sus fases y que, según su creador, es más narrativa que lírica, una condición que también halla en los versos de Alejandro Céspedes o Juan Antonio González Iglesias.
Alegórica o realista, la creación de los poetas homosexuales españoles es pareja o superior a la de otros universalmente reconocidos como Walt Whitman o Constantino Kavafis. La generación del 27 cuenta con la rebeldía de Luis Cernuda expresada en ‘Los placeres prohibidos’ y la gran figura de Federico García Lorca. El historiador Ian Gibson expone en ‘Lorca y el mundo gay’, estudio recientemente editado, una visión muy crítica del poeta, torturado por una visión moralizante que le animaba a buscar cierta homosexualidad pura en contraposición a aquella corrupta y perversa, o a asumir permanentemente el disimulo para no delatar su tendencia sexual.
Además de autores como Juan Goytisolo y TerenciMoix, la narrativa en lengua castellana cuenta con obras emblemáticas como ‘El beso de la mujer araña’ de Manuel Puig y el testimonio trágico de ‘Antes que anochezca’ de Reynaldo Arenas. Además, la homosexualidad prácticamente se convierte en el eje transversal de la producción, siempre satírica, de Eduardo Mendicutti.
Pero la creación poética siempre alcanza una presencia aún más sugerente, ya sea por su clave gay o la tendencia de grandes compositores, no necesariamente evocada en sus versos, aunque, a menudo, sugerida. Es el territorio de Juan Gil-Albert o Jaime Gil de Biedma, Vicente Aleixandre, Francisco Brines, Severo Sarduy, Leopoldo Alas y Luis Antonio de Villena, capaces de evocar el sentimiento y la pulsión desde la vanguardia, la evocación surrealista o el erotismo más explícito.
Fuente:Hoy.es
Hace cuarenta años, los clientes del Stonewall Inn decidieron que no más, que estaban hartos de las frecuentes redadas policiales contra su club, punto de reunión de los homosexuales neoyorquinos, y se enfrentaron a los agentes que pretendían arrestarlos. La revuelta de aquel 8 de junio en la calle Christopher constituyó un punto y aparte en la lucha del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales)
a favor de sus derechos y dio lugar al Día Internacional del Orgullo, una cita lúdica y reivindicativa para este colectivo. Su visibilidad ha ido en aumento a lo largo de los últimos tiempos y, a ese respecto, España está considerado uno de los países privilegiados por la consecución de derechos y la correspondiente manifestación madrileña supone todo un hito por su capacidad de convocatoria.
Esa mayor presencia pública y cultural de la minoría gay, lesbiana o transexual, también ha llegado a los escaparates de las librerías. No solamente porque en nuestro país abundan los títulos que abordan esta temática, sino porque, como ha ocurrido en otros ámbitos culturales, caso del medio audiovisual, incluso han surgido editoriales especializadas que, con periodicidad, alimentan el mercado. Es el caso de Egales, creada hace dieciséis años, o de Odisea Editorial, responsables de la publicación de numerosos títulos de narrativa, ensayo y cómic.
Curiosamente, la realidad contrasta con cierto debate ontológico. ¿Existe la literatura homosexual o es un reduccionismo que simplifica o puede condicionar la real aportación de una obra y el relieve de un autor? ¿Hablamos de la narrativa escrita por gays o el término, simplemente, engloba toda creación que aborde esta cuestión? A juicio del escritor Lawrence Schimel, «lo más importante es, quizás, matizar entre cuestiones editoriales y cuestiones de texto, los dos tienen un impacto sobre lo que se considera o no literatura gay», y proporcionan razones para que una obra o autor adquiera esa condición.
El autor norteamericano radicado en Madrid también cree que hay que desmitificar lo que, a su juicio, se podría llamar la literatura heterosexual «que por defecto para mucha gente es equivalente a la Literatura con mayúscula, cuando una obra no está necesariamente mejor o peor escrita simplemente porque tenga personajes o temáticas de la corriente erótica dominante».
Tras estas puntualizaciones, confiesa asumir plenamente la definición. «Creo que sí existe una literatura gay y, además, creo que es importante que exista», defiende. «Los homosexuales tenemos todo el derecho a ver nuestras vidas y asuntos reflejados en la cultura y sin pasar por el filtro del ojo heterosexual, que es lo que ocurre muchas veces con libros con personajes homosexuales que están publicados en editoriales grandes». A su juicio, quienes deciden la edición son contables, «para quienes una obra literaria como las novelas de Jean Genet o una novela rosa gay es lo mismo: libros para maricas».
Schimel se define como escritor gay, entre otras muchas etiquetas que también asume, y arguye que desde esta concreción llega a un público más amplio. «Yo creo que en vez de intentar hacerlo potable para todos los públicos, siendo fiel al público gay, escribiendo desde mi punto de vista de tío gay hablando entre nosotros con y para otros gays, porque lo hace más universal », defiende y también sugiere los nombres del norteamericano Paul Russell y el australiano Neal Drinnan como dos colegas que, en su opinión, reflejan muy bien ciertos modos de vida de esta comunidad.
El intento de proporcionar una panorámica completa del fenómeno creativo resulta un intento vano, y sobre todo injusto, si pretende ser exhaustivo, aunque sí cabe mencionar varias obras que establecen precisas coordenadas sobre sus características y recopilan numerosos nombres y títulos de interés. ‘El amor de los muchachos’ del sociólogo Adrián Melo se remonta a la Antigüedad, parte de la oposición religiosa y política contra el denominado ‘pecado contra natura’ y desemboca en la etapa contemporánea. Dentro del ámbito del ensayo resulta un clásico imprescindible ‘Cristianismo. Tolerancia sexual y homosexualidad’ de John Boswell, un análisis de la evolución del pensamiento de la Iglesia al respecto.
En el campo de la narrativa contemporánea, ‘Historia de la literatura gay’ de Gregory Woods constituye una valiosa aproximación, aunque su punto de vista privilegie la aportación anglosajona. También hay que reconocer que la narrativa en lengua inglesa consolida un discurso paralelo a la evolución social de la homosexualidad y un puñado de títulos puede jalonar los cambios experimentados a lo largo del último siglo.
La creación y, sobre todo, la torturada vida de Oscar Wilde suponen un punto de inflexión porque ejemplifican con crudeza la persecución y la ruina social como consecuencias habituales del descubrimiento de una vida ajena a la corriente mayoritaria en los tiempos victorianos. E.M. Forster. en ‘Maurice’, ya toda una manida referencia, establece los términos reales de la situación a principios del siglo XX, cuando la coherencia personal se enfrentaba a la represión del sistema, pero también a la censura moral y las diferencias clasistas.
La novela está basada en un hecho real, la relación entre el escritor Edward Carpenter y George Merrill, un obrero con el que convivió en una época en la que tamaña osadía generaba hostilidad y rechazo. Esta obra y la colección de cuentos ‘La vida futura’ se publicaron tras la muerte de Forster, amigo de otros autores gays como W. H. Auden o Christopher Isherwood, en el fecundo período de Entreguerras. Este último describió la escena nocturna de la capital alemana previa a la ascensión del nazismo, divertida, licenciosa y abierta a la diferencia sexual, en ‘Adiós a Berlín’ y que llegaría a la gran pantalla convertido en ‘Cabaret’.
La Segunda Guerra Mundial acabó con muchos espacios de libertad, pero también sirvió para ambientar relatos de amor entre soldados, como ‘El auriga’, deMary Renault, una escritora más conocida por sus recreaciones de la corte de AlejandroMagno. En los años cincuenta, en el París existencialista de Jean Paul Sartre y Boris Vian se sitúa la acción de ‘La habitación de Giovanni’, del norteamericano James Baldwin, activista de los derechos humanos tanto a favor de la minoría negra en su país como del colectivo homosexual. La historia relata la progresiva asunción de la condición sexual por un joven y es ya todo un pequeño clásico del género.
La aportación francesa también es memorable, con obras que desvelan diversas facetas de un fenómeno a menudo trivializado o excesivamente simplificado. André Gide, amigo de Oscar Wilde, publicó ‘Corydon’ en 1910. Se trata de una colección de ensayos a favor de una visión normalizada de la homosexualidad que suscitó la polémica en su tiempo.
Nada comparable a la repercusión del trabajo y la peculiar manera de entender el sexo de Roger Peyrefitte porque el autor de ‘Las amistades particulares’, la historia de amor de dos adolescentes en un internado, siempre manifestó un encendido elogio de la pederastia. Su relación con un menor inspiró dos libros, ‘Nuestro amor’ y ‘El niño de corazón’, pero fue, sin duda, ‘Las llaves de San Pedro’ el texto que generó mayor controversia ya que, al parecer, exponía las costumbres privadas del papa Pio XII gracias a su relación con miembros de la Curia.
Sin embargo, la exhibición de la marginación y la concepción más rigurosa de la literatura se conjugan en una figura clave de la narrativa gala. Inspirado en su propia vida, ligada al hampa y la prostitución y fuera de toda convención social, Jean Genet elabora una obra donde la redención siempre resulta un camino difícil y el amor ha de esquivar la sordidez o surge de su propio interior. Historias como ‘Santa María de las flores’, ‘Diario de un ladrón’ o ‘Querelle de Brest’ constituyen una suerte de autobiografía novelada o una ficción que hunde a menudo sus raíces en la peripecia personal.
Frente a esta concepción trágica de la vida, hallamos la visión hedonista de ‘La biblioteca de la piscina’ de Allan Hollinghurst, un sofisticado autor y reputado crítico literario que se integra generacionalmente en la narrativa británica de los años ochenta. El concepto lúdico del sexo y la búsqueda del placer como ‘leit motiv’ en el seno de la alta burguesía pivotan una obra que marca un nuevo periodo de libertad y realización personal.
La incidencia del sida
Pero la fiesta quedó empañada con la aparición del sida, convertida en un nuevo azote para los gays cuando las ancestrales barreras coercitivas comenzaban a desplomarse. La pandemia ha constituido un fértil territorio para la creación, pero quizás cabe destacar la aportación dramática de Hervé Guibert, relator de su propio dolor y del padecido por su amante, el filósofo Michael Foucault. A ese respecto, ‘Al amigo que no me salvó la vida’ es una memoria estremecedora de sus últimos días.
La enfermedad, pero también el amor y sus quebrantos desde la perspectiva cotidiana, el paso del tiempo, o la ambición maltrecha son algunos de los asuntos habituales en la producción de David Leavitt y Edmund White, dos autores estadounidenses reputados. Cuando resulta ya difícil hallar elementos para el escándalo, más allá de las ridículas alegaciones discriminatorias de grupos ultraconservadores, la provocación puede nacer en las propias filas. ‘Contacto’, ‘Cacheo’ y otras novelas de Dennis Cooper acuden a los ambientes underground’ y el sexo más radical para describir el otro lado de un supuesto paraíso de promiscuidad y placer fácil.
En la tierra de Truman Capote, Gore Vidal o TennesseeWilliams, dramaturgo responsable de ‘La gata sobre el tejado de zinc caliente’ o ‘De repente, el último verano’, manifestaciones de una homosexualidad ahogada, hallamos un inabarcable panorama de talentos que han abordado la diferencia erótica. El aliento lírico de Tom Spanbauer en ‘El hombre que se enamoró de la luna’ o ‘La ciudad de los cazadores tímidos’ aporta un sutil atractivo que suple la falta de un cuestionamiento más explícito.
Pero, quizás, ‘Confesiones de una máscara’, la obra capital de Yukio Mishima, recientemente reeditada, se constituye en el epítome perfecto de una corriente que define a buena parte de la comunidad actual. Aunque ambientada en la posguerra japonesa,la fascinación del protagonista por el concepto de hipermasculinidad, la belleza arrogante y agresiva que subyace en este modelo, anticipa un arquetipo de notoria presencia en el escenario gay contemporáneo. La represión ha dado paso a la autoafirmación sin ambages y la literatura está ahí para dar testimonio de los nuevos tiempos.
El verso diferente
«La mayoría de la poesía gay publicada hasta el momento en España ha sido más bien ambigua si no directamente oculta o en clave», lamenta Lawrence Schimel. «O eso o hay una especie de efebofilia y unas alabanzas de lo sublime que personalmente me aburre mucho».
El escritor ha publicado hace unos meses el poemario ‘Desayuno en la cama’, una reflexión en torno a la experiencia amorosa en todas sus fases y que, según su creador, es más narrativa que lírica, una condición que también halla en los versos de Alejandro Céspedes o Juan Antonio González Iglesias.
Alegórica o realista, la creación de los poetas homosexuales españoles es pareja o superior a la de otros universalmente reconocidos como Walt Whitman o Constantino Kavafis. La generación del 27 cuenta con la rebeldía de Luis Cernuda expresada en ‘Los placeres prohibidos’ y la gran figura de Federico García Lorca. El historiador Ian Gibson expone en ‘Lorca y el mundo gay’, estudio recientemente editado, una visión muy crítica del poeta, torturado por una visión moralizante que le animaba a buscar cierta homosexualidad pura en contraposición a aquella corrupta y perversa, o a asumir permanentemente el disimulo para no delatar su tendencia sexual.
Además de autores como Juan Goytisolo y TerenciMoix, la narrativa en lengua castellana cuenta con obras emblemáticas como ‘El beso de la mujer araña’ de Manuel Puig y el testimonio trágico de ‘Antes que anochezca’ de Reynaldo Arenas. Además, la homosexualidad prácticamente se convierte en el eje transversal de la producción, siempre satírica, de Eduardo Mendicutti.
Pero la creación poética siempre alcanza una presencia aún más sugerente, ya sea por su clave gay o la tendencia de grandes compositores, no necesariamente evocada en sus versos, aunque, a menudo, sugerida. Es el territorio de Juan Gil-Albert o Jaime Gil de Biedma, Vicente Aleixandre, Francisco Brines, Severo Sarduy, Leopoldo Alas y Luis Antonio de Villena, capaces de evocar el sentimiento y la pulsión desde la vanguardia, la evocación surrealista o el erotismo más explícito.
Fuente:Hoy.es
Saturday, June 27, 2009
España: Un 57% de los adolescentes gays, lesbianas o transexuales han sido agredidos en el colegio
Ser joven y saberse lesbianas, gay, transexual o bisexual (LGTB) puede ser una situación de riesgo. Por eso el Orgullo LGTB (más conocido como Orgullo Gay) que se ha empezado a celebrar en España, donde habrá manifestaciones hoy, 27 de junio, y que tendrá como acto más multitudinario la manifestación prevista en Madrid el sábado 4 de julio tiene este año como lema Por una escuela sin armarios. Los datos avalan la necesidad de empezar desde la escuela a educar en el respeto a los que son diferentes. Como señala Jesús Generelo, responsable del área de Educación del Cogam (Colectivo LGTB de Madrid) y autor de varios estudios sobre el tema, "un 5% de los adolescentes se reconoce como gay, lesbiana o transexual". Generelo señala que hay otro 12% que no se define, lo que le parece una muestra de que puede haber un porcentaje aún mayor que se aleja de la heterosexualidad, aunque todavía no lo hayan asumido. Para estos chicos, la vida no es fácil. El 57% afirma que ha sido agredido por sus compañeros por su orientación o identidad. En un 7% de los casos, los ataques fueron físicos, que son los más llamativos aunque a veces no los que peor se viven.
Además, un 30% de los chicos de los centros educativos manifestó de alguna manera rechazo hacia sus compañeros LGTB, explica Generelo. Tampoco es posible recabar mucho apoyo de los profesores. En general, sólo un 23% de los chicos LGTB encuentra una actitud positiva en su centro educativo. Los profesores no son de mucha ayuda, porque un 67% no sabe que sus alumnos no son heterosexuales, según el trabajo. Por eso sólo un 3% de los alumnos acude a ellos para consultarles sus dudas sobre sexualidad.
La discriminación no es homogénea. Los chicos lo llevan peor. Un 66% de ellos ha vivido algún tipo de violencia en el centro educativo, frente a un nada despreciable 44% de sus compañeras.
Estos datos figuran en el Informe jóvenes LGTB que ha elaborado este año el Cogam, y que es el cuarto de una serie que empezó con Homofobia en el sistema educativo de 2005.
Los problemas de los adolescentes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales son el eje del manifiesto que han elaborado las asociaciones para este Orgullo Gay, que, además, este año conmemora los 40 años de la revuelta de Stonewall, un club de Nueva York en el que los clientes, sobre todo transexuales y gays, se enfrentaron a una de las frecuentes redadas de la policía en lo que se considera simbólicamente el inicio de la lucha por el fin de la represión.
Además, un 30% de los chicos de los centros educativos manifestó de alguna manera rechazo hacia sus compañeros LGTB, explica Generelo. Tampoco es posible recabar mucho apoyo de los profesores. En general, sólo un 23% de los chicos LGTB encuentra una actitud positiva en su centro educativo. Los profesores no son de mucha ayuda, porque un 67% no sabe que sus alumnos no son heterosexuales, según el trabajo. Por eso sólo un 3% de los alumnos acude a ellos para consultarles sus dudas sobre sexualidad.
La discriminación no es homogénea. Los chicos lo llevan peor. Un 66% de ellos ha vivido algún tipo de violencia en el centro educativo, frente a un nada despreciable 44% de sus compañeras.
Estos datos figuran en el Informe jóvenes LGTB que ha elaborado este año el Cogam, y que es el cuarto de una serie que empezó con Homofobia en el sistema educativo de 2005.
Los problemas de los adolescentes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales son el eje del manifiesto que han elaborado las asociaciones para este Orgullo Gay, que, además, este año conmemora los 40 años de la revuelta de Stonewall, un club de Nueva York en el que los clientes, sobre todo transexuales y gays, se enfrentaron a una de las frecuentes redadas de la policía en lo que se considera simbólicamente el inicio de la lucha por el fin de la represión. Fuente: El País
La discriminación no es homogénea. Los chicos lo llevan peor. Un 66% de ellos ha vivido algún tipo de violencia en el centro educativo, frente a un nada despreciable 44% de sus compañeras.
Estos datos figuran en el Informe jóvenes LGTB que ha elaborado este año el Cogam, y que es el cuarto de una serie que empezó con Homofobia en el sistema educativo de 2005.
Los problemas de los adolescentes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales son el eje del manifiesto que han elaborado las asociaciones para este Orgullo Gay, que, además, este año conmemora los 40 años de la revuelta de Stonewall, un club de Nueva York en el que los clientes, sobre todo transexuales y gays, se enfrentaron a una de las frecuentes redadas de la policía en lo que se considera simbólicamente el inicio de la lucha por el fin de la represión.
Además, un 30% de los chicos de los centros educativos manifestó de alguna manera rechazo hacia sus compañeros LGTB, explica Generelo. Tampoco es posible recabar mucho apoyo de los profesores. En general, sólo un 23% de los chicos LGTB encuentra una actitud positiva en su centro educativo. Los profesores no son de mucha ayuda, porque un 67% no sabe que sus alumnos no son heterosexuales, según el trabajo. Por eso sólo un 3% de los alumnos acude a ellos para consultarles sus dudas sobre sexualidad.
La discriminación no es homogénea. Los chicos lo llevan peor. Un 66% de ellos ha vivido algún tipo de violencia en el centro educativo, frente a un nada despreciable 44% de sus compañeras.
Estos datos figuran en el Informe jóvenes LGTB que ha elaborado este año el Cogam, y que es el cuarto de una serie que empezó con Homofobia en el sistema educativo de 2005.
Los problemas de los adolescentes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales son el eje del manifiesto que han elaborado las asociaciones para este Orgullo Gay, que, además, este año conmemora los 40 años de la revuelta de Stonewall, un club de Nueva York en el que los clientes, sobre todo transexuales y gays, se enfrentaron a una de las frecuentes redadas de la policía en lo que se considera simbólicamente el inicio de la lucha por el fin de la represión. Fuente: El País
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Friday, June 26, 2009
Vampiras lesbianas, zombis y aliens en el Festival 'Sao Paulo Horror'
El I Festival Internacional de Cine Fantástico 'Sao Paulo Horror' comienza este jueves con una vasta programación que reúne 34 títulos de diversos países, los cuales abordan personajes que van desde vampiras lesbianas hasta gigantes y alienígenas extraterrestres.
Este evento contempla no solo filmes de terror, sino también de ciencia-ficción y fantasía y el jurado será presidido por una veterana figura del horror brasileño, José Mojica Marins, conocido como 'Zé do Caixao' ('José del Ataúd'). La apertura será únicamente para invitados este jueves y luego, hasta el 2 de julio, se realizarán sesiones diarias en el denominado Reserva Cultural, un espacio cultural subterráneo de la principal avenida, la Paulista.
Para la directora del festival, Betina Goldman, una de las cintas más destacadas es 'Matadores de vampiras lesbianas', del británico Phil Caydon, un homenaje a los filmes clase B de los años 70 que trata sobre dos amigos que acaban en un pueblo lleno de bellas mujeres esclavizadas por una maldición de vampiros.
Otro de los filmes más esperados es 'Déjela entrar', del sueco Tomas Alfredson, premiada en el Festival de Cine Fantástico de Amsterdam y en el Fant-Asia. Cuenta la historia de un niño hostigado en la escuela que acaba apasionándose por una pequeña vampira.
Otros títulos recomendados por Goldman son 'Los Descendientes' del chileno Jorge Olguín, autor respaldado por el cineasta mexicano Guillermo del Toro ('Laberinto de Fauno') o la argentina '36 pasos', de Adrián García Bogliano.
También están las niponas 'El Gigante de Japón' y 'Yoroi: Zombi Samurai', o la estadounidense 'Strange Girls' (Rona Mark).
Fuente:AFP
El I Festival Internacional de Cine Fantástico 'Sao Paulo Horror' comienza este jueves con una vasta programación que reúne 34 títulos de diversos países, los cuales abordan personajes que van desde vampiras lesbianas hasta gigantes y alienígenas extraterrestres.
Este evento contempla no solo filmes de terror, sino también de ciencia-ficción y fantasía y el jurado será presidido por una veterana figura del horror brasileño, José Mojica Marins, conocido como 'Zé do Caixao' ('José del Ataúd'). La apertura será únicamente para invitados este jueves y luego, hasta el 2 de julio, se realizarán sesiones diarias en el denominado Reserva Cultural, un espacio cultural subterráneo de la principal avenida, la Paulista.
Para la directora del festival, Betina Goldman, una de las cintas más destacadas es 'Matadores de vampiras lesbianas', del británico Phil Caydon, un homenaje a los filmes clase B de los años 70 que trata sobre dos amigos que acaban en un pueblo lleno de bellas mujeres esclavizadas por una maldición de vampiros.
Otro de los filmes más esperados es 'Déjela entrar', del sueco Tomas Alfredson, premiada en el Festival de Cine Fantástico de Amsterdam y en el Fant-Asia. Cuenta la historia de un niño hostigado en la escuela que acaba apasionándose por una pequeña vampira.
Otros títulos recomendados por Goldman son 'Los Descendientes' del chileno Jorge Olguín, autor respaldado por el cineasta mexicano Guillermo del Toro ('Laberinto de Fauno') o la argentina '36 pasos', de Adrián García Bogliano.
También están las niponas 'El Gigante de Japón' y 'Yoroi: Zombi Samurai', o la estadounidense 'Strange Girls' (Rona Mark).
Fuente:AFP
Thursday, June 25, 2009
El Parlamento lituano prohíbe toda referencia a la homosexualidad en medios accesibles a menores
El Parlamento lituano ha aprobado una ley que prohíbe el debate sobre la homosexualidad en las escuelas y cualquier referencia a ella en medios de información pública accesibles a menores edad, según denunció Amnistía Internacional (AI), que advirtió de que esta medida "institucionaliza la homofobia y viola el derecho a la libertad de expresión".
El pasado 16 de junio, el Seimas (Parlamento lituano) votó por abrumadora mayoría en favor de reformar la Ley de Protección de Menores contra el Efecto Perjudicial de la Información Pública. De los 74 parlamentarios que asistieron a la votación, 67 votaron a favor.
La reforma equipara la homosexualidad a situaciones como la descripción de violencia física o psicológica, la exhibición de un cuerpo humano muerto o cruelmente mutilado y la información que suscite temor u horror o fomente la automutilación o el suicidio. Según Amnistía Internacional, esta reforma "institucionaliza la homofobia y viola el derecho a la libertad de expresión y a no sufrir discriminación".
"Con la aprobación de este proyecto de ley, el Seimas refuerza la discriminación basada en la orientación sexual de la persona", manifestó la directora del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central, Nicola Duckworth. "La reforma niega el derecho a la libertad de expresión y priva a los estudiantes del acceso a medios de apoyo y protección que podrían necesitar", añadió.
"La nueva ley forma parte de un creciente clima de intimidación y discriminación que soportan en Lituania las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero", prosiguió AI. Durante los últimos doce meses, algunas autoridades municipales han hecho declaraciones sobre ellas en términos despectivos. Aparte, el 20 de agosto de 2008, se prohibió en Vilna y Kaunas la visita del camión 'Por la Diversidad. Contra la Discriminación' que es una iniciativa de la UE. El alcalde de Kaunas dijo que "el festival homosexual podría causar muchas emociones negativas".
Aparte, prosiguió Amnistía, la reforma va en contra de la declaración conjunta que Lituania firmó en la Asamblea General de la ONU en diciembre de 2008, "en la que se reafirma que los Derechos Humanos se aplican por igual a todas las personas, con independencia de su orientación sexual o su identidad de género".
En 2002, el Comité de los Derechos del Niño, de la ONU, expresó su preocupación por una ley similar del Reino Unido. Introducida en 1988, dicha ley se anuló en septiembre de 2003, recordó la organización. Fuente: Europa Press
El pasado 16 de junio, el Seimas (Parlamento lituano) votó por abrumadora mayoría en favor de reformar la Ley de Protección de Menores contra el Efecto Perjudicial de la Información Pública. De los 74 parlamentarios que asistieron a la votación, 67 votaron a favor.
La reforma equipara la homosexualidad a situaciones como la descripción de violencia física o psicológica, la exhibición de un cuerpo humano muerto o cruelmente mutilado y la información que suscite temor u horror o fomente la automutilación o el suicidio. Según Amnistía Internacional, esta reforma "institucionaliza la homofobia y viola el derecho a la libertad de expresión y a no sufrir discriminación".
"Con la aprobación de este proyecto de ley, el Seimas refuerza la discriminación basada en la orientación sexual de la persona", manifestó la directora del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central, Nicola Duckworth. "La reforma niega el derecho a la libertad de expresión y priva a los estudiantes del acceso a medios de apoyo y protección que podrían necesitar", añadió.
"La nueva ley forma parte de un creciente clima de intimidación y discriminación que soportan en Lituania las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero", prosiguió AI. Durante los últimos doce meses, algunas autoridades municipales han hecho declaraciones sobre ellas en términos despectivos. Aparte, el 20 de agosto de 2008, se prohibió en Vilna y Kaunas la visita del camión 'Por la Diversidad. Contra la Discriminación' que es una iniciativa de la UE. El alcalde de Kaunas dijo que "el festival homosexual podría causar muchas emociones negativas".
Aparte, prosiguió Amnistía, la reforma va en contra de la declaración conjunta que Lituania firmó en la Asamblea General de la ONU en diciembre de 2008, "en la que se reafirma que los Derechos Humanos se aplican por igual a todas las personas, con independencia de su orientación sexual o su identidad de género".
En 2002, el Comité de los Derechos del Niño, de la ONU, expresó su preocupación por una ley similar del Reino Unido. Introducida en 1988, dicha ley se anuló en septiembre de 2003, recordó la organización. Fuente: Europa Press
Wednesday, June 24, 2009
Lorca, un referente por la diversidad
Los colectivos gays Cogam y Felgtb han rendido un homenaje público al escritor Federico García Lorca, a fin de reivindicar la necesidad de que la diversidad afectivo-sexual sea atendida en el sistema educativo.
La Felgtb ha destacado que la encuesta 'Actitudes ante la diversidad de la población adolescente de Coslada y San Bartolomé de Tirajana' refleja que sólo el 7% de los estudiantes de Secundaria y Bachillerato saben que Federico García Lorca era homosexual.
El 85% no sabe citar ningún personaje histórico que fuera homosexual, bisexual o transexual. Prácticamente ninguno tiene referentes lésbicos, según la citada encuesta.
Por eso la Felgtb y Cogam han realizado este homenaje a Lorca, "pero no sólo como uno de los más importantes escritores de España, sino como víctima del silencio impuesto en el sistema educativo a su realidad".
El acto se celebró junto a la estatua del autor en la Plaza Santa Ana de Madrid, y fue presentado por la poetisa Ruth Toledano, nombrada recientemente como la primera mujer cronista de la Villa de Madrid, y por el escritor Eduardo Mendicutti.
Se trata de una actividad enmarcada en la celebración de la Felgtb de 2009 como Año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación, con el que se pretende concienciar a la sociedad y a los escolares sobre los jóvenes gays, lesbianas, transexuales, bisexuales e hijos de familias homoparentales.
"El sistema educativo no puede dejar de lado a estos jóvenes. No pueden crecer sintiéndose extraños, culpables, marginados. Por eso, el mandato de la LOE es claro: hay que atender a la diversidad afectivo-sexual", ha afirmado Antonio Poveda, presidente de la Felgtb.
Por su parte, Miguel Ángel González, presidente de Cogam, recuerda que "varias investigaciones demuestran que el conocimiento de referentes LGTB reduce los elevados niveles de violencia y exclusión que viven estos chicos y chicas a causa de su orientación sexual o su identidad de género".
Fuente: El Mundo
Los colectivos gays Cogam y Felgtb han rendido un homenaje público al escritor Federico García Lorca, a fin de reivindicar la necesidad de que la diversidad afectivo-sexual sea atendida en el sistema educativo.
La Felgtb ha destacado que la encuesta 'Actitudes ante la diversidad de la población adolescente de Coslada y San Bartolomé de Tirajana' refleja que sólo el 7% de los estudiantes de Secundaria y Bachillerato saben que Federico García Lorca era homosexual.
El 85% no sabe citar ningún personaje histórico que fuera homosexual, bisexual o transexual. Prácticamente ninguno tiene referentes lésbicos, según la citada encuesta.
Por eso la Felgtb y Cogam han realizado este homenaje a Lorca, "pero no sólo como uno de los más importantes escritores de España, sino como víctima del silencio impuesto en el sistema educativo a su realidad".
El acto se celebró junto a la estatua del autor en la Plaza Santa Ana de Madrid, y fue presentado por la poetisa Ruth Toledano, nombrada recientemente como la primera mujer cronista de la Villa de Madrid, y por el escritor Eduardo Mendicutti.
Se trata de una actividad enmarcada en la celebración de la Felgtb de 2009 como Año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación, con el que se pretende concienciar a la sociedad y a los escolares sobre los jóvenes gays, lesbianas, transexuales, bisexuales e hijos de familias homoparentales.
"El sistema educativo no puede dejar de lado a estos jóvenes. No pueden crecer sintiéndose extraños, culpables, marginados. Por eso, el mandato de la LOE es claro: hay que atender a la diversidad afectivo-sexual", ha afirmado Antonio Poveda, presidente de la Felgtb.
Por su parte, Miguel Ángel González, presidente de Cogam, recuerda que "varias investigaciones demuestran que el conocimiento de referentes LGTB reduce los elevados niveles de violencia y exclusión que viven estos chicos y chicas a causa de su orientación sexual o su identidad de género".
Fuente: El Mundo
Tuesday, June 23, 2009
Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa
La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz ha inauguardo en Madrid la muestra Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005, en la Sala Alcalá 31. Decenas de fotógrafos, cámaras y periodistas llenaron el espacio en busca del mejor ángulo y declaración de ésta que es una "auténtica revolucionaria de la fotografía", según las palabras que Esperanza Aguirre
La llaman la fotógrafa de los famosos y, ciertamente la nube de fotógrafos, cámaras y periodistas que abarrotaban la sala Alcalá 31, de Madrid, parecía más propia de la alfombra roja de un festival de cine que de la inauguración de la exposición Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005. Ni siquiera se lo quiso perder Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid -organizadora de la muestra en el marco de PhotoEspaña-. Acompañada de todos sus consejeros, actuó como maestra de ceremonias en la presentación.
Será porque Leibovitz ha fotografiado a John Lennon desnudo, acurrucado junto a Yoko Ono apenas horas antes de morir. A la actriz Demi Moore, embarazada y también desnuda, para una portada de la revista Vanity Fair que cambió las reglas de la iconografía editorial. Durante cuatro décadas, ante el objetivo de Annie Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 1949) han pasado todos los divos del universo hollywoodiense, estrellas del rock, poderosos políticos o famosos escritores. Jack Nicholson, William Burroughs, Patti Smith, Mikhail Baryshnikov... y, claro, Susan Sontag, su pareja durante 15 años.
Pese a la fanfarria que la esperaba ayer, la fotógrafa siempre ha mantenido su intimidad bajo siete llaves. "Yo no salgo a cenar con la gente a quien fotografío. Trabajo mucho y guardo mucho mi vida personal", aseguró ayer. Aunque en este proyecto reconoce que ha "desnudado su alma". Vestida de genuino negro neoyorquino -camisa y pantalón-, con su melena rubia, ni siquiera las zapatillas deportivas que calza -también negras- le restan un ápice de esa elegancia bohemia característica de Manhattan.
Habla intercalando muchas pausas, como si reflexionase sobre la marcha, y explica que todo empezó tras la muerte de Sontag en diciembre de 2004 y la de su padre, seis semanas después. Comenzó buscando fotos de su compañera para el funeral y acabó escarbando en el archivo de los negativos del periodo que se acota en el título de la muestra.
La selección final reúne 200 imágenes en las que se mezclan los trabajos de encargo -famosos, políticos- con un entrañable catálogo de fotos familiares por las que desfilan sus padres, hermanos y sus tres hijas. "No tengo dos vidas", escribe a modo de explicación Leibovitz en el libro que reúne las fotos de la exposición (lo edita Lunwerg en su versión española). "Es la narración de una historia. El material estaba allí y juntarlo para contar una historia fue excitante".
La fotógrafa permite al espectador entrar hasta en los más íntimos recovecos de su existencia. Deja ver su imagen desnuda, embarazada a los 50 años, de su primera hija, Sarah. O las sucesivas hospitalizaciones de Sontag, que batalló contra el cáncer durante décadas. Hasta su muerte, que la fotógrafa muestra. Sin falso pudor. ¿Por qué publicar algo tan íntimo? "Después de que Susan muriera hablé con su hijo David [Rieff, periodista y escritor]. Uno de los primeros usos de la fotografía fue retratar a los muertos para tener su memoria. Lo discutí con David y me dijo que era algo que tenía que hacer. Me dio su permiso, de alguna manera. Pero en aquella sala, era como si Susan no estuviera allí. Su cuerpo era como un artefacto. Estaba el cuerpo, pero ella no. Y yo estaba más bien en el papel de una fotógrafa".
Mientras buscaba las fotos para la exposición, Leibovitz lloraba continuamente. De alguna manera, prepararla le ayudó a superar el dolor de las dos pérdidas sufridas. "Las imágenes de Susan me ayudaron a superar su muerte. Tuve la suerte de revivir todos esos sentimientos y de darme cuenta de todo lo que había recibido de mi familia, de mis padres, de mis hijas. Incluso hoy, al ver la instalación en esta sala, me conmueve ver fotos de mi padre, de mi madre. Hay mucho amor en ese trabajo. Para mí son como pruebas de lo que me dieron".
Un ciclo de vida y muerte que tuvo en 2001 un hito para Leibovitz con el nacimiento de su primera hija. En las fotos en las que Sontag sostiene al bebé, parece que la escritora da la bienvenida a una vida antes de despedirse. En 2005, gracias a una madre de alquiler, llegaron las mellizas Susan y Samuelle. ¿Por qué ese deseo de procrear a pesar de las convenciones? "Yo era una de seis hermanos y crecí en el principio de que la familia era lo más importante. Pero la vida me comió y lo hice cuando tuve la posibilidad, a los 50 años. Estoy en el mejor momento de mi vida y sé que el resto de mi vida va a girar en torno a ellas y eso es algo muy importante. Lo único que nunca pensé es que ocuparían tanto tiempo de mi existencia. Procuro estar con ellas todo lo que puedo".
Los organizadores de la visita a España dan fe: la fotógrafa retrasó un día su llegada a Madrid -llegó ayer en lugar del miércoles- porque una de las niñas estaba enferma.
Pese a la fanfarria que la esperaba ayer, la fotógrafa siempre ha mantenido su intimidad bajo siete llaves. "Yo no salgo a cenar con la gente a quien fotografío. Trabajo mucho y guardo mucho mi vida personal", aseguró ayer. Aunque en este proyecto reconoce que ha "desnudado su alma". Vestida de genuino negro neoyorquino -camisa y pantalón-, con su melena rubia, ni siquiera las zapatillas deportivas que calza -también negras- le restan un ápice de esa elegancia bohemia característica de Manhattan.
Habla intercalando muchas pausas, como si reflexionase sobre la marcha, y explica que todo empezó tras la muerte de Sontag en diciembre de 2004 y la de su padre, seis semanas después. Comenzó buscando fotos de su compañera para el funeral y acabó escarbando en el archivo de los negativos del periodo que se acota en el título de la muestra.
La selección final reúne 200 imágenes en las que se mezclan los trabajos de encargo -famosos, políticos- con un entrañable catálogo de fotos familiares por las que desfilan sus padres, hermanos y sus tres hijas. "No tengo dos vidas", escribe a modo de explicación Leibovitz en el libro que reúne las fotos de la exposición (lo edita Lunwerg en su versión española). "Es la narración de una historia. El material estaba allí y juntarlo para contar una historia fue excitante".
La fotógrafa permite al espectador entrar hasta en los más íntimos recovecos de su existencia. Deja ver su imagen desnuda, embarazada a los 50 años, de su primera hija, Sarah. O las sucesivas hospitalizaciones de Sontag, que batalló contra el cáncer durante décadas. Hasta su muerte, que la fotógrafa muestra. Sin falso pudor. ¿Por qué publicar algo tan íntimo? "Después de que Susan muriera hablé con su hijo David [Rieff, periodista y escritor]. Uno de los primeros usos de la fotografía fue retratar a los muertos para tener su memoria. Lo discutí con David y me dijo que era algo que tenía que hacer. Me dio su permiso, de alguna manera. Pero en aquella sala, era como si Susan no estuviera allí. Su cuerpo era como un artefacto. Estaba el cuerpo, pero ella no. Y yo estaba más bien en el papel de una fotógrafa".
Mientras buscaba las fotos para la exposición, Leibovitz lloraba continuamente. De alguna manera, prepararla le ayudó a superar el dolor de las dos pérdidas sufridas. "Las imágenes de Susan me ayudaron a superar su muerte. Tuve la suerte de revivir todos esos sentimientos y de darme cuenta de todo lo que había recibido de mi familia, de mis padres, de mis hijas. Incluso hoy, al ver la instalación en esta sala, me conmueve ver fotos de mi padre, de mi madre. Hay mucho amor en ese trabajo. Para mí son como pruebas de lo que me dieron".
Un ciclo de vida y muerte que tuvo en 2001 un hito para Leibovitz con el nacimiento de su primera hija. En las fotos en las que Sontag sostiene al bebé, parece que la escritora da la bienvenida a una vida antes de despedirse. En 2005, gracias a una madre de alquiler, llegaron las mellizas Susan y Samuelle. ¿Por qué ese deseo de procrear a pesar de las convenciones? "Yo era una de seis hermanos y crecí en el principio de que la familia era lo más importante. Pero la vida me comió y lo hice cuando tuve la posibilidad, a los 50 años. Estoy en el mejor momento de mi vida y sé que el resto de mi vida va a girar en torno a ellas y eso es algo muy importante. Lo único que nunca pensé es que ocuparían tanto tiempo de mi existencia. Procuro estar con ellas todo lo que puedo".
Los organizadores de la visita a España dan fe: la fotógrafa retrasó un día su llegada a Madrid -llegó ayer en lugar del miércoles- porque una de las niñas estaba enferma.
Fuente: El País ( Imagen : Annie Leibovitz fotografada por Susan Sontag)
Monday, June 22, 2009
El sexo socialista cubano visita Suecia
En la casa del ABF de Estocolmo se llevó a cabo este martes 16 de junio la conferencia Sexo y Socialismo en Cuba, organizada por la asociación sueco-cubana y ABF y presentada por la pedagoga y sexóloga Mariela Castro y el doctor Alberto Roque. Los profesionales cubanos expusieron la labor del Centro Cubano de Información Sexual (CENESEX), de la cual Mariela Castro es jefe. El centro ha sido reconocido internacionalmente por su trabajo en contra de la homofobia y la discriminación y su lucha por los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) y la prevención del VIH/Sida. Mariela Castro, hija de Raúl Castro, viajó a Suecia para participar en el congreso Sexo Gotemburgo 2009, el cual se realiza entre el 21 y 25 de junio en la ciudad puerto, organizado por la Asociación Mundial por la Salud Sexual (WAS), de la cual Cuba es parte del comité asesor. Los profesionales cubanos ofrecieron al día siguiente a la conferencia en ABF, una rueda de prensa en la Librería Latinoamericana, con el fin de informar acerca de su visita a Suecia y su participación en el congreso de Gotemburgo. Entre los medios presentes en la rueda de prensa se encontraba el editor del diario electrónico Estocolmo.se, Ramón Maldonado, quien en la foto aparece conversando con la pedagoga cubana. Mariela Castro explicó, entre otras cosas que: "en Cuba estamos probando ideas, explorando que es lo mejor, acerca del tema de la diversidad de identidades sexuales". La WAS declara que los Derechos Sexuales son derechos humanos fundamentales y universales.
Fuente: El País
En la casa del ABF de Estocolmo se llevó a cabo este martes 16 de junio la conferencia Sexo y Socialismo en Cuba, organizada por la asociación sueco-cubana y ABF y presentada por la pedagoga y sexóloga Mariela Castro y el doctor Alberto Roque. Los profesionales cubanos expusieron la labor del Centro Cubano de Información Sexual (CENESEX), de la cual Mariela Castro es jefe. El centro ha sido reconocido internacionalmente por su trabajo en contra de la homofobia y la discriminación y su lucha por los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) y la prevención del VIH/Sida. Mariela Castro, hija de Raúl Castro, viajó a Suecia para participar en el congreso Sexo Gotemburgo 2009, el cual se realiza entre el 21 y 25 de junio en la ciudad puerto, organizado por la Asociación Mundial por la Salud Sexual (WAS), de la cual Cuba es parte del comité asesor. Los profesionales cubanos ofrecieron al día siguiente a la conferencia en ABF, una rueda de prensa en la Librería Latinoamericana, con el fin de informar acerca de su visita a Suecia y su participación en el congreso de Gotemburgo. Entre los medios presentes en la rueda de prensa se encontraba el editor del diario electrónico Estocolmo.se, Ramón Maldonado, quien en la foto aparece conversando con la pedagoga cubana. Mariela Castro explicó, entre otras cosas que: "en Cuba estamos probando ideas, explorando que es lo mejor, acerca del tema de la diversidad de identidades sexuales". La WAS declara que los Derechos Sexuales son derechos humanos fundamentales y universales.
Fuente: El País
Sunday, June 21, 2009
La incomprensión familiar daña la salud de los hijos homosexuales
Este rechazo aumenta el riesgo de depresión, suicidio y consumo de drogas ilegales
Un proyecto pretende evitar que este conflicto acabe con el abandono del hogar familiar
Un proyecto pretende evitar que este conflicto acabe con el abandono del hogar familiar
Cuando un padre critica abiertamente la homosexualidad de uno de sus hijos o una madre justifica el acoso escolar que sufre, diciéndole que no debería haber 'salido del armario' haciendo pública su condición sexual, están perjudicando en gran medida la salud de su retoño.
Los gays, lesbianas y bisexuales que se sienten rechazados por su entorno más cercano a una edad temprana podrían experimentar, frente a quienes sí se sienten respaldados por sus familias, hasta 8,4 veces más inclinación al suicidio, una propensión 5,9 veces mayor a sufrir una depresión y una exposición 3,4 veces mayor al consumo de drogas ilegales y a las conductas sexuales de riesgo.
Esto es lo que afirma el estudio titulado 'El rechazo familiar como factor predictivo de consecuencias negativas para la salud de jóvenes lesbianas, gays y homosexuales blancos y latinos' y que será publicado en el número de enero de la revista 'Pediatrics'.
La doctora Caitlin Ryan, autora de este estudio y directora del proyecto 'Aceptación Familiar' de la Universidad Estatal de San Francisco (EEUU), afirma que las conclusiones de este trabajo "ayudarán a desarrollar recursos y herramientas que fortalecerán a las familias y permitirán la mejora de la situación de los jóvenes homosexuales y sus allegados. En lugar de considerar a la familia como parte del problema, este nuevo enfoque la considera un recurso esencial para mejorar la salud de los hijos".
Evitar el abandono del hogar
Una de las mayores preocupaciones del proyecto es proporcionar un instrumento de prevención de conflictos familiares que pueden culminar en la expulsión del hogar del adolescente homosexual. "Una intervención temprana en las familias puede prevenir comportamientos de rechazo y ayudar a mantener a estos jóvenes en sus casas", prosigue Ryan.
Éste sería uno de los mayores logros a conseguir, ya que, según los datos obtenidos por la National Gay and Lesbian Task Forces en colaboración con la National Coalition for the Homeless aproximadamente un 42% de los 1,6 millones de jóvenes sin hogar que viven en EEUU pertenece al grupo denominado GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transexuales).
Según los datos arrojados por el estudio desarrollado por el equipo de la doctora Ryan, los padres y tutores pueden modificar el comportamiento de rechazo una vez comprenden el grave daño que causan sus palabras y acciones en la salud de sus hijos. Un cambio en el comportamiento paterno, aun siendo pequeño, parece tener un impacto claro en la reducción de los riesgos que amenazan la salud y bienestar de los adolescentes y homosexuales.
El trabajo se realizó sobre una muestra de 245 jóvenes lesbianas, gays y bisexuales con edades comprendidas entre los 21 y los 25 años y cuya condición sexual era conocida por al menos uno de los progenitores o cuidadores durante su adolescencia. Se demostró que la mitad de quienes experimentaron rechazo por parte de su entorno familiar cuando eran menores de edad sufren considerables problemas de salud mental, así como de consumo de drogas.
Las conductas sexuales de riesgo, aunque en menor grado, mostraron también una alta incidencia en ese grupo, especialmente entre los hombres de origen latino, que también presentaron una mayor vulnerabilidad a la depresión y a las ideas suicidas.
La familia importa
El doctor Sten Vermund, pediatra y catedrático de la Universidad Vanderbilt, afirma que el estudio "muestra claramente el terrible daño que produce el rechazo familiar, incluso cuando los padres lo expresan con la mejor intención, siguiendo creencias firmes o pensando que de esta manera están protegiendo a sus hijos".
A su juicio, problemas de salud mental como la depresión y el suicidio y las prácticas sexuales de riesgo, aumentaron significativamente a raíz del rechazo familiar sufrido por los jóvenes homosexuales y bisexuales. "En EEUU la mitad de los nuevos casos de sida se producen en hombres que tienen sexo con otros varones, por lo que es vital que los mensajes de prevención lleguen a los jóvenes y a quienes conviven trabajan con ellos", concluye Vermund.
Este análisis supone un paso más en los estudios sobre la influencia de los factores externos en la salud de los jóvenes homosexuales, ya que, si en otras ocasiones se ha procedido a analizar el estigma que suele ir asociado a la homosexualidad en el entorno escolar y otros círculos sociales, es sorprendente la poca atención que se había prestado con anterioridad a la influencia de la aceptación o rechazo de progenitores y cuidadores en la salud y bienestar de jóvenes homosexuales y bisexuales.
Según afirma a elmundo.es Luís Perelman, Cofundador de la Asociación Internacional de Familias por la Diversidad Sexual y Presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, "si bien el problema había contemplado con anterioridad el rechazo familiar, éste había sido visto como algo natural frente el que no había nada que hacer ya que se consideraba cuestión de 'suerte' el que los padres aprendiesen a sobrellevar la situación. Sin embargo, gracias iniciativas como ésta, se están obteniendo datos muy crudos de forma científica, que servirán para orientar la toma de decisiones en las políticas públicas sanitarias".
Según Perelman "tal y como hemos observado en el trabajo que venimos realizando con familias de jóvenes homosexuales a lo largo de los años, el poder de los padres es tal que pueden hacer de sus hijos los más felices o los más desdichados. Cuando la familia es un apoyo y no un obstáculo, las circunstancias, por difíciles que sean, se pueden encarar y superar con éxito". Por Nuria Baena en El Mundo
Los gays, lesbianas y bisexuales que se sienten rechazados por su entorno más cercano a una edad temprana podrían experimentar, frente a quienes sí se sienten respaldados por sus familias, hasta 8,4 veces más inclinación al suicidio, una propensión 5,9 veces mayor a sufrir una depresión y una exposición 3,4 veces mayor al consumo de drogas ilegales y a las conductas sexuales de riesgo.
Esto es lo que afirma el estudio titulado 'El rechazo familiar como factor predictivo de consecuencias negativas para la salud de jóvenes lesbianas, gays y homosexuales blancos y latinos' y que será publicado en el número de enero de la revista 'Pediatrics'.
La doctora Caitlin Ryan, autora de este estudio y directora del proyecto 'Aceptación Familiar' de la Universidad Estatal de San Francisco (EEUU), afirma que las conclusiones de este trabajo "ayudarán a desarrollar recursos y herramientas que fortalecerán a las familias y permitirán la mejora de la situación de los jóvenes homosexuales y sus allegados. En lugar de considerar a la familia como parte del problema, este nuevo enfoque la considera un recurso esencial para mejorar la salud de los hijos".
Evitar el abandono del hogar
Una de las mayores preocupaciones del proyecto es proporcionar un instrumento de prevención de conflictos familiares que pueden culminar en la expulsión del hogar del adolescente homosexual. "Una intervención temprana en las familias puede prevenir comportamientos de rechazo y ayudar a mantener a estos jóvenes en sus casas", prosigue Ryan.
Éste sería uno de los mayores logros a conseguir, ya que, según los datos obtenidos por la National Gay and Lesbian Task Forces en colaboración con la National Coalition for the Homeless aproximadamente un 42% de los 1,6 millones de jóvenes sin hogar que viven en EEUU pertenece al grupo denominado GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transexuales).
Según los datos arrojados por el estudio desarrollado por el equipo de la doctora Ryan, los padres y tutores pueden modificar el comportamiento de rechazo una vez comprenden el grave daño que causan sus palabras y acciones en la salud de sus hijos. Un cambio en el comportamiento paterno, aun siendo pequeño, parece tener un impacto claro en la reducción de los riesgos que amenazan la salud y bienestar de los adolescentes y homosexuales.
El trabajo se realizó sobre una muestra de 245 jóvenes lesbianas, gays y bisexuales con edades comprendidas entre los 21 y los 25 años y cuya condición sexual era conocida por al menos uno de los progenitores o cuidadores durante su adolescencia. Se demostró que la mitad de quienes experimentaron rechazo por parte de su entorno familiar cuando eran menores de edad sufren considerables problemas de salud mental, así como de consumo de drogas.
Las conductas sexuales de riesgo, aunque en menor grado, mostraron también una alta incidencia en ese grupo, especialmente entre los hombres de origen latino, que también presentaron una mayor vulnerabilidad a la depresión y a las ideas suicidas.
La familia importa
El doctor Sten Vermund, pediatra y catedrático de la Universidad Vanderbilt, afirma que el estudio "muestra claramente el terrible daño que produce el rechazo familiar, incluso cuando los padres lo expresan con la mejor intención, siguiendo creencias firmes o pensando que de esta manera están protegiendo a sus hijos".
A su juicio, problemas de salud mental como la depresión y el suicidio y las prácticas sexuales de riesgo, aumentaron significativamente a raíz del rechazo familiar sufrido por los jóvenes homosexuales y bisexuales. "En EEUU la mitad de los nuevos casos de sida se producen en hombres que tienen sexo con otros varones, por lo que es vital que los mensajes de prevención lleguen a los jóvenes y a quienes conviven trabajan con ellos", concluye Vermund.
Este análisis supone un paso más en los estudios sobre la influencia de los factores externos en la salud de los jóvenes homosexuales, ya que, si en otras ocasiones se ha procedido a analizar el estigma que suele ir asociado a la homosexualidad en el entorno escolar y otros círculos sociales, es sorprendente la poca atención que se había prestado con anterioridad a la influencia de la aceptación o rechazo de progenitores y cuidadores en la salud y bienestar de jóvenes homosexuales y bisexuales.
Según afirma a elmundo.es Luís Perelman, Cofundador de la Asociación Internacional de Familias por la Diversidad Sexual y Presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, "si bien el problema había contemplado con anterioridad el rechazo familiar, éste había sido visto como algo natural frente el que no había nada que hacer ya que se consideraba cuestión de 'suerte' el que los padres aprendiesen a sobrellevar la situación. Sin embargo, gracias iniciativas como ésta, se están obteniendo datos muy crudos de forma científica, que servirán para orientar la toma de decisiones en las políticas públicas sanitarias".
Según Perelman "tal y como hemos observado en el trabajo que venimos realizando con familias de jóvenes homosexuales a lo largo de los años, el poder de los padres es tal que pueden hacer de sus hijos los más felices o los más desdichados. Cuando la familia es un apoyo y no un obstáculo, las circunstancias, por difíciles que sean, se pueden encarar y superar con éxito". Por Nuria Baena en El Mundo
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Saturday, June 20, 2009
Marcha del orgullo gay - México
Miles de mexicanos marcharon hoy por el centro de Ciudad de México en la XXXI edición de la Marcha del Orgullo Gay, en la que reivindicaron mejoras a sus derechos sin que hubiera incidentes que lamentar bajo vigilancia de unos 1.500 agentes.
Fuentes de la policía capitalina dijeron hoy a Efe que todo transcurrió con calma según los primeros reportes de la concentración.
La marcha anual de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, personas transgénero y travestis comenzó al mediodía en el Monumento del Ángel de la Independencia y culminó en la Plaza de la Constitución de la capital mexicana por la tarde tras desarrollarse en paz.
El colectivo pidió este año mantener el perfil "apartidista" de la movilización a dos semanas de que se celebren elecciones generales en el país donde se renovará la Cámara de los Diputados, se elegirán 6 gobernadores y 606 alcaldes.
También reivindicó mejoras en seguridad, salud, educación sexual y en las políticas de igualdad para minimizar los problemas de discriminación que aún enfrentan.
Como en anteriores ocasiones el colectivo de organizaciones civiles lésbico-gais, coordinó la actividad, en la que destacó la presencia de carros alegóricos con motivos diversos en defensa de los derechos de la población homosexual.
Una encuesta difundida esta semana reveló que en México más del 88% de los miembros de la comunidad lésbico, gay y transexual padece discriminación y violencia.
La consulta la realizaron varias organizaciones, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos. Fuente: ADN
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Obama extiende beneficios para gays en gobierno y promete más
El presidente Barack Obama extendió el miércoles algunos beneficios laborales a las parejas del mismo sexo de empleados del Gobierno estadounidense, en lo que calificó como un primer paso para poner fin a la discriminación contra los homosexuales.
Bajo presión de grupos a favor de los derechos de gays y lesbianas, Obama instó al Congreso a aprobar una iniciativa que extendería beneficios totales de salud y jubilación a las familias gays entre los 1,9 millones de empleados que integran la fuerza laboral del gobierno federal, como ya hacen muchas empresas estadounidenses.
´´A muchos de los dedicados y patrióticos servidores públicos de nuestro Gobierno se les han negado derechos básicos que sus colegas disfrutaban, por una razón: la gente que aman es de su mismo sexo´´, dijo Obama antes de firmar la orden para extender los beneficios a las parejas gay de empleados federales.
´´Es un día que marca un paso histórico hacia los cambios que buscamos, pero creo que todos debemos reconocer que éste es sólo un paso´´, agregó el mandatario.
El anuncio de Obama muestra que el Gobierno podría concentrarse más en avances mayores y tangibles para los homosexuales, en lugar de ingresar directamente al debate sobre el matrimonio gay, que si se ha sido librado a nivel estatal.
Grupos a favor de los derechos gays calificaron la decisión del miércoles como un primer paso bien recibido y dijeron que entienden que el presidente había estado ocupado intentando apuntalar la economía y establecer las bases para importantes proyectos de ley sobre servicios de salud y cambio climático.
Pero también dijeron que continuarán presionando al Gobierno para eliminar la discriminación laboral y para extender los beneficios a las parejas del mismo sexo.
´´Esas cosas deberían ocurrir hoy, deberían haber ocurrido ayer, y no ha sido así, y hasta que no ocurra habrá frustración´´, dijo Joe Solomonese, presidente Human Rights Campaign, un grupo a favor de los derechos gay.
Obama no ofreció su respaldo a los matrimonios entre personas del mismo sexo durante la campaña presidencial del 2008, pero prometió derogar una ley de 1996 que evita que el Gobierno reconozca esos matrimonios.
Fuente: El Universal
El presidente Barack Obama extendió el miércoles algunos beneficios laborales a las parejas del mismo sexo de empleados del Gobierno estadounidense, en lo que calificó como un primer paso para poner fin a la discriminación contra los homosexuales.
Bajo presión de grupos a favor de los derechos de gays y lesbianas, Obama instó al Congreso a aprobar una iniciativa que extendería beneficios totales de salud y jubilación a las familias gays entre los 1,9 millones de empleados que integran la fuerza laboral del gobierno federal, como ya hacen muchas empresas estadounidenses.
´´A muchos de los dedicados y patrióticos servidores públicos de nuestro Gobierno se les han negado derechos básicos que sus colegas disfrutaban, por una razón: la gente que aman es de su mismo sexo´´, dijo Obama antes de firmar la orden para extender los beneficios a las parejas gay de empleados federales.
´´Es un día que marca un paso histórico hacia los cambios que buscamos, pero creo que todos debemos reconocer que éste es sólo un paso´´, agregó el mandatario.
El anuncio de Obama muestra que el Gobierno podría concentrarse más en avances mayores y tangibles para los homosexuales, en lugar de ingresar directamente al debate sobre el matrimonio gay, que si se ha sido librado a nivel estatal.
Grupos a favor de los derechos gays calificaron la decisión del miércoles como un primer paso bien recibido y dijeron que entienden que el presidente había estado ocupado intentando apuntalar la economía y establecer las bases para importantes proyectos de ley sobre servicios de salud y cambio climático.
Pero también dijeron que continuarán presionando al Gobierno para eliminar la discriminación laboral y para extender los beneficios a las parejas del mismo sexo.
´´Esas cosas deberían ocurrir hoy, deberían haber ocurrido ayer, y no ha sido así, y hasta que no ocurra habrá frustración´´, dijo Joe Solomonese, presidente Human Rights Campaign, un grupo a favor de los derechos gay.
Obama no ofreció su respaldo a los matrimonios entre personas del mismo sexo durante la campaña presidencial del 2008, pero prometió derogar una ley de 1996 que evita que el Gobierno reconozca esos matrimonios.
Fuente: El Universal
Friday, June 19, 2009
Ella, la lengua
A miss Natalie Clifford Barney no le gustaban los hombres. A su padre, el fabricante de máquinas de ferrocarriles Albert Clifford Barney no le gustaba que a su hija no le gustaran los hombres, pero al enviarla a la escuela Les Ruches de París no hizo más que bendecirla en el descubrimiento de que le gustaban las mujeres. Era un lugar en donde lo que nuestro educador Víctor Mercante llamaba “el imperio de la anomalía” se expandía entre ovejas negras de buena familia, algunas de las cuales saldrían de sus dormitorios con un verdadero manual de estrategias para eludir la heterosexualidad obligatoria. Allí estudiaría también la autora del libro Olivia por Olivia, historia de amor de una alumna por su maestra que aún circula en las librerías de viejo de Buenos Aires, editado por Sur. De Les Ruches, Natalie salió con Eva Palmer, heredera de la fábrica de galletitas Huntley and Palmer que al saber griego la puso en el camino de Safo en más de un sentido.
Había nacido en Ohio el 31 de octubre de 1876 para convertirse en una precursora del lesbofeminismo con el arma casi exclusiva de un salón en París (calle Jacob, Nº 22), unas cuantas bandejas de sandwiches de pepino, otras tantas de tarta de fresas y una botella de oporto (era avara). Fugada de la heterosexualidad a pesar de alguna duda ocasional generada por un industrial de Pittsburg llamado Max –quien llegó a decirle temerariamente (terminó llorando tras un cortinado): “A mí me gustan las mujeres. Ambos las amaremos”–, tuvo amantes célebres como la cortesana Liane De Pougy –perdida finalmente para la causa lésbica al casarse con el príncipe Ghika–, Dolly Wilde, sobrina de Oscar y autobautizada Oscaria –tenía la misma cabeza de huevo de su tío, aunque era menos femenina que él para hacer de Salomé– y Renée Vivien, esa poetisa inglesa cuyos abismos de opereta y su baudelerismo fatal aún esperan una tapa del Soy. Los títulos de sus libros (Cinq Petits Dialogues grecs, Je me souviens, Eparpillements, Actes et entreactes, Poems et poèmes, autres alliances, Pensée d’une amazone, Aventures de l’esprit suenan a declaraciones arrancadas de un secretaire, a archivos póstumos de métricas vencidas.
Heroína íntima de lectoras heterodoxas, gusto menor de amantes de paladar negro, curiosidad de académicos refinados en la nota al pie, Natalie Clifford Barney necesitó el rescate feminista de los años setenta para ser releída en toda su radicalidad. Si la serie de su obra no entra con soltura en los cánones modernistas es menos por su insistencia en el aforismo de póster y el fragmento autobiográfico con vocación de billetito amoroso ocasional que porque pone en cuestión la idea misma de “obra”. Miss Barney fundó una utopía feminista de puertas adentro, desinteresada por el “producto” y la filiación en el mercado patriarcal y en donde arte, vida y sexualidad se funden sin yugo de una zona sobre las otras, mientras que la cultura oral y el amateurismo convierten la fiesta y la performance en práctica proteica de pertenencia.
La relación con sus amigas amantes era una puesta en acción de una filosofía compleja en donde ella excluía de la idea de fidelidad el aspecto erótico en nombre de una ética de la belleza. Como autodidacta y en compañía de su primera amiga íntima Eva Palmer, asistió como oyente a las clases universitarias de la feminista Mary Gwynn. Estudió griego para traducir y reinterpretar a Safo, hecho capital en la genealogía literaria de las escritoras venideras. En Mujeres de la rive gauche, París 1900, 1940, la Shari Benstock consigna esta importancia: “Virgina Woolf y Natalie Barney tenían razones similares para desear aprender griego: querían rescatar a Safo de los profesores que la presentaban como una seductora de jovencitas, o que negaban que existía una sexualidad sáfica. Los escritores del siglo XlX, homosexuales muchos de ellos, se había apropiado de Safo, identificándola con una imagen de la concupiscencia, y equiparaban el amor sáfico a la decadencia femenina. En Inglaterra, la Safo de Swinburne invitaba al repudio; y en Francia la de Baudelaire exigía un correctivo. Rescatar a Safo como poeta, cuya obra celebra el amor y la amistad entre mujeres, constituía una importante tarea lésbico feminista hacia finales del siglo XlX”.
Para Miss Barney la política de las mujeres se oponía a la gran política. Durante la Primera Guerra Mundial, mientras muchas amigas lesbianas se abalanzaban sobre los volantes de las ambulancias, ella insistió en seguir organizando reuniones de túnica rigurosa en su casa de la calle Jacob, en París, que poseía un templete llamado “de la amistad”. Durante la Segunda se refugió en Florencia, desde donde reclamaba por carta a su ama de llaves redecillas de pelo, se preocupaba por el estado de la hiedra de su jardín o porque le había llegado un rumor de que un gallo se paseaba por el frente. Tuvo por la Resistencia un desprecio semejante al de Chanel, que protestó porque fueron a detenerla por colaboracionista en sandalias y terminó, quizás bajo influencia de Pound, cantando loas a Mussolini, en términos más o menos idiotas.
Credo
Fue en el número 22 de la calle Jacob donde se gestó quizás el mito de origen de una cultura que ponía entre paréntesis, determinadas noches, el principio masculino: la representación de Equivoque, una versión teatral en donde Safo no se suicida por amor a Faón sino porque una de sus alumnas va a casarse.
Colette, a pesar de que en su libro capital Lo puro y lo impuro –un precoz ensayo autobiográfico sobre los disidentes sexuales– trate con ironía a la comunidad lesbiana de Miss Barney, no sólo formaba parte de ella sino que no dejó de abrevar en los principios sistemáticos de esa alianza de formación mutua que se expresaba en textos y cuadros vivos. Es que en ese salón donde a través de veladas mixtas se convivía con los grandes de la literatura como Paul Valery, Ezra Pound, Gertrude Stein, William Carlos Williams, Blaise Cendrars, René Crevel y André Gide, feministas no siempre lesbianas se remozaban del yugo al que solía someterlas la pareja con un artista moderno macho sino que tramaban ediciones, viajes, mecenazgos.
El amor más duradero de Miss Barney fue Romaine Brook, norteamericana como ella pero de menos fortuna –hasta tal punto que de chica había sido canillita en Nueva York–, Romaine era una retratista de éxito –insistía en usar como modelos a mujeres travestidas y en su paleta sólo se veían los colores que pueden verse en un frack– y una paciente partenaire en ese matrimonio con quien renegaba de él ya que, en su Manuscrit autographe, Miss Barney había lanzado a modo de plataforma: “En este momento de la evolución humana, ya no habrá ‘matrimonios’, sino tan sólo asociaciones de ternura y pasión. El juego de las afinidades se verá dirigido por antenas mucho más delicadas. Estas idas y venidas procederán del espacio. Para aportar algo, hay que venir de otra parte”. A pesar de hablar de “antenas”, es poco probable que al afirmar que “para aportar algo, hay que venir de otra parte” pensara en los extraterrestres en vez de en los norteamericanos como ella misma.
Si Miss Barney tuvo amantes permanentes y simultáneas como si practicara una suerte de militancia, a una de ellas, Lucie Delarue Mardrus, apodada la princesa Amande y casada con el traductor de Las mil y una noches, no se le escapaba que esa práctica exigía un ritmo de “time is money”. En una carta, escrita quizás en tiempos en que debía compartirla con una o dos rivales, le interpretó rencorosa: “Pues es usted terriblemente norteamericana, a pesar de sus aires de no ser de ninguna parte. Veinticinco citas en todos los barrios de París a la misma hora, sin contar cinco minutos en el teatro y un cuarto de hora en el concierto, en fin, el excesivo meneo que le viene de los paquebotes, de los trenes y de los hoteles que comenzó a recorrer tan pronto como todos los yanquis ricos”.
Natalie Barney era poco dada a la teoría, pero es probable que no ignorara las estrategias de militantes gays como Magnus Hirschfeld, que venían organizándose desde fines del siglo XlX para que se eliminaran las sanciones legales a la homosexualidad, argumentando su condición de innata, ya que en una ocasión en que un tío vino a informarla sobre su mala fama, anotó: “Cuando el amigo de la familia se marchó tras haber cumplido su ‘penoso deber’ y me quedé sola, me observé a mí misma sin vergüenza: nunca han censurado a los albinos tener los ojos rosa y los cabellos blancos ¿por qué me censuran ser lesbiana? Es un asunto de la naturaleza: mi rareza no es un vicio, no es ‘querida’y no perjudica a nadie”.
Las mujeres exiliadas en París durante principios del siglo XX, de las que Miss Barney era una de las ideólogas, también plantaron los principios de una comunidad económica alternativa. Si en la prostitución y en el casamiento, el dinero no hacía más que circular del padre al marido, las chicas lo hicieron pasar por los bolsillos propios y de la amiga y no sólo para simple manutención sino como mecenazgo informal.
La millonaria Winifred Ellerman, apodada Bryher –de vocación historiadora–, burló la condición de casarse que su padre le impuso para heredarlo, armando un matrimonio/sociedad con el escritor McAlmon. El dinero de ella pagó la manutención de la poetisa Hilda Doolittle (H.D.) y, entre otras cosas, la edición de El almanaque de las mujeres de Djuna Barnes, breviario secreto de las lesbianas belle époque, y encomio rebuscado del cunilingüis que fue impreso en Darantière, la misma imprenta del Ulyses de Joyce.
En ParísLesbos el dinero que la cortesana Lyane de Pougy recibía de sus protectores iba a parar a sus amigas, así como el de las nobles de cuna a las plebeyas que, reclutadas en los salones, a menudo provenían de las fábricas y de la cocinas.
En ocasión de una pelea con su amante Renée Vivien, que la había abandonado por correspondencia en nombre de su relación con una baronesa riquísima apodada La Brioche (la autora de un volumen llamado Effuillements o Deshojes), Miss Barney, bromeando con el suicidio, distribuyó joyas de familia entre sus amantes y algún que otro admirador, muchas de ellas lo suficientemente valiosas como para financiar estudios o huidas del matrimonio. A la madre le deja un anillo de oro y marfil de Lalique, a Renée Vivien, pendientes de zafiro y una enorme sortija de oro, a Eva Palmer, todos sus papeles y un retrato en que ella posa con una mandolina, a Olive Custance, mil dólares y un escarabajo de oro, a Grace Train, un collar de turquesas rojas y así siguiendo. Años más tarde, Dolly Wilde le dio a Miss Barney el disgusto de morir primero, dejándole su fortuna en pago de deudas que databan de su pasado amor. Miss Barney revolvió propiedades sin encontrar el testamento hasta que creyó recordar que lo había guardado en el Crédit Lionés. Corría 1942. Según Jean Chalon, el biógrafo más apasionado de Miss Barney (Retrato de una amazona), mientras ella tomaba sol en Florencia y el mundo se venía abajo, Berthe, su ama de llaves, logró que los alemanes se avinieran a abrir la caja con la siguiente frase: “La señorita no puede ser judía porque es íntima de Mussolini”. Con el testamento de Dolly Wilde saltaron joyas y 50 horquillas de oro.
Chismes
Hay una anécdota seguramente apócrifa que intenta explicar el destino cumplido de Natalie Barney. Cuando era pequeña, una banda de chicos la perseguía por el corredor de un hotel hasta que ella se refugió en unas rodillas afelpadas y obtuvo consuelo de su dueño, un extranjero que estaba en gira de conferencias. Era “El tío de Dolly”. Otra anécdota cierra el círculo wildeano llevando la tragedia a comedia: Natalie tenía un romance con la inglesa Olive Custance, autora de un opúsculo llamado Opalos, mientras planeaba un matrimonio a lo Bryher que le permitiera hacer del marido más un socio que un partenaire. Eligió, tragándose la risa de quien fracasa en beneficio propio, a Lord Alfred Douglas, ese chongo blanco que llevó al “tío de Dolly” a la cárcel y al consiguiente escarnio público. Albert Clifford Barney puso el grito en el cielo y casi empezó a rezar por la persistencia del safismo soltero en lugar de aliado en binomio con sodomía. Entonces Olive Custance tomó el candidato desechado con el que tuvo hijos –Mis Barney fue la madrina de uno de ellos–. Tanto culebrón jurídico, tanta desdicha artística y literal para terminar cediendo todos –el tío de Dolly ya lo había hecho– al coito a favor de natura.
Una vez Marcel Proust quiso conocer a Miss Barney. Jean Chalon lo cuenta con una especie de tono triunfante de celoso: “Natalie espera. Leyendo intenta no dormirse y vigila que la temperatura de la sala no baje de los veintidós grados exigidos por el visitante, que llega muy puntual. Sodoma y Gomorra se hallan cara a cara y se dan cuenta de que no tienen nada que decirse”. Para Miss Barney, La recherche describía lesbianas improbables, ese tísico no sabía nada de Lesbos, pero lo peor es que inventaba mal.
Antes de los años veinte, Miss Barney bailaba tango bajo la dirección del escritor André Rouveyre. ¿Sería el mismo que Saborido había llevado al salón de los Rothschild?
¿Lo haría bien, ella que nunca había querido dejarse llevar?
Una vez Natalie Barney encaró una cruzada personal. Ramón Gómez de la Serna había publicado su libro Senos, taxonomía cubista pretendidamente exhaustiva, impertinencia leve en donde decía que a los senos de las quinceañeras daban ganas de cascarlos con una cucharita, que en los de las gigantas uno se podía recostar como en una cama de matrimonio; que los senos pintados por Cranach eran de mujeres góticas, idiotas e incitantes; que el seno preferido era el izquierdo porque era la cápsula del corazón. La colección era frívola, rebuscada pero impactante. Miss Barney escribió un artículo que dedicó “al hombre, ese destetado” y donde le chantaba a Ramón como desde una barricada: “Defender a los senos contra sus errores y sus incomprensiones masculinas me parece defender de algún modo mi patria”.
De España, a Miss Barney sólo le gustaba Lola Flores.
Siempre viva
Como toda artista atrapada por su personaje, Miss Barney fue inspiradora de otros. Lyane de Pougy la reinventó en su Idylle Saphique, Renée Vivien en sus Etudes y Preludes, Remy de Gourmont en Lettres à l’Amazone, Lucie Delarue Mardrus en L’ange et les pervers, Radcliffe Hall en El pozo de la soledad. Son versiones que coinciden en creer en su belleza, inteligencia y seducción, pero matizan la proporción de reproches, de juicios que sangran por la herida. El retrato más irreverente y elogioso de Natalie lo ha hecho Djuna Barnes en El almanaque de las mujeres, librillo repartido anónimamente en 1928 por las calles de París y donde los nombres de los personajes encubren a las habituales invitadas de la calle Jacob. Empieza como si sonaran trompetas (o trompas de Falopio): “Esta es la Historia de la Moza más hermosa y delicada que jamás humedeció una Cama. Se llamaba Evangeline Musset y había sido condecorada con una Enorme Cruz Roja por la Dedicación, el Alivio y la Distracción que proporcionaba a las Muchachas en sus Partes Posteriores, en las Anteriores y en cualquiera de esas Partes que tan Cruelmente las hace sufrir”. Obviamente Evangelina Musset tiene como modelo a Natalie Clifford Barney. Un idéntico tono de euforia corporativa despertó la fiesta de reedición de El almanaque de las mujeres hecha por la editorial Egales de Barcelona en la que Pati Limona leyó un texto escrito parte en catalán, parte en español y en el que, en honor al público, debía atender a una introducción democrática: “Constituye un requerimiento de educación y buenas maneras (que sería imperdonable no satisfacer) empezar ésta y cualquier intervención saludando debidamente al público asistente. ‘Señoras. Señores’ (pero ¿es éste el apóstrofe adecuado?) ‘Damas. Caballeros’ –y la lectura de El almanaque... empieza a interferir peligrosamente–: ‘Damas. Caballeros. Damas y caballeros (a la vez). Damas caballerosas. Caballeros adamados. Señoras señores. Señores señoras. Ambiguos y ambiguas todos. Lesbianas (algunas). Inconfesas (algunas más). Heterosexuales reincidentes e inamovibles (todavía bastantes). Curiosos y curiosas que no perdáis este don. Militantes. Imaginantes. Sintientes, sentidas y consentidas. Buenas tardes y gracias por venir’.”
Como todas las grandes soberanas del amor, Natalie Barney fue burlada hacia el final de su vida por una criatura vulgar. Se llamaba Gisèle , tenía 58 años, marido, hija, nietos y era lo suficientemente astuta como para que Romaine Brook abandonara a una amazona casi centenaria a la que le había tolerado todo. Para colmo, Natalie había sido desalojada del pabellón de la calle Jacob y vivía en el hotel Meurice. Murió el 2 de febrero de 1972, a los noventa y seis años, no sin quejarse porque su nueva querida se retrasaba en el teatro.
En Mujeres de la rive gauche, París 1900, 1940, Shari Benstock consigna insidiosamente que Djuna Barnes y Alice B. Toklas vivieron hasta los noventa años y que Winifred Ellerman, Margarete Anderson y Janet Flanner casi lo lograron. Deslizar cualquier conclusión que asocie estrechamente lesbianismo y longevidad sería pecar de parcialidad política e inconsistencia científica pero no más que lanzar, como se hacía por los años de la llamada Safo de Washington, anatemas a la bicicleta, la máquina de coser y las horquillas de pelo por considerarlas peligrosos gadgets masturbatorios.
Decididamente Natalie Barney murió mejor literariamente, es decir como Evangelina Musset, llorada por un grupo de mujeres que se agolpaban en funeral y a las que les humeaba el interior de las polleras: “Y, cuando se acercaron a recoger las cenizas, descubrieron que todo se había quemado menos La Lengua: llameaba negándose a ser polvo y retozaba sobre el montoncito que había sido Ella”. Fuente: Página12
Longeva como muchas otras escritoras lesbianas de la época de entre guerras, Natalie Clifford Barney supo conjugar vida y obra en una performance constante que tuvo por escenario un salón en París en el que Safo gozó de su traducción más lésbica y feminista y donde el dinero circulaba entre la comunidad de mujeres como una de las tantas llaves de la creatividad y el placer. Norteamericana voraz –de eso la acusaron alguna vez sus amantes despechadas– en una Europa herida, cuenta la historia que después de muerta su lengua siguió retozando.
A miss Natalie Clifford Barney no le gustaban los hombres. A su padre, el fabricante de máquinas de ferrocarriles Albert Clifford Barney no le gustaba que a su hija no le gustaran los hombres, pero al enviarla a la escuela Les Ruches de París no hizo más que bendecirla en el descubrimiento de que le gustaban las mujeres. Era un lugar en donde lo que nuestro educador Víctor Mercante llamaba “el imperio de la anomalía” se expandía entre ovejas negras de buena familia, algunas de las cuales saldrían de sus dormitorios con un verdadero manual de estrategias para eludir la heterosexualidad obligatoria. Allí estudiaría también la autora del libro Olivia por Olivia, historia de amor de una alumna por su maestra que aún circula en las librerías de viejo de Buenos Aires, editado por Sur. De Les Ruches, Natalie salió con Eva Palmer, heredera de la fábrica de galletitas Huntley and Palmer que al saber griego la puso en el camino de Safo en más de un sentido.
Había nacido en Ohio el 31 de octubre de 1876 para convertirse en una precursora del lesbofeminismo con el arma casi exclusiva de un salón en París (calle Jacob, Nº 22), unas cuantas bandejas de sandwiches de pepino, otras tantas de tarta de fresas y una botella de oporto (era avara). Fugada de la heterosexualidad a pesar de alguna duda ocasional generada por un industrial de Pittsburg llamado Max –quien llegó a decirle temerariamente (terminó llorando tras un cortinado): “A mí me gustan las mujeres. Ambos las amaremos”–, tuvo amantes célebres como la cortesana Liane De Pougy –perdida finalmente para la causa lésbica al casarse con el príncipe Ghika–, Dolly Wilde, sobrina de Oscar y autobautizada Oscaria –tenía la misma cabeza de huevo de su tío, aunque era menos femenina que él para hacer de Salomé– y Renée Vivien, esa poetisa inglesa cuyos abismos de opereta y su baudelerismo fatal aún esperan una tapa del Soy. Los títulos de sus libros (Cinq Petits Dialogues grecs, Je me souviens, Eparpillements, Actes et entreactes, Poems et poèmes, autres alliances, Pensée d’une amazone, Aventures de l’esprit suenan a declaraciones arrancadas de un secretaire, a archivos póstumos de métricas vencidas.
Heroína íntima de lectoras heterodoxas, gusto menor de amantes de paladar negro, curiosidad de académicos refinados en la nota al pie, Natalie Clifford Barney necesitó el rescate feminista de los años setenta para ser releída en toda su radicalidad. Si la serie de su obra no entra con soltura en los cánones modernistas es menos por su insistencia en el aforismo de póster y el fragmento autobiográfico con vocación de billetito amoroso ocasional que porque pone en cuestión la idea misma de “obra”. Miss Barney fundó una utopía feminista de puertas adentro, desinteresada por el “producto” y la filiación en el mercado patriarcal y en donde arte, vida y sexualidad se funden sin yugo de una zona sobre las otras, mientras que la cultura oral y el amateurismo convierten la fiesta y la performance en práctica proteica de pertenencia.
La relación con sus amigas amantes era una puesta en acción de una filosofía compleja en donde ella excluía de la idea de fidelidad el aspecto erótico en nombre de una ética de la belleza. Como autodidacta y en compañía de su primera amiga íntima Eva Palmer, asistió como oyente a las clases universitarias de la feminista Mary Gwynn. Estudió griego para traducir y reinterpretar a Safo, hecho capital en la genealogía literaria de las escritoras venideras. En Mujeres de la rive gauche, París 1900, 1940, la Shari Benstock consigna esta importancia: “Virgina Woolf y Natalie Barney tenían razones similares para desear aprender griego: querían rescatar a Safo de los profesores que la presentaban como una seductora de jovencitas, o que negaban que existía una sexualidad sáfica. Los escritores del siglo XlX, homosexuales muchos de ellos, se había apropiado de Safo, identificándola con una imagen de la concupiscencia, y equiparaban el amor sáfico a la decadencia femenina. En Inglaterra, la Safo de Swinburne invitaba al repudio; y en Francia la de Baudelaire exigía un correctivo. Rescatar a Safo como poeta, cuya obra celebra el amor y la amistad entre mujeres, constituía una importante tarea lésbico feminista hacia finales del siglo XlX”.
Para Miss Barney la política de las mujeres se oponía a la gran política. Durante la Primera Guerra Mundial, mientras muchas amigas lesbianas se abalanzaban sobre los volantes de las ambulancias, ella insistió en seguir organizando reuniones de túnica rigurosa en su casa de la calle Jacob, en París, que poseía un templete llamado “de la amistad”. Durante la Segunda se refugió en Florencia, desde donde reclamaba por carta a su ama de llaves redecillas de pelo, se preocupaba por el estado de la hiedra de su jardín o porque le había llegado un rumor de que un gallo se paseaba por el frente. Tuvo por la Resistencia un desprecio semejante al de Chanel, que protestó porque fueron a detenerla por colaboracionista en sandalias y terminó, quizás bajo influencia de Pound, cantando loas a Mussolini, en términos más o menos idiotas.
Credo
Fue en el número 22 de la calle Jacob donde se gestó quizás el mito de origen de una cultura que ponía entre paréntesis, determinadas noches, el principio masculino: la representación de Equivoque, una versión teatral en donde Safo no se suicida por amor a Faón sino porque una de sus alumnas va a casarse.
Colette, a pesar de que en su libro capital Lo puro y lo impuro –un precoz ensayo autobiográfico sobre los disidentes sexuales– trate con ironía a la comunidad lesbiana de Miss Barney, no sólo formaba parte de ella sino que no dejó de abrevar en los principios sistemáticos de esa alianza de formación mutua que se expresaba en textos y cuadros vivos. Es que en ese salón donde a través de veladas mixtas se convivía con los grandes de la literatura como Paul Valery, Ezra Pound, Gertrude Stein, William Carlos Williams, Blaise Cendrars, René Crevel y André Gide, feministas no siempre lesbianas se remozaban del yugo al que solía someterlas la pareja con un artista moderno macho sino que tramaban ediciones, viajes, mecenazgos.
El amor más duradero de Miss Barney fue Romaine Brook, norteamericana como ella pero de menos fortuna –hasta tal punto que de chica había sido canillita en Nueva York–, Romaine era una retratista de éxito –insistía en usar como modelos a mujeres travestidas y en su paleta sólo se veían los colores que pueden verse en un frack– y una paciente partenaire en ese matrimonio con quien renegaba de él ya que, en su Manuscrit autographe, Miss Barney había lanzado a modo de plataforma: “En este momento de la evolución humana, ya no habrá ‘matrimonios’, sino tan sólo asociaciones de ternura y pasión. El juego de las afinidades se verá dirigido por antenas mucho más delicadas. Estas idas y venidas procederán del espacio. Para aportar algo, hay que venir de otra parte”. A pesar de hablar de “antenas”, es poco probable que al afirmar que “para aportar algo, hay que venir de otra parte” pensara en los extraterrestres en vez de en los norteamericanos como ella misma.
Si Miss Barney tuvo amantes permanentes y simultáneas como si practicara una suerte de militancia, a una de ellas, Lucie Delarue Mardrus, apodada la princesa Amande y casada con el traductor de Las mil y una noches, no se le escapaba que esa práctica exigía un ritmo de “time is money”. En una carta, escrita quizás en tiempos en que debía compartirla con una o dos rivales, le interpretó rencorosa: “Pues es usted terriblemente norteamericana, a pesar de sus aires de no ser de ninguna parte. Veinticinco citas en todos los barrios de París a la misma hora, sin contar cinco minutos en el teatro y un cuarto de hora en el concierto, en fin, el excesivo meneo que le viene de los paquebotes, de los trenes y de los hoteles que comenzó a recorrer tan pronto como todos los yanquis ricos”.
Natalie Barney era poco dada a la teoría, pero es probable que no ignorara las estrategias de militantes gays como Magnus Hirschfeld, que venían organizándose desde fines del siglo XlX para que se eliminaran las sanciones legales a la homosexualidad, argumentando su condición de innata, ya que en una ocasión en que un tío vino a informarla sobre su mala fama, anotó: “Cuando el amigo de la familia se marchó tras haber cumplido su ‘penoso deber’ y me quedé sola, me observé a mí misma sin vergüenza: nunca han censurado a los albinos tener los ojos rosa y los cabellos blancos ¿por qué me censuran ser lesbiana? Es un asunto de la naturaleza: mi rareza no es un vicio, no es ‘querida’y no perjudica a nadie”.
Las mujeres exiliadas en París durante principios del siglo XX, de las que Miss Barney era una de las ideólogas, también plantaron los principios de una comunidad económica alternativa. Si en la prostitución y en el casamiento, el dinero no hacía más que circular del padre al marido, las chicas lo hicieron pasar por los bolsillos propios y de la amiga y no sólo para simple manutención sino como mecenazgo informal.
La millonaria Winifred Ellerman, apodada Bryher –de vocación historiadora–, burló la condición de casarse que su padre le impuso para heredarlo, armando un matrimonio/sociedad con el escritor McAlmon. El dinero de ella pagó la manutención de la poetisa Hilda Doolittle (H.D.) y, entre otras cosas, la edición de El almanaque de las mujeres de Djuna Barnes, breviario secreto de las lesbianas belle époque, y encomio rebuscado del cunilingüis que fue impreso en Darantière, la misma imprenta del Ulyses de Joyce.
En ParísLesbos el dinero que la cortesana Lyane de Pougy recibía de sus protectores iba a parar a sus amigas, así como el de las nobles de cuna a las plebeyas que, reclutadas en los salones, a menudo provenían de las fábricas y de la cocinas.
En ocasión de una pelea con su amante Renée Vivien, que la había abandonado por correspondencia en nombre de su relación con una baronesa riquísima apodada La Brioche (la autora de un volumen llamado Effuillements o Deshojes), Miss Barney, bromeando con el suicidio, distribuyó joyas de familia entre sus amantes y algún que otro admirador, muchas de ellas lo suficientemente valiosas como para financiar estudios o huidas del matrimonio. A la madre le deja un anillo de oro y marfil de Lalique, a Renée Vivien, pendientes de zafiro y una enorme sortija de oro, a Eva Palmer, todos sus papeles y un retrato en que ella posa con una mandolina, a Olive Custance, mil dólares y un escarabajo de oro, a Grace Train, un collar de turquesas rojas y así siguiendo. Años más tarde, Dolly Wilde le dio a Miss Barney el disgusto de morir primero, dejándole su fortuna en pago de deudas que databan de su pasado amor. Miss Barney revolvió propiedades sin encontrar el testamento hasta que creyó recordar que lo había guardado en el Crédit Lionés. Corría 1942. Según Jean Chalon, el biógrafo más apasionado de Miss Barney (Retrato de una amazona), mientras ella tomaba sol en Florencia y el mundo se venía abajo, Berthe, su ama de llaves, logró que los alemanes se avinieran a abrir la caja con la siguiente frase: “La señorita no puede ser judía porque es íntima de Mussolini”. Con el testamento de Dolly Wilde saltaron joyas y 50 horquillas de oro.
Chismes
Hay una anécdota seguramente apócrifa que intenta explicar el destino cumplido de Natalie Barney. Cuando era pequeña, una banda de chicos la perseguía por el corredor de un hotel hasta que ella se refugió en unas rodillas afelpadas y obtuvo consuelo de su dueño, un extranjero que estaba en gira de conferencias. Era “El tío de Dolly”. Otra anécdota cierra el círculo wildeano llevando la tragedia a comedia: Natalie tenía un romance con la inglesa Olive Custance, autora de un opúsculo llamado Opalos, mientras planeaba un matrimonio a lo Bryher que le permitiera hacer del marido más un socio que un partenaire. Eligió, tragándose la risa de quien fracasa en beneficio propio, a Lord Alfred Douglas, ese chongo blanco que llevó al “tío de Dolly” a la cárcel y al consiguiente escarnio público. Albert Clifford Barney puso el grito en el cielo y casi empezó a rezar por la persistencia del safismo soltero en lugar de aliado en binomio con sodomía. Entonces Olive Custance tomó el candidato desechado con el que tuvo hijos –Mis Barney fue la madrina de uno de ellos–. Tanto culebrón jurídico, tanta desdicha artística y literal para terminar cediendo todos –el tío de Dolly ya lo había hecho– al coito a favor de natura.
Una vez Marcel Proust quiso conocer a Miss Barney. Jean Chalon lo cuenta con una especie de tono triunfante de celoso: “Natalie espera. Leyendo intenta no dormirse y vigila que la temperatura de la sala no baje de los veintidós grados exigidos por el visitante, que llega muy puntual. Sodoma y Gomorra se hallan cara a cara y se dan cuenta de que no tienen nada que decirse”. Para Miss Barney, La recherche describía lesbianas improbables, ese tísico no sabía nada de Lesbos, pero lo peor es que inventaba mal.
Antes de los años veinte, Miss Barney bailaba tango bajo la dirección del escritor André Rouveyre. ¿Sería el mismo que Saborido había llevado al salón de los Rothschild?
¿Lo haría bien, ella que nunca había querido dejarse llevar?
Una vez Natalie Barney encaró una cruzada personal. Ramón Gómez de la Serna había publicado su libro Senos, taxonomía cubista pretendidamente exhaustiva, impertinencia leve en donde decía que a los senos de las quinceañeras daban ganas de cascarlos con una cucharita, que en los de las gigantas uno se podía recostar como en una cama de matrimonio; que los senos pintados por Cranach eran de mujeres góticas, idiotas e incitantes; que el seno preferido era el izquierdo porque era la cápsula del corazón. La colección era frívola, rebuscada pero impactante. Miss Barney escribió un artículo que dedicó “al hombre, ese destetado” y donde le chantaba a Ramón como desde una barricada: “Defender a los senos contra sus errores y sus incomprensiones masculinas me parece defender de algún modo mi patria”.
De España, a Miss Barney sólo le gustaba Lola Flores.
Siempre viva
Como toda artista atrapada por su personaje, Miss Barney fue inspiradora de otros. Lyane de Pougy la reinventó en su Idylle Saphique, Renée Vivien en sus Etudes y Preludes, Remy de Gourmont en Lettres à l’Amazone, Lucie Delarue Mardrus en L’ange et les pervers, Radcliffe Hall en El pozo de la soledad. Son versiones que coinciden en creer en su belleza, inteligencia y seducción, pero matizan la proporción de reproches, de juicios que sangran por la herida. El retrato más irreverente y elogioso de Natalie lo ha hecho Djuna Barnes en El almanaque de las mujeres, librillo repartido anónimamente en 1928 por las calles de París y donde los nombres de los personajes encubren a las habituales invitadas de la calle Jacob. Empieza como si sonaran trompetas (o trompas de Falopio): “Esta es la Historia de la Moza más hermosa y delicada que jamás humedeció una Cama. Se llamaba Evangeline Musset y había sido condecorada con una Enorme Cruz Roja por la Dedicación, el Alivio y la Distracción que proporcionaba a las Muchachas en sus Partes Posteriores, en las Anteriores y en cualquiera de esas Partes que tan Cruelmente las hace sufrir”. Obviamente Evangelina Musset tiene como modelo a Natalie Clifford Barney. Un idéntico tono de euforia corporativa despertó la fiesta de reedición de El almanaque de las mujeres hecha por la editorial Egales de Barcelona en la que Pati Limona leyó un texto escrito parte en catalán, parte en español y en el que, en honor al público, debía atender a una introducción democrática: “Constituye un requerimiento de educación y buenas maneras (que sería imperdonable no satisfacer) empezar ésta y cualquier intervención saludando debidamente al público asistente. ‘Señoras. Señores’ (pero ¿es éste el apóstrofe adecuado?) ‘Damas. Caballeros’ –y la lectura de El almanaque... empieza a interferir peligrosamente–: ‘Damas. Caballeros. Damas y caballeros (a la vez). Damas caballerosas. Caballeros adamados. Señoras señores. Señores señoras. Ambiguos y ambiguas todos. Lesbianas (algunas). Inconfesas (algunas más). Heterosexuales reincidentes e inamovibles (todavía bastantes). Curiosos y curiosas que no perdáis este don. Militantes. Imaginantes. Sintientes, sentidas y consentidas. Buenas tardes y gracias por venir’.”
Como todas las grandes soberanas del amor, Natalie Barney fue burlada hacia el final de su vida por una criatura vulgar. Se llamaba Gisèle , tenía 58 años, marido, hija, nietos y era lo suficientemente astuta como para que Romaine Brook abandonara a una amazona casi centenaria a la que le había tolerado todo. Para colmo, Natalie había sido desalojada del pabellón de la calle Jacob y vivía en el hotel Meurice. Murió el 2 de febrero de 1972, a los noventa y seis años, no sin quejarse porque su nueva querida se retrasaba en el teatro.
En Mujeres de la rive gauche, París 1900, 1940, Shari Benstock consigna insidiosamente que Djuna Barnes y Alice B. Toklas vivieron hasta los noventa años y que Winifred Ellerman, Margarete Anderson y Janet Flanner casi lo lograron. Deslizar cualquier conclusión que asocie estrechamente lesbianismo y longevidad sería pecar de parcialidad política e inconsistencia científica pero no más que lanzar, como se hacía por los años de la llamada Safo de Washington, anatemas a la bicicleta, la máquina de coser y las horquillas de pelo por considerarlas peligrosos gadgets masturbatorios.
Decididamente Natalie Barney murió mejor literariamente, es decir como Evangelina Musset, llorada por un grupo de mujeres que se agolpaban en funeral y a las que les humeaba el interior de las polleras: “Y, cuando se acercaron a recoger las cenizas, descubrieron que todo se había quemado menos La Lengua: llameaba negándose a ser polvo y retozaba sobre el montoncito que había sido Ella”. Fuente: Página12
Thursday, June 18, 2009
El corazón mestizo de Berlín
Imagen habitual en Kreuzberg son sus paredes a rebosar de carteles y graffitis. Nada nuevo. Aquí nacieron, en su momento, las pinturas del muro de Berlín en su lado occidental, las mismas que hoy se andan repintando para el 20º aniversario de su caída; que aquí es un deporte local muy practicado echar mano del spray en cuanto se vislumbra hueco o reivindicación, y/o colocar póster sobre póster hasta levantar verdaderas murallas de papel. Y éstas, cuando se desprenden del puro peso, son como las capas de una cebolla con la intrahistoria cultural y social del barrio.
Hay muros en Kreuzberg que si se raspara en ellos aún se encontrarían restos de los reclamos de antaño, de lo mucho, y muy político, sucedido en estas pocas calles desde que (por cosas de la planificación urbanística hace ya tres siglos) la zona se convirtiera en lugar de tránsito de todos los grupos de población no gratos a la burguesía berlinesa de otras latitudes. Y ahora, de repente, hay un cartel repetido en vallas y escaparates, entre los cientos de convocatorias para eventos gays, proletarios, feministas, infantiles, universitarios, artísticos, políticos o viajeros, de las que uno se va enterando mientras pasea. El anuncio dice: "SO36 pronto sin SO36".
Para el visitante, la frase es ininteligible. Puro misterio. Para los oriundos de Kreuzberg (llamemos KB al barrio, y a sus 160.000 habitantes, kbergianos; casi 200 nacionalidades, mayoría turca) y para los que no lo son pero se sienten, leerlo y sufrir del corazón es todo uno.
Tal cosa, que el SO36 desaparezca, significaría el fin de una época, de un estilo de vivir, aseguran, basado en la oposición y la lucha. Porque el llamado SO36, digámoslo ya, es un club y mucho más que un club. De entrada lleva el nombre de uno de los dos pedazos geográficos de este barrio en pleno corazón de Berlín: la zona SO36 (la otra es SW61), südost, sureste, las más aguerrida, proletaria y dura, con calles con un 55% de inmigración. Y de salida es, desde hace tres décadas, sala de conciertos y meeting point, laboratorio, batidora del barrio, por todo lo que aquí siempre se ha mezclado: lo más in y lo más out. Modelo y motor de mucha historia política de izquierdas y mucha desinhibición: las primeras movidas punkies o los primeros parties gays fusión oriente-occidente (el famoso Gayhane, donde pincha DJ Ipek, que se define a sí misma como "lesbiana turca"), llevan su sello. Los portavoces de SO36 argumentan: "En nuestro colectivo sociocultural y musical somos viejos, jóvenes, gays, lesbianas o lo que quiera que uno sea; somos punkies y estudiantes, trabajadores temporales y fijos, infra y sobrecualificados... muchos tenemos el llamado pasado inmigrante: tenemos raíces en Anatolia, en el Magreb, en Breisgau o Cottbus... Y no hablamos por hablar, sino que somos parte de la multiculturalidad del barrio... Con nosotros y a través de nosotros, Kreuzberg es lo que es: indefinible, inabarcable, conocido más allá de Berlín".
Esta vez la amenaza de cierre es seria: un conflicto con un vecino por exceso de ruido ha acabado en crisis e "intervención burocrática". Una vía poco querida en esta zona donde todo se reivindica con pasión, se discute con vehemencia y se acuerda. "El respeto al contrario es uno de los fundamentos de la pluralidad del barrio", explican desde SO36. Y aquí estamos, expectantes, en la puerta de un símbolo de la militancia, el SO36 en el número 190 de la Oranienstrasse, calle que es a Kreuzberg como la Quinta Avenida a Nueva York (en escala kbergiana, se entiende), es decir, inevitable y obligada, bulliciosa, multikulti, repleta de tiendas de ropa y alimentación, librerías, cafés, casas ocupadas de los ochenta... Muy turco-alemana, concepto que en Kreuzberg conviene evitar. Tan inadecuado ya como decirle a un alemán de origen turco: "Qué bien hablas alemán" o "no pareces turco". Especialmente las chicas con velo, que se niegan a ser calificadas, te pueden soltar: "¿Que qué bien hablo? Pero si soy tan alemana como tú, imbécil...".
Plaza de Kottbusser Tor. Bajarse del vagón del metro en la línea 1 (U1), mirar el puesto de flores del subterráneo o el quiosco de periódicos, esquivar a los mendigos con perro que piden en la estación, subir las escaleras y asomar la cabeza al exterior... Según el día y la hora, aquí fuera puede llegar a faltar hasta el aire de lo poliédrico del paisaje, el U-Bahn (metro) amarillo que corre sobre un esqueleto de hierro y acero allá en lo alto y los bloques de aluvión baratos que lo rodean, los atuendos multicolor, las lenguas, sonidos y olores que se entrecruzan. El cliché de la Alemania sólo blanca, rica, esterilizada, ordenada... aquí se desvanece. Una experiencia para el no habitual. Y hasta para el nacional: en el intenso debate sobre dónde instalar la capital de Alemania tras la caída del muro en 1989 y la unificación del país en 1990 hubo algún político de peso (de Baviera, sin ir más lejos) que avisó de los peligros de querer convertir Berlín (y con ello, Kreuzberg, "ese enclave de inmigrantes y anarquistas", especificó) en sede del Gobierno. Lo recuerda Nathalie, repantingada en su hamaca, frente a su tienda exquisita de ropa de segunda mano en la zona de Südstern. Pero podría haberlo contado cualquiera. Aquí cada tendero, taxista, bombero o estudiante es un google andante de la información política local.
La advertencia fue en vano. Berlín se convirtió en capital en 2000, y Kreuzberg sigue siendo más o menos lo que era, lo que es desde hace 50 años o desde hace tres siglos, según se mire: zona de tránsito y migrantes con su propio estilo, pobres, pero activos, mucho lost in translation. "Las ciudades ricas son aburridas porque no tienen espacio para los recién llegados, se limitan porque tienen algo que perder. Las ciudades ricas no pueden permitirse experimentos...", escriben en el último número de la revista Dummy que puede encontrarse en los quioscos del barrio.
Y eso es Berlín, una ciudad "pobre, pero sexy", que decía su alcalde para promocionarla, amorosa con la cultura y con una deuda aplastante de 60.000 millones de euros que amarga el idilio. Y eso es Kreuzberg, un puro experimento. Strategiengebiet, territorio estratégico, lo llamaban en los mapas en los años ochenta, cuando sus calles eran un puro caldo de cultivo del desarraigo y la pobreza, los que los antimultikulti definen, finamente, como "sociedad paralela". Hoy ya no es tanto así.
"Hace diez años, las historias de turcos de éxito eran tema destacado en los periódicos, hoy ya no. El número de empresarios de origen turco ha crecido considerablemente... y la palabra dönerkebap está recogida en los diccionarios desde 1991", cuentan Martin Greeve y Kalbiye Nur Orhan, que han elaborado el informe Berlín turcoalemán. "¿Un barrio de inmigración?" No señor, dice Shermin Langhoff, directora del centro de teatro y danza Ballhaus Naunynstrasse, que hace lo que llama "Postmigrantisches Theater para el Kreuzberg multicultural", conceptos que no hace falta traducir. Ésta es ya otra etapa, asegura. "Posemigración", lo llama. "Ahora no se habla de pérdidas y desarraigo; la segunda y tercera generación ya han superado aquello, tanto que se ha creado una nueva perspectiva alemana, la nuestra". "Y ahora, los inmigrantes asentados, formados y crecidos sorprenden en propuestas hasta a los partidos de izquierda, que siguen en el cliché de 'pobrecitos', como sucede aquí en Kotti, con iniciativas de madres y comerciantes contra la droga", dice Cem Özdemir, el alemán de origen turco que más lejos ha llegado en política. Éste es un lugar de "anormalidad normal", define Martin Düspohl, director del Museo de Kreuzberg, que cuenta aquí mismo, en la Adalbertstrasse, la historia local.
La otra, la actual, ahora mismo en cada esquina:
1. La familia palestina y numerosa El Robaja prepara la parrilla y la carne en el Görlitzer Park, su parque preferido.
2. La canciller Angela Merkel aparece hoy en los periódicos animando a los extranjeros residentes a que se nacionalicen alemanes: en la mitad de los noventa lo hacían unos 300.000 por año; en 2008, menos de 100.000.
3. Hombres turcos con barba se reúnen ya en el café Yavuzeli Sarilar, en Dresdener Strasse, todos procedentes de la ciudad de Sarilar, todos taxistas y de religión alevita (forma liberal del islam, mayoritaria en KB), y en los muchos cafés alrededor de Kottbusser Tor, sólo de hombres turcos con barba; esos que nunca se dejan preguntar, porque no quieren o no entienden palabra de alemán, pero entre ellos se saludan con un "¿de dónde eres, campesino?".
4. Cem Özdemir, líder de Los Verdes, con las elecciones europeas encima y las generales en septiembre, a la vuelta de la esquina, sale de su casa en Kottbusser Tor (de techos altos, jardín interior, bicicletas aparcadas en el patio...), junto a su esposa, argentina. "Doce familias habitamos en el edificio, esto es como un pedazo de Anatolia en una gran ciudad, hasta huerto tenemos", dice antes de ponerse a trabajar.
5. Los niños brotan de todos lados camino de las escuelas. Algunas, especialmente en el barrio vecino de Neukölln, llegan al 100% de alumnos con origen inmigrante. Los periódicos publican el reclamo del senado berlinés para la secundaria: "Se buscan profesores, a ser posible con pasado migratorio. ¡Berlín te necesita!".
6. Los camareros del Rote Harfe, en Heinrichplatz, abren su restaurante, que cuenta, en la planta de arriba, con el conocido Orient Lounge (narguile, cojines y mesas en el suelo, mucho reservado); Firat, dueño del café Übersee, en el Paul Linke Ufer 44, coloca la mesas en el suyo. Y el Hannibal, en Görlitzer Bahnhof; el Luzía y el Milch und Zucker, en Oranienstrasse... Todos gestionados por lo que los alemanes no turcos llaman "turcos de segunda generación", es decir, alemanes como ellos, pero con otros apellidos. La clase media turca, frente a la clase media alemana.
7. La adolescente Hanna Schneider hace rato ya que ensaya bajo la carpa del circo que dirige un activista clásico del lugar y en el que desarrollan programas conjuntos con jóvenes de Israel.
8. El director kurdo, Ilker Abay, y su equipo turco-kurdo-alemán ruedan en este instante en el local de periódicos que han alquilado en la Urbanstrasse otra toma más de su soap opera titulada Crazy kiosk, de éxito en la televisión turca.
9. Otro director, éste más de teatro, Neco Çelik, repite una vez más en una entrevista que no quiere hablar del cliché: su condición de hijo de inmigrante turco, ex miembro de una banda en Kreuzberg y modelo de integración, bla, bla, bla... pues ha llegado lejos y es conocido en lo suyo. Pero lo que no puede evitar es ser carne de paradoja: no son inmigrantes, pero usan sus raíces, su pasado en el gueto...
10. Los jugadores del primer equipo turco en la ciudad, el Türkiyemspor, entrenan en el Katzbachstadion. Erkan Önae, treintañero, ex entrenador de una de las categorías, se acerca hoy domingo a verles. Sus padres, invitados a trabajar aquí, buscaron la mejor educación para él, se empeñaron en el idioma y lo alejaron de zonas de mayoría turca: "¿Qué se puede esperar de aquella generación? Vinieron a trabajar y ¡vaya si trabajaron! Nosotros, la segunda generación, nos hemos adaptado aquí, ahora ellos deben abrirse". El deporte, dice, es uno de los grandes medios de integración. Recuerda, cuando se abrió el muro, a dos jugadores del Dinamo, de Berlín Este: "Vinieron a buscarnos para jugar con nosotros". El equipo es una institución aquí. Hace nada, el príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa, Camila, visitaron Kreuzberg para asistir a dos partidos de fútbol: el Türkiyemspor contra el FC Internationale, y el Evangelische Pfarrer (pastores evangelistas) contra los imanes musulmanes...
Los 'kbergianos' configuran un territorio peculiar: mayoría inmigrante de origen turco; radicales activos sin importar la edad; militantes de partidos varios; artistas internacionales... Muchos se suelen marchar y suelen regresar. Añoran el barrio. Los kbergianos conviven en paz. Hasta combinan varias lenguas: por aquí se habla Deukisch, la combinación de ambos idiomas; se llama Kreuzkölln a la zona de frontera que une KB con Neukölln, barrio vecino, más turco y de religión y tradición más extrema (allí se han producido varios asesinatos de honor de mujeres a manos de sus familiares). Muchos habitantes crean. Otros se manifiestan contra la instalación de un McDonald's (por capitalista, pero no lo consiguieron); contra el ataque a homosexuales (sucede y al momento tres mil personas aparecen en la calle para protestar), o la falta de posibilidades educativas y de futuro de los hijos de inmigrantes, uno de los grandes fracasos políticos: según el DIW (Instituto alemán de Investigación Económica), tres de cada cuatro ciudadanos de origen turco no termina la escuela, uno de cada dos en edad de trabajar no tiene trabajo y sólo el 3% de ellos ha estudiado.
"¿Un mito o un ejemplo exitoso de integración?", se pregunta Doris Nahawandi, que se ocupa de tal cosa en el Ayuntamiento. "Ambas cosas", concluye. Y enumera: es uno de los barrios más pobres de Berlín y, sin embargo, uno de los más "capitalizados" en lo económico, lo cultural, lo social. Pero las luces tienen sombras: "La tasa de escolares hijos de inmigrantes que no terminan sus estudios es muy alta; la economía sumergida y la delincuencia menor pertenecen a lo cotidiano, crecen las organizaciones religiosas fundamentalistas islámicas...".
Hablar con Shermin Langhoff, con Özdemir, con Önae es oír términos como turcofobia, selbstphobie (fobia a sí mismo). "La identidad es el problema: definir el 'yo' y el 'ellos'. Los nuevos jóvenes alemanes aún no han sido aceptados en esta sociedad", dice Shermin. "Después de treinta años en este país, se trata de poner otra mirada". Ella lo intenta desde el arte: en su sala programa y monta obras como Bist du schwul oder Türke? (¿Eres homosexual o turco?). "No hacemos un teatro de gueto. Tenemos una clientela de bohemios, de activistas, trabajamos con artistas de otros contextos... el nuestro es un espacio político en un territorio politizado: eso es Kreuzberg".
¿Es lo contado arriba razón suficiente para escribir ahora precisamente sobre Kreuzberg? ¿Ahora? Cierto. No hay hecho destacado nuevo, salvo los 500 policías heridos y los 250 detenidos que se produjeron en sus calles en la pasada y habitual fiesta antifascista del Primero de Mayo y que este año se convocó al grito de "Contra la discriminación". No. Un barrio es una construcción cotidiana, y el KB cotidiano es tranquilo, casi rural: "el pueblo", lo llaman. Aquí hay sillas, bancos y hasta sofás en las calles para la charla, tomar el café o el sol.
Pero quizá sea también razón poderosa para hablar de KB que en estas calles nació el cabaré alemán de la mano de Ernst von Wolzogen en 1901. Que hoy, miércoles o viernes, hay mercado turco en el Landwehrkanal, y mientras Hristoforos Triadafillu, el griego, descarga su mercancía de aceitunas, queso y gambas, aquello se llena de gentes de todo el mundo, de colores y olores mediterráneos. Que tiene salas donde bailar agarrado, seas hetero u homo, y un museo sobre la historia gay en Mehringdamm. Que abundan los clubes donde adoran lo nuevo y lo retro, lo tecno y lo punk, lo inclasificable... Que sale el sol y el parque Hasenheide se llena de cuerpos desnudos alemanes y de parejas jóvencísimas de origen turco, muy vestidas, que se esconden de las miradas. Que abrirá pronto la gran mezquita en la Wienerstrasse. Que ya funciona la primera residencia de ancianos turcos de Alemania, aquí envejecidos, y los recién nacidos del barrio se llaman Merve, Yade, Gizem, Fatih... Que existe mucho patio interior repleto de negocios, arte y artistas... y que hay mucho hammam, mucho canal, mucha agua. Que Kreuzberg debe su nombre a Napoleón...
Nada en Kreuzberg parece importante. Pero sí lo es el todo. Un lugar que por no tener, no tiene ni centro geográfico, digamos al estilo plaza de Lavapiés. "El barrio nació de una idea burocrática en 1920. Juntaron partes de otros, al norte y sur de la línea 1 de metro, y lo dividieron en cuatro áreas", ha explicado muchas veces Düspohl desde el Museo de Kreuzberg. Y a Kreuzberg no sabían ni cómo llamarlo. Hasta que en 1921, al celebrar los cien años de la guerra contra Napoleón, alguien se fijó en la cruz que coronaba una colina... y ahí estaba: "la montaña de la cruz". Lo que hoy es y lo que ofrecen los kiez citados lo describe bien otro habitante común en KB: el turista. El norteamericano Tobias G. aconseja sobre las bondades de KB en el foro de www.toytowngermany.com. "Se puede dividir en dos partes, SO36 y SW61, y más exactamente en cinco barriadas (kiez)...".
Asegura Düspohl que "la semilla de la conciencia y el orgullo de ser de Kreuzberg se plantó en 1959, cuando unos pocos artistas abrieron galerías en Oranienstrasse y se empezó a convertir en un Montmartre bohemio". La planta nació y creció, primero un tallo (artista politizado); luego, otro (obrero turco). Medio siglo ha transcurrido desde que la Alemania de posguerra solicitara a los países del Sur trabajadores para rehacer su economía. Kreuzberg era la zona más pobre. Y allí, junto a unos pocos berlineses, criadas y proletarios, se instalaron los obreros. Luego llegaron los alternativos. "Todos vivían puerta con puerta. Lo que vino después tiene que ver con ese tiempo", concluye Düspohl. Hasta lo turístico.
Es el incremento de turistas el que tiene parte de culpa de los cambios a peor en el barrio. Lo dicen, desmoralizados, los anarquistas: "El proceso de gentrificación, estructuración, privatización, incremento de los alquileres, y el crecimiento del control con cámaras en las calles, presencia policial, están devorando nuestro barrio. Detrás de la fachada de creatividad y estabilidad social hay grandes discriminaciones". Tomar o recuperar la noción de comunidad es fundamental, dicen. Y apelan a las estructuras ya existentes: las WG's (comunas en pisos compartidos), colectivos de trabajadores, asociaciones deportivas... Hasta llaman la atención a los recién llegados apáticos. Desde hace un tiempo cuelgan carteles y llenan de graffitis los muros de Kreuzberg, en alemán y en turco: "El Estado salva a los bancos, nosotros debemos salvarnos a nosotros mismos...".
Fuente: El País
Imagen habitual en Kreuzberg son sus paredes a rebosar de carteles y graffitis. Nada nuevo. Aquí nacieron, en su momento, las pinturas del muro de Berlín en su lado occidental, las mismas que hoy se andan repintando para el 20º aniversario de su caída; que aquí es un deporte local muy practicado echar mano del spray en cuanto se vislumbra hueco o reivindicación, y/o colocar póster sobre póster hasta levantar verdaderas murallas de papel. Y éstas, cuando se desprenden del puro peso, son como las capas de una cebolla con la intrahistoria cultural y social del barrio.
Hay muros en Kreuzberg que si se raspara en ellos aún se encontrarían restos de los reclamos de antaño, de lo mucho, y muy político, sucedido en estas pocas calles desde que (por cosas de la planificación urbanística hace ya tres siglos) la zona se convirtiera en lugar de tránsito de todos los grupos de población no gratos a la burguesía berlinesa de otras latitudes. Y ahora, de repente, hay un cartel repetido en vallas y escaparates, entre los cientos de convocatorias para eventos gays, proletarios, feministas, infantiles, universitarios, artísticos, políticos o viajeros, de las que uno se va enterando mientras pasea. El anuncio dice: "SO36 pronto sin SO36".
Para el visitante, la frase es ininteligible. Puro misterio. Para los oriundos de Kreuzberg (llamemos KB al barrio, y a sus 160.000 habitantes, kbergianos; casi 200 nacionalidades, mayoría turca) y para los que no lo son pero se sienten, leerlo y sufrir del corazón es todo uno.
Tal cosa, que el SO36 desaparezca, significaría el fin de una época, de un estilo de vivir, aseguran, basado en la oposición y la lucha. Porque el llamado SO36, digámoslo ya, es un club y mucho más que un club. De entrada lleva el nombre de uno de los dos pedazos geográficos de este barrio en pleno corazón de Berlín: la zona SO36 (la otra es SW61), südost, sureste, las más aguerrida, proletaria y dura, con calles con un 55% de inmigración. Y de salida es, desde hace tres décadas, sala de conciertos y meeting point, laboratorio, batidora del barrio, por todo lo que aquí siempre se ha mezclado: lo más in y lo más out. Modelo y motor de mucha historia política de izquierdas y mucha desinhibición: las primeras movidas punkies o los primeros parties gays fusión oriente-occidente (el famoso Gayhane, donde pincha DJ Ipek, que se define a sí misma como "lesbiana turca"), llevan su sello. Los portavoces de SO36 argumentan: "En nuestro colectivo sociocultural y musical somos viejos, jóvenes, gays, lesbianas o lo que quiera que uno sea; somos punkies y estudiantes, trabajadores temporales y fijos, infra y sobrecualificados... muchos tenemos el llamado pasado inmigrante: tenemos raíces en Anatolia, en el Magreb, en Breisgau o Cottbus... Y no hablamos por hablar, sino que somos parte de la multiculturalidad del barrio... Con nosotros y a través de nosotros, Kreuzberg es lo que es: indefinible, inabarcable, conocido más allá de Berlín".
Esta vez la amenaza de cierre es seria: un conflicto con un vecino por exceso de ruido ha acabado en crisis e "intervención burocrática". Una vía poco querida en esta zona donde todo se reivindica con pasión, se discute con vehemencia y se acuerda. "El respeto al contrario es uno de los fundamentos de la pluralidad del barrio", explican desde SO36. Y aquí estamos, expectantes, en la puerta de un símbolo de la militancia, el SO36 en el número 190 de la Oranienstrasse, calle que es a Kreuzberg como la Quinta Avenida a Nueva York (en escala kbergiana, se entiende), es decir, inevitable y obligada, bulliciosa, multikulti, repleta de tiendas de ropa y alimentación, librerías, cafés, casas ocupadas de los ochenta... Muy turco-alemana, concepto que en Kreuzberg conviene evitar. Tan inadecuado ya como decirle a un alemán de origen turco: "Qué bien hablas alemán" o "no pareces turco". Especialmente las chicas con velo, que se niegan a ser calificadas, te pueden soltar: "¿Que qué bien hablo? Pero si soy tan alemana como tú, imbécil...".
Plaza de Kottbusser Tor. Bajarse del vagón del metro en la línea 1 (U1), mirar el puesto de flores del subterráneo o el quiosco de periódicos, esquivar a los mendigos con perro que piden en la estación, subir las escaleras y asomar la cabeza al exterior... Según el día y la hora, aquí fuera puede llegar a faltar hasta el aire de lo poliédrico del paisaje, el U-Bahn (metro) amarillo que corre sobre un esqueleto de hierro y acero allá en lo alto y los bloques de aluvión baratos que lo rodean, los atuendos multicolor, las lenguas, sonidos y olores que se entrecruzan. El cliché de la Alemania sólo blanca, rica, esterilizada, ordenada... aquí se desvanece. Una experiencia para el no habitual. Y hasta para el nacional: en el intenso debate sobre dónde instalar la capital de Alemania tras la caída del muro en 1989 y la unificación del país en 1990 hubo algún político de peso (de Baviera, sin ir más lejos) que avisó de los peligros de querer convertir Berlín (y con ello, Kreuzberg, "ese enclave de inmigrantes y anarquistas", especificó) en sede del Gobierno. Lo recuerda Nathalie, repantingada en su hamaca, frente a su tienda exquisita de ropa de segunda mano en la zona de Südstern. Pero podría haberlo contado cualquiera. Aquí cada tendero, taxista, bombero o estudiante es un google andante de la información política local.
La advertencia fue en vano. Berlín se convirtió en capital en 2000, y Kreuzberg sigue siendo más o menos lo que era, lo que es desde hace 50 años o desde hace tres siglos, según se mire: zona de tránsito y migrantes con su propio estilo, pobres, pero activos, mucho lost in translation. "Las ciudades ricas son aburridas porque no tienen espacio para los recién llegados, se limitan porque tienen algo que perder. Las ciudades ricas no pueden permitirse experimentos...", escriben en el último número de la revista Dummy que puede encontrarse en los quioscos del barrio.
Y eso es Berlín, una ciudad "pobre, pero sexy", que decía su alcalde para promocionarla, amorosa con la cultura y con una deuda aplastante de 60.000 millones de euros que amarga el idilio. Y eso es Kreuzberg, un puro experimento. Strategiengebiet, territorio estratégico, lo llamaban en los mapas en los años ochenta, cuando sus calles eran un puro caldo de cultivo del desarraigo y la pobreza, los que los antimultikulti definen, finamente, como "sociedad paralela". Hoy ya no es tanto así.
"Hace diez años, las historias de turcos de éxito eran tema destacado en los periódicos, hoy ya no. El número de empresarios de origen turco ha crecido considerablemente... y la palabra dönerkebap está recogida en los diccionarios desde 1991", cuentan Martin Greeve y Kalbiye Nur Orhan, que han elaborado el informe Berlín turcoalemán. "¿Un barrio de inmigración?" No señor, dice Shermin Langhoff, directora del centro de teatro y danza Ballhaus Naunynstrasse, que hace lo que llama "Postmigrantisches Theater para el Kreuzberg multicultural", conceptos que no hace falta traducir. Ésta es ya otra etapa, asegura. "Posemigración", lo llama. "Ahora no se habla de pérdidas y desarraigo; la segunda y tercera generación ya han superado aquello, tanto que se ha creado una nueva perspectiva alemana, la nuestra". "Y ahora, los inmigrantes asentados, formados y crecidos sorprenden en propuestas hasta a los partidos de izquierda, que siguen en el cliché de 'pobrecitos', como sucede aquí en Kotti, con iniciativas de madres y comerciantes contra la droga", dice Cem Özdemir, el alemán de origen turco que más lejos ha llegado en política. Éste es un lugar de "anormalidad normal", define Martin Düspohl, director del Museo de Kreuzberg, que cuenta aquí mismo, en la Adalbertstrasse, la historia local.
La otra, la actual, ahora mismo en cada esquina:
1. La familia palestina y numerosa El Robaja prepara la parrilla y la carne en el Görlitzer Park, su parque preferido.
2. La canciller Angela Merkel aparece hoy en los periódicos animando a los extranjeros residentes a que se nacionalicen alemanes: en la mitad de los noventa lo hacían unos 300.000 por año; en 2008, menos de 100.000.
3. Hombres turcos con barba se reúnen ya en el café Yavuzeli Sarilar, en Dresdener Strasse, todos procedentes de la ciudad de Sarilar, todos taxistas y de religión alevita (forma liberal del islam, mayoritaria en KB), y en los muchos cafés alrededor de Kottbusser Tor, sólo de hombres turcos con barba; esos que nunca se dejan preguntar, porque no quieren o no entienden palabra de alemán, pero entre ellos se saludan con un "¿de dónde eres, campesino?".
4. Cem Özdemir, líder de Los Verdes, con las elecciones europeas encima y las generales en septiembre, a la vuelta de la esquina, sale de su casa en Kottbusser Tor (de techos altos, jardín interior, bicicletas aparcadas en el patio...), junto a su esposa, argentina. "Doce familias habitamos en el edificio, esto es como un pedazo de Anatolia en una gran ciudad, hasta huerto tenemos", dice antes de ponerse a trabajar.
5. Los niños brotan de todos lados camino de las escuelas. Algunas, especialmente en el barrio vecino de Neukölln, llegan al 100% de alumnos con origen inmigrante. Los periódicos publican el reclamo del senado berlinés para la secundaria: "Se buscan profesores, a ser posible con pasado migratorio. ¡Berlín te necesita!".
6. Los camareros del Rote Harfe, en Heinrichplatz, abren su restaurante, que cuenta, en la planta de arriba, con el conocido Orient Lounge (narguile, cojines y mesas en el suelo, mucho reservado); Firat, dueño del café Übersee, en el Paul Linke Ufer 44, coloca la mesas en el suyo. Y el Hannibal, en Görlitzer Bahnhof; el Luzía y el Milch und Zucker, en Oranienstrasse... Todos gestionados por lo que los alemanes no turcos llaman "turcos de segunda generación", es decir, alemanes como ellos, pero con otros apellidos. La clase media turca, frente a la clase media alemana.
7. La adolescente Hanna Schneider hace rato ya que ensaya bajo la carpa del circo que dirige un activista clásico del lugar y en el que desarrollan programas conjuntos con jóvenes de Israel.
8. El director kurdo, Ilker Abay, y su equipo turco-kurdo-alemán ruedan en este instante en el local de periódicos que han alquilado en la Urbanstrasse otra toma más de su soap opera titulada Crazy kiosk, de éxito en la televisión turca.
9. Otro director, éste más de teatro, Neco Çelik, repite una vez más en una entrevista que no quiere hablar del cliché: su condición de hijo de inmigrante turco, ex miembro de una banda en Kreuzberg y modelo de integración, bla, bla, bla... pues ha llegado lejos y es conocido en lo suyo. Pero lo que no puede evitar es ser carne de paradoja: no son inmigrantes, pero usan sus raíces, su pasado en el gueto...
10. Los jugadores del primer equipo turco en la ciudad, el Türkiyemspor, entrenan en el Katzbachstadion. Erkan Önae, treintañero, ex entrenador de una de las categorías, se acerca hoy domingo a verles. Sus padres, invitados a trabajar aquí, buscaron la mejor educación para él, se empeñaron en el idioma y lo alejaron de zonas de mayoría turca: "¿Qué se puede esperar de aquella generación? Vinieron a trabajar y ¡vaya si trabajaron! Nosotros, la segunda generación, nos hemos adaptado aquí, ahora ellos deben abrirse". El deporte, dice, es uno de los grandes medios de integración. Recuerda, cuando se abrió el muro, a dos jugadores del Dinamo, de Berlín Este: "Vinieron a buscarnos para jugar con nosotros". El equipo es una institución aquí. Hace nada, el príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa, Camila, visitaron Kreuzberg para asistir a dos partidos de fútbol: el Türkiyemspor contra el FC Internationale, y el Evangelische Pfarrer (pastores evangelistas) contra los imanes musulmanes...
Los 'kbergianos' configuran un territorio peculiar: mayoría inmigrante de origen turco; radicales activos sin importar la edad; militantes de partidos varios; artistas internacionales... Muchos se suelen marchar y suelen regresar. Añoran el barrio. Los kbergianos conviven en paz. Hasta combinan varias lenguas: por aquí se habla Deukisch, la combinación de ambos idiomas; se llama Kreuzkölln a la zona de frontera que une KB con Neukölln, barrio vecino, más turco y de religión y tradición más extrema (allí se han producido varios asesinatos de honor de mujeres a manos de sus familiares). Muchos habitantes crean. Otros se manifiestan contra la instalación de un McDonald's (por capitalista, pero no lo consiguieron); contra el ataque a homosexuales (sucede y al momento tres mil personas aparecen en la calle para protestar), o la falta de posibilidades educativas y de futuro de los hijos de inmigrantes, uno de los grandes fracasos políticos: según el DIW (Instituto alemán de Investigación Económica), tres de cada cuatro ciudadanos de origen turco no termina la escuela, uno de cada dos en edad de trabajar no tiene trabajo y sólo el 3% de ellos ha estudiado.
"¿Un mito o un ejemplo exitoso de integración?", se pregunta Doris Nahawandi, que se ocupa de tal cosa en el Ayuntamiento. "Ambas cosas", concluye. Y enumera: es uno de los barrios más pobres de Berlín y, sin embargo, uno de los más "capitalizados" en lo económico, lo cultural, lo social. Pero las luces tienen sombras: "La tasa de escolares hijos de inmigrantes que no terminan sus estudios es muy alta; la economía sumergida y la delincuencia menor pertenecen a lo cotidiano, crecen las organizaciones religiosas fundamentalistas islámicas...".
Hablar con Shermin Langhoff, con Özdemir, con Önae es oír términos como turcofobia, selbstphobie (fobia a sí mismo). "La identidad es el problema: definir el 'yo' y el 'ellos'. Los nuevos jóvenes alemanes aún no han sido aceptados en esta sociedad", dice Shermin. "Después de treinta años en este país, se trata de poner otra mirada". Ella lo intenta desde el arte: en su sala programa y monta obras como Bist du schwul oder Türke? (¿Eres homosexual o turco?). "No hacemos un teatro de gueto. Tenemos una clientela de bohemios, de activistas, trabajamos con artistas de otros contextos... el nuestro es un espacio político en un territorio politizado: eso es Kreuzberg".
¿Es lo contado arriba razón suficiente para escribir ahora precisamente sobre Kreuzberg? ¿Ahora? Cierto. No hay hecho destacado nuevo, salvo los 500 policías heridos y los 250 detenidos que se produjeron en sus calles en la pasada y habitual fiesta antifascista del Primero de Mayo y que este año se convocó al grito de "Contra la discriminación". No. Un barrio es una construcción cotidiana, y el KB cotidiano es tranquilo, casi rural: "el pueblo", lo llaman. Aquí hay sillas, bancos y hasta sofás en las calles para la charla, tomar el café o el sol.
Pero quizá sea también razón poderosa para hablar de KB que en estas calles nació el cabaré alemán de la mano de Ernst von Wolzogen en 1901. Que hoy, miércoles o viernes, hay mercado turco en el Landwehrkanal, y mientras Hristoforos Triadafillu, el griego, descarga su mercancía de aceitunas, queso y gambas, aquello se llena de gentes de todo el mundo, de colores y olores mediterráneos. Que tiene salas donde bailar agarrado, seas hetero u homo, y un museo sobre la historia gay en Mehringdamm. Que abundan los clubes donde adoran lo nuevo y lo retro, lo tecno y lo punk, lo inclasificable... Que sale el sol y el parque Hasenheide se llena de cuerpos desnudos alemanes y de parejas jóvencísimas de origen turco, muy vestidas, que se esconden de las miradas. Que abrirá pronto la gran mezquita en la Wienerstrasse. Que ya funciona la primera residencia de ancianos turcos de Alemania, aquí envejecidos, y los recién nacidos del barrio se llaman Merve, Yade, Gizem, Fatih... Que existe mucho patio interior repleto de negocios, arte y artistas... y que hay mucho hammam, mucho canal, mucha agua. Que Kreuzberg debe su nombre a Napoleón...
Nada en Kreuzberg parece importante. Pero sí lo es el todo. Un lugar que por no tener, no tiene ni centro geográfico, digamos al estilo plaza de Lavapiés. "El barrio nació de una idea burocrática en 1920. Juntaron partes de otros, al norte y sur de la línea 1 de metro, y lo dividieron en cuatro áreas", ha explicado muchas veces Düspohl desde el Museo de Kreuzberg. Y a Kreuzberg no sabían ni cómo llamarlo. Hasta que en 1921, al celebrar los cien años de la guerra contra Napoleón, alguien se fijó en la cruz que coronaba una colina... y ahí estaba: "la montaña de la cruz". Lo que hoy es y lo que ofrecen los kiez citados lo describe bien otro habitante común en KB: el turista. El norteamericano Tobias G. aconseja sobre las bondades de KB en el foro de www.toytowngermany.com. "Se puede dividir en dos partes, SO36 y SW61, y más exactamente en cinco barriadas (kiez)...".
Asegura Düspohl que "la semilla de la conciencia y el orgullo de ser de Kreuzberg se plantó en 1959, cuando unos pocos artistas abrieron galerías en Oranienstrasse y se empezó a convertir en un Montmartre bohemio". La planta nació y creció, primero un tallo (artista politizado); luego, otro (obrero turco). Medio siglo ha transcurrido desde que la Alemania de posguerra solicitara a los países del Sur trabajadores para rehacer su economía. Kreuzberg era la zona más pobre. Y allí, junto a unos pocos berlineses, criadas y proletarios, se instalaron los obreros. Luego llegaron los alternativos. "Todos vivían puerta con puerta. Lo que vino después tiene que ver con ese tiempo", concluye Düspohl. Hasta lo turístico.
Es el incremento de turistas el que tiene parte de culpa de los cambios a peor en el barrio. Lo dicen, desmoralizados, los anarquistas: "El proceso de gentrificación, estructuración, privatización, incremento de los alquileres, y el crecimiento del control con cámaras en las calles, presencia policial, están devorando nuestro barrio. Detrás de la fachada de creatividad y estabilidad social hay grandes discriminaciones". Tomar o recuperar la noción de comunidad es fundamental, dicen. Y apelan a las estructuras ya existentes: las WG's (comunas en pisos compartidos), colectivos de trabajadores, asociaciones deportivas... Hasta llaman la atención a los recién llegados apáticos. Desde hace un tiempo cuelgan carteles y llenan de graffitis los muros de Kreuzberg, en alemán y en turco: "El Estado salva a los bancos, nosotros debemos salvarnos a nosotros mismos...".
Fuente: El País
Wednesday, June 17, 2009
American Idol tiene pies de barro
Fue la final más extraña y escandalosa de American Idol desde que el programa empezó, hace ocho años. Los finalistas eran Kris Allen (un chico bien lavado de Arkansas, de familia religiosa) y Adam Lambert, aspirante a estrella de glam rock, actor y cantante de musicales, recargado de maquillaje, uñas pintadas con esmalte negro, una seguridad impactante sobre el escenario, una voz algo chirriante pero compensada por dotes para el show nunca vistas en el programa, y un vestuario exagerado, lleno de brillos y cueros y tachas. Un ganador, bah. Un ganador tan claro que cuando el conductor del programa anunció que el nuevo Idolo Americano era Kris-la-nada-misma-Allen, el pobre dijo: “Pero, ¡se lo merece Adam!”.
Adam se lo merecía, sí. Tomó riesgos como atreverse a cantar “Ring of Fire” (popularizada por Johnny Cash y June Carter) con aires de Medio Oriente y se lució de verdad con “The Tracks of My Tears” del gran Smokey Robinson. Todas sus presentaciones fueron impactantes: el joven (27 años, de San Diego) fue lo más arriesgado e interesante que alguna vez se vio en American Idol. Entonces, ¿qué pasó? Pasó que un día antes de la final, en Internet y en la señal de cable ultraconservadora Fox News empezaron a circular fotos de Adam dándose un beso con otro chico. Pasó que AI es un show “familiar”. Pasó que las iglesias de la América Profunda llamaron a votar por Kris, cuya esposa es catequista o algo así. Pasó que la compañía de celulares AT&T, la más importante de Estados Unidos y la que controla la votación de Idol, admitió haber provisto de teléfonos celulares gratuitos y servicios de SMS a fans de Allen, en fiestas organizadas en Arkansas natal en la noche del episodio final del programa. La firma no hizo esfuerzos similares para sostener a Adam. Para agregar escándalo, los representantes de AT&T también proveyeron a los seguidores de Allen de lecciones sobre cómo enviar los llamados power texts, que envían diez o más votos con una sola tecla. La compañía arregló la final para que ganara el candidato más del gusto de la mayoría moral. Porque Adam es gay. No lo dijo durante el programa (aunque no lo negó en una larga entrevista con Entertainment Weekly que lo daba como ganador) pero era bastante obvio y lo acaba de confirmar en el nuevo número de Rolling Stone: es la tapa de la revista. Allí dice: “Soy gay y estoy orgulloso de mi sexualidad. Es parte de lo que soy. Pero estoy tratando de ser un cantante, no un líder en la lucha por los derechos civiles”. En la misma entrevista, habló de las fotos que recorrieron la prensa antes de la final: en algunas está travestido, y en todas está con su novio. “Eso fue un poco impactante, porque no suelo vestirme de mujer. Lo hice tres o cuatro veces en mi vida. No me gusta ponerme tetas y ponerme fajas, la verdad.” Y sobre su contrincante, Kris: “Me pusieron con el chico lindo, ¡era tan fácil distraerse! Es el único que encontré atractivo en todo el grupo del show: agradable, tranquilo, lindo, totalmente mi tipo, pero tiene una esposa. Es abierto y liberal incluso, pero 100 % hétero”. Adam no parece herido por haber quedado segundo, y muchos fans especulan con que le conviene más, porque está liberado del contrato con American Idol y puede dedicarse a otras cosas. A ser el nuevo cantante de Queen, por ejemplo: la banda quedó impactada con la versión que hizo Adam de “Rapsodia bohemia” en la audición, y están considerando deshacerse del actual cantante (Paul Rodgers) para aunque sea salir de gira con este chico desprejuiciado, que dice haber tenido la visión de su ascenso en American Idol durante un viaje de ácido en el desierto cuando participaba del evento Burning Man. Que maneja el escenario a su antojo lo demostró en el show de la final, cuando cantó con Kiss y los dejó como unos viejitos ridículos. Que no está amargado por quedar segundo está clarísimo. Pero más claro está que el mainstream mediático de Estados Unidos todavía no está preparado para un ídolo americano gay, y que está dispuesto a dejar en el camino al talentoso con una trampa para mantener el statu quo. Fuente: Página 12
Fue la final más extraña y escandalosa de American Idol desde que el programa empezó, hace ocho años. Los finalistas eran Kris Allen (un chico bien lavado de Arkansas, de familia religiosa) y Adam Lambert, aspirante a estrella de glam rock, actor y cantante de musicales, recargado de maquillaje, uñas pintadas con esmalte negro, una seguridad impactante sobre el escenario, una voz algo chirriante pero compensada por dotes para el show nunca vistas en el programa, y un vestuario exagerado, lleno de brillos y cueros y tachas. Un ganador, bah. Un ganador tan claro que cuando el conductor del programa anunció que el nuevo Idolo Americano era Kris-la-nada-misma-Allen, el pobre dijo: “Pero, ¡se lo merece Adam!”.
Adam se lo merecía, sí. Tomó riesgos como atreverse a cantar “Ring of Fire” (popularizada por Johnny Cash y June Carter) con aires de Medio Oriente y se lució de verdad con “The Tracks of My Tears” del gran Smokey Robinson. Todas sus presentaciones fueron impactantes: el joven (27 años, de San Diego) fue lo más arriesgado e interesante que alguna vez se vio en American Idol. Entonces, ¿qué pasó? Pasó que un día antes de la final, en Internet y en la señal de cable ultraconservadora Fox News empezaron a circular fotos de Adam dándose un beso con otro chico. Pasó que AI es un show “familiar”. Pasó que las iglesias de la América Profunda llamaron a votar por Kris, cuya esposa es catequista o algo así. Pasó que la compañía de celulares AT&T, la más importante de Estados Unidos y la que controla la votación de Idol, admitió haber provisto de teléfonos celulares gratuitos y servicios de SMS a fans de Allen, en fiestas organizadas en Arkansas natal en la noche del episodio final del programa. La firma no hizo esfuerzos similares para sostener a Adam. Para agregar escándalo, los representantes de AT&T también proveyeron a los seguidores de Allen de lecciones sobre cómo enviar los llamados power texts, que envían diez o más votos con una sola tecla. La compañía arregló la final para que ganara el candidato más del gusto de la mayoría moral. Porque Adam es gay. No lo dijo durante el programa (aunque no lo negó en una larga entrevista con Entertainment Weekly que lo daba como ganador) pero era bastante obvio y lo acaba de confirmar en el nuevo número de Rolling Stone: es la tapa de la revista. Allí dice: “Soy gay y estoy orgulloso de mi sexualidad. Es parte de lo que soy. Pero estoy tratando de ser un cantante, no un líder en la lucha por los derechos civiles”. En la misma entrevista, habló de las fotos que recorrieron la prensa antes de la final: en algunas está travestido, y en todas está con su novio. “Eso fue un poco impactante, porque no suelo vestirme de mujer. Lo hice tres o cuatro veces en mi vida. No me gusta ponerme tetas y ponerme fajas, la verdad.” Y sobre su contrincante, Kris: “Me pusieron con el chico lindo, ¡era tan fácil distraerse! Es el único que encontré atractivo en todo el grupo del show: agradable, tranquilo, lindo, totalmente mi tipo, pero tiene una esposa. Es abierto y liberal incluso, pero 100 % hétero”. Adam no parece herido por haber quedado segundo, y muchos fans especulan con que le conviene más, porque está liberado del contrato con American Idol y puede dedicarse a otras cosas. A ser el nuevo cantante de Queen, por ejemplo: la banda quedó impactada con la versión que hizo Adam de “Rapsodia bohemia” en la audición, y están considerando deshacerse del actual cantante (Paul Rodgers) para aunque sea salir de gira con este chico desprejuiciado, que dice haber tenido la visión de su ascenso en American Idol durante un viaje de ácido en el desierto cuando participaba del evento Burning Man. Que maneja el escenario a su antojo lo demostró en el show de la final, cuando cantó con Kiss y los dejó como unos viejitos ridículos. Que no está amargado por quedar segundo está clarísimo. Pero más claro está que el mainstream mediático de Estados Unidos todavía no está preparado para un ídolo americano gay, y que está dispuesto a dejar en el camino al talentoso con una trampa para mantener el statu quo. Fuente: Página 12
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